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Nuevo Comienzo por Pineapple Phoenix

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Notas del fanfic:

Bueno éste shot nació gracias a un rol en VK

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Eiichiro Oda-sensei, lo único mío es la trama del fic

Dedicado a "mi Sol"

Notas del capitulo:

Ojalá les guste, como ya mencioné capítulo único y nació por un rol.

Los años pasaron, las estaciones cambiaron y grandes acontecimientos surgieron.

Una muerte no cambia el destino del mundo, ni diez. Pero bastaron unas cuantas muertes para derrumbar el mundo de una persona.

Marco el fénix, después de la muerte de Edward Newgate en Marineford pasó a convertirse en el líder de los piratas de Shirohige. Y una de sus primeras órdenes como tal fue la de vengar a sus caídos a manos de Teach, un grave error. Sufrieron una derrota aplastante, eso decían todos los diarios repartidos en el Grand Line y no estaba alejado de la realidad. Nuevamente y de manera cruel se le recordó que no se puede obtener siempre lo que se desea. Aquella derrota dejó otra profunda herida en el orgullo de los que quedaban de la tripulación de Shirohige. No eran lo suficientemente  fuertes, no aún.

Se suele pensar que sin un capitán la banda se destruye, puede que eso funcione con otras tripulaciones, pero no con ellos. Ellos se consideraban una familia y como tal debían permanecer unidos sin importar las adversidades, y así lo hicieron.

 

Marco y todos sus hermanos se mantuvieron fuertes y firmes en sus convicciones por su unidad, con el tiempo aprendieron a sobrellevar su dolor. O si tenían algún dolor lo disimulaban muy bien. Sin embargo, hubo una herida que el tiempo no pudo sanar. El corazón del fénix sufrió hasta el último de sus días.

Durante su vida había amado a su padre y hermanos, ellos eran su razón para vivir y luchar. Pero amó a uno en especial. Una persona se convirtió en su todo, en su sol. Portgas D. Ace, así se podía leer en su fría lápida.

 

Los años pasaron, las estaciones cambiaron y el dolor se quedó.

Marco iba cada cierto tiempo en su forma de fénix a cuidar de las tumbas de su padre y de Ace, en cada visita dejaba un ramo de lilas en cada tumba y retiraba las que ya estaban marchitas; después de eso se sentaba frente a la lápida de su amado y comenzaba a hablarle. Siempre había algo nuevo que contar, el cómo les iba a sus hermanos, los nuevos reclutas que se unían a la banda, sobre las cosas que acontecían en el mundo desde su partida, Marco le contaba todo lo que consideraba relevante.

Esa vez en especial le contó con entusiasmo que su pequeño hermano había cumplido su sueño de ser el rey de los piratas, que él había derrotado a Kurohige “La muerte de nuestro hermano y padre fue vengada Ace ¿no te alegra escuchar eso?

También cumplimos nuestra promesa de mantenerlo a salvo yoi. Por fin los piratas de Shirohige pueden alzar la mirada como cuando Oyaji nos guiaba.”

Marco podía pasarse el día entero hablando con él, alimentando el viejo recuerdo y el anhelo de hace años, pero debía regresar con sus hermanos, aún debía permanecer con ellos. Se despedía dejando un beso en el mármol y emprendía el vuelo de regreso a su barco.

 

Los años pasaron, las estaciones cambiaron y la muerte no perdonó a nadie.

Los años pasaron, el tiempo voló y pronto, sin que nadie lo notase todos comenzaron a envejecer, luego comenzaron a morir y con el tiempo Marco se quedó solo. Muchas personas desean la inmortalidad sin saber lo pesado que es. El ver morir a tus seres amados es lo peor que alguien puede sufrir. Lo peor que Marco pudo sufrir.

