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Black Dragon por Tenshi Lain

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Black dragon.

By Tenshi Lain

Notas en amarillo:

Esta historia es un crossover de los mangas Yu-gi-oh y Yellow (peligro) que pertenecen respectivamente a Kazuki Takashi y Makoto Tateno.

Contendrá Shonen Ai, palabrotas y algo de violencia (pero tampoco nada del otro jueves).

La historia se desarrollará en el mundo del manga Yellow, pero si no lo conoces no pasa nada; de todas formas esta historia iría ubicada a la mitad del tomo 2, cuando todavía no se revela nada importante de la trama.

También habrán personajes de mi propia invención (para variar XD).

Cap. 1

/23:57 Barrios bajos del Oeste, Tokyo./

Llovía con intensidad y los oscuros y mugrientos callejones, apenas estaban iluminados con las tres únicas farolas que aun se conservaban intactas. Las entradas y escaparates de los antiguos comercios permanecían ocultos tras persianas y carteles de 'Se vende' o 'Desahuciado'. Otros simplemente estaban cerrados desde hacía tanto que nadie recordaba que había habido allí antes. Apenas había alguna ventana iluminada con las cortinas medio echadas y de vez en cuando se escuchaba alguna discusión amortiguada por el sonido de la lluvia.

La basura se amontonaba en las esquinas, pudriéndose con el paso del tiempo sin que nadie se molestara en retirarlas. Pero en aquellos lugares ni la policía quería entrar y los basureros eran de la misma opinión.

Entre tanto escombro y abandono, una figura avanzaba en la oscuridad. A primera vista cualquiera pensaría que no era más que un vagabundo o un yonqui en busca de una dosis. Sus ropas deportivas eran viejas y desgastadas, bastantes tallas más grande de las necesarias, sus zapatillas en otro tiempo blancas ahora eran grises y la suela izquierda amenazaba con desgajarse en cualquier momento. Lo único que llamaba la atención por no verse viejo y gastado, era la mochila de su espalda: negra con las cremalleras azules, de marca y al parecer recién salida de la tienda. Cualquier policía de patrulla lo hubiera hecho parar pensando que la mochila era robada. Pero en aquel barrio la policía nunca entraba.

Caminaba con las manos en los bolsillos y su paso cauteloso pero firme, como una fiera salvaje en territorio ajeno, atento ante el peligro. Sus pies no hacían ruido contra el frío y resbaladizo asfalto. Su cabeza levemente inclinada de manera que su rostro permanecía oculto tras la capucha de la sudadera.

Cruzó la acera y se acercó a uno de los callejones oscuros que ramificaban aquel siniestro lugar. Pasó por delante de un contenedor y de un indigente escondido bajo unos cartones. Al llegar al fondo de aquel callejón sin salida se paró en frente de una puerta de metal oxidada y con varios grafitis en su superficie. Cualquier otra persona pensaría que detrás de aquella puerta no había nada, pero él sabía que no era así.

Golpeó la puerta con su puño de una forma en particular: dos golpes secos seguidos y tras un segundo otro.

Aguardó bajo el intenso aguacero hasta obtener una respuesta, maldiciendo en su interior la lluvia, los truenos, a su padre y el momento en el que lo había metido en todo aquello.

Una pequeña ranura se abrió y por ella se asomaron un par de ojos negros y duros que lo escrutaron por unos segundos.

- Hoy hace calor ¿qué me traes para comer?

- Helado de pistacho y nuez - contestó el chico de la mochila con voz un tanto irónica, mientras pensaba que aquella contraseña no era muy apropiada para días como ese.

La ranura se cerró de un golpe seco y tras un par de segundos la puerta se abrió. El chico se apresuró a entrar más por resguardarse de la lluvia que por ganas. En realidad hubiera preferido seguir bajo ella hasta el amanecer si con eso le aseguraban que nunca más tendría que volver a aquel maldito lugar.

La puerta se cerró tras él y al mirar por encima del hombro vio a un tipo grande como un monte echando la llave a varios cerrojos y corriendo pestillos. Una vez tuvo la puerta asegurada fue hacia un lado del recibidor y se sentó tras una escuálida mesa en la que descansaba un periódico. Lo cogió y continuó tratando de resolver el crucigrama ignorando olímpicamente al recién llegado.

