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Paredes blancas por Musha

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Notas del capitulo:

Esta historia tiene unos cuantos años y subirla a este sitio ayudará a saber si vale la pena continuarla.

En cursiva pensamientos de Mu

Legajo N° 3601

Nombre: Mu

Edad: 20 años

Patología: Autismo

Descripción se caracteriza por una escasa interacción social, problemas en la comunicación verbal y no verbal, actividades e intereses gravemente limitados, inusuales y repetitivos.

Los niños autistas tienen dificultades para interactuar socialmente, padecen de problemas de comunicación verbal y no verbal y muestran comportamientos reiterativos o intereses limitados u obsesivos.

Un niño autista puede, aparentemente, tener un desarrollo normal y luego replegarse y volverse indiferente al contacto social.

Tratamiento: No existe la cura para el autismo. Las terapias e intervenciones conductuales están diseñadas para remediar síntomas específicos y pueden otorgar una mejoría sustantiva. El plan ideal de tratamiento coordina terapias e intervenciones que tienen como blanco los principales síntomas del autismo: problemas de interacción social y comunicación verbal y no verbal, y rutinas e intereses obsesivos o repetitivos. La mayoría de los profesionales concuerdan en que mientras más temprana la intervención, mejor.

Los médicos a menudo recetan un medicamento antidepresivo para controlar síntomas de ansiedad, depresión o algún trastorno obsesivo-compulsivo. Se emplean medicamentos antisicóticos para tratar graves problemas conductuales. Las convulsiones pueden ser tratadas con una o más de las drogas anticonvulsivas.

CAPITULO PRIMERO:

No me hables, no me toques. No quiero volver a sentirme así.

-¿Algún cambio?-

Una jaula. Cadenas y grilletes. Muerden la piel, hieren sin piedad.

-No, por ahora seguiremos administrándole la dosis que acordamos de Carbamazepina y una más de la Clorimipramina- dijo y anotó en la carpeta los resultados de su examen, entregándosela luego al enfermero.-Ah! y no olvides mantenerlo alejado de los lápices, no queremos problemas.-

Ayúdame a despertar de este penoso ensueño. No quiero perderme en este laberinto.

-Bien..-fue la escueta respuesta del hombre de cabellos rosas, quien tomó de un brazo al paciente sin el menor cuidado, para ponerlo de pie y conducirlo fuera del consultorio.

Las pupilas dilatadas, los ojos ciegos. Camino vacilante entre sombras. No puedo volver si no estás aquí para guiarme.

El médico acercó la silla tapizada en cuero negro al escritorio y tomando un bolígrafo, comenzó a redactar su informe:

Ficha semanal:

No manifiesta alteraciones en su conducta. Pasivo en extremo. Cada vez más alejado de la realidad. De seguir así deberemos aplicarle algunas dosis de suero para reforzar su alimentación, ya que se niega a ingerir las porciones que hemos acordado para él.

Rehuye a toda clase de contacto físico, lo que dificulta un acercamiento de los enfermeros y obliga al personal a hacer uso de la fuerza.

Se muestra renuente a participar de las sesiones grupales, manteniéndose siempre apartado.

No hemos podido lograr que se manifieste de forma verbal. No habla, no grita ni siquiera cuando se lo insta a ello.

Demuestra cierta afinidad con el paciente 3606, casi disfrutando la compañía de este, incluso buscándola. Por el momento no hay motivos para preocuparse, pero estaremos al pendiente si estas conductas se vuelven repetitivas en el paciente.

Persiste en escaparse por las noches al jardín interior y permanece sentado mirando a la nada. Dado que encerrarlo en su habitación solo logra alterar su estado y alertar a los demás, le estamos administrando una dosis diaria inyectable de Valium cada noche, antes de acostarse.

Las crisis son tratadas con narcóticos y tranquilizantes, lo cual ayuda a mantenerlo tranquilo y en un estado casi catatónico .

