Capítulo 1.
Kakashi contempló los cuerpos inmóviles de sus dos estudiantes con preocupación. La batalla en el puente les había dejado exhaustos, incluso más de lo que él esperaba. Nadie podría negar que la misión había sido un éxito. Gatou había muerto por la mano de sus propios empleados, aunque también lo hicieron Haku y Zabuza, aun así Kakashi estaba pasando un momento difícil tratando de no sentir ninguna clase de alegría o alivio a cuenta de sus muertes.
Aunque él era un ninja. Sabía que siempre había que pagar un alto precio por la paz, y estaba íntimamente familiarizado con la sensación de pérdida. La muerte de esos dos, tan lamentable como fué, seguía siendo un precio aceptable por un bien mayor. Ya no habían más obstáculos que evitaran a Tazuna construir su puente, y el país de las Olas pronto entraría en una nueva era de prosperidad gracias a eso.
No obstante era difícil sentirse victorioso del todo. Parecía que Kakashi seguía siendo, a pesar de sus esfuerzos, un tonto sentimental. Y todo este triunfo no significaría nada para él, a menos que sus dos estudiantes despertaran pronto.
–¿Kakashi-sensei?– el mencionado volteó el único ojo visible hacia su tercera estudiante. Ella también era su responsabilidad, esa Kunoichi que no era más que una niña, en todas las formas en las que sus dos compañeros de equipo no lo eran: inocente y no acosada por el sentimiento de pérdida.
–Despertarán pronto– mintió despreocupadamente. De hecho, no tenía idea si despertarían. Según sus cuentas, ellos ya deberían haber despertado.
–Eso es lo que dijo ayer. Y el día antes de eso– la voz de Sakura sonaba débil y cansada, casi como un susurro. Estaba a unos segundos de llorar.
Kakashi cerró sus puños por un momento y luego se obligó a sí mismo a relajarse.
Esto no era la culpa de Sakura, si alguien era culpable, era él. Fue él quien decidió tomar la misión y traer a sus alumnos consigo, a pesar de que sabía los riesgos de enfrentarse a un criminal clase A, no se diga a dos.
Eran los compañeros de Sakura; obviamente eso la había sacudido y llenado de preocupación.
–El agotamiento de chakra es diferente para todos. Y esta fue la primera batalla real para Naruto y Sasuke. Sus cuerpos necesitan tiempo para descansar y recuperarse, eso es todo– intentó sonar tranquilizador. Tratando de no pensar que era el hijo de su maestro quien yacía ahí frío e inmóvil. Intentando no pensar para nada en Minato.
–Vamos– puso una mano en su hombro, guiándola hacia la puerta– es tarde y debemos descansar. Estoy seguro que estarán despiertos para mañana.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Sentía como si todo su cuerpo ardiera en llamas. Alguien lo había dejado en el fuego y todo su cuerpo se estaba quemando, ya que no había otra explicación para aquel dolor que le invadía. Nada, nunca, le había dolido tanto como esto. Ni siquiera ir en contra de la toda la fuerza de Kaguya. Ni siquiera incluso el perder su brazo después de pelear contra Sasuke.
Sasuke…
Sasuke debe estar aquí…
El recuerdo de Sasuke le dió fuerzas. Trató de abrir sus ojos, buscando a su compañero. Trató de llamarlo. Sí Sasuke estaba ahí… Había algo que él y Sasuke necesitaban hacer. Pero el dolor era demasiado. Era abrumador. No podría pensar con claridad. El dolor le consumía.
Naruto deseó estar muerto. Muerto y en paz, en un lugar dónde el dolor no existiera. Se podría unir a sus padres ahí… A su madre…
–Naruto, descansa– la voz hizo eco en su mente. Era familiar.
– ¿Ku-Kurama?–
–Descansa. El dolor pasará. Te haré saber cuándo sea seguro–. No era una confirmación pero Naruto, de algún modo, sabía que podía confiar en esa voz. Y necesitaba que el dolor se detuviera. Estaba enloqueciendo. Y ya que esa voz se lo ofrecía…
Lentamente, Naruto sintió como caía en la inconsciencia.
