II
2 apuestas ganadas y otras 3 perdidas le hicieron acreedor de la compañía del rubio Slytherin que cada vez entre acuerdo y acuerdo parecía prolongarse más, cosa que no le molestaba en absoluto. Era tan divertido estar a su lado. Estaba fascinado por su desenvolvimiento y su manera de ser. Era un gran conversador y todo lo que le contaba sobre lo que había conocido y a donde había viajado, parecían hipnotizarlo, haciéndole pedir por más.
Una exquisita compañía que en partes iguales distaba y se parecía al frío, mordaz y cínico chico que era su jurado némesis en la escuela, que le hacía preguntarse: ¿Por qué demonios no nos hicimos amigos en la escuela, si nos la pasamos tan bien?
"Porque todo estaba en contra de que fuéramos algo parecido a amigos" se contestó en automático guiando al rubio hacia su apartamento.
Sabía que estaba siendo demasiado avaricioso con lo que la vida le ofrecía. No debía de aspirar a nada más con él, pero al verlo, cualquier sentido racional salía lanzado por la ventana. Aun le quería y cada pequeño instante en el que se veían no podía evitar aspirar al siguiente encuentro.
-Merlín Potter ¿en serio esta es tu casa? Parece una pocilga- exclamó el rubio arrugando la nariz –es tan diminuto que no creo poder entrar sin que me sofoque ¿no te da claustrofobia?- Harry ya acostumbrado a esas alturas a su peculiar gusto negó con la cabeza.
-Malfoy, calladito te ve más bonito- dijo preparando las cosas que acababan de comprar en la tienda para un maratón de películas que Draco le insistió que hicieran.¿Quién diría que el tan preciado heredero de los Malfoy tuviese debilidad por las cosas muggle? ero era algo que no se esperaba, pero que habia prometido cruzando su corazón que no le diría a nadie.
-Eso ya lo sé- dijo lleno de sí mismo arrellanándose en el sofá como si fuese el amo del universo –pero eso no quiere decir que apreciaré cualquier esperpento que pongas frente a mí- dijo bailoteando sus pies sin apartar la vista del televisor -¿a qué hora estarán esas palomitas?- Harry rodó los ojos.
-En cuanto muevas tu perezoso trasero del sillón y me ayudes. Así será más rápido- dijo para molestia del rubio quien bufando se incorporó.
-¿Pretendes ordenar al gran Draco Lucius Malfoy? Recuerda que soy mayor que tú y debes de respetarme- Harry apenas y podía aguantar reír.
-Pero solo por un mes eres mayor. Así que has algo útil para que más pronto inicie el maratón-
-Tienes suerte de que me guste el tal Indiana Jones y que valga la pena hacer el esfuerzo- dijo muy digno abriendo las papas fritas de la bolsa para ponerlas en recipiente.
Sí que era feliz esa naturalidad con la que se habían acoplado como amigos de años. Sin importar los prejuicios cimentados a fuego en su mente por su peculiar inclinación por el rubio, amaba ese tiempo en compañía. Tiempo que no cambiaría por nada del mundo.
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Convencer a sus amigos de que la compañía de Draco le sentaba bien no fue tarea fácil. El escéptico pensar de Hermione y el rencor pulsante de Ron los hacia estar en modo defensivo ante su sola mención.
Pensó que sería un total desafío hacerlos congeniar, pero si había algo que aún conservaba intacto de sus años en Hogwarts, era su terquedad. Quería que se llevaran bien y que tanto Hermione como Ron comprendieran lo mucho que distaba la imagen que tenían del príncipe de Slytherin con su verdadera personalidad.
"Una sola cita" fue lo que le pidió a sus amigos; cita que solo aceptaron por él y probablemente con un secreto deseo de restregarle en la cara lo equivocado que estaba; pero claro, con lo que ninguno contó, pero cuanto agradeció en sus adentros Harry, fue la gran habilidad de un efusivo Draco Malfoy que comenzó a hablar de libros y con ello consiguió la atención de la castaña.
