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Por un momento por Mizu Tal

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Notas del fanfic:

¡Hola a tod@s!

 

Me estoy uniendo al foro, puede decirse que soy nueva en lo relativo al desarrollo del lemon, pero de cualquier modo espero que la historia les agrade.

 

Voy a hacer una especie de disclaimer puesto a que pese a que soy la autora de la historia, esta fue creada como un obsequio a mi preciada amiga @Etsuko Sohma, quien por cierto, es quien ha hecho posible, en muchos aspectos que me encuentre haciendo esta publicación.

 

En fin, pónganse cómod@s y espero lleguen hasta el final.

 

 

Notas del capitulo:

Una cita, un partido de béisbol con un final inesperado.

Por el momento

La brisa fresca proveniente del aire acondicionado del restaurante al que había sido arrastrado por Young Hyun, representaba un enorme alivio para el clima sofocante que se sentía en las calles. Habían llegado allí luego de un extenuante partido de béisbol. El equipo al que el menor solía unirse, les había dado, literalmente, una paliza a él y al resto de los chicos con los que había jugado, de tal forma que ahora, debía ser quien se encargase de la factura de los alimentos, y de cualquier cosa que se le antojara a su compañero de camino a casa.

Dejó escapar todo el aire de sus pulmones, exasperado, al tiempo que se reñía mentalmente, puesto que, estar enfadado, no servía de nada, salvo aumentar las posibilidades de ser molestado más adelante.

Relajó los hombros y reacomodó su postura al recargar su espalda por completo en el respaldo de la silla. Miró a su alrededor. Su mirada se encontró con la de una señora elegantemente vestida que parecía reprobar algo en ellos, entonces cayó en cuenta. Había estado tan centrado en su orgullo herido que no había considerado lo que para Young Hyun significaba “ir a un restaurante”. El chico adoraba los lugares lujosos y desde luego, la indumentaria deportiva no era para nada acorde a la etiqueta de un sitio de esa clase.

Usó toda su fuerza de voluntad para no salir corriendo en ese preciso momento y enfocó su atención en cosas más importantes, lo que sí valía la pena. La compañía del menor, por ejemplo, y al que, había estado ignorando desde que entraran al lugar. Lo primero que captaron sus ojos, fueron las manos contrarias que trabajaban meticulosamente en el platillo que había elegido. Parecía carne, pero él simplemente, no podía estar seguro.

Se sintió un poco culpable, consciente de que había estado actuando como un niñato, tragó saliva buscando las palabras correctas que le ayudaran a disculparse. Odiaba perder, pero odiaba más hacer algo de forma incorrecta. Y en ese momento, no había nada que estuviera haciendo bien. Se suponía que esa sería una cita divertida, luego de todo el trabajo que habían tenido por el más reciente lanzamiento de su álbum, necesitaban un respiro, y sencillamente parecía que lo estaba arruinando.

—Escucha Young Hyun.

Comenzó sin un atisbo de su habitual serenidad en la voz, pero algo en la mirada del menor lo hizo enmudecer. Quería que la tierra se lo tragara, si pensaba que lo estaba haciendo mal, esos ojos le indicaban que de verdad, de verdad, la había jodido. Máxime cuando rehusaron su mirada.

No recibió ningún indicio que le alentara a continuar, lo que agravaba con el hecho de que, no sabía qué tenía que decirle por lo que contrario a sus políticas de “no skinship” y “cero demostraciones de afecto en público”, lo tomó por el mentón y lo hizo mirarlo a los ojos de nuevo.

—Perdón.
—¿Perdón? ¿Por qué exactamente te estás disculpando Hyung? ¿Por no saber perder o por arruinar nuestra cita?

El tono frío del menor, le provocó una aprensión impresionante en el pecho.

—Por ambas cosas.

—Era solo un estúpido partido de béisbol, Sung Jin.

—Lo sé, pero también sabes cómo son las cosas para mí. No me gusta dejar nada al aire, detesto que las cosas se salgan de control, es por eso que necesito mantener todo en orden y sí, odio perder.

—Entiendo eso, entiendo que seas la persona controladora que eres, es parte de lo que me gusta de ti, de lo que amo de ti, pero debes comprender que esto no es algo que puedas planear en tu tablero. Sé que tenías un esquema completo de lo que querías que hiciéramos hoy y sé que estuve de acuerdo en la mayoría de ellas, solo que en ocasiones, solo debes dejar que pase lo que tenga que pasar y disfrutar de ello. Incluso si eso implica aprender a perder.

—Es difícil.

