Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Más allá de la muerte por Asahina Kaori

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola mis hermosas creaturitas, se que eso de desaparecer dos años pues no esta bien pero jajaja entiendanme la uni me consume, en fin, hoy vengo a dejar mi aporte del mes muraaka espero les guste y sin mas son bienvenidas las criticas o comentarios :3

Kaori aun los sigue amando

 

 

 

“Si tan solo pudiera volver el tiempo atrás y armarme de valor…te hubiera dicho lo importante que eras para mis dos mundos…”

 

 

 

Miedo, angustia, desesperación…y todos aquellos adjetivos que pudiera imaginarse en esos momentos, se quedaban cortos en comparación con lo que realmente sentía. Tenía días en los que no sabía si realmente se encontraba en la realidad, o en una ridícula pesadilla.

Su cabeza punzaba y daba vueltas haciendo necesario cerrar  sus ojos, mientras su espalda se deslizaba en la mohosa pared hasta quedar sentado en lo que alguna vez había sido madera pulida de aquella antigua casa. Su respiración estaba agitada, sus ojos empezaban a aguarse mientras escuchaba en la lejanía de las oscuras calles los quejidos de aquellos seres que le había arrebatado la vida como la conocía. Los sonidos llegaban claros hasta sus oídos, los quejidos de aquellas cosas, inundaban sus tímpanos con claridad, haciendo que detrás de sus parpados las imágenes y los sonidos se repitieran una y otra vez como una cinta grabada a fuego dentro de su cabeza. Aun escuchaba los gritos de desesperación de aquellas personas sofocados entre el tumulto de las masas. Trato de acallarlos con sus propios gritos de frustración mientras con desespero tiraba de sus rojos mechones hasta reemplazar sus recuerdos con el dolor de su cuero cabelludo.

Últimamente era lo mismo cada noche, desde hace casi un mes, aunque de eso no estaba muy seguro, pues había perdido toda noción del tiempo después de quedarse solo…

Miro su arma a un lado suyo, y sonrió amargamente…tal vez si no fuera por su otro yo, ya se habría incrustado una de sus escasas balas justo en el centro de su frente. No estaba seguro como había sucedido el cambio en esa ocasión, pero cuando tuvo la oportunidad de ver su reflejo, descubrió de nuevo que su heterocromia había regresado.

Pero esta vez ni siquiera el emperador sabía que debía hacer. Estaba acostumbrado a hacerse a un lado cuando este aparecía, pues sabía que tenía el poder y el control para poder tener su cuerpo a salvo, pero esta vez no era así. Si bien debía aceptar que “el” prácticamente era la fina línea entre la cordura y la desesperación total, había sentido como muchas veces su otra personalidad rogaba porque todo eso se detuviera, perdía el control, sentía el miedo multiplicado por 10 inundar todo su cuerpo y lo único que atinaba a hacer era salir corriendo dejando a todos y todo atrás como un mecanismo de protección. Pero él no podía culparlo, porque de no haber despertado, el posiblemente hubiera muerto a los cuantos días de la desgracia. De algo estaba seguro…del emperador controlador, fuerte y seguro de sí mismo, no quedaba ni la sombra.

Cuantas veces había llorado junto a él, cuantas veces se había preguntado a si mismo que era lo que ocurría…cuantas veces se habían preguntado juntos por que seguir adelante…y después, después de que el sentimiento saliera de su sistema podía ver el reflejo de su anillo de oro blanco justo en su dedo anular…claro todo lo hacían por Atsushi.

Había pasado como mucho un mes y medio desde que una extraña epidemia se desatara en el estado haciendo que las personas literalmente perdieran el control y su raciocinio y empezaran a comerse a otras. El jamás creería que esas personas murieran y regresaran a la vida, porque simplemente eso era imposible, pero durante sus últimos días recorriendo las calles  oscuras, viendo a lo lejos como unos cuantos desdichados sobrevivientes eran tragados vivos por grupos de “caminantes” como decidió llamarlos a falta de otro nombre para hacerlo, hacía dudar hasta de sus propios conocimientos básicos sobre la vida. No sabía con exactitud que lo había originado, pues la pandemia había iniciado de un momento a otro, pero de lo que si estaba seguro, era que se transmitía por la sangre, y lo hacía a una velocidad ridículamente rápida, para ser exactos 30 segundos.

