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Antes del tiempo por Kurenaix1

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Notas del fanfic:

Los personajes de esta historia no me pertenecen, son de Tadatoshi Fujimaki.

Notas del capitulo:

Hola, traigo un fic de 3 capítulos, los actualizaré cada semana.

Este fanfic puede tomarse como una precuela de otro de mis OS, aunque no es necesario leerlo para comprender. Es este http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=187161

A estas alturas todos conocen las reglas del Omegaverse, si no pásense por acá https://archiveofourown.org/works/1566041

Aunque debo colocar un par de aclaraciones.

 

Este es un Omegaverse situado en la Edad Media, por tanto las leyes de esa época son igual que las del universo original, por tanto existe la inquisición , la caza de brujas y todos los acontecimientos, la diferencia es que incluyen las castas de OMV, los alfas son la clase dominante.

El celo dura 3 días y se sucede cada tres meses.

No existen supresores, pero si algunos curanderos han llegado a descubrir plantas que lo anulan, aunque esto sería una práctica anti natura, por tanto está penado por las leyes de la santa inquisición.

El amor entre Alfa x Alfa Omega x Omega es castigado con la hoguera.

Murasakibara en este fic es 10 años menor que Aka-chin

 

No entendía cómo había sobrevivido a los días de la hambruna vagando, robando para sobrevivir, nunca supo porque no se dejó morir aquel día cuando esos hombres lo capturaron para arrancarle la carne y venderla en el mercado como si fuese una res, luchó con uñas y dientes para escapar del cruel destino, incluso terminó acabando con la vida de uno de ellos al golpearlo en la cabeza con una roca, así es, la primera vez que mató tenía solo seis años.

Su vida era una miseria de principio a fin, su madre fue echada a la hoguera junto a sus hermanos mayores, acusados de herejía y brujería, ella era la curandera del pueblo, su padre murió en la guerra y al resto de su familia se los llevó la peste. A tan corta edad  conoció lo horrible que era aquel mundo, una pesadilla sin fin.

Ahora con ocho años Atsushi era un poco más alto que el promedio de un niño de su edad , estaba bastante delgado por la mala vida, pero aun así era ágil y fuerte, eso le había ayudado a resistir todo tipo de inclemencias que una tras otra le presentaba su destino.

La primera vez que se encontró con Akashi Seijuro fue cuando su instinto de sobrevivencia lo hizo llegar a un pueblo bastante grande. Estaba tratando de tomar una manzana del mercado, pero fue descubierto, fue perseguido hasta que sus piernas no soportaron la fatiga y cayó al suelo, el comerciante lo iba a moler a palos, se cubrió esperando los golpes, pero nunca fue tocado, cuando alzó la vista vio como un chico sostenía con una de sus manos el palo con el que iba a ser azotado.

—No seas malo,  es un pequeño, pagaré por esa fruta, se ve que tiene mucha hambre, déjalo en paz. —le lanzó una moneda, el hombre se retiró molesto.

Su salvador lo ayudó a levantarse, le impresionó su semblante serio, seguro y sobre todo su cabello de fuego, él siendo un niño de solo ocho años había recibido de parte de todos dolor y golpes, pero él se apiadó y lo llevó de su mano hasta el lugar donde vivía.

—Oh pobre pequeño, mírate cómo estas, voy a limpiarte un poco que con toda esa suciedad no puedo ni verte bien la cara, me llamo Seijuro Akashi, no sé si sepas hablar, pero te ayudaré así que no te resistas. — Akashi le hablaba de manera amable, algo dentro de él le decía que ese individuo era de confianza.

Murasakibara rehuía  a su mirada, pero se dejó limpiar y colocar ropa nueva, también le cortó el cabello, dejándolo bastante decente.

—Pero mira nada más que bajo esa capa de mugre había un niño lindo. —Murasakibara se desconcertó, jamás en la vida le habían halagado.

De improviso una mujer entró al cuarto.

