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Desentonados. por Akudo

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Fujimaki Tadatoshi.

Aclaraciones: «Flashback»

Era como si a sus ojos se les hubiese olvidado cómo parpadear, en cualquier momento empezarían a lagrimear desesperados por humedecerse. Sus pupilas fijas observaban con recelo la viril figura de Tatsuya, acechando cada uno de sus movimientos.

Estaba seguro de que su compañero era consciente de la hambrienta mirada sobre él. Varias veces Himuro había volteado a verlo de reojo con disimulo esperando alguna señal de reacción, sin embargo, los labios de Kazunari se mantuvieron sellados y su cuerpo permaneció en absoluto reposo recostado sobre el sofá.

Veía la espalda de Himuro y podía recordar su desnuda textura, fuerte, firme y tersa, humedecida bajo el tacto de sus dedos debido al sudor; su fragancia, su olor dulce y varonil lastimando su olfato, entrando en él como una enfermedad. El alto azabache vio hacia él en una última ocasión preguntándole si quería algo, y Takao le respondió sonriendo levemente.

No supo cómo interpretó su gesto el del lunar, pero éste no volvió a mirarle y se concentró de lleno en las notas sueltas que reproducía con las tensas cuerdas de su guitarra, combinadas sin intención con el casual sonido de la batería y otros ruidos que provocaba Chihiro al ajustar los platillos, probar los pedales o arrastrar su banquillo, incluso el eco de sus colgantes al chocar entre ellos.

Takao volteó su cuerpo de cara al respaldo del sillón, cerrando sus ojos para que aquel sonido en particular se combinara con sus recuerdos, lo hipnotizara y lo llevara a aquella habitación, dentro de aquella oscuridad rota por el escaso brillo que lograba reflejar el anillo de Tatsuya colgando en la cadena de su cuello al ritmo psicodélico de sus embestidas, con las que buscaba proporcionarse placer a través de la estrechez de Kazunari.

Aferró una mano en su vientre, lo sentía cosquillear intensamente.

«Los toscos dedos de Himuro agarrando sus muslos, enterrándole las uñas, jalándole el cabello algunas veces. Su ojo visible y el brillo lastimado en él.»

Apretó los ojos, encogió su cuerpo y se relamió antes de gemir con suavidad.

«Aquel grosero golpe de caderas y el chasquido de sus fluidos, la transpiración brotando, sus piernas apresando a Tatsuya mientras le rogaba con descarados gemidos que lo penetrara más adentro. Sus manos enganchadas a los hombros de Tatsuya, sus ojos llenándose de Tatsuya, su boca saboreando el nombre de Tatsuya… Tatsuya, Tatsuya. Su piel lechosa, su lunar, el enloquecedor olor sexual que despedía, su ojo, esa mirada tan fuerte, su cabello lacio y crecido, sus manos bruscas y ágiles, sus duros músculos que se marcaban al empujar, sus jadeos reprimidos.

Estaba cerca, su cuerpo se lo decía. La electricidad, su mente nublándose, el calor, los gritos, el placer absoluto y Himuro reventando en su interior.»

Kazunari mordió la carne de sus labios para no jadear.

«El aliento cansado de Tatsuya, las gotas de sudor empapando su cuerpo, la oscuridad censurando su atrevida belleza. La respiración de Tatsuya regulándose, sus músculos relajándose, sus ojos cerrándose, su conciencia durmiéndose… y el orgasmo de Tatsuya quemando en sus vísceras.»

Abrió los ojos lentamente, aflojó la presión en su vientre y ocultó su rostro caliente.

«Estaba en la gloria, pero su cuerpo volvía a sentirse necesitado e insatisfecho. Quería más, más de Tatsuya.

Se acercó un poco más a él, de costado, y entre la negrura de la noche silenciosamente admiró cada una de sus maduras y afiladas facciones. Takao le recogió su cabello y acarició sus párpados cerrados, perfiló su nariz, y desviándose a una mejilla recorrió con su dedo un camino hasta aquellas destacas clavículas.