Se levanto del suelo, asegurándose de que las entradas estuvieran realmente selladas, y que ninguna de esas cosas se infiltrara de alguna manera hasta llegar hasta él, debía cuidar las balas que le quedaban para casos extremos de emergencia, porque después de recorrer casi toda la ciudad se había percatado que encontrarlas no era tarea fácil.

Su cuerpo le dolía horrores, estaba débil y tenia golpes repartidos en todas sus extremidades, sin contar las pocas veces que lograba llevarse bocado alguno a la boca, realmente se sentía cansado. El terror de ser devorado muchas veces lo había despertado por las noches, incluso había días enteros en los que había dejado de cerrar los ojos, morir sin duda alguna le aterraba de cierta forma, pero lo que aun mas le causaba miedo, era encontrar a Atsushi convertido en una de esas cosas.

Todo ese tiempo se había mentalizado de que su prometido estaba a salvo buscándolo por cada rincón de Japón, pero si algo odiaba de si mismo era ver la realidad todo el tiempo, le dolía saber que había una enorme probabilidad de que como a muchos, la enfermedad lo agarrara desprevenido y hubieran acabado con la única cosa que aun lo mantenía de pie.

Suspiro recostado sobre la mochila en la que llevaba lo poco que había recolectado en todo ese tiempo, mientras sus ojos se cerraban por momentos, estaba cansado de eso, pero lo único que anhelaba aun más que morir era poder ver por última vez a su Atsushi…además, tenía que cumplir una promesa y ayudar a Shintarou a darle un mensaje a su escandaloso esposo…

~*FLASBACK*~

—¡Shintarou no puedes hacer esto!, sabes que si nos separamos hay menos probabilidades de que sobrevivamos, tú lo sabes, acabamos de ver cómo le arrancaban los brazos a más de medio comité, tú crees que si vas tú por ahí solo, ¿encontraras más rápido a Kazunari? ¡Despierta!, estamos muy lejos de Kyoto, no puedes recorrer medio Japón con solo una pistola— los gritos exasperados del pelirrojo resonaban en el cuarto mientras bloqueaba la entrada a un alto peliverde, que trataba de pasar por todos los medios al heterocromático pegado a la puerta.

—No te estoy pidiendo que vayas conmigo Akashi, se a lo que me enfrento se que tal vez pasando esa puerta una de esas cosas me arranque la cabeza, pero entiéndelo no voy a dejar a Kazunari solo en esto, han pasado 7 días en los que hemos estado huyendo, no sabemos absolutamente nada y no sabemos a dónde ir, necesitamos respuestas— soltó un suspiro abrupto, mientras cansado se dejaba caer al suelo en una muda invitación para que el pelirrojo se tranquilizara

—Shintarou, ¿qué probabilidades hay de que el siga vivo?—contesto el más bajo un poco mas calmado, mientras asegurándose de que la puerta no estuviera abierta, tomo asiento frente suyo —no tenemos idea donde está, no sabemos si huyo…o si quiera si pudo escapar de esto.