Fue lo único que atinó a decir. Retiró su mano del rostro del menor solo para unirlas sobre la superficie de la mesa en frente de él.

—Nadie dijo que fuera fácil. Has estado llevando a cabo un papel excepcional como líder del grupo, haces un excelente trabajo. Todos entendemos que los regaños son la forma en que tratas de llevarnos por el buen camino, muchas veces querríamos que te relajes, pero puesto que es complicado para ti, te aceptamos como eres. Yo adoro la forma en la que incluso antes de dormir, te sigues preocupando porque no nos falte nada. Honestamente, desearía que lo último que pensaras al ir a la cama fuese en mí, pero no puedo pedirte que dejes de ser la persona responsable que eres.

—Lo hago. Siempre, incluso antes de que iniciásemos nuestra relación, la última persona que ocupa mis pensamientos eres tú. Y al despertar, eres lo primero en lo que pienso.

Confesó sin titubear y la tenue sonrisa en el rostro del menor, le hizo creer que ese había sido un gran acierto.

—¡Rayos Hyung! ¿Cómo se supone que siga enfadado si dices esas cosas?
Fue su turno de sonreír, y animado por las palabras del menor, se atrevió a tomar una de las manos contrarias y besarla imitando el gesto elegante del que hacían uso los caballeros de antaño cuando pretendían cortejar a una dama.

El menor entendió el gesto y retiró la mano de inmediato y se limpió en la ropa fingiendo un asco que su expresión estaba lejos de demostrar.

Lo miró prudentemente divertido pues no quería arruinar el progreso que llevaba de camino al perdón.

—¿Terminaste de comer? Debemos ir a buscar el postre.

—Pero apenas y tocaste tu comida.

—En absoluto, es distinto a lo que hiciste tú, pero por amor de Dios vayamos a buscar comida para llevar y refugiémonos en casa. Muero de ganas de besarte.

Se sorprendió un poco al ver que se ponía de pie sin protestar más, pero estuvo agradecido por ello. Pidió la cuenta y pagó en efectivo y se fueron sin esperar que regresaran con el cambio.

El calor abrazador los recibió con toda potencia, había tanta luz que necesitó colocarse los lentes oscuros para evitar el dolor en los ojos.

Extendió su mano izquierda para tomar la derecha del menor, pero este se rehúso.

—Dijiste que nada de demostraciones en público.

Le recordó, pero se acercó a él.

—Las cosas no están escritas en piedra por lo que podemos cambiar las reglas conforme vaya avanzando nuestra relación.

—Creo que concuerdo contigo, pero si quieres cambiar esa regla en particular entonces tendremos que incluir los besos en público, Hyung.

—Entonces cambiemos la maldita regla. Quiero que me dejes tomar tu mano.

Se detuvo cuando el menor también lo hizo.

—Muy bien, Sung Jin. Cambiemos la maldita regla.

Y le tendió la mano sonriendo travieso.

—Pero tengo una condición.

Continuó al alejar la mano de nuevo cuando él trató de tomarla.

—Sabía que no me sería tan fácil ¿Qué condición?

—Bésame. Bésame apasionadamente aquí y ahora.

No necesitaba mirar alrededor para saber en qué sitio se encontraban.

—¿En medio de la plaza comercial?

—¿Tienes algún problema con eso?

—Tengo muchos problemas con eso, Young Hyun.

—Es una lástima. La regla se queda como está.

Lo tenía atrapado. Pero si lo consideraba detenidamente, era un claro ejemplo del famoso refrán. “El pez por su propia boca muere”.

Y entonces pasó algo que lo sorprendió incluso a él. Acortó la distancia entre ellos y estampó su boca contra la del menor. Lo besó al principio del modo en que este lo requisitase, apasionadamente, olvidando por el momento en qué lugar se encontraba.

—Vaya.

Susurró el chico cuando se separaron.

—Tomaré eso como un elogió a mi forma de besar.

Y volvió a besarlo esta vez de modo en que a él más le gustaba. Lento, cariñosamente, cuidadoso y disfrutando del momento tanto como le era posible. Al separarse, el rostro del menor se notaba muy complacido, se sintió perdonado ahora sí.

—Vayamos por la comida y luego a casa.

Le propuso evitando el tono mandón que usualmente emplearía.

—Olvida la comida. Luego de esto, lo último en lo que puedo pensar es en probar alimentos.

La mirada del menor dejaba entre ver un brillo pasional que él pocas veces había presenciado. Entendió su humor y puesto que también lo compartía se pusieron en marcha a su hogar.