Sus dibujos son imprecisos y recurrentes, parecen ser símbolos.

Utilización preponderante del color amarillo, formas abstractas.

Repetición de caracteres ilegibles. Líneas difusas, sin sentido o significado.

Los hemos enviado al grafólogo para ser analizados. Los resultados estarán listos con prontitud.

Todo material que pueda ser utilizado para ese fin, será eliminado del alcance del paciente, para evitar futuros inconvenientes.

Pasó su mano derecha por sus cabellos canosos. Los últimos informes eran muy similares. El deterioro físico y mental del paciente se hacía evidente. Si su cuerpo debilitado no asimilaba las drogas ¿qué pasaría? No es que pensara que Mu podría salir de esa institución algún día, pero tampoco había signos de mejoría, muy por el contrario, el joven se mostraba cada vez más absorto y extraviado.

Y con un suspiro, el especialista concluyó su escrito, poniendo su impronta en letras mayúsculas de imprenta. Dobló la hoja por la mitad y con prolijidad la metió en un sobre oficio de papel marrón, sellándolo con lacre.

Abrió la puerta y entregó el sobre al mensajero que, puntual como todas las semanas, lo aguardaba.

-X-

Lo condujo por el largo corredor, siempre apretando con fuerza la delgada extremidad del pálido joven de cabellos largos, que seguía silencioso sus pasos, un poco más atrás.

Túnel lóbrego y sombrío. Agonía eterna. Memorias lejanas. Tierras de prados verdes y jardines floridos . Horas espantosas. Noche glacial.

El enfermero lo dejó en una de las bancas blancas del parque, sabiendo que no se movería de ese sitio, hasta que alguien más lo llevara nuevamente a su habitación, al caer la tarde. Se alejó con paso vivo, tenía otros asuntos de que ocuparse.

Mu subió sus piernas a la banca abrazando sus rodillas, como una forma inconsciente de autoprotección. ¿De quien se defendía? Tal vez de recuerdos demasiado tristes y dolorosos como para ahondar sobre ellos, y por eso prefería que su mente los bloqueara y los sumiera en oscuras tinieblas, impenetrables, profundas. Infranqueables.

Ausente. Ni dormido ni despierto, ni vivo ni muerto. Un muñequito de paño, sin conciencia de sí mismo ni del entorno. Vagando por dimensiones desconocidas, perdido en mundos internos. Mente perturbada. Pensamientos turbulentos, confusos, indescifrables.

¿Qué son aquellas luces, que me llaman y que arden incandescentes? Doradas, tan luminosas...Se alejan...se apagan...todo oscuridad..

Desolación. Desesperado corro en medio de penumbras sin saber a dónde ir, temblando de miedo. Perdido, oprimido el corazón. Las puertas se alzan altas, enormes, pesadas. Tenebrosas. Cerradas. ¿Por qué no se abren? Angustia indescriptible.

Las golpeo con fuerza hasta que me sangran las manos. Abismo profundo de lamentos. Lágrimas rojas empañan mi visión ¿A quién lloran? Dolor, tanto dolor...Cruel, despiadado. Desgarra el alma. Tortura el espíritu.

Un muro. Negro, indestructible. No hay salida de esta pesadilla. No hay olvido. Ni compasión, ni perdón. Las paredes de piedra se cierran a mi alrededor. El aire abre llagas en la garganta. Se hace pesado. Ya no quiero escuchar las risas atronadoras, burlonas, siniestras. Me hielan la sangre, me dañan el corazón. Me aturden. Cállalas. Prefiero el silencio de la muerte. Derrotados, traicionados. Decepcionados. Tan tristes...

Luz cegadora invadiendo mis retinas. Anula el pensamiento. No sé donde estoy. Ya no siento, no veo, no escucho. Recuerdos inconexos.