—Akashi, no importa lo que me digas, no voy a dejar a la única persona que amo solo en esto, así me cueste la vida iré a Kyoto y lo voy a encontrar. Además tú y yo sabemos muy bien que si lo encontramos, haya una probabilidad de resolver todo esto. Este es su campo, si hay alguien que puede averiguar acerca de esta maldita enfermedad es el…no voy a quedarme aquí.—contesto el mayor, mientras veía seriamente al heterocromático

—Entonces no hay nada que te haga cambiar de opinión ¿cierto?—contesto con una sonrisa amarga el pelirrojo mientras veía con asombro a su mejor amigo

—No hay nada que a ti te haga desistir de ir a buscar Atsushi a Kioto ¿o no?, es simplemente lo mismo— suspiro el de ojos esmeralda mientras buscaba entre sus cosas

—No puedo perder a mi mejor amigo por esto Shintarou ¿me entiendes?, si te mueres juro que encontrare a Kazunari y hare que te odie—unas cuantas lagrimas surcaron sus mejillas, mientras rápidamente ocultaba el dolor de estar a punto de quedarse solo.

—Lo sé y para que lo sepas no tengo intención de morir allá afuera, pero..tengo un último favor que pedirte Seijuro…—menciono el mayor mientras entregaba una hoja arrugada al más bajo, que aun lo veía con duda impregnada—Si por azares del destino encuentras a Kazunari antes que yo…quiero que le des esta nota, esta es la dirección de la casa a la que nos mudaríamos cuando el regresara del congreso, lo buscare por tres meses, y cuando ese tiempo pase, estaré ahí esperando por él, solo…haz eso por mi ¿quieres?—contesto el oji esmeralda mientras su voz se quebraba un poco, unas lagrimas traicioneras resbalaron por sus blancas mejillas, mientras que contagiado del sentimiento ambos se abrazaron fraternalmente en un pacto silencioso.

Sabían que posiblemente y con mucha suerte ambos se volverían a encontrar, pero debía aceptar que el tenia razón, no podía dejar a su esposo solo con esto, pues ni el mismo tenía la intención de dejar a Atsushi en la misma situación, así que después de que ambos se despidieran y cuando se encontraban en una mejor condición, salieron separando sus rumbos, de eso ya hacían más de 30 días

~*FIN DEL FLASHBACK*~

El estridente ruido que provenía detrás de la puerta lo trajo súbitamente de uno de sus muchos recuerdos, las embestidas junto con los grotescos ruidos que hacían los caminantes inundaba la habitación tan fuerte, como si los tuviera respirando en su oído, la escena por demás pintaba para mal. De un salto se pego hasta el otro extremo de la habitación en un intento de alejarse lo más posible de la puerta  mientras con horror veía como la madera de aquella vieja puerta era atacada por un grupo de esas cosas.

—¡MALDITA SEA!, como no los escuche venir, maldición, malditas cosas— murmuro mientras tomaba erráticamente  las pocas cosas que trajea encima, viendo con pánico como las bisagras de la puerta cedían ante el grupo de 5 caminantes

— Solo tengo tres balas, si acierto todos igual quedara dos…no puedo suicidarme…estoy en el tercer piso…que hago— su respiración se tornó rápida mientras veía con desesperación la única ventana del cuarto.

Bastaron  5 segundos para romper la ventana en añicos, 3 para que los caminantes que trataban de alcanzarlo a como diera lugar entraran en la habitación y un solo segundo le tomo armarse de valor y saltar por la ventana, rogando a todos los cielos que las oxidadas escaleras de incendios aguantaran su peso.

“¡SEIJURO NO FUNCIONA!

— Aahggg ¡¿Qué demonios?!— cuestiono en un grito desesperado el pelirrojo, mientras suspendido en el aire trataba por todos los medios de regular su respiración y no soltarse de las escaleras que ahora lo mantenían fuera del alcance de los caminantes

— ¡No no no no, esto es ridículo, JAMAS ME HABIAS HABLADO, JAMAS HABIAS OPINADO CUANDO YO ESTABA AQUÍ, NO PUEDES EMPEZAR AHORA!—grito desesperado el heterocromo mientras, sus lagrimas resbalaban por sus mejillas, tenía miedo, estaba perdiendo la cordura, estaba suspendido en el aire en el tercer piso, y las escaleras no cedían aun con su peso encima, necesitaba que estas bajaran un poco para no caer desde tan alto.

