La llegada de Krystal le dio un cambio drástico a su vida. Las visitas nocturnas de SeHun a su habitación comenzaron a reducirse notablemente, ya no le prestaba tanta atención como antes, noble dirigía ni una mirada y finalmente luego de una semana, ignoró su existencia.
No eran más de las cinco de la tarde, cuando LuHan terminó de preparar la cena de ese día. Últimamente, no tenia ganas de hacer nada y se aburría estando solo, encerrado en su habitación por lo que decidió que cuanto antes terminara sus deberes, antes podría ir a su cuarto y tomar sus pastillas para dormir. El insomnio y la falta de hambre era otro problema que le estaba causando la depresión que le había detectado el doctor.
Decidido, salió de la cocina con un vaso de agua y se encaminó a su dormitorio. La tranquilidad de la mansión y la falta de los gritos histéricos de Krystal, le hicieron creer que tanto ella como su SeHun habían salido, cosa que era normal para personas próximas a casarse. Porque asi era la vida que le había tocado, la única persona a la que había llegado a amar estaba comprometido y mientras tanto él, era el puto sirviente de casa que debía obedecer en todo a sus "Amos". Pero aunque quisiera abandonar su trabajo, no podía, simplemente no quería dejar a su SeHunnie en las manos de esa perra. Por mucho que le doliera verlos juntos y tener tolerar los malos tratos por parte de "la señora", él no quería irse y abandonar lo que algún dia fue su futuro, su SeHun.
- ¡Ah! SeHunnie, no pares... ¡Quiero más!
Las lágrimas no tardaron en salir al escuchar los gritos provenientes del cuarto de baño. Los gritos de placer de la odiosa de Krystal. Sintió su corazón estrujarse por la rabia y el dolor que le hacía sentir, tan solo unos meses habían pasado pero el todavía no olvidaba las palabras que le había dicho.
"Lulu, no pienses así. Tu no eres una puta, eres el amor de mi vida. Te amo, te amo tanto..." Si eso era verdad, ¿Cómo era que lo había podido olvidar en tan solo unos putos meses? ¿Es que acaso no lo amaba de verdad?
Idiota, él no te amaba. Solo te utilizó. O ¿Me vas a negar que sus "te amo" venían solo porque tu no querías tener sexo? ¿Que siempre que lo hacían, tu eras el único que repetía una y otra vez cuanto lo amaba? ¡Por favor! No me vengas con estupideces.
Tenia que admitir que su conciencia no hacia mas que hacerlo sentir mal, pero tenia razón. Era un completo idiota y nunca iba a cambiar.
El tiempo paso rápido y él se había quedado en mitad de escalera, los gemidos ya habían cesado y el silencio volvió a reinar en la mansion. Estaba seguro de que pronto saldrían y la idea de que lo vieran en ese estado tan deprimente no le gustaba por lo que continuó subiendo las escaleras y una vez dentro, cerró de un portazo su habitación.
Un segundo después dio tres grandes zancadas y cayó rendido en la cama. Aspiró el aroma a vainilla del Poett que había puesto a la mañana, y allí se quedó un rato, mirando al techo con la mente en blanco. Era una habitación vacía, sin color y completamente blanca. Sin cuadros ni posters, y además de la cama individual solo tenia un armario. Ya se había acostumbrado a estar en aquel lugar porque lo único que lo hacia sentir seguro, era la soledad. Antes, en cambio, todo era muy distinto. La gigantesca casa nunca estaba en silencio, siempre se escuchaban los sonoros gritos del ama de llaves, con el objetivo de despertarlo y hacerlo levantar a él y a SeHun. Luego, en las tardes las sirvientas, él y el amo solían salir al patio y jugar con agua, sin diferencias ni desigualdades. Finalmente, por la noche no se escuchan más que las carcajadas de LuHan, feliz y riendo junto a su Sehunnie. Pero, todo aquello fue tirado a la basura cuando anunció su compromiso. Las sirvientas fueron despedidas y solo lo dejaron a él.
Queriendo olvidar el recuerdo de su hermoso pasado, tomó la pastilla entre sus dedos y la dirigió a su boca junto con el agua. Se volvió a recostar y no tardó mucho en, poco después, caer en el más profundo de los sueños.
Esa noche soñó con su madre, que había muerto de cáncer hace un par de años atrás.