Ron fue más duro de roer pues parecía estar en guardia, en la espera de cualquier error sin importar cuan mínimo pareciera para hechizar al rubio y su prepotente trasero. Harry confiaba en que todo estaría bien pues aunque el rubio no esperaba que fueran los grandes amigos, quiso demostrarle al moreno que podía ser aún más fascinante que de costumbre, o eso fue lo que le dijo.
Después de inventarles a comer en agradable Bistró en el corazón de Hogsmeade, solo necesitó de dos intentos más para llegarle al punto débil de Ron, que, al igual que Harry, terminó siendo el Quidditch, la maestría de Draco. Por obvias razones y a regañadientes de cierto pelirrojo, terminó echándoselo a la bolsa.
Hermione se despidió con la promesa de que la llevara la biblioteca de Malfoy Manor para comprobar con sus propios ojos la exquisitez de esa peculiar colección que tanto hincapié le hizo. Ron por su parte con un gesto desafiante le tomó la palabra al rubio de un próximo reto de Quidditch para declarar de una vez por todas quien era el mejor.
Quedándose los dos solos, Draco colocó sus brazos tras su cabeza con satisfacción y miró de soslayo a Harry en la espera de sus alabanzas a su persona por tan increíble papel que había interpretado.
-¿Porque eres tan encantador? Si no te conociera y supiera que eres el genuino Malfoy diría que intercambiaste cerebro con un Huffle-
-Es mi encanto natural y nada más que eso. Tú ya deberías de saberlo mejor que nadie- chasqueó la lengua tan lleno de sí mismo antes de torcer la boca al notar como le llamó -aunque lo de Hufflepuff sí estuvo de más. Incluso diré que me ofendió- dijo dándole un codazo amistoso.
-Vale, vale. Me retracto- declaró derrotado alzando las manos –en verdad les causaste una gran impresión- dijo sonriendo ampliamente.
No es que necesitara la aprobación de sus amigos para convivir con Draco, pues era su bendito problema con quien se llevaba y con quién no. Sin embargo saber que los roces del pasado podían ser superados y que una genuina relación cordial podía surgir con sus amigos y Draco, era alentador.
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Tantas dosis de Draco al día era perjudicial para su persona, pero cual adicción simplemente podía seguir pidiendo más.
No era saludable, pero aun así ahí estaba en busca de su compañía cada tiempo libre que tenía. ¿A comer? Siempre iban a una pequeña fuente de sodas que quedaba a medio camino entre sus trabajos, el de él como profesor en la academia de Aurores y el de Draco en Gringotts. ¿Los fines de semana? Cubiertos siempre por infinidad de actividades que se ponían a planificar por mandato del rubio quien parecía necesitar un plan para poder expandir sus posibilidades.
Demasiado Draco en su sistema para hacerse falsas ilusiones con facilidad… "No es como si el pensara que somos más que amigos" se dijo para evitar que su mente divagara tan lejos que no pudiera sostener el cordón de su raciocinio.
-Mañana tengo que ir a Francia a ver a mis padres- dejó ir el rubio acomodando sus rubios cabellos sueltos tras sus orejas. En otro momento Harry se hubiese deleitado al ver la curva que formaba el cabello platinado al rozar los hombros pálidos, pero ese momento no pudo hacer nada más que quedarse de piedra como si un desconocido le hubiese lanzado un petrificus totalus.
-¿Ehh?-
-Ya sabes, para asegurarse que no haya muerto de inanición o por alguna tontería muggle como si fuese un perfecto idiota- dijo con gesto burlón –y como aún están dándome dinero mensualmente, tengo que hacer acto de presencia- se alzó de hombros regresando a ver el plato del ojiesmeralda -¿te vas a comer eso? Se ve sabroso- preguntó por mera formalidad acercando su tenedor sin detenerse.
No respondió porque simplemente no podía. Aquella noticia le llegó como balde de agua fría al salvador del mundo mágico quien solo se hizo para atrás y cuestionó al instante sintiendo sus labios temblar.
-¿P-Pero vas a volver?- El rubio alzó la ceja divertido.