Este no se molestó en absoluto. Ya le era rutina aquel comportamiento. Lo único que pensó mientras enfilaba el oscuro corredor que salía del recibidor, era si siempre estaría haciendo el mismo crucigrama.

El edificio se componía de una planta baja y dos pisos, aunque él solo había subido una vez al segundo y esperaba no tener que volver a hacerlo nunca más. Mientras atravesaba el corredor rumbo a las escaleras del fondo pasó por varias puertas, algunas abiertas, otras cerradas. En la primera de la derecha, pudo ver lo que parecía una partida de póquer muy reñida. En el centro de la mesa habían muchos billetes, un par de relojes de oro, las llaves de una casa y algunos papeles más que no supo identificar.

La siguiente estaba cerrada, pero por los gritos y gemidos del interior estaba claro lo que ocurría dentro. En la tercera habitación vio al menos a diez tipos sentados ante un televisor, todos tenían la mirada fija en el combate de boxeo que se estaba emitiendo, algunos hablaban por móvil diciendo cosas como "Dobla la apuesta" o "Si no gana ya sabes lo que tienes que hacer... ". La cuarta puerta se abrió justo cuando pasaba por delante. Tuvo que apartarse para dejar pasar a un hombre de unos cuarenta años y con pinta de empresario que se arreglaba la corbata mientras sorbía ruidosamente por la enrojecida nariz ¿Resfriado? Lo dudaba mucho...

De la quinta y última puerta antes de llegar a las escaleras, escuchó escapar las cantarinas risas de varias mujeres y la de algún hombre pasado de copas.

Subió la destartalada escalera mientras las gotas que empapaban su ropa dejaban rastro en los cochambrosos escalones. Al llegar al primer rellano fue directamente hacia la puerta de enfrente, sin mirar en ningún momento el tramo de escaleras que seguía subiendo.

Tomó aire profundamente y llamó.

- Adelante.

Al abrir la puerta se encontró en un despacho bastante amplio. Un par de pequeñas ventanas daban a la calle por la que había venido y se escuchaba como la lluvia golpeaba el cristal, aunque las persianas de varillas de plástico no dejaba ver el exterior. Un gran escritorio a la derecha rodeado de estanterías y archivadores. Sobre él solo había un portátil que en aquellos momentos estaba siendo usado por un hombre alto de unos 28 años, muy atractivo, cabello tan negro que daba reflejos azules según la luz que recibían, un poco largo pero peinados de forma que resaltaban sus bellas facciones, ojos gatunos verdosos. Vestía finas ropas que le hacían parecer un gentelmen de película americana.

A la izquierda del despacho había un sofá y dos sillones rodeando una mesa baja, como los que habían en las consultas de los dentistas. Allí sentados habían dos tipos contando una considerable suma de dinero con una máquina. Mientras uno apuntando los resultados en una libreta, el otro los envolvía en tiras de papel y los guardaba en un maletín. Ninguno de los dos levantó la cabeza para mirarlo.

- Llegas justo a tiempo - dijo el atractivo sujeto que seguía sentado tras el escritorio. Lo observó de arriba abajo con sus felinos ojos y después sonrió de lado -. Venga no seas tímido, acércate Dragón Negro.

Cerró la puerta antes de obedecer y fue directamente al escritorio una vez ante él miró a los ojos al gentelmen, el cual devolvió una mirada entre predadora y divertida. Se quitó la mochila y se la tendió con desgano. El otro sonrió con aprobación y de improvisto sacó una navaja de su bolsillo y la abrió con envidiable maestría.

Los otros dos dejaron su trabajo por un momento y miraron a su jefe, pero al ver como este clavaba la afilada cuchilla en las costuras de la mochila, volvieron a lo suyo.

De un tirón rasgó toda la costura y al retirar la lona, reveló el doble fondo de la mochila. Con cuidado sacó un paquete perfectamente bien envuelto y lo sostuvo en una mano como para verificar a ojo su peso.

