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El placer del compañerismo. por KuroNez

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Notas del fanfic:

Fanfic re-subido y editado.

Espero sea de su agrado.

Notas del capitulo:

Saint Seiya: The Lost Canvas y sus personajes le pertenecen a Shiori Teshirogi

Asmita de Virgo siempre se había caracterizado por ser un hombre sumamente recto, en comparación con sus compañeros de orden. Siempre siendo fiel a sus creencias e ideales, jamás se había tomado el tiempo de analizar hasta qué punto podían afectarles ciertas cosas “banales” como el rompimiento de su primera relación amorosa.

Porque si, cuando aquello sucedió la primera reacción de Asmita fue mantenerse en calma, respirar hondo e ignorar aquella pequeña sensación de malestar que se había instalado en su pecho, pero al cabo de unas horas simplemente no había podido aguantar y se había hundido sin remedio en un mar de dudas y tristeza. ¿Acaso no soy suficiente?, ¿Sera que se aburrió?, ¿Qué tiene aquel hombre que no tenga yo? Eran las preguntas que constantemente cruzaban por la mente del Virgo, quien sin darse cuenta lentamente tomaba una actitud que distaba por mucho de la suya.

Sorprendentemente, aquellos drásticos cambios fueron notados poco a poco por sus compañeros de armas, especialmente por Kardia, el impetuoso e irreverente guardián del octavo templo zodiacal. Por ello, el joven griego se empeñó en día tras día ir al sexto templo a tratar de sacar a Asmita de su aburrida rutina como solía llamarle él, aunque quizás no de la manera más adecuada.

Su primer intento había consistido en algo leve, por así decirlo; un día el peli azul apareció frente a la entrada trasera del templo de la Virgen, equipado por una manzana a medio comer —a pesar de que solo había dado dos mordidas a la jugosa fruta— y su típica sonrisa socarrona, alegando que últimamente había tenido unos días bastante estresantes por culpa de cierto caballero de Acuario al cual no quería mencionar, y por eso se le ocurrió que quizás un par de clases de meditación lo ayudarían a mejorar su estado.

Ante esto, Asmita frunció su seño con fuerza, pero no dijo nada para oponerse, cabía la posibilidad de que las intenciones de su compañero fueran reales y este se sintiera atraído por la relajación a través de la liberación de la mente… Oh, que equivocado estaba. 

En cuanto tuvo la oportunidad de adentrarse al templo del rubio y empezar con las clases privadas que el mismo le brindaría —aunque más obligado que otra cosa—, el griego buscó una excusa para tener algún tipo de acercamiento físico, siendo la más indicada “No sé cómo realizar la posición de loto.”

 

 

—Kardia, no seas imbécil. —gruñó el rubio mientras volteaba su rostro en dirección a su compañero. Aquellas “clases privadas” estaban acabando con la poca paciencia que le quedaba, a pesar de tener solo un par de minutos de haber empezado.

 

En ese momento la característica sonrisa del griego se hizo presente en sus labios, después de todo su plan no iba tan mal, aunque debía tener cuidado si no quería acabar tirado durante quien sabe cuántos días o semanas sin sentidos, para luego, cuando los volviera a tener, escuchar los constantes regaños del cerebrito de Dégel, diciéndole que provocar a enojos en los demás caballeros dorados para terminar en la cama con ellos, teniendo sexo duro y desenfrenado no era bueno. Mucho menos si se trataba de alguien como Asmita.

 

— ¡No soy un imbécil! —exclamó el moreno mientras alzaba sus manos en actitud de “protección” ante la sequedad con la que lo trataba del rubio. –Solo quiero aprender la pose de loto… Sería interesante hacerla. —Asmita al oír aquello soltó un enojado suspiro y apretó la mandíbula. Definitivamente razonar con Kardia era como tratar de mantener una charla con una pared.

 

—Ya te dije que no es necesario tener una posición específica a la hora de meditar.  —explicó el hindú lentamente, rogándole a todos los Budas paciencia para no terminar asesinando a su compañero de rango. —Puedes hacer la pose que quieras, con la única condición de que tu mente se mantenga en un estado alerta, pero relajada. —Asmita intentó entrar en un estado meditativo para ignorar al hombre a su lado, pero rápidamente la voz de Kardia se lo impidió.