En su última visita a la tumba de su amado, Marco volvió a dejar un ramo de lilas en las tumbas, las limpió con sumo cuidado y arregló los desperfectos que el tiempo ejerció sobre la piedra. Una vez terminó, como era su costumbre, se sentó frente a la tumba de Ace y la contempló unos momentos. Se sumergió en un mar de recuerdos y comenzó a cantar. Le cantó tal y como lo hacía cuando su sol aún vivía, cuando lo arrullaba por las noches, cuando era feliz a su lado.

Se dice que el canto de un fénix es la melodía más hermosa que alguien puede escuchar; pero sólo Ace y Shirohige conocían ese sublime canto.

 

— A veces me pongo a pensar en cómo habrían sido las cosas si tú no hubieras muerto yoi. ¿Recuerdas todas esas promesas que hicimos hace años? Decíamos qué, cuando nos retiráramos de la piratería comenzaríamos nuestra propia aventura. Solos tú y yo. Haríamos nuestro propio hogar en alguna isla lejana, en donde nadie nos conociese, pasaríamos el tiempo juntos —la voz de Marco fue disminuyendo hasta quebrarse en leves sollozos. — A ti te gustaba que te llevara sobre mis alas y te decía que te llevaría a donde tú quisieses de esa forma. Me respondías que querías ir con la mujer que te cuidó, Dadan; que beberías el sake de tu pueblo natal y estar allí para cuando tú hermano cumpliera su sueño…  —

 

Pequeñas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos del fénix, cubrió su cara con su mano tratando inútilmente de detenerlo. Las lagrimas como sus recuerdos se mezclaban en un amargo llanto. — Pero te fuiste Ace. Realmente te fuiste de mi lado. Estabas frente a mí aquella vez y yo no hice nada para salvarte, si tan solo me hubiera esforzado un poco más tú… Perdóname, por favor perdóname Ace yoi —.

Repitió incansablemente esas palabras, humedeció la tierra con su llanto y añoró los años en que fue feliz con él, deseando poder cambiar las cosas, deseando haber sido él quien estuviera en la plataforma aquel fatídico día, pero eran solo deseos, ya no podía cambiar nada.

La tarde cayó sobre él y también la noche, y Marco siguió ahí. No fue hasta mañana del siguiente día que dejó de llorar, ya no podía llorar más. Arregló sus ropas y se levantó en silencio, acarició por última vez la fría lápida de sus seres amados y susurró: “Nos volveremos a encontrar Ace, porque tú eres mi sol. Te prometo que te encontraré no importa cuánto tarde.”

Sus brazos se convirtieron en un par de hermosas alas azules con dorado para emprender el vuelo. En su tiempo con vida había visto numerosas cosas, el mundo cambió y los valores también. Marco sabía que era casi imposible matarlo estando en su forma fénix. Incluso llegó a pensar que el antiguo usuario de aquella fruta no soportó la idea de la inmortalidad y se suicidó. Tal y como Marco lo hizo.

Ese día se arrojó al océano que tanto amaba para morir en las profundidades. Ya nadie lloraría por él pues todos estaban muertos, ya nadie lo recordaría porque no era importante para nadie. El único testigo de su acto fue el inmenso mar que durante tanto tiempo amó, respetó y temió. Marco “el Fénix” había muerto.

 

Los años pasaron, las estaciones cambiaron y el mundo olvidó las frutas del diablo y las aventuras en altamar. Los reyes marinos quedaron en el olvido de las profundidades y el mundo se modernizó.

 

TIEMPO ACTUAL.

El molesto pitido de la alarma terminó por despertar a Marco, avisándoles que debía prepararse para el trabajo. De manera perezosa apagó el dispositivo y se levantó a tomar una ducha con agua fría, le ayudaría a aclarar sus adormiladas ideas de ese nuevo día.

Un café cargado y las noticias recientes en su tableta eran su compañía en las largas mañanas desde hace unos años, la tranquilidad y el orden eran de lo más normal para él. Terminando su café limpió su departamento, arregló su ropa y salió en dirección a su negocio. Un cibercafé en la ciudad, le ayudaba a pagar sus deudas y le dejaba un buen dinero, además de que él era su propio jefe, le gustaba el trabajo sin duda. Pero la rutina era siempre la misma, los clientes llagaban, le pedían una máquina, le pagaban y se iban. Había excepciones como cuando algún señor no sabía cómo usar las máquinas o que alguien estuviera gritando por discutir con su pareja por el video chat, pero casi todos los días era lo mismo. La monotonía era asfixiante.