— ¿Qué es lo que trajiste aquí? ¡Un mocoso!

—Sí, me lo quedaré, pobrecito está muy delgado, se ve que la vida no lo ha tratado bien.

—Siempre con lo mismo, Akashi a veces hay que mirar a un lado e ignorar, no puedes ayudar a todos, son tiempos difíciles ¿Tú crees que a la jefa le agrade que hagas esto?

—Eso  lo arreglo yo, no lo voy a abandonar.

Cuando la mujer salió Murasakibara por fin habló.

—Me…llamo… Atsushi. —esas primeras palabras pronunciadas por una vocecita temerosa le robaron el corazón al pelirrojo.

— ¡Atsushi! muy bien, mira desde hoy vas a vivir conmigo ¿quieres? este no es el mejor lugar para un pequeño, ya ves que es un burdel, bueno no creo que entiendas que significa, pero te cuidaré.

/////

Akashi Seijuro de 18 años era un omega que había huido de su padre, y que este le estaba forzando a desposarse con un alfa, por cosas de la vida y para lograr algo de independencia terminó trabajando en un burdel donde prestaba servicio a nobles y campesinos, gracias a su anatomía privilegiada y sus rasgos finos, sumado a su excelente educación se convirtió rápidamente en una de las estrellas del lugar, el que cobraba más.

 Seijuro no era solo un Omega lindo, también estaba dotado de una gran inteligencia y físicamente poseía gran agilidad debido a los entrenamientos a los que se había sometido desde niño. Su padre siempre había soñado con criar a un gran alfa, un comandante de legiones, un caballero cruzado, o al menos un noble con habida capacidad de desenvolverse en la corte del rey, por eso su educación había sido tan estricta, desde lecciones de espadachín hasta literatura universal, todo para que cuando la adolescencia llegara dejara al descubierto que su habilidoso unigénito era un omega, la desilusión de Masaomi lo llevó rápidamente a buscarle al mejor candidato para su matrimonio, pero Akashi no quería eso para su vida, siempre atento a su entorno y a las necesidades de otros se había vuelto un hábil estudioso, un descubridor cuyos conocimientos eran desde la alquimia a las hierbas medicinales, todo eso que la iglesia llama “brujería”.

Tenía claro que escapar de casa siendo un omega era arriesgar su vida, pero ni siquiera aquel pensamiento racional podía atarlo y evitar sus deseos de libertad.

No le tuvo miedo al “celo” ya que luego de pasar dos veces por esa horrible experiencia se dio a la tarea a descubrir una “medicina” para anularlo. 

Así fue como el virtuoso unigénito de la familia Akashi terminó siendo un prostituto, por dinero y libertad, la profesión más antigua del mundo en esa época era de los pocos “males necesarios”  que no era condenado con la hoguera por la santa inquisición.

Akashi tenía un sueño, un mundo donde todos fuesen iguales.

 A los padecimientos de la época se le sumaba la enorme discriminación hacia los omegas, la represión de la iglesia era todavía peor cuando se trataba de ellos, deseaba vivir para ver un cambio en las mentes, pero eso estaba muy lejos de suceder.

—Por ahora necesitaba convencer a la dueña de ese lugar para que aceptara a Murasakibara.

—Seijuro, ese niño es una boca más que alimentar.

—Mujer, deberías al menos concederme este pequeño capricho, desde hace tres años que te sirvo solo he dado ganancias a tu arcas, por favor.

—Es tan pequeño que ni siquiera puede trabajar, además no sabemos si el muchachito será un alfa, beta u omega.

—Ni hablar de que trabaje como nosotros, pero hay muchas labores que puede hacer, limpiar, recibir a los clientes y otras cosas.

—Está bien, te debo bastante, que se quede, pero se descontará de tu paga lo que coma, vamos a ver si encontramos algún cuarto donde ubicarlo.

/////////

Murasakibara conoció otra realidad, una más amable.  Las mujeres y omegas que ahí trabajaban lo consentían bastante,  ni que decir de Seijuro, siempre tan amable, le enseñó  a leer, escribir, operaciones matemáticas y cosas esenciales para la educación de un niño.