Se sintió maravillado, todo en este hombre era utópicamente estético. Kazunari no lo soportó más y bajó esa mano hacia su propia intimidad, hundiendo un par de dedos en sí mismo para mojarlos con el semen de Himuro antes de envolver su nueva vil excitación y recorrerla toda, gimiendo muy bajo, llamándolo casi sin voz, tratando de no parpadear. Y no pasó mucho antes de que otro orgasmo dejara huella sobre el pecho de su dormido amante.

No pudo definir cómo se sentía; asquerosamente feliz, felizmente asqueado. Quería estar en contra de sí mismo pero le era imposible, ahora más que nunca se sentía consciente del deseo que le tenía. ¿Qué iba a pasar? ¿Algo tenía que pasar? Himuro le gustaba, claro que sí, le provocaba cosas… pero luego de esto no podía seguir manteniendo un pensamiento tan simple e incompleto, quería pensar que habría algo más, algo más grande.

El menor acercó sus dedos manchados a los finos labios ajenos, repasándolos, abriéndolos levemente, y llevó los suyos sobre ellos. Su boca resbaló en la de Tatsuya y terminó apresándole el labio inferior, apretándolo sin fuerza. Así besó y probó aquellos labios que en toda la noche nunca buscaron los suyos.»

El golpe furioso de la puerta al abrirse lo jaló fuera de su ensimismamiento, frotando sus piernas y calmando su respiración, cuidando que sus fantasías no levantaran una vergonzosa montaña dentro de sus pantalones. También limpió a las intrusas que corrían sobre sus mejillas, no recordaba haberles dado permiso de salir.

Kagami y Aomine entraron juntos a la sala. Nadie necesitaba adivinar que estaban discutiendo, por lo que el gesto tranquilo de Himuro cambió.

— No te perdonaré, ¡no te lo perdonaré!

— Ya, viejo, en unos días se te pasará. Y no tienes que perdonar nada porque no recuerdo haber pedido disculpas.

El pelirrojo lanzó con rabia su bajo enfundado al sillón, por lo que Kazunari tuvo que quitarse antes de que le cayera encima y lo matara.

— Eres un desgraciado. ¡¿Acostarte con mi chica no te obliga a sentir un poco de culpa?!

Cerrando la puerta tras su entrada Aomine suspiró con fastidio, volteando a mirar directamente al bajista que lo venía acosando desde que se encontraron en la entrada de la disquera.

— ¿Estás molesto porque era tu conquista o porque estando contigo me haya preferido a mí? —por unos segundos los ojos de Taiga se mostraron confundidos antes de abrir la boca en busca de debatir sus palabras, pero Daiki fue más rápido y lo interrumpió— Ella sola fue quien se me acercó y se levantó la falda. ¿Qué querías, que elogiara sus tangas? Es obvio lo que buscaba. Yo no sabía que estabas saliendo con ella, más bien te hice un favor al sacar a ese tipo de mujer de tu vida. —encogió los hombros— No te preocupes, no necesitas agradecerme… aunque deberías.

— ¡¿Acaso no te enseñaron lo que es la vergüenza?! Si por lo menos le hubieses preguntado algo tal vez, ¡y solo digo tal vez! —enfurecido tomó al moreno de la camisa— ¡Te habrías dado cuenta que era la mujer de la que te hablaba tu amigo todos los días!

Himuro había dejado su guitarra a un lado, estaba de pie con los brazos cruzados mirando a ambos compañeros a espera de que se le bajaran los humos.

— ¡Ni siquiera se interesó en decirme su nombre, mucho menos que estaba contigo! Era una fácil, ¡entiéndelo y deja de lloriquear por ella! Quién sabe cuánto tiempo más estaría tomándote el pelo mientras tú fantaseas con una boda y cuántos hijos iban a tener. —se soltó de Taiga con un empujón— Me pone enfermo que trates de defender a una cualquiera por encima de nuestros años de amistad. Cuida tus prioridades, ¿o debo tener tetas para que me creas? Eres un iluso.