-Potter- expresó al ver ese tinte de consternación del moreno -¿acaso me va a extrañar?- la voz ofensiva de su tío Vernon se hizo presente en su cabeza. "Fenómeno", "Marica", "Anormal" y tantos más peyorativos aparecieron en su mente que le obligó a apretar los ojos para apartar esos pensamientos nocivos.
-Es solo que… sin tu presencia se va a poder apreciar el silencio...- dijo desviando la mirada. El rubio arqueó su rubia ceja no tragándose lo que acababa de escuchar, pero le siguió el juego sin notar su timbre afectado.
-Tu cállate, que bien sabes que me adoras- sonrió volviendo a robar comida de su plato –además, mi melodiosa voz mejora el silencio y hace agradable el ambiente-
-Cierto- dijo Harry perdiendo súbitamente la apetencia. No quería dejarle ir, pero no era suyo para retenerlo. Además no era como si no lo volvería a ver "¿verdad?" se preguntó dándole una pequeña mirada a su acompañante que enseguida le correspondió.
-Regresaré dentro de un mes- dijo con esa sonrisa tan hermosa que solo pudo asentir pues sus palabras habían sido robadas al ser rodeado por esos brazos cálidos. Su colonia almizclada invadió sus fosas nasales y solo pudo aferrarse a él, ignorando la escena curiosa que estaban haciendo en el restaurante al abrazarse de esa forma sobre la mesa. Nada importaba, nada más que lo mucho que le extrañaría.
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Con su traslador en mano, Harry jugueteaba con las hebras de estambre de su bufanda. Era un día frío para hacer un viaje, pero el rubio ya lo tenía todo programado.
-Por Merlín que es como si fuera a morir- dijo con animosidad ante la cara que se cargaba el moreno –más te vale que cuando regrese me prepares una enorme fiesta o mínimo un maratón de películas. Que sea la guerra de las galaxias que dicen que es imperdible-
-Eso suena a orden, Malfoy- el ojigris alzó la nariz –pero vale, solo porque se acerca tu cumpleaños… además, seguro y dirás que me estás dando suficiente tiempo de conseguirlas porque no las tengo…- Harry dudó que hacer con sus manos. ¿Sostenerlo? ¿Abrazarle? ¿Tocarle siquiera? No estaba seguro.
-Mira que mis concejos en moda están dando sus frutos y ese polo combina perfectamente con esos pantalones- dijo asintiendo dando por terminadas sus ordenes. Se veía satisfecho con su obra, pero eso no se lo tomó tan bien el moreno.
-¡Oye! hablas como si no supiera vestirme por mi mismo- infló los cachetes.
-Pues eso es exactamente lo que estoy diciendo, tu sentido de la moda era nefasto cuando íbamos en la escuela y no mejoró cuando nos volvimos a ver, pero y ahora gracias a mi creación maravillosa, ya no tanto- esa forma jactanciosa de hablar le hizo suspirar aunque estuviese hablando pestes de su cómoda ropa con la que estaba a gusto –aunque tu bufanda está torcida y no combina con los tonos- chasqueó la lengua en una negativa, comenzando a acomodarsela como un padre lo haría con su hijo descuidado.
Las mejillas de Harry ganaron color al sentir al destinatario de sus afectos tan cerca, que mordiéndose el interior de su mejilla contuvo el aire. Sabía que no debía de hacerlo, no debía de tirar por la borda esa preciosa amistad que fue construyéndose bloque por bloque durante once meses; pero el ímpetu pudo más que lo correcto y se inclinó sobre el rubio hombre que se sorprendió al sentir sobre sus labios esa gentil presión.
-¿H-Harry?- preguntó en un hilo de voz, pero Harry reaccionando sobre su garrafal error, se hizo para atrás horrorizado. Como pudo se zafó de las manos pálidas que aun sostenían su bufanda y comenzó a tartamudear sin saber exactamente que hacer repitiéndose en su mente "tonto, tonto, eres tan tonto, Harry, Draco seguro se asustó, tonto"
-Yo… ehh… lo siento… Draco… ten buen viaje…- dijo desapareciéndose de la escena, dejando al Slytherin apenas y consiente de lo que pasó apenas unos instantes.