Lo que más le gustaba a Atsushi eran las historias que el mayor le contaba, de caballeros justos que rescataban a las personas, de tierras lejanas donde todos eran libres y un montón de cosas de las que tenía prohibido hablar con otros para evitar ser acusado de “herejía”

En el burdel se encargaba de lavar los pisos, limpiar y conducir a los clientes a las habitaciones, no era un trabajo pesado a cambio de las recompensas que tenía, poco le importaba vivir en un sitio así, en su vida había visto de todo, conocía muy bien el trabajo que realizaba “Aka-chin”, pero poco le importaba, admiraba y respetaba a ese hombre que tanto le había ofrecido en su corta vida.

Muchas veces alfas deseaban pagar el precio por él, era algo enfermo porque solo era un niño pequeño, pero no existía moral alguna en ellos, Akashi siempre se negó a entregar a Murasakibara, no dejaría que él pasara por lo mismo.

Así fue como pasó el tiempo, el joven de cabello morado ya tenía 10 años, la relación con Akashi era de un profundo afecto, se había vuelto un muchachito muy bien educado que ya podía defenderse por sí mismo, no había sido problema el enseñarle el uso de la espada, ya que poseía habilidad innata. 

Durante esos dos años había crecido bastante, no lucía como cualquier niño de esas edad incluso le  faltaba muy poco para alcanzar la estatura  de su mentor “seguramente será un alfa”  decían todos, eso le molestaba, no deseaba saber a qué clase de casta pertenecía “los alfas eran malos” sus padres fueron betas, pero según recordaba todos sus hermanos adolescentes habían sido alfas, le aterraba pensar en aquello, no quería volverse malo.

Pero no hubo tiempo de averiguar lo que le deparaba la pubertad, pues mucho antes de que llegara tanto él como Seijuro fueron llevados por la santa inquisición para ser interrogados.

Una  de las mujeres que había llegado desde hace poco al burdel sintió un profunda envidia por el  pelirrojo y que mejor que deshacerse de él que acusarlo de hechicería, diciendo que este les daba una especie de pócima a los omegas para evitar el celo.

La dueña incluso les ofreció parte de su fortuna a los hombres que fueron a apresarlos, pero nada pudo hacer para evitar que se llevaran a aquel respetado omega quien no se resistió.

 “Es más difícil blandir la espada cuando hay otra vida que depende de ti”.  Le contestó a las mujeres que le gritaban que se defendiera, porque claramente podría ganar, pero ellos tenían amenazado al pequeño Atsushi y le cortarían la garganta de no hacer lo que le pedían, no tuvo más opción que ir con ellos.

Atsushi estaba aterrado cuando los metieron en aquellas celdas frías, escuchaba los llantos y lamentos de las personas a las que interrogaban, entró en pánico cuando por entremedio de los barrotes pudo divisar lo que parecía una masa de carne que alguna vez fue un ser humano, es que  a su corta edad ya había visto y oído las cosas que le hacen  a los herejes y justamente de eso estaban acusados.

 Ya había pasado por esto antes con su madre y hermanos, a él por ser tan pequeño le perdonaron la vida dejándolo  ¿Acaso sucedería lo mismo?  Prefería morir con Akashi que volver a vagar sin destino, no iba a perder a su única familia, se sentó en el piso abrazándose a sí mismo, no podía controlar el temblor de su cuerpo.

—Todo va a estar bien, no dejare que nadie te ponga una mano encima Atsushi. —Dijo tranquilo, el mayor que estaba consciente de que las cosas no estaban nada bien, en el mejor de los casos si aceptaba los cargos sería enviado a la hoguera, no deseaba pasar por el tormento de la tortura, pero Atsushi, él era tan pequeño, debía cuidarlo, tenía que pensar rápido como salir de ahí.