— ¡Cabrón…!

— ¡Hey, hey! Les agradecería que los problemas de vaginas los resuelvan en otro lado. Aquí dentro si bien no serán los mejores amigos del mundo, somos compañeros y como tal nos respetamos mutuamente. —sentenció Himuro, y si su rostro no mostraba dureza su aura justificaba su título como líder de la banda— En el trabajo lo único que se discute es trabajo.

Aomine se acomodó la camisa de forma brusca y Kagami chistó con cara rabiosa. Mayuzumi, que se había movido en silencio cual fantasma, pasó entre ellos pellizcando sus respectivos pezones antes de buscar una botella de agua. Los grandulones se quejaron.

— No deberían estar peleando por cosas tan absurdas como esa. Los gustos van y vienen, mañana se sentirán idiotas por esto y más tarde ya andarán como si nada. ¿Qué tal si se saltan la parte de dramatizar y sentirse idiotas? Aunque en realidad lo son. —el albino hizo una mueca de molestia, tomando un par de sorbos antes de cerrar la botella.

— ¡Oi! —exclamaron indignados los de cabeza roja y azul a la vez.

— Ni siquiera debería estar diciendo esto, qué molestos son. Ahora, niños, vayan a sus puestos y piensen en frío con eso que parece ser sus cabezas o dejaré que Himuro los golpee. —como última advertencia posicionó peligrosamente sus manos frente a las tetillas sanas de sus compañeros, quienes se cubrieron el pecho como si fueran un par de chicas avergonzadas y se alejaron para sacar sus instrumentos.

Con su objetivo cumplido Mayuzumi caminó tranquilamente de vuelta a la batería mientras ajustaba sus guantes y pasó rozando el brazo de Himuro. El vocal y también guitarrista se giró para verlo, pero el mayor ya le daba la espalda.

— ¿Takao? —le llamó el bajista.

— Tú también, enano, o te levantaré del pezón. Aunque quizá lo disfrutes. —fue la amenaza del inexpresivo albino.

— ¡Más respeto con la cara bonita del grupo! —bramó Kazunari mientras iba a conectar el micrófono.

— A Himuro ya lo respeto.

— ¡Oye!

A Mayuzumi simplemente no se le podía ganar una, así que su contraataque fue sacarle la lengua. El mayor ni le prestó atención, pero cuando Takao se descuidó le tiró una baqueta por la cabeza.

Ese era el más adulto y maduro de la banda.

 

 

 

Se despidieron del público luego de casi dos horas de concierto. Las chicas de las primeras filas incluso lloraban al poder verlos tan de cerca y les rogaban que no se fueran, pero debía acabar. Salieron del escenario dejando atrás los gritos que clamaban por ellos y un par de ayudantes les dieron agua y una toalla para limpiarse el sudor.

— Ahh, demonios. Cuando tocamos tan bien me dan ganas de coger. —Aomine se tiró en un banquillo abriendo su botella de agua para mojarse el pelo y refrescarse, era el único que no tenía camisa. En medio de la emoción se la había quitado para arrojarla al público, y sería un milagro si no la desgarraron para que las desesperadas fans se llevaran al menos un trozo de ella.

— Espero que sea con alguien que yo no conozca. —dijo Kagami aún con resentimiento.

— Tsk, supéralo.

— Supérenlo los dos. —cortó Himuro, apretando el hombro de su hermano— Al menos finjan que les importa más la banda.

Su mirada chocó con la de Kazunari y sintió un pinchazo incómodo por sus propias palabras. Realmente no tenía ninguna moral para hablar de prioridades después de haberse tirado a un compañero, mientras soportaba a duras penas las ganas que le tenía a otro. Volteó a ver a Chihiro que se sacudía el pelo con su toalla, haciendo que sus mechones quedaran disparados hacia todas partes. Maldición, se moría por besarlo.

