En algún punto de mente él había perdido el número de las veces, de las ocasiones, de las peleas y de los engaños que al pasar de los años habían estado destruyendo su cuerpo, su alma y el latir de su lastimado corazón.
Era una depresión plena que le acompañaba todos los días al despertar, al salir a caminar por el río, al visitar a sus amigos y al dormir y pasar las noches solo. Sin él, sin su Minho.
Dolía, dolía su trato y su carente presencia.
Sentado en el filo de la ventana de su balcón, se preguntó si al nacer se había equivocado de vida o de si hubo hecho algo en su vida pasada que le condenara a vivir esa tortura que le carcomía por dentro.
El cielo esa noche no era estrellado, era frío y oscuro. Los pocos luceros que aguardaban para irse tras las nubes le habían robado un poquito de su corazón y por eso ya podía decir que los sollozos y las lágrimas el viento se las estaba llevando.
Su único pensamiento era morir ése día, por primera agradecía que Minho hubiera salido hasta mañana y no habría nadie para impedirlo.
Se dijo que antes de morir quería recordar los matices del día y de la noche. Por eso, con excesiva calma, justamente esa mañana cuando se halló solo en su casa, acomodó su cama, se comió todo lo que le apetecía de la cocina, vio sus películas favoritas, le dejó un mensaje a cada uno de sus amigos para hacerles saber que los quería, llamó a sus padres y les dijo que pasaran bien la navidad, leyó el último tramo que le quedaba de su libro preferido y sintió las emociones de lo que era un buen final; limpió la casa por completo, llenó las jarras de agua, dejó una manzana a medio morder y toda la tarde se quedó ahí, en su balcón.
Quería recordar por última vez el respirar, el oír cantar a los pajaritos que le despertaban en su mañana, los rayos del sol que eran leves, las diminutas gotas de la llovizna pasajera que caía en si techo y la sensación de que por última vez se sentiría pleno en vida. Porque él había marcado su fin y estaba contento con ello.
Como un último acto del día, le envió un mensaje a Minho y le profesó en él cuánto lo había amado y le daba las gracias por hacerle abrir los ojos a un mundo nuevo donde por fin él sería feliz.
Cerró sus ojos, esperando que sean las doce de la noche para dar fin a su existencia.
[FRAGMENTO 02]
Estaba en la cumbre de mis límites, con el alcohol invadiendo mi organismo y las manos ajenas que recorrían mi cuerpo a su antojo. No pensaba como un ebrio porque estaba lo bastante lúcido, mi mente estaba en orden y el quiebre en mi corazón me hacía querer llorar.
Sentía a la chica de éste día manejarme a su gana, dándome besos, restregándose contra mí y me gustaba, me sentía cómodo con eso.
Pero...
«Te amo, Minho, no vayas a olvidarme, adiós y gracias»
... el dolor de engañarle seguía ahí, martirizándome cada día y cada hora, cada vez que hacía mía a otra persona que no fuera él, cada vez que llegaba a la cima con alguien que no era él.
Pero no me detenía, estaba adicto a la libertad.
El mensaje que me llegó esa noche, me dejó descolocado y sin embargo lo ignoré; ignoré aquel presentimiento que se sentía pesado en mi pecho y enterré mis uñas en la espalda baja de la chica que ahora me cabalgaba.
—D-dios, sí —eché mis cabeza hacia atrás mientras mi cuerpo se sacudía, rebotando en el sillón de terciopelo.
Me fui por un instante en el que mi corazón sufrió en un punto crítico un shock.
De repente la imagen de Taemin sonriéndome llegó a mi mente, atormentándome y haciéndome desear en éste mismo momento estar con él y apretarlo entre mis brazos.
"—¡Minho, así no se hace una pasta!"
"—Minho, no quiero ir a trabajar, me duele el estómago"
"—Minho, ¿me quieres?"
"—Minho, ¡te amo!"
"—Minho, sonríe sólo para mí"
"Minho...
Minho...
Minho..."
—¡Taemin! —y me vine, tensando mi cuerpo hasta sentir nada.
La chica sobre mí abrió sus ojos sorprendida pero no me importó, le hice saber con una mirada que ya no la quería y que podía irse.
Toda adrenalina se había ido y el presentimiento en mi pecho...
Taemin, yo también te amo.
... se hizo más fuerte.
—Vete —salí de ella y la ignoré posando mi vista en el techo con un suspiro que se tornó desgarrador a medida que dejaba salir mis lágrimas.
Fue ahí, cuando escuché la puerta ser cerrada que me desgarré el alma en un llanto descontrolado. El dolor se hacía extenso en mi pecho y las ganas de vomitar se hacían presentes.
Una arcada vino y me incliné sobre mis rodillas para dejar salir todo, manchando la alfombra de aquella habitación que había sido testigo de mis aventuras, de mis estupideces, de mi actuar sin escrúpulos.
Y la culpa y la tristeza también llegaban, escapándose de mi boca con un color sangre.
Taemin.
Lloré y lloré todo lo que pude hasta que no pude más y mi cuerpo cayó rendido en la espesa bruma del sueño.
[FRAGMENTO 03]
Estoy destruido y en mi garganta se atoran muchos sollozos. Pero es que no puedo aguantarlo, estoy sintiendo tanto dolor que mi cuerpo no puede parar de sacudirse. Los brazos de Jonghyun me reconfortan aunque él también esté llorando.
—E-ellos no tenía que... p-por qué, p-por qué t-te-tenían que hacerlo... —hablé entre medio de mi llanto.
—Tranquilo, K-key —acarició mi espalda—. No llores, s-sabes que no me gusta... v-verte —y él también explotó, deshaciéndose junto a mí.
—Chicos —Jinki se acercó a nosotros, sus ojos estaban hinchados e irritados, su voz se oía nasal, tal como la nuestra—, vamos, ya los van a enterrar.
Y no podía soportarlo, era mucho y se sentiría bastante sus ausencias.
A diez metros de nosotros estaban sus tumbas, uno al lado de otro. Era como si después de la muerte ambos quisieran estar juntos, a pesar del desastre de relación que tenían.
Porque se amaban y eso nadie, ni siquiera las zorras de Minho, podrían retractarlo.
Caminamos juntos hacia una distancia prudente de los huecos donde los cuerpos de nuestros amigos iban a estar por el resto de sus vidas.
De sus vidas...
La que ambos perdieron.
—En memoria de Lee Taemin y Choi Minho, rezaremos con el coro de los ángeles y encenderemos una vela para darles la luz que ellos necesitan para llegar al camino hasta el Reino Celestial. Un nuevo cielo se abre para ellos y nuestro Señor los tendrá bajo ala de su manto, arrullando sus sueño por la eternidad...
Las palabras del padre hicieron que mis ojos se humedecieran y algo se apretó en mi pecho.
"A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd"
—Minho, ¿por qué me seguiste?
—Porque no podría vivir una vida sin ti.
—Minho, ¿me quieres?
—Te amo.
FIN
Explicación sobre la muerte de Minho:
Él decía que estaba cuerdo, pero la verdad era que tanto su hígado y su cerebro estaban colapsando. Tenía mucho alcohol en su sistema y eso causó que su corazón se hiciera débil cuando llegó al orgasmo, iba a morir de dos formas: de un paro cardiaco o de intoxicación.
Cabe destacar que en el principio de la narración dice que Taemin lleva muchos años anguantando todo lo que Minho hacía cada día, cada hora. Imagínece todo lo que ingería Minho en doce meses completos cuando salía de fiesta.