Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hatefuck | kookmin por mrsswag9394

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

 

Debí dejarte desde el momento en que vi esa estúpida sonrisa...











 

Cielos, debí haberlo hecho, Jeongguk. Debí haber evitado a toda costa sentirme dichoso al tenerte... pero es que se sentía correcto, ¿sabes? Se sentía malditamente correcto.

 

Las pastillas convertían el basurero en el que vivías en un paraíso para mí, hacían que la mierda de vida que teníamos cobrase un poco de sentido y que nos olvidáramos del mundo para solo existir los dos. Provocaban mejores sensaciones que las vividas con sobriedad y nos llenaban de esa falsa felicidad viciosa que nos encantaba... porque preferíamos inducirnos a estados de psicosis altos y peligrosos que pisar tierra firme, donde la asquerosa realidad nos esperaba para darnos una buena golpiza cada que le salía del coño. El corazón latiendo a mil debido a alguna sustancia en nuestros cuerpos, los ojos con venas rojizas por los alucinógenos, las pupilas dilatadas por la euforia, el mareo por el alcohol; todo esto provocado porque los sentimientos reales eran como The Beach Boys al lado de The Beatles, es decir, ni punto de comparación. Me enseñaste cosas nuevas que entraban en la lista de los niños malos de Santa, me condujiste a tu mierda y me metiste en tu círculo vicioso del que, me advertiste, sería muy difícil salir. Y no reproché nada... no por miedo a que me dejases o te aburrieses —que también—, sino porque era la única forma en la que me aceptabas y no notabas mi desesperación por un poco de atención, porque cuando fingía ser un mal chico tenía esa mirada de admiración de tus ojos negros y brillantes, me decías las palabras que necesitaba escuchar... nunca supe si lo hacías adrede o porque de verdad te nacían, ya no importa demasiado de todos modos.









 

Pero... ¿sabes realmente por qué me quedé? No debería explicar eso, pues creo que te lo dejé más que claro.







 

¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? Es probable que no... yo la llevo grabada a fuego en mi mente. No olvidaré el estado tan deplorable en el que te encontré.



 

Yo iba esa noche camino a casa de la universidad y te vi... llevabas tu chamarra favorita puesta y tenías tus manos en tus bolsillos, encogido en ti mismo; y es mentir si dijera que no me diste miedo esa vez, es por eso que traté de caminar lo más lejos de ti y fue cuando vi tu bronca con los dealers. Me sentí impotente al no haber sido capaz de meterme y defenderte, porque parecía que querían matarte realmente; magrearon tu rostro hasta dejarlo hinchado y lleno de moretones, tus finos labios partidos, brotando de esas heridas hilos de sangre, un rodillazo en tu nariz, golpes certeros en tu estómago y patadas que parecían querer romperte las costillas... finalmente te dejaron pidiendo la paga de una deuda que hasta el día de hoy desconozco y se marcharon. Caíste al suelo casi como peso muerto, podía escuchar tu respiración irregular y gimoteos de dolor, mas no vi lágrimas... fuiste muy valiente. Entonces nuestras miradas se cruzaron y el vacío de la tuya caló en lo más profundo de mí, provocándome escalofríos; era obvio que yo era mayor que tú y pese a eso tus orbes denotaban tristeza, indiferencia y odio en su máxima expresión, cosa que a tu joven edad daba mucho qué desear y te hacía pensar.

 

Bufaste, pensando que iba a burlarme de ti o algo por el estilo.

 

Cuando quise ayudarte a que te levantaras me apartaste bruscamente murmurando maldiciones, colocaste tu capucha y caminaste cojeando en línea recta.



 

"—Largo, enano —" debí haberte dejado como me lo exigiste...







 

Esa noche te salvé la vida.







 

Y condené la mía.









 

A partir de ese momento te convertiste en el motor que necesitaba para seguir existiendo. Y odio que haya sido de esa manera porque me volviste dependiente a ti.

 

Porque sí, mi querido Jeongguk, no eran solo las innumerables drogas las que me habían hecho adicto, sino que era tu compañía deprimente, la muerte en esos ojos que alguna vez estuvieron llenos de vida. Yo moría por sacar expresiones nuevas a tu imperturbable rostro, y créeme cuando te digo que esas veces eran dignas de guardar en una cajita que ponía recuerdos.

 

Dormías y yo me quedaba contemplando la mueca de paz que ponías, miraba tu perfil extraño, tu mentón perfilado, esos labios finos y resecos casi siempre, tus casi inexistentes pestañas. Miraba tu cuello con lunares, tus hombros amplios, tus brazos fuertes y las venas marcadas en estos, tus manos largas y dedos delgados. Me gustaba cómo olía tu cabello y la colonia que te echabas, me gustaba cuando cantabas en la ducha y mientras cocinabas. Y sobre todo me gustaba hacer el idiota solamente para escuchar tu desafinaba e irregular risa de foca asmática, y cuando lo lograba, miraba tus blancos dientes de conejito hacer acto de presencia y cómo tus ojos se curvaban hacia arriba, brillantes y pícaros. Luego te dabas cuenta de lo que hacías y te sonrojabas y tratabas de ponerte serio de nuevo sin éxito, cabe recalcar, porque seguías soltando risas flojas y el destello de tus orbes no se iba.



 

Parecen cosas vanas, sin importancia, y me siento ridículo y cursi al explicarlo de esa manera. Pero es que simplemente el no mencionar esos pequeños momentos donde me hacías sentir dolor de estómago es tener incompleto este relato.





















 

Luego las cosas cambiaron.





 

La amistad se convirtió en algo más un 13 de Junio. Y no lo olvido porque esa noche sentí el dolor, el placer y la alegría más grande de mi toda vida.