Naruto no supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, pero cuando despertó el dolor había desaparecido; todo lo que quedaba era una reminiscencia de él. Aunque aún podía sentir cómo sus músculos ardían, las células de su cerebro temblando tanto que sentía que la cabeza le explotaría. Aún podía sentirlo, sí, pero lo peor había pasado.
– ¿Naruto?... –
Parpadeó un par de veces, dando a sus ojos tiempo para adaptarse a la luz, cuán escasa era. Luego volteó para mirar a su compañero de equipo. Su mejor amigo.
– ¿Cuánto ha…? – preguntó Sasuke, débilmente.
Naruto pensó en ello. Parpadeo una vez más y se permitió a sí mismo tiempo para estudiar sus alrededores. Ya era de noche, era bastante obvio. La luna, visible a través de la ventana, les proveía con la única fuente de luz. El cuarto era pequeño y ordenado, los muebles escasos, y la cama en la que yacía era cómoda, pero desconocida. Volteó su mirada a Sasuke.
La imagen era…
–Eres un chiquillo– dijo maravillado, aunque no realmente sorprendido. Y Sasuke no parecía ni un poco impresionado.
–Y tú te ves hecho mierda– respondió, honesto, como siempre.
–Tu no luces mejor– Naruto retrucó rápidamente. Y era verdad. La cara de Sasuke lucía demasiado pálida, aunque quizá solo era el reflejo de la luz de la luna. Aun así su cabello estaba despeinado, algo muy raro en él; su piel estaba sudorosa y sus párpados lo suficientemente hinchados para recordarle un poco a su hermano mayor.
–Yo siempre me veo mejor que tú, idiota.
Naruto ignoró el insulto y soltó una carcajada.
–Bastardo.
Sasuke sonrió en respuesta.
– ¿Qué tanto recuerdas?–. Naruto lo pensó por unos segundos.
–Sólo dolor–. Sasuke asintió, sus ojos perdidos en la distancia
– Si…
Había sido igual para ambos, entonces. Pero Sasuke no tenía a Kurama para protegerlo del dolor, lo que significaba que él tuvo que atravesar todo aquello despierto. Sufriendo. Trató de no pensar en ello.
– Sasuke…
– No. Lo que está hecho, hecho está. Estamos aquí ahora–. Naruto no necesariamente estaba de acuerdo, pero reconocía esa mirada en los ojos de su amigo. Simple y pura testarudez. Así que lo dejó ser. Sasuke suspiró y volteó hacia él –. Valió la pena de cualquier forma. Y ahora estamos aquí.
Si. Lo estaban. Naruto aún tenía dificultades para creer en el loco plan que habían tramado. Y si comenzaba a pensar en todos aquellos que habían dejado atrás… Una lágrima solitaria bajo por su mejilla. Él había hecho esa elección. Era mejor no pensar más en ello.
–¿Te arrepientes?– Sasuke sonaba triste, casi culpable. La idea podría haber sido de Naruto, pero ambos sabían que Sasuke tenía el poder para disuadirlo. Naruto lo hubiera escuchado. En vez de eso eligió ser egoísta una vez más, importándole más sus propias necesidades que las de su amigo. Sí, podía haber sido la idea de Naruto, pero Sasuke eligió continuar con ella.
–No–. Naruto estaba seguro de eso al menos. Podía ser un tonto, anhelando algo que nunca pasaría en ésta realidad. Podía incluso ser un maldito mártir, abandonando todo lo que amaba y apreciaba solo por una persona; pero se conocía, estaba seguro.
El dolor de la pérdida fue mucho, y era esa clase de dolor que nunca se iría. Los recuerdos de la gente que apreciaba, ahora por siempre perdidos para él, era algo que siempre se mantendría vivo en su corazón; como tributo a ellos, porque se los debía. Era lo menos que podía hacer, después de abandonarlos. Pero si le daban la oportunidad, lo haría todo de nuevo.