Cuando llegaron al departamento, que sabían estaría vacío, pasaron de inmediato a la habitación. Podrían haber comenzado a desnudarse apenas ingresar al edificio, pero si se topaban con algún vecino, no lo tomarían tan bien.

De manera que aguantaron la pasión hasta que la puerta de la habitación se cerró a sus espaldas.

Tomó al menor por la cintura y lo acercó a él hasta que prácticamente se fundieron. Podía sentir el calor del cuerpo contrario y eso avivó su llama. Acarició la tersa piel de la parte del cuerpo que estaba tocando.

Comenzó besando el rostro del menor al tiempo que se embriagaba con el aroma que este desprendía. Notó como Yong Hyun se estremeció y no pudo evitar sonreír con satisfacción.

—Pequeño pervertido.

Susurró en su oído antes de lamerlo en un movimiento completamente descarado. Tan arrebatado como su ataque de orgullo de horas atrás.

Las manos del menor se aferraron a sus hombros como respuesta al tiempo que se le escapaba un suspiro nada habitual en él. Generalmente era silencioso, entregado, sí, pero también controlado. Como si quisiera hacerle ver que aunque él era el activo de la relación, nunca tendría por completo el control en la intimidad y mucho menos de la relación. No le podía importar menos.

Haciendo eco de sus pensamientos, la pierna izquierda del menor se posicionó estratégicamente en medio de las suyas y de inmediato sintió como su entrepierna era presionada con un poco de fuerza.

Estaba notablemente excitado, en otro momento eso lo había tenido sin cuidado, pero sabía lo que vendría a continuación.

—¿A quién llamas pervertido? Mira cuán duro te has puesto.

Sintió como una mano se posaba sin piedad en esa parte especifica de su anatomía y era frotada aun por sobre los pantalones.

Cerró los ojos con fuerza disfrutando de las caricias, pero pronto su parte mandona salió a flote otra vez.

Haciendo uso de su fuerza física, lo apartó un poco y detuvo el avance que la mano contraría llevaba al tratar de desabrochar el botón. Lo tomó en brazos y lo depositó con cuidado sobre la cama. Lo miró fruncir el ceño antes de intentar incorporarse.

—No soy una dama, Sung Jin. No tienes que tratarme como a una.

—No, no lo eres, lo tengo muy en cuenta, pero esa clase de cosas son las que me inspiras. Quiero tratarte como si fueras a romperte simplemente porque eres mío y porque sé que puedo tratarte así.

—Y porque haces siempre lo que quieres.

—Y porque me permites que lo haga.

Se quedaron en silencio unos segundos. Tiempo que aprovecho para quitarle la ropa por completo. Luego se desnudó para él. Despacio, sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Recuéstate Young.

Le ordenó mientras rebuscaba en el cajón superior de su mesa de noche. Sacó un frasco de lubricante y un puñado de condones.

La mirada del menor se posó en las cosas que había conseguido y se relamió los labios por la expectativa.

—Me gusta como piensas.

Y finalmente obedeció. Se recostó por completo sobre la cama y como un plus, abrió las piernas completamente entregado.

Dejó las cosas en la orilla de la cama antes de subirse él también. Lo tomó de ambas piernas y tiró de estás hasta acomodarlas sobre sus hombros.

—Esto te va a gustar más.

Le prometió y comenzó a hacerle sexo oral. A juzgar por la expresión del menor, no se lo esperaba. Esa sería la primera vez que probaban esa faceta en la intimidad. Le preocupaba no hacerlo bien; pero, sus miedos se disiparon cuando escuchó la respiración cada vez más agitada de su pareja. Notó los dedos del menor aferrarse a su cabello con fuerza y el ligero dolor lo alentó a continuar con su labor. Lamió el falo por completo intercalando con succiones y caricias en la base hasta que lo hizo correrse por primera vez.

—Eso fue rápido.

Reconoció al tiempo que limpiaba los restos del orgasmo del menor. Y reacomodaba las extremidades contrarias sobre la superficie de la cama.

—No te atrevas a burlarte.

Le advirtió mostrándose sonrojado.

—Hmm… no planeaba hacerlo.

Se acomodó sobre el cuerpo contrario y lo besó para darle a probar de su sabor.

—Tiene un gusto salado. ¿Cómo pudiste beberlo todo?

Lo escuchó cuestionar.

—Solo puedo creer que es porque se trata de tu esencia. O puede que tengas razón. Soy un pervertido.

—Pe…

Colocó el dedo índice sobre los labios del menor y negó con la cabeza.

