“La Boda”
Taemin rio ante la insistencia de su novio. Minho no dejaba de darle pequeños y cortos besos por todos lados, sin detenerse en algún momento para así poder evitar que se vistiera. Y no había forma de detenerle. Esto era cuento de nunca acabar; si Minho decidía que le quería, no se detendría hasta haberle convencido de desnudarse y hacer el amor.
-Minho, basta…- Murmulló entre risillas, logrando colar sus manos hasta su cintura y cerrar su pantalón. Buscaría la forma de sacarse a Minho de encima. –Vamos a llegar tarde a la boda.
-¿Por qué tenemos que ir?- Preguntó, dejando besos entre cada palabra. A pesar de tenerle sentado por un costado, Minho creía que si le soltaba, el chico se esfumaría.
-Son tus mejores amigos, no podemos faltar.- Taemin exhaló, atrapando el rostro de Minho y regalándole un beso en los labios. –Y ya que estuviste tanto tiempo fuera, me vi orillado a ayudarles con la planeación. No tenía nada más que hacer; quiero ver los frutos de mi obra.
-No quiero ir…Estoy bastante escarmentado de las bodas…- Masculló, mirando hacia un costado.
-Lo entiendo, pero…- Taemin sintió su corazón flaquear ante la mirada aborregada que Minho le dio. –De acuerdo, vayamos sólo a la recepción.- Cedió.
Minho sonrió, victorioso. Continuó con los besos, arrastrando sus labios por todos lados, haciéndole reír. Hasta que se fijó en ese lugar en específico. Minho miró con deseo la piel del menor. Le besó en la clavícula, delineándole con sus labios, soltando de vez en cuando mordidas. Y es que lo sabía, ese era el lugar favorito de Taemin. Lo sabía todo de Taemin.
Por eso su tirria a las bodas. A la última a la que había asistido era a la de Taemin. Había tomado un avión que le había regresado a Corea lo más rápido posible, le había pagado extra al taxista para que condujera como loco con tal de llegar al recinto, logrando llegar diez minutos antes de que el juez pronunciara aquella pregunta. Minho había logrado pronunciarse en contra de esa unión. Le había tomado en brazos, y le había robado. Se había robado al novio. Porque estaban hechos el uno para el otro. No podía permitir ver como el amor de su vida se casaba con alguien más.
Ahora besaba con insistencia aquel íntimo lugar, hasta lograr escuchar aquel gemido. Taemin se sonrojó rápidamente, cubriéndose la boca con sorpresa. No pensaba dejarse llevar por la calentura de Minho, pero él sabía dónde besarle para incitarle. Le miró, sabiendo que aquel gemido era darle permiso a Minho para que continuara. El alto no lo dudó, le recostó, sentándose a horcajadas sobre Taemin. Besó cada punto a lo largo de las clavículas, rozando con sus dedos cada uno de los lugares especiales que sabía harían que Taemin se volviera loco.
-Ahh…Tal vez podamos llegar algo tarde a la recepción…- Taemin gimió, aferrándose a los hombros del hombre alto, dejándose hacer por sus besos, caricias, y amor.
FIN