Ese conocimiento le hacía sentir culpable, pero tal vez no tanto como debería.
–Lo siento– Sasuke era honesto en su disculpa y, por un largo rato, ninguno dijo nada.
Naruto esperó a que sus lágrimas pararan de salir y a estar seguro que su voz no se quebraría–. ¿Aún tienes el Rinnegan?– Su pasado estaba perdido, después de todo, y no había sentido en preocuparse por ello; lo mejor era enfocarse, en su lugar, en el futuro. El nuevo futuro que les esperaba.
– Si –. Sasuke movió el cabello de su frente, y Naruto pudo casi detectar la sombra purpúrea en su ojo izquierdo a través de las sombras del cuarto – Pero no puedo usarlo. Con los niveles de chakra de este cuerpo sería peligroso – Naruto asintió.
Justo como lo habían imaginado.
– ¿Qué hay de ti? – Naruto cerró sus ojos y sus sentidos al mundo exterior, tratando de leer en su interior por unos segundos.
– El sello de Hagoromo sigue activo, al igual que el tuyo. Él lo incrustó en nuestras almas. Pero este cuerpo es… frágil. No sé si seré capaz de usar el modo del ‘sabio de los seis caminos’ o si el usarlo provoque consecuencias. Además necesitaré el chakra de Kurama para hacerlo, mis capacidades actuales no son más altas que las tuyas.
Otra vez, nada que no hubieran previsto ya.
–Necesitaremos entrenar entonces–. Sasuke no sonaba preocupado– ¿Y Kurama? ¿Tiene todo su Chakra?
– Si –. Naruto sonrió – estuvimos hablando por un rato antes de que despertara. Llegamos justo a tiempo, cuando el sello estaba empezando a debilitarse, y su mitad del futuro se fusionó con su mitad presente, como lo planeamos.
– Bien –. Sasuke asintió, aparentemente satisfecho –. Debemos dormir entonces y recuperar fuerzas. Voy a necesitar un genjutsu para esconder mi ojo izquierdo de Kakashi mañana, y él no es fácil de engañar
– ¿Nos quedaremos entonces? –. Naruto preguntó, con la esperanza apenas escondida en su voz.
– Al menos por un tiempo. No sabemos dónde está Itachi en éste momento, y será bueno para ti verlos a todos otra vez. Sé que lo quieres.
Naruto no pudo negarlo, así como no podría negar la calidez que le llenaba el corazón ante las palabras de Sasuke. Eran la prueba de que le importaba. Ya lo sabía, Sasuke mismo se lo había dicho y, más que eso, se lo había demostrado quedándose con él por casi dos años después de que la guerra terminara.
Entonces Naruto recordó ese otro universo, ese que visitó una vez solamente, en sueños, mientras buscaba por el universo correcto para hacer su viaje de regreso en el tiempo. Recordaba la intensidad de la mirada de Sasuke cuando ésta caía en él, recordaba el cálido sentimiento del agarre de sus manos, el hambre de sus besos devorando su boca y las palabras en su oído… sólo un susurro: “Te amo”.
Y él sabía que nunca podría tener eso. Y que todo aquello era debido a las acciones de un Sasuke que no estaba roto, que había crecido rodeado por los que amaba y le importaban; que tenía a su familia y a su hermano a su lado. Ese Sasuke amaba a Naruto profundamente.
Pero éste Sasuke… Su Sasuke se preocupaba por él también, incluso si su forma de cariño era diferente; más egoísta, más limitada. Seguía siendo más de lo que Sasuke le podía ofrecer a nadie, y de todos él había elegido ofrecérselo a Naruto.
Y es ese hecho, el qué, alguien tan roto, tan perdido, alguien que apenas y podía convivir naturalmente con otros o encontrar una razón para vivir consigo mismo, había aún así elegido quererlo a él, a Naruto. Eso no tenía precio. Eso significaba todo para él.
Naruto no podía pedir nada más.