 

TRATA DE TIRAR HACIA ABAJO, LA ESCALERA CEDERA

—Okey, okey, no…no tengo tiempo para el reproche…—su vista se dirigió hacia las vigas de la escalera mientras hacia un pequeño contra peso tratando de moverlas un poco —Muévanse….muévanse…porfavor…

Un chirrido en el tercer intento lo hicieron abrir los ojos como platos mientras instintivamente tomaba con mayor fuerza los peldaños de la escalera…Las vigas del  oxidado metal habían cedido tan rápido que de un momento a otro había quedado a tres metros sobre el suelo, sin embargo la inercia logro que se soltara sin poder prevenir la caída.

Con dolor pudo escuchar como su tobillo tronaba en el instante en que había caído, mientras a unos cuantos metro de distancia pudo observar como caminaban hacia el…se habían dado cuenta y ahora buscaban comérselo

“¡LEVANTATE CORRE!”

—NO...AHGGG NO, NO, NO PUEDO LEVANTARME—contesto para sí mismo, mientras con desespero se arrastraba lo más rápido posible, tratando de huir de esas cosas

HE DICHO QUE CORRAS IMBECIL

—MALDITA SEA, SE QUE DEBO HACER CALLATE—se levanto rápidamente y en menos de un segundo sus piernas empezaron a correr a pesar del profundo dolor que tenía en el tobillo que posiblemente estaba torcido

A pesar que en esa descarga de adrenalina pudo levantarse no podría correr todo el tiempo, cada cuadra que corría eran alrededor de 5 caminantes mas, su respiración se empezó a hacer pesada y rápida, su sangre que ahora podía saborear caía a un costado de sus ojos nublando parcialmente la vista, no podía detenerse a buscar un nuevo escondite con una docena de esas cosas tras de él…sabia que posiblemente esta vez no podría ir demasiado lejos

LO SIENTO, DEBIA PROTEGERTE, DEBIAMOS VERLO POR ULTIMA VEZ

Incluso la voz que podía escuchar en su cabeza sonaba lastimosamente quebrada mientras esta vez dejo fluir sus lastimeros quejidos, no podía seguir, sus pulmones quemaban cada segundo que pasaba mientras veía como esas cosas se acercaban más a él. Tomo con fuerza todo el aire que su pequeño y mal herido cuerpo pudo y grito a todo pulmón lo que había estado sintiendo durante un mes…lo que lo había mantenido con vida y parcialmente cuerdo todo ese tiempo…lo único que había amado más que nada en ese mundo…

—¡ATSUSHI! LO SIENTO, LAMENTO NO PODER DECIRTE LO MUCHO QUE TE AME

~*OoOoOoOoOoOoO*~

Llevaba ya varios días caminando por esos rumbos desolados, partiendo uno que otro cráneo para tratar de liberar un poco de esa frustración que poco a poco estaba consumiéndolo vivo.  Sus manos ensangrentadas apuñalaban con furia uno de los muchos caminantes que lo rodeaban mientras con fuerza brutal producto de la adrenalina del momento rompía los huesos del cráneo de una posiblemente ama de casa, estrellando su cabeza con una pared cercana. Tenía alrededor de 3 días en los que se les había acabado las balas mientras con solo una catana se abría paso entre la multitud de esas cosas. Agradecía mucho que su amado Aka chin fuera experto en todo tipo de defensas, pues posiblemente de no haber sido insistente en enseñarle esgrima probablemente hubiera muerto hace ya muchos días.