- Ken, Toaki - llamó y los dos hombres del sofá le prestaron atención - ¿habéis terminado con eso?

- Si, jefe - aseguró uno poniendo el último fajo de billetes en el maletín y cerrándolo, mientras el otro recogía la maquina de contra billetes.

- Pues llevadle esto al Doctor - dijo tendiéndoles el paquete que acababa de sacar de la mochila.

- Enseguida señor Kato - y los dos dejaron el despacho.

El silencio se instaló como un pesado manto entre el chico y el mafioso, que acababa de tirar la mochila a la papelera como quien tira el envoltorio de un chicle.

- Ahora tú y yo vamos a hacer cuentas - dijo con su sensual voz mientras tecleaba rápidamente en el portátil. Varias cifras aparecieron ante él -. Veamos... por este trabajo de reparto te tocan 20.000 yenes, según lo acordado ¿cierto? - preguntó mirando al chico, este se limitó a asentir con la cabeza - Así que los descontamos de la deuda de tu padre y nos queda un total de... 750.000 yenes por pagar.

- También he traído lo de esta quincena - dijo el jovencito

Sacó de debajo de su empapada sudadera una bolsita de plástico de las que se suele usar para guardar los bocadillos, pero dentro de esta había un sobre marrón. El Señor Kato lo cogió acariciando con toda la intención sus dedos y sonriendo al ver como el chico retiraba la mano como si acabara de quemarse.

- Hay 15.000 yenes en total - informó el chico un poco más nervioso por el repentino contacto.

- Entonces te quedan por pagar 735.000 - dijo con simpleza mientras contaba los billetes innecesariamente. El chico no iba a mentirle -. Has incluido la mitad de tu paga extra ¿verdad?

- Sí...

- Sé que tienes muchas ganas de finiquitar la deuda - dijo guardando el dinero en un cajón - pero si me das las tres cuartas partes de tu sueldo, no podrás llegar a fin de mes. Me conformo con que me des solo la mitad.

- Lo sé... - murmuró con cansancio - pero así tardaría el doble en acabar de pagarle. Con permiso.

El joven se dirigió hacia la puerta. Allí ya no tenía más que hacer, pero antes de llegar a la salida sintió como alguien le quitaba la capucha dejando al descubierto los más hermoso cabellos dorados que podían existir. El chico se volvió con el ceño fruncido y los ojos entornados, pero solo encontró una mirada de deleite en el rostro del otro.

- Aún llueve mucho - le dijo el mafioso cepillando con sus dedos de perfecta manicura aquellos suaves cabellos que lo habían hechizado desde el primer día -, quédate un poco.

- No puedo. Entro a trabajar en tres horas y aún tengo que pasar por casa - dijo con terquedad el joven intentando alejarse, pero el otro no lo dejó.

Con precisos movimientos lo acorraló contra la pared pegando su cuerpo y sonrió complacido ante el nerviosismo del más joven.

Observó con deleite sus finas facciones aun con un deje aniñado que el tiempo se encargaría de borrar, ojos de color canela que solían mirar con seguridad y confianza, pero que no dudaban en endurecerse ante los ataques. Acarició su mejilla con los nudillos lentamente. Piel suave libre de pecas o espinillas. Pese a la gruesa sudadera empapada que caía sobre su cuerpo sin ninguna gracia, Kato sabía que tenía un exquisito cuerpo delgado, firme por el continuo trabajo físico, casi atlético.

- Suélteme... - pidió el chico intentando sonar calmado.

Pero el mafioso lo ignoró y continuó con su examen. Acarició sus brazos bajando por las mojadas mangas hasta llegar a sus manos y las cogió con delicadeza. Frunció el ceño al acariciarlas, las notaba ásperas y secas. Era un desperdicio que unas manos tan bonitas estuvieran tan descuidadas. Desentonaban con la belleza del rubio. Las alzó hasta que pudo depositar un beso en cada una.

- Ya te has divertido bastante - dijo el chico retirando las manos y olvidando el tratamiento de usted -, ahora me voy.