Celebraron tras bastidores mientras los productores anunciaban sus siguientes presentaciones. Con las emociones tensas algunos se pasaron un poco de copas y al final de la noche tuvieron que separar a Kagami y Aomine, que para variar no se fueron a los puñetazos por el tema de la mujer infiel, sino porque Taiga tomó por error la uñeta del peliazul. Himuro los mandó a sus casas muy cabreado, y por el estado en que estaban fueron llevados por unos empleados en autos diferentes.

Los otros tres se arreglaban mientras los ayudantes guardaban todo el equipo en la furgoneta de la disquera. Takao se había ido por ahí así que el del lunar se acercó a Mayuzumi, que terminaba de ponerse la chaqueta con muchas ganas de irse ya a dormir.

— Chihiro… —el nombrado se volteó con ojos aburridos, encontrándose con que Tatsuya lo agarraba de la nuca para mandarle un beso que no escondía el deseo que tenía por llevar esto hasta el final. Himuro profundizó en la cavidad ajena llevado por su impaciencia, pero a pesar de que le lastimaba los labios ahí estaba Chihiro sin reaccionar, mirándolo sin ninguna expresión a espera de que se cansara. El más alto separó sus bocas y lo agarró de la ropa— ¡Maldita sea, al menos di algo!

El del lunar se le fue encima tumbándolo contra el piso y totalmente arrebatado le metió la mano en los pantalones, mordiéndole el cuello con furia. Le bajó el cierre y se agachó atrapando el miembro de Mayuzumi con su boca; estuvo un rato forzando la mamada, pero sin importar lo que hiciera el albino siguió flácido como un muerto… no, hasta un cadáver podría levantar una erección, pero con Chihiro era como si su sistema no le mandara ninguna señal a su pene. Como órgano sexual era completamente disfuncional.

— ¿Terminaste de hacer el ridículo?

Esta vez el mayor mostró algo de molestia al incorporarse para abrochar sus pantalones, pensó que le había quedado claro a Tatsuya la última vez. Ya lo había rechazado antes, por eso el pelinegro estaba doblemente frustrado.

— ¡Mira lo que me haces hacer! ¿Qué te cuesta quererme? —apretó sus puños en el suelo mientras Mayuzumi se ponía de pie— Si es porque tienes a alguien más…

— No se trata de eso, simplemente no cambiaría nada que fueras tú o cualquier otra persona. Entiéndelo, mi cuerpo no va a reaccionar con nadie, no me interesa el sexo y no va a nacer ningún instinto romántico en mí solo porque necesites que te corresponda.

Las únicas erecciones que recordaba haber tenido eran las causadas por sí solas algunas veces cuando dormía, sin ninguna excitación sexual de por medio. Nunca se masturbó ni sintió cosquillas por ser besado, no le atraían ni hombres ni mujeres y no necesitaba ser querido o aceptado por los demás, por eso no entendía la actitud de Himuro y hasta cierto punto le asqueaba semejante debilidad.

— ¿Sufrir y humillarte de esta manera no es razón suficiente para cansarte de mí? —el azabache lo miró rabioso desde el piso— Y ahora irás a usar a Kazunari como sustituto otra vez.

— Eso no… —sí, sí era verdad. Cuando Chihiro lo rechazó el otro día se cegó y terminó descargando su frustración con Takao, aprovechándose de que el chico sentía atracción por él. Ahora no podía culparlo porque lo mirara como si le hubiese dado esperanzas de algo más.

Por el respeto que le tenía como compañero Chihiro le pidió que no volviera a intentar algo así.

— Si me buscas con esas intenciones no obtendrás nada de mí, entiende que eso no cambiará. Eres nuestro líder, actúa como tal.