Sus pupilas posiblemente en ese momento se encontraban dilatadas, mientras corría por un callejón esquivando uno que otro cadáver a medio comer por esas cosas, realmente no sabía en qué momento había empezado a perder el control de la situación, pues días atrás estaba siguiendo una pista la cual esperaba que no fuera imaginaria, y esperaba con toda su alma fuera de su Aka chin y de un momento a otro esas cosas se encontraban en grupos más grandes a su alrededor. Lo atribuyo a encontrarse en una gran ciudad y lo peor de eso era que no podía darse el lujo de conducir un transporte, pues siendo la ciudad demasiado grande, tena miedo de pasar por alto un refugio donde estaba casi 100% seguro que se resguardaba su dulce emperador. Sus piernas empezaron a doler un poco, pues entre tantas peleas que había librado se había llevado buenos golpes mientras saltaba de edificios y ventanas un poco altas aun para su estatura. Estaba realmente cansado de eso, tenía una enorme esperanza de que su Aka chin estuviera con vida, eso era lo único que lo hacía seguir adelante en su búsqueda, pero debía admitir que hasta con su enorme fuerza y gran tamaño la había tenido muy difícil, no dudaba que incluso en una situación muy desesperada su “otro emperador” hubiera despertado, de hecho deseaba que así fuera, quería que su prometido estuviera a salvo costase lo que costase, pero en realidad tenía mucho miedo de que no hubiera sido así y su Aka chin ya no estuviera con él.

Cerró los ojos fuertemente mientras corría en busca de un nuevo lugar donde esconderse, debía fijar un nuevo plan de búsqueda y de ser posible descansar más de 2 horas, pues había estado tan activo y había comido tan poco, que prácticamente sentía como su cabeza daba vueltas producto el hambre.

Nunca se hubiera imaginado en esa situación, unos días atrás tenia absolutamente todo, una hermosa casa junto con Akashi, la comida mas deliciosa que este pudiera imaginar en esos momentos, su suegro después de mucho trabajo lo había aceptado como parte de su dichosa familia, y sobre todo… al fin, después de mucho tiempo faltaba solo un mes para casarse con el amor de su vida. Posiblemente dos días atrás estaría diciéndole lo mucho que amaba a su pelirrojo en una hermosa iglesia justo el día de su boda. Pero no era así, toda la sociedad se había ido a la mierda. Jamás se habría imaginado en toda su vida que pasaría algo semejante a eso, e incluso y aun para sorpresa de el mismo no se había detenido a pensar que había sido de su familia, ni sus padres…hermanos… ni siquiera de Masaomi, por el contrario todo lo que giraba en su mente y rogaba a dios si es que este en verdad existía que su Aka chin estuviera bien, simplemente eso es lo único que le importaba.

Corría de edificio en edificio saltando por ventanas y por escaleras de incendios tratando de buscar una pista por más leve que fuera, no quería estar tan perdido y des ubicado si es que debía realizar un nuevo plan, sin embargo su ceño fruncido demostró un poco de confusión, pues aun cuando no había sangre dentro de una habitación ¿Por qué los caminantes trataron desesperadamente de llegar a esa habitación en la cual estaba?, sus rápido movimientos acabaron con aquellas repulsivas personas muertas, mientras con furia se abría paso entre los cadáveres sangrientos y la sangre putrefacta producto de las posibles hemorragias que habrían sufrido aquellas personas. Su corazón se oprimió con dolor al ver la ventana hecha añicos, algo le decía que estaba más cerca de lo esperado.

Sus piernas lo llevaron casi de un segundo a otro hacia la calle principal en donde con extrañeza miro que no había habitantes muertos a los alrededores, sin embargo sus ojos se abrieron a más no poder, al observar el anillo que reposaba a un lado suyo, ¡claro que reconocía ese anillo, era de su Aka chin!, sus piernas corrían a su máxima potencia por distintos callejones mientras su corazón latía de manera desenfrenada, no quería creer que esas cosas lo hubieran alcanzado, no podía aceptar que su dulce emperador no estuviera, por supuesto que no, iba a buscarlo hasta su muerte o dejaría de llamarse Murasakibara Atsushi.

La aparición de caminantes unos cuantos metros más adelante le hicieron reaccionar de su estado preocupante, mientras con maestría cortaba cabezas y se abría paso sin ser mordido por esas cosas, no había tiempo de preocuparse por el mismo…y entonces, después de unos cuantos metros más vio con horror, como una de esas cosas mordía el hombro de de su vida.