Pero Kato puso una mano en la pared cortándole el paso.

- ¿Y si no te dejo? - preguntó seductoramente mirándolo con intensidad.

- Si no me voy, no llegaré a tiempo a mi trabajo - dijo el rubio cortante -, me despedirán y no podré pagarte esa maldita deuda.

- Ya te dije que había otras... formas de que me pagaras Dragón Negro - ronroneó muy cerca de su cara.

- Y yo te dije NO - aseguró con rotundidad apartando el rostro de su alcance -. Ya es suficiente con que te haga de mula, no voy a ser también tu puta.

- Dicho así suena muy feo, Joey - dijo el señor Kato arrugando la nariz graciosamente -. Además no serías eso - insistió acariciando con fascinación su cabello -, solo estarías conmigo.

- Hasta que te cansaras y me pasaras a otro - masculló sin mirarlo a la cara -. Se como funciona. Es un círculo vicioso, solo se puede caer... Y aun no estoy lo bastante desesperado para llegar a esos extremos.

Se mantuvieron la mirada largo rato, hasta que finalmente Kato se alejó y regresó a su escritorio.

- Te avisaré de la forma convenida para la próxima entrega - dijo sin mirarlo.

Joey no se despidió al salir. Simplemente volvió a cubrirse la cabeza con la capucha mientras bajaba las escaleras y cruzó en dos zancadas el corredor. A penas le dio tiempo al portero de que retirara los pestillos y cerraduras. Una vez tuvo la puerta abierta se apresuró en salir a la tormentosa noche.

Las gotas de fría lluvia no tardaron en empaparle de nuevo la ropa, pero poco le importó. Imaginaba que con cada gota su cuerpo se purificaba, que la lluvia arrastraba la suciedad que manchaba su alma y que cuando esta cesara, de él no quedaría nada.

Pero sabía que eso no podía ser verdad.

No tendría paz hasta que consiguiera liquidar aquella deuda. Lo único que su padre le había dejado antes de desaparecer del mapa y dejarlo abandonado en aquella ciudad extraña.

- Maldito viejo egoísta - masculló entre dientes mientras la lluvia resbalaba por su rostro - ¿hasta cuando voy a tener que estar pagando tus errores?

Hundió las manos en sus bolsillos y se perdió callé arriba, sin percatarse de aquel par de ojos verdes que lo seguían desde una ventana con el anhelo reflejados en ellos.

CONTINUARÁ...

¡Ey! ¿como va la cosa? n.n

Bueno ¿que puedo decir de esta historia? Todo el mundo conoce Yu-gi-oh!... aunque no sé si se puede decir lo mismo de Yellow... así que voy a hacer una mini introducción:

Yellow es un manga Yaoi de la autora Makoto Tateno. Consta de cuatro tomos (está terminada) y aquí en España lo ha publicado la editorial 'La Cúpula'. La historia va sobre un par de ladrones especializados en robar droga a los mafiosos por encargo antes de que intervenga la policía. Los ladrones en cuestión se llaman Gô y Taki, el primero es un gay convencido que se enamora de su compañero de trabajo ¿donde está el problema? Pues en que a Taki solo le gustan las tías... XD Aunque esto no le impide a Gô meterle mano de vez en cuando sin importarle las consecuencias... u.u

A grandes rasgos la historia es esta, después ya se va centrando la historia en el pasado de los personajes. Como ya he dicho en las 'Notas amarillas', el fic iría situado en el tomo 2, más o menos antes del 'act. 6'. Fue en ese momento cuando se me ocurrió este fic, por eso especifico el momento dentro del manga.

¡Ah! ¡Un anuncio importante! Mi hermana y unas amigas se han abierto una cuenta en fanfiction. Su nick es 'Neko in the moon' (hasta que decidan cambiarlo, que me las conozco). De momento creo que solo tienen una o dos historias, pero ya irán subiendo más... Las tengo agregadas en 'mis autores favoritos', podéis visitarlas desde ahí. Son novatillas en esto de los fics así que tratádmelas con cariño ¿si? n.n

En fin, ya me he enrollado bastante...

Ja ne!


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