—Nada de peros. Solo disfruta. Déjate llevar. ¿No es ese tu lema?

—Te lo has tomado muy literal.

—Shh… deja de hablar. Todo lo que quiero escuchar ahora son tus gemidos. Lo estabas haciendo muy bien hace un momento.

—Estás completamente loco.

—¿Lo estoy?¿Te gusta que sea así?

El menor asintió y eso lo hizo completamente feliz.

Lo abrazó y se quedaron así unos segundos.

—Te amo.

Le confesó al buscar los labios ajenos para arrebatarles un beso que pretendía ser fugaz, pero que el menor no lo dejó finalizar si no que lo convirtió en uno apasionado evitando por completo abandonar el estado candente en el que ambos se encontraban.

—Te amo también.

Lo escuchó susurrar finalmente cuando se separaron. Una hebra de saliva conectaba sus bocas todavía cuando movió el beso hasta el cuello de Young.

Sus manos, acostumbradas a actuar siempre, se volvieron diestras en las artes de las caricias, sobre todo porque eran alentadas por los sonidos provenientes del menor que parecían aprobarlas completamente.

—Abre el frasco de lubricante.

Le ordenó a Young quien tardó un par de segundos en asimilar la magnitud de lo que se le vendría. Lo abrió y él empapó el dedo medio e índice en el líquido dirigiéndolos de inmediato al trasero del menor.

Distribuyó una porción de la sustancia entorno a la entrada de Young y el resto lo depositó dentro cuando sus dedos se insertaron en él.

Lo sintió estremecerse y un ronco quejido inundó la habitación.

Le pareció un tanto brusco de su parte, pero por el modo en que los músculos de la zona en cuestión se ajustaron a sus dedos, lo dejó pasar dedicándose a buscar el punto que compensaría el dolor.

Unió sus labios nuevamente permitiendo que su lengua imitara los movimientos que sus dedos realizaban al mismo tiempo que su otra mano se encargaba de recorrer y disfrutar con las reacciones del cuerpo del menor.

Le acarició las tetillas y únicamente las soltó hasta que las notó completamente erectas. Luego se ocupó del sexo contrario que a ese punto estaba más que ávido de atención.

La respuesta de su novio fue inmediata, arqueó la espalda y gimió su nombre un par de ocasiones.

Al notarlo tan entregado, consideró que había llegado el momento de unirse a él. Retiró los dedos del interior del menor y sin perder tiempo, los reemplazó con su órgano viril incrustándose lentamente, permitiendo que el menor fuese consciente de toda la rugosidad de este.

Las emociones explotaron en su interior, no podía recordar nada mejor que ser uno con Young Hyun.

Sus respiraciones y el vaivén de sus cuerpos, se sincronizaron casi de inmediato. Los sonidos producidos por el choque entre ellos y los gemidos que irremediablemente se dejaban oír, otorgaban un toque todavía más sensual a lo que ocurría allí.
Decidió que seguiría la filosofía del menor, una parte al menos y se dejaría llevar. De modo que se dejó envolver por el calor que se generaba en su sexo y que se extendía a cada terminación nerviosa de su cuerpo. Saber que el joven en sus brazos disfrutaba a la par que él, maximizaba sus sensaciones y lo hacía sentir completamente feliz. Esa era la palabra exacta. Estando con él, se sentía completo. Y eso era bueno, más que bueno.

Eran como el agua y el aceite en muchos aspectos, pero igual que el yin y el yang, juntos formaban un todo. Lo mejor de todo, es que estaban juntos en ese camino que habían emprendido, y llegarían juntos a donde fuese que el destino los mandase.

En medio de caricias y besos, alcanzaron juntos la cima, quedaron rendidos uno al lado del otro. Abrazados, mirándose fijamente y completamente satisfechos.

—Es verdad lo que dicen.

Susurró el menor por fin, rompiendo el frágil silencio.

—¿Qué cosa en particular?

Cuestionó jugando con un mechón de cabello del menor.

—¿El sexo de reconciliación es el mejor?

—Concuerdo contigo en eso.

Entre risas, volvieron a sus sesiones de besos. Puede que más tarde hayan hecho el amor nuevamente, puede que sus compañeros que quejaran de ellos porque parecían “conejos” y no podían estar fuera de la cama. O, puede que, en realidad nada de eso hubiese pasado, salvo en la imaginación del líder de Day6... Por el momento.

Notas finales:

Estaba pensado como un one-shot, pero así las cosas, estaré escribiendo la continuación.

 

XOXO


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