—¡SEIJURO!

~*OoOoOoOoOoOoO*~

Su hombro dolía horrores mientras gritaba con fuerza producto del dolor de los dientes clavándose en su carne, zarandeaba su cuerpo tratando de librarse de esas cosas, no podía creer que así terminaría todo, no quería ser comido por ese posiblemente hombre que ahora disfrutaba un festín con su sangre, aun no quería que eso pasara.

Su llanto había aumentado mientras con desespero pateaba frente a él en un intento de impedir que dos caminantes frente suyo lo alcanzaran, había sido el error más estúpido haber usado dos de sus preciadas balas contra unos caminantes unos metros antes. Por un momento había perdido la noción de su propia vida, mientras con risas nerviosas vio pasar su vida frente a sus ojos, debía aceptarlo, cerro sus ojos dejando de pelar mientras concentraba su mente en la sonrisa de su hermoso ojo morado, tratando de evocar como hubiera sido su boda y como posiblemente en unos años mas podrían adoptar a una bella niña…todo sonaba tan perfecto dentro de su mente que ahora en esa situación se había dado cuenta que siempre seria eso, el bello recuerdo antes de su muerte.

Claro que lo había escuchado, había escuchado claramente su nombre de boca de su hermoso gigante, pero no quería abrir los ojos y darse cuenta que en ese punto su cordura había desaparecido totalmente engañándolo justo con lo que anhelaba ver más que su vida,. Sin embargo aun en estado catatónico se dio cuenta que de su hombro no existía esa presión que antes estaba y que ahora un calor abrazador rodeaba su cuerpo. Eso no podía ser cierto, la vida no podía ser tan maldita hija de perra.

—SEIJURO REACCIONA POR FAVOR, NO TE VAYAS, QUEDATE CONMIGO— uno de sus brazos aferraba con fuerza al pelirrojo que aun seguía en estado de trance mientras, con la otra se abría paso entre los caminantes sobrantes que tapaban el paso.

Sus piernas rápidamente lo llevaron a un edificio importándole poco que su interior también hubiera muertos, lo único que quería era ponerlos a salvo. Su corazón se contrajo con dolor, había llegado muy tarde, sus lágrimas después de estar retenidas por tanto tiempo se dejaron correr agresivamente por sus mejillas junto con sus gimoteos mientras dejaba a su pelirrojo en el suelo tratando de trabar la puerta de una de las habitaciones.

—AKA CHIN REACCIONA POR FAVOR— sus pasos se acercaban lentamente tratando de acercarse al pelirrojo, sin embargo ni en un millón de años se hubiera imaginado que su prometido le apuntara con la pistola que tenía entre sus manos.

—Lo siento Atsushi…mi dulce Atsushi, todo fue por mi culpa, no pude defenderme, y ahora todo está perdido— Sus manos temblaban mientras llorando dolorosamente apuntaba a su amor —No te acerques por favor, no me mires…solo vete. Tienes que sobrevivir, estoy contagiado esas cosas me mordieron, no lo lograre, pero…prométeme que tu si lo harás, lo has hecho bien mi amor…busca a Shintarou y sobrevive con ellos, se que ellos están bien…solo….—Su voz se quebraba lentamente mientras dirigía el cañón frio del arma calibre 10 a su cien

—AKA CHIN TE LO RUEGO PORFAVOR NO ME DEJES, NO VIVIRE SIN TI, NO QUIERO VIVIR EN UN MUNDO SIN TI—sus lagrimas caían descontroladas mientras trataba de buscar las palabras correctas y dejarlas salir sin ahogarse en llanto

–No llores mi amor…aun puedes sobrevivir, solo debes irte, no moriré siendo unas de esas cosas, sabía que algo así pasaría por ello no tuve el valor de gastar la última bala…yo te amo, lamento no habértelo dicho cada día al despertar, lamento no haber sido suficientemente para ti… lo siento de verdad—Sus ojos se cerraron tratando de hacerlo lo más rápido posible sin embargo se sentía atrapado, entre los brazos de su esposo aun con el arma entre sus brazos.