 

—Sí, puedo hacer la que quiera… Pero yo quiero hacer la de loto. —mentalmente, el rubio contó de 10 hasta 1, luchando por no arrancarle la cabeza al griego. Sabía que quitar las manchas de sangre sería algo complicado.

 

—Bien, te enseñare la maldita posición de loto. —Kardia asintió, bastante entusiasmado al oír aquello. Observó cómo Asmita se colocaba sobre las palmas de sus manos y sus rodillas, para gatear hacia él, a un ritmo que se antojaba bastante sensual y provocativo a criterio del griego. Estuvo a punto de soltarle algún comentario subido de tono sobre como su cadera —bastante amplia y llamativa en comparación con la de un hombre— se movía de lado a lado de forma bastante erótica, pero cualquiera de sus intenciones se vieron frustradas cuando Asmita colocó maliciosamente una de sus manos sobre su pantorrilla derecha y la dobló con rapidez y fuerza, obligándola a quedar en una posición algo incomoda. Kardia apretó los labios con bastante fuerza para no quejarse por el dolor que le provocaba aquello.

 

—Vaya… E-es interesante… —consiguió susurrar con dificultad, antes de que un nuevo quejido lo asaltara, consecuencia del trato brusco que le estaba brindando Asmita ahora a su pantorrilla y pie izquierdo. En ese instante, Kardia empezó a arrepentirse de su intento para acostarse con el rubio, pero se dijo a si mismo que un poco de dolor comparado con la recompensa final no era nada… Claro, si es que llegaba a lograrlo.

 

—Sí, bastante interesante…- Asmita sonrío de manera escalofriante y se incorporó. -¿Sabes? Ahora que ya eres medianamente capaz de hacer la pose de loto en suelo liso creo que podemos pasar al siguiente paso.- la sonrisa de su compañero se amplió aún más, creando entre ella y el dolor de pelotas que tenía desde que  fue acomodado en aquella posición, una sensación de inquietud y ligero temor.

 

— ¿Siguiente paso?—preguntó algo  inseguro, tratando de descifrar cual era aquel “siguiente paso”

 

—Sí, es momento de llevar esto a otro plano. Vamos a meditar sobre espinas y clavos de hierro oxidado. — dijo alegremente el hindú, mientras extendía una mano en dirección a su compañero.

 

Ni el más grande dolor de pelotas impidió que Kardia corriera como alma que lleva al diablo, huyendo del rubio y sus sádicos métodos de meditación.

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En cuanto Kardia llegó al templo de Escorpio volteó para asegurarse que el rubio no lo había seguido y suspiró de alivio cuando notó que no era así. Hubiera sido una pesadilla ser seguido por Asmita solo para ser obligado a poner su trasero sobre espinas y clavos oxidados.

El griego caminó hasta llegar al pasillo principal de su templo, llevándose la gran sorpresa de que Dégel se hallaba ahí, estirado sobre su sofá grande mientras leía un libro.

                                                                                       

—Hola Kagdia... —murmuró el  joven francés mientras se dejaba de lado su libro y se incorporaba lentamente. —Por la expresión que traes debo suponer que Asmita te echó a patadas de su templo, ¿me equivoco? —el tono de burla usado por el peliverde hizo cabrear ligeramente a Kardia, mas este solo chasqueo la lengua y lo miró con cara de pocos amigos.

 

—Yo decidí irme de ahí, ese rubio está demente. —dijo de mala gana el griego mientras pasaba junto a Dégel para ir a la cocina a tomar una manzana.

 

— ¿Demente? — preguntó Dégel con curiosidad, acomodando sus lentes.

 

—Sí, demente... Quería obligarme a meditar sobre espinas y clavos, ¿Quién diablos hace eso? —Kardia le dio un mordisco a su manzana y masticó rápidamente, para luego tragar. —Y aun a pesar de esa demencia... Ansió hacerlo mío cuanto antes.

Notas finales:

Hace un tiempo había subido este fic, pero lo eliminé para poder editarlo de una manera que me gustara. Luego de un largo tiempo lo logré y por eso lo vuelvo a subir.

 

¡Hasta la próxima!

 


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