 El clima no les acompañaba para nada, la lluvia caía copiosamente, los truenos estremecían los barrotes de la celda, además estaba el aterrador entorno lleno de gritos, como una pesadilla.

Fue entonces que Akashi  se dio cuenta que al lado de su celda había otro hombre, un pelirrojo de gran tamaño, al parecer había sido interrogado, los signos de tortura así lo evidenciaban, además tenía  la mitad de una flecha incrustada en uno de sus gruesos brazos.

—Oye, deberías quitarte eso.

— Si pudiera ya lo habría hecho ¿No crees?— la voz ronca de aquel sujeto estremeció a Atsushi quien se agazapó aún más en su rincón.

—Yo puedo hacerlo, y tal vez con la punta podamos abrir el candado, trata de acercarte, confía en mí, sé lo que hago.

¿Qué podía perder?  Le hizo caso, pronto Seijuro pudo alcanzar el brazo lastimado, sacó una pequeña botella de sus ropajes y se lo aplicó.

—Vas a sentirlo un poco adormecido, no te asustes. —Momento después pudo retirar la saeta de su carne.

— ¿Qué fue lo que hiciste?

—Es una medicina anestesiante a base de plantas, no soy hechicero no me mires así.

—No creo en esas estupideces, muchas gracias, soy Kagami Taiga, te debo una, si logro salir de aquí saldaré mi deuda contigo y ¿Tu hermano?

—Jaja algo así.

Taiga le contó que pertenecía a una banda de marginales que para subsistir robaban a los nobles, pero que en uno de esos atracos lo capturaron.

Pasaron varias horas, a Murasakibara ese hombre tan grande junto a su celda le daba algo de recelo, se veía muy fiero aun estando embarrado de sangre y con muchas heridas, seguramente era un mercenario, aunque lo que más  terror le provocaba  era que viniera algún inquisidor para “llevarse a Aka-chin y hacerle cosas malas”

Cuando los lamentos de los torturados se transformaron en silenciosos sollozos y el sonido de la lluvia interrumpía la tensa calma, un ensordecedor ruido de caballos les hizo sobresaltar.

De inmediato fue acunado por los brazos de Seijuro en signo de protección, el pelirrojo presintió que algo grande estaba por suceder y se preparó para bien o para mal.

Lo que sucedió  poco después fue algo inexplicable, gritos, sonidos de lucha, un sujeto que rompió la cerradura de su celda con una espada.

— ¡Corran! salgan de aquí ¡Ahora! —ese hombre venía con otros detrás, todos armados y abriendo celdas. — ¡Taiga Afuera están los demás! Yo me las arregló con estos hijos de perra.

Murasakibara no entendía muy bien la situación, esos hombres aterradores los estaban ayudando, no alcanzó a procesar demasiado bien la información cuando Akashi lo tomó del brazo y se echaron correr junto a otros prisioneros liberados, pudieron notar que Taiga venía tras ellos, el sujeto de la espada y otros más exterminaban a los guardias y verdugos de la inquisición con gran maestría.

 Salieron afuera y llovía a cántaros, las piernas le flaquearon al menor tropezando, Akashi volvió por él, pero fueron alcanzados  por uno de los guardias, estaban a punto de ejecutarlos cuando un milagro llamado Taiga apareció decapitando al tipo en el acto.

—Siento que haya tenido que ver esto, pero estamos a mano Akashi Seijuro, sigan corriendo, más adelante esta el resto de mis compañeros. — Kagami se colocó delante de ellos para protegerlos y permitirles escapar, pese a sus heridas, pese a lo cansado que podía estar, eso era algo que el pelirrojo jamás olvidaría.

 Una cuadrilla de gente armada los esperaba más adelante. Los subieron a unas carretas escaparon del lúgubre lugar junto a otros cautivos.

No entendían bien qué había ocurrido, solo se dejaron llevar, cualquier cosa sería mejor que esperar una muerte a manos de la inquisición. 

 

 

Continuara...

Notas finales:

Gracias por leer.


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