 

Para romper con eso algunas veces trató de tener pareja, pero las señoritas eran demasiado complicadas, le exigían más de lo que él les podía ofrecer, hacían escándalo por todo y normalmente terminaban de manera rápida; también lo había intentado con chicos pero las cosas no salían del todo bien, ya sea porque eran chicos “del closet” o por alguna razón terminaban dejando la ciudad, en fin, se podría decir que era “malo en el amor” aunque no fuese su culpa del todo, tal vez las personas no entendían su forma de amar.

Pero la vida suele dar muchas vueltas, para bien o para mal.

 

La tarde había pasado con normalidad, Marco limpiaba algunas de las máquinas cuando un chico entró a su local. Por costumbre le dio la bienvenida y le dijo que tomara alguna de las máquinas, no le prestó especial atención después de todo era un cliente cualquiera, o al menos eso pensó. No fue hasta que terminó de limpiar y alzar su vista que se quedó —literalmente— congelado.  Sintió como si de alguna forma conociese lugar a ese joven, pero eso era imposible, estaba seguro que era la primera vez que lo veía entrar a su local. Recobró la compostura pues más gente entró a su negocio y debía atenderlos de forma adecuada.

Pero no se podía quitar la idea de haberlo visto antes, era como un deja vu. No podía evitar —o no quería— mirarlo de reojo. Según él de forma discreta.

Notó que utilizó la webcam para hablar con otro chico de cabello rubio. “Su novio quizá” pensó un tanto decepcionado, se quitó esa idea de la cabeza, era absurdo decepcionarse de a quien a quién no conocía.

Pasaron un par de horas, estaba por cerrar y el muchacho seguía hablando felizmente. Un tanto apenado se acercó a él para avisarle de la hora.

 

— Disculpa yoi, pero estoy por cerrar, puedes volver mañana, suelo abrir temprano si deseas. — Cuando volteó notó con mayor claridad las numerosas pecas que adornaban su rostro “que lindo” pensó.

 

— ¿uhm? Lo siento, no noté la hora, en seguida termino. — Se colocó de nueva cuenta los auriculares para despedirse del rubio y Marco se alejó para darle su privacidad.

Marco nunca ha creído en el “amor a primera vista”, pero admitía que se había enamorado del semblante y voz del joven. Apagó las demás máquinas y regresó a su lugar detrás de un mostrador verificando el total a pagar de la computadora número dos.

Sin saber muy bien por qué le bajó un poco el precio, de todas formas era poco probable que regresara y de cualquier manera él era su jefe.

 

El chico dejó los auriculares en su lugar y apagó el computador. — Disculpa la tardanza, pero suelo emocionarme cuando hablo con mi hermano, ¿cuánto le debo? —

“¿Su hermano? Entonces aún tengo oportunidad”

 

— Son cuatro dólares yoi. — El chico pecoso le sonrió para después sacar unos billetes y entregárselos. — Ah disculpa, ¿nos hemos visto antes yoi? Es que tu cara se me hace familiar, perdona si te molesta.

 

— No me molesta en absoluto, de hecho pensé lo mismo en cuanto entré aquí. — Marco le entregó su cambio, sintiendo la suave piel del chico. — Pero estoy seguro que te recordaría, tienes un peinado inusual. Coincidencia quizá. — Varias veces le habían hecho comentarios sobre su pelo, no era su culpa tenerlo de esa manera, culpa de su padre o madre tal vez.

 

— Tienes razón yoi, me llamo Marco por cierto. ¿Vives por la zona? Es la primera vez que te veo entrar aquí. —Marco temía fastidiarlo con sus preguntas pero parecía que al chico le encantaba platicar.