Se fue dejando solo al vocal y guitarrista que decidió aguardar allí a que sus emociones menguaran para no terminar destrozando el lugar. Pasaron algunos minutos y entonces sintió una mano frotando su espalda, luego el rostro de Takao apareció a su lado sentándose con él para demostrarle que le importaba y que nunca lo pisotearía como acababa de hacer Chihiro.

Sí, los había oído discutir, y no le importaba admitir que ahora intentaba aprovecharse de la situación. Si podía aliviar el dolor de Tatsuya cuanto antes tal vez éste se daría cuenta de que no tenía por qué seguir tras el albino, lo tenía a él.

Tatsuya le pidió que lo dejara solo, pero en cambio Kazunari se acercó más y buscó besarlo. Intentó correr el rostro pero el más bajo lo sujetó besándolo a la fuerza, Himuro forcejeó tratando de no ponerse violento con él pero Kazunari estaba siendo demasiado persistente, incluso se le montó en el regazo para apretarlo con sus piernas y frotarse.

‘Si me ha tocado y llegó a lo más profundo de mí, ¿por qué no puedo tener más que eso? Si ya me buscó una vez, a mí, no a cualquiera… ¿por qué no puedo cambiar el motivo de su fría necesidad?’

— Vamos a mi casa, te haré sentir bien. —Takao no desistía, besando y lamiendo el cuello de Himuro mientras intentaba desabotonarle la camisa— Yo sí te quiero.

— Kazunari, basta.

— Te extraño tanto, quiero que vuelvas a tomarme.

— ¡¿Quieres dejar ya de comportarte como una ramera?! —el de ojos celestes se quejó cuando el empujón de Tatsuya lo tiró de espaldas al suelo. Himuro se levantó pasándose las manos por la cabeza, muy ofuscado. Era gracioso que hablara así cuando él acababa de actuar de la misma manera con el baterista— No lo hagas. Solo… no vuelvas a hacerlo.

— ¡Puedo darte lo que Chihiro no quiere! ¡A mí sí me importan tus sentimientos!

— ¡No lo quiero de ti! ¡Olvida lo que pasó, lo que hicimos! Eso fue un error, así que deja de creer que tienes alguna oportunidad. —vio que Takao iba a reclamarle y con la mano le pidió que se callara— No quiero volver a hablar de esto, vete a casa. Nos vemos el lunes para trabajar.

Se fue de ahí arreglándose la ropa y Kazunari se mordió el labio que no le dejaba de temblar por la impotencia. Cuando pudo controlarse salió del establecimiento abrazándose a sí mismo, la noche era helada, y vio a Mayuzumi esperándolo junto a una camioneta de la disquera. No había señales de Tatsuya.

— Sí que te tomas tu tiempo. Como vivimos en la misma dirección nos van a llevar juntos, anda. —se percató del tono rojizo en los ojos del menor, si no había llorado ya era probable que lo hiciera en cualquier momento. De seguro Takao no pretendía hablar de eso y él tampoco deseaba tocar temas sentimentales— A ver si duermes más, o el maquillaje no podrá hacer milagros con esas ojeras.

Abrió la puerta trasera para entrar primero, pero ésta se cerró de golpe cuando el vocal lo agarró para estamparlo contra ella.

— ¡Deja en paz a Tatsuya! ¡¡Deja que se fije en mí!! —Kazunari empezó a gritar con las lágrimas corriendo, apretándolo de la ropa para sacudirlo una y otra vez hasta que su agarre fue perdiendo fuerza— Si ni siquiera te interesa corresponderlo… deja de hacer que le gustes.

Finalmente se dejó ir en los brazos de Mayuzumi mientras descargaba su dolor. El albino no poseía la empatía suficiente como para consolarlo, así que solo le puso una mano en la cabeza y lo dejó culparlo de todo.

— Eso quisiera, pero no sé cómo hacerlo.

Iba a ser duro continuar así, y probablemente más pronto de lo que parecía dejarían de ser una banda. Las notas de amor estaban totalmente desentonadas entre ellos.

Notas finales:

No es de mis mejores historias pero así quedó.


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