—¡Aka chin, no lo hagas, no te convertirás en uno de ellos, han pasado más de 4 minutos y no estás muriendo!— Sus gritos salían como chillidos mientras trataba de hacer entrar en razón a su heterocromático novio, había estado distrayéndolo para comprobarlo y aun después de eso no había indicio de que este empezara a morir, no después de ver como muchos de sus conocidos morían a los 30 segundos de una mordedura.

Sus ojos bicolores se abrieron con sorpresa al escuchar aquello, tenía razón

—Atsushi, suéltame, prometo no hacer nada— dejando la pistola a un lado descubrió la marca en su hombro mientras observaba casi con un alivio envolvente que su piel solo estaba roja y sangrante, no era de color negro, sus venas no se marcaban de color negruzco…solo era una mordida…— No puede ser…está bien…—dijo mientras con cuidado pasaba sus yemas contra la herida

Una risas sinceras se escucharon a su costado mientras veía como el peli morado se desasían en llanto de alegría, sin perder el tiempo corrió hacia su costado mientras ambos se fundían en un beso cargado de amor. Habían perdido la esperanza por 5 minutos y ahora estaban ahí, diciéndose cosas dulces y lo mucho que se habían extrañado.

—Lo siento Atsushi…yo no quería..Pero hubiera preferido mil veces morir a ponerte en riesgo— comento el más bajo mientras se acunaba en los brazos de su gigante

—Calma Aka chin, todo está bien ahora…yo…pensé que no volvería a verte…en verdad te amo…prometo protegerte…en la salud y en la enfermedad…en las buenas y en las malas…yo…olvide lo que seguía, había practicado mucho pero ahora no lo recuerdo

—No necesitas decirme tus votos Atsushi, lo se…no necesitamos siquiera casarnos, te amo y ahora tendremos que sobrevivir lo que resta de nuestras vidas

—Lo se Aka chin, pero al menos ahora tengo un enorme motivo para seguir viviendo, podremos restaurar todo esto Aka chin, tú no te convertiste, no puedes hacerlo, posiblemente encontremos una cura pero…—Sus atropelladas palabras fueron silenciadas por un beso del más bajo mientras el pelirrojo acariciaba el suave cabello lila

—Lo sé cariño, debemos encontrar a Kazunari y a Shintarou, aunque se a donde se dirigían, podremos alcanzarlos allá, pero primero debes descansar, ambos lo haremos

Sin decir una palabra más sellaron la habitación lo mejor que podían mientras ambos se acurrucaban juntando unas pequeñas mantas que había ahí para su suerte, ambos se abrazaron sin dejar un espacio entre ellos, mientras recitando palabras de amor que posiblemente hubieran dicho cualquier día o su día especial cayeron en los brazos de Morfeo.

Sabían que las cosas iban ser duras, y que su posible salvación era ese pequeño pelirrojo heterocromático que había resultado ser inmune ante la plaga del siglo moderno, sabían que su esperanza era encontrar a uno de los mejores bacteriólogos del país y que probablemente este pasaría las mismas adversidades que ellos junto a su peliverde esposo, sabían perfectamente que el mundo estaba totalmente mal y que las cosas pintaban para peor, pero aun después de todo ese tiempo, de haber perdido y recuperado las esperanzas, quedaba una pequeña luz, se tenían ambos se amaban como el primer día y no dejarían que nada ni nadie los separara pues aun con sus votos en mente se hicieron la promesa de estar juntos…

“Posiblemente hasta que la muerte nos separe”

Notas finales:

Espero que les haya gustado, una enorme disculpa por los errores que pueda tener, el tiempo no me alcanzo pero igual espero les haya gustado


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).