 

— Yo soy Ace, un gusto. Y bueno, hace unos días que me mudé por aquí, ya sabes, el internet suele tardar y quería hablar con mi hermano un rato.

 

— Te entiendo, es realmente desesperante que tarden tanto yoi. Bueno aquí eres bienvenido todos los días de 8 a 7. Vuelve cuando desees yoi. —

 

— Eso haré gracias, Marco. — Se despidieron con un simple apretón de manos, pero esa fue la primera vez en mucho tiempo que Marco se sintió completo.

 

Para su grata sorpresa, Ace regresó al día siguiente, y al siguiente, por las tardes regularmente. Hablaba unas horas ya sea con el chico rubio que terminó conociendo como “Sabo” o con un niño llamado Luffy, ambos hermanos suyos. Luego de su larga plática Ace se tomaba un tiempo para hablar con Marco y él no podía estar más agradecido por ello.

Así siguió la rutina por una semana más, entre charlas triviales se enteró que estaba soltero y que por motivos de su trabajo en la empresa de su padre se había mudado a esa ciudad. — Vaya, quién diría que eres hijo de Roger yoi. Sus productos compiten con el de Newgate ¿no es así? ¿No deberías estar en su empresa como segundo al mando o algo así yoi?

 

— No, le dije que no me interesaba ser el heredero que estaba bien con algún puesto pequeño en su empresa. Al principio quería correrme de la casa pero mi madre lo hizo entrar en razón. Ahora su heredero será un tal Akagami Shanks.

 

— Increíble Ace, si es lo que tú quieres supongo que está perfecto yoi. —

 

— Uhm, creí que me ibas a juzgar por dejar una fortuna de lado. Cuéntame qué hay de ti, ¿sólo eres el dueño de un cibercafé llamado “el Fénix” o hay más?

 

— No tengo razones ni el derecho para juzgar a alguien yoi. No es mi vida, de todas formas. Ah, bueno no hay mucho que contar sobre mí yoi, soy un hombre normal con un empleo normal. Mi familia no es rica pero tampoco pobre, nos llevamos bien a pesar de las dificultades. En la escuela solían hacerme burla por mi inusual cabello y por eso comencé a practicar distintas artes de defensa yoi. Hijo único, creo que no hay más que contar sobre mí.

 

— Debió haber sido un tanto duro. A mí me hacían burla por las pecas en mi cara, tenían cientos de apodos por ello. Les rompía la nariz a quien se burlaba pero parecía nunca acabar. Fue allí donde conocí a Sabo y Luffy.

 

— No entiendo porqué se burlaban de tus pecas yoi, a mi me parecen de lo más lindas.

 

Se dio cuenta demasiado tarde de lo que había dicho. — Me refiero que son lindas pero no por ello tú eres lindo. ¡No digo que no eres lindo, de hecho eres bastante atractivo!

Pero atractivo de forma heterosexual, no estoy insinuando que yo sea gay pero…! —

 

Ace sólo se echó a reír por la manera en que Marco trataba de excusarse y se terminaba enredando más. La risa del pecoso hizo que se callara por un momento, era una risa tan limpia que lo contagió en cuestión de segundos. Pronto ambos estaban riéndose como un par de locos.

Cuando se calmaron Ace miró a Marco decidido por lo que diría.

 

— ¿Así qué te parezco atractivo eh? Dime, ¿le gustaría salir conmigo señor Marco?

 

— Yo debería ser el que pregunte eso yoi. Y claro que me encantaría salir con usted joven Ace yoi.

 

Le respondió de la misma manera. Aunque su teatro de seriedad no duró mucho ya que ambos estallaron en risas nuevamente.

 

El tiempo pasó, las estaciones cambiaron y las almas que en el pasado estuvieron destinadas nuevamente se encuentran. Pero ésta vez ya no se separarían.

A pesar de no recordar sus vidas en el mar, sabían que no debían separarse nunca más.

Pues la vida da muchas vueltas y es mejor afrontar los problemas juntos.

Notas finales:

Díganme qué tal les pareció


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