Al verlo solo, se aproximó con esa excepcional elegancia de la que solo él era dueño, y tomó asiento a su lado. Solo eso bastaba para que el otro en un gesto imperceptible, que solo aquella persona era capaz de notar, le agradeciera su compañía. Se entendían sin saber muy bien ni cómo ni porqué, pero habían desarrollado un vínculo estrecho ¿de amistad? Tal vez era eso o quizás algo más.

Y en un gesto que se había convertido en costumbre, alzó su mano clara y delgada para acariciar el extenso cabello color malva, que enmarcaba la esbelta silueta. Hilos tan suaves, tan finos y brillantes.

Enredó en su dedo índice un delgado mechón del cabello de su compañero. ¿Hacía ya tanto tiempo que había tomado aquella rutina, sin darse siquiera cuenta de ello?

Flores rosas, blancas, violetas, de pétalos aterciopelados. Alas desplegadas, te veo partir. Cielos azules y cubiertos.

Buscó su mirada con la suya y solo vio unos ojos violetas vacíos, opacos, perdidos en la nada. Indiferentes a todo, excepto a él. Y deseó también poseer el don de evadirse de la realidad, para no tener conciencia del lugar dónde se hallaban. Para imaginarse en paraísos dónde el sol brillara con destellos radiantes. No en aquella prisión fría, sepultura de sueños y esperanzas.

Con modos suaves, liberó los cabellos firmemente presos que dejaban al descubierto la nuca, para luego peinarlos con dedicación. Cerró los ojos. Le encantaba sentir el delicioso aroma a lavanda que despedía aquella cabellera de ese delicado color. Deslizó sus dedos largos por las hebras de seda lilas.

La calma del mar. Melodía dulce y melancólica. Brisa primaveral con aroma a sándalo.

A él se lo prohibían, era una de las razones por las que se encontraba allí; pero parecían no importarse con que se lo hiciera a otro, y el elegido había resultado ser el joven de singulares marcas en su rostro, que sumiso y dócil se entregaba a sus manos. ¿Qué le inspiraba ¿Sería lástima? Extraños deseos de permanecer a su lado.

-X-

Con la vista fija y las cejas fruncidas, los observaba, analizando cada una de sus reacciones. Demasiada intimidad, sospechosamente inusual. No le agradó aquello y con paso decidido se acercó hasta ellos.

-El recreo terminó. Vamos, levántate de ahí. Es hora de hacer tus ejercicios- E intentó ponerlo de pie asiéndolo de uno de sus brazos, pero el joven desprendióse de aquella mano de hierro, acurrucándose más en su lugar, lo que provocó la ira del hombre, quien con mayor fuerza volvió a tomarlo con brusquedad, esta vez de ambos brazos y repuso furioso:

-Vas a hacer lo que yo te estoy diciendo ¿me has entendido?- inútil esperar respuesta si las palabras se pierden en los ríos revueltos de una mente caótica, y el entendimiento no tiene cabida si la neblina del desorden inunda los pensamientos.

Poco le importaba obtener algún vocablo de aquel a quien sostenía. Sus acciones eran una amenaza velada para el otro que estupefacto, asombrado y pálido no había hecho ningún movimiento.

El albino apresó con violencia una de las muñecas del chico que se mantenía ausente y se lo llevó consigo casi a rastras.

Digno, altivo y tranquilo en apariencia, no dejó traslucir ninguna emoción. Hubiera querido defender a su compañero de ese individuo, pero estaba en desventaja. Atacar a un enfermero suponía un castigo severo y aunque eso no lo acobardaba, no valía el esfuerzo porque Mu seguiría siendo tratado de la misma manera.

Y cada uno batallaba con sus propios demonios. Tratando de que el infierno en el que estaban sumergidos no los calcinara. Peleando una guerra de la que no saldrían ilesos y de la que ninguno sabía o recordaba cuándo ni cómo había comenzado.

-X-

 

Notas finales:

Gracias por leer


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