 

Nunca voy a olvidar tus expresiones de orgasmo mientras que sin cuidado te abrías paso entre mis piernas.



 

No fuiste brusco... al principio.





 

No me puedo quejar, sin embargo. Aún me estremezco recordando tus dedos tibios caminando sobre mi cuerpo, trazando caminos que conducían al infierno disfrazado de cielo; tus labios húmedos sobre los míos, besando, mordiendo, lamiendo y succionando cada parte que se le ponía enfrente, soltando suspiros, jadeos y gruñidos provocados por mí; tu sexo invadiendo tortuosamente un lugar del que jamás imaginé podría sentir placer, golpeando una y otra vez ese punto que amenazaba con hacerme desfallecer y llevarme a la locura. Pero pasando por encima lo físico, también recuerdo a la perfección el latido agitado dentro de tu pecho, mi nombre saliendo de esa forma de tu boca, esas palabras obscenas, las miradas profundas, vivas de nuevo, los gestos de tu rostro, el rosa brillante de tus mejillas pálidas, el sudor que perlaba tu muy bien dotado cuerpo y que pegaba mechones de cabello a tu frente, y el temblor de nuestros cuerpos al anunciar la llegada de ese clímax. No es necesario aclarar que fuiste mi primera vez.





 

Duele saber que yo no fui la tuya.





 

Pero lo reconfortante fue que, luego de horas y horas de sexo —porque sí, éramos insaciables, qué decirles—, me pediste que durmamos juntos, así, completamente desnudos... y no me refiero solamente a nuestras ropas, sino también a nuestras almas.



 

Cuando despertaste te aferraste a mi cuerpo, levantándome también; y me sorprendí realmente al escucharte sollozar en mi cuello, arañando mi espalda mientras dejabas tiernos besitos por todo mi rostro, susurrando palabras inentendibles, acariciándome y volviendo a sollozar. Nunca te vi tan vulnerable antes... y entendí luego el por qué. Fue dolorosamente hermoso, joder.

 

Me regalaste la sonrisa más sincera a través de esas lágrimas y me creí perdido. Ya me tenías, ya era tuyo.







 

—Te quedaste conmigo —tus dedos acariciaron mi mejilla.

 

—Claro, te lo prometí, quería hacerlo.

 

—No me dejes nunca, por favor, Jimin hyung. No me abandones —y me volviste a abrazar.

 

Te envolví en mis brazos con posesividad, sintiéndome ridículamente importante por el hecho de convertirme en tu pilar cuando ni mi vida misma podía sostener, por hacerme el motivo de tu felicidad puramente verdadera esta vez. Porque te diste cuenta que yo no era igual a quienes alguna vez te dañaron, que yo sí que podía ponerte en tierra sin que te quemases los pies.

 

—No, claro que no, Kookie.









 

Yo no lo hice.









 

Yo cumplí la promesa... y sigue en pie a día de hoy. No te das cuenta porque tú sí la olvidaste.

















 

Soy un iluso por querer quedarme.



 

Porque todo iba de rosas hasta que caíste en cuenta de lo que yo significaba. Y créeme cuando te digo que jode la manera en la que me derrochaste al notar que sí que me necesitabas.

 

No era solo tener los pantalones hasta los tobillos y hacerlo en algún baño de alguna fiesta. Para mí no era solo sexo, Jeongguk, y sé que para ti tampoco. Pero eras cobarde, y tenías miedo porque por primera vez alguien movía el piso por el que caminabas.





 

Lo disimulamos con más sustancias, tú tapaste con eso el amor que comenzaste a sentir y yo la decepción de no ser eterno e indispensable para ti como creía que era. Nos aburrimos del romanticismo, de las sonrisas reales y palabras profundas, de la monotonía que suponía una relación común y corriente, sana, y la pudrimos con la mierda del mundo en el que nos sumergíamos cuando queríamos salir de la hostigante realidad.



 

Muchas más drogas y menos momentos de lucidez y sinceridad.



 

 

 

 

 

Llegaron nuevos amantes, nunca igualables, pero sí meramente buenos; lo sabía, Jeon, me di cuenta. Comenzaste a olvidarme, comencé a ser una carga, un peso; ya de nuevo tus ojos no brillaban y permanecías serio conmigo. Me tenías en el olvido, abandonado en el lúgubre departamento apestoso mientras la pasabas bien con alguien más. Por lo menos me aliviaba el hecho que nunca te acostabas con la misma persona más de un par de veces... eso significaba que ninguna te interesaba y me mantenía tranquilo porque entonces seguía ocupando un mínimo lugar en tu vida. O puede que no lo hacías porque no encontrabas mi reemplazo, quién sabe, tampoco me atreví a preguntar. Yo me había convertido en el juguete para desahogar tus demonios, conmigo siempre te desquitabas cuando no soportabas la basura que vivías día a día. Rogabas por un polvo, o como tú le llamabas, hacer el amor, qué falso, pero sin embargo aceptaba. Después de todo solo nos teníamos al otro. No podía abandonarte, lo había prometido... pero yo ya no sentía lo mismo, no era lo mismo.







 

Ahora lo único que nos unía eran todos los problemas que no nos contamos y el dolor que no compartimos.



 

¿La comunicación entre las parejas es importante? Al parecer sí. Tal vez si hubiésemos hablado con sinceridad y no con líneas de más esto podría haberse salvado. Pero a quién vamos a engañar. Lo que menos queríamos era escuchar, no queríamos responsabilidades, no más cargos de conciencia, no empatía hacia el contrario, no lástima.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Creímos que sería adecuado empezar a ver otras personas...

 

Y hubo algo que comenzó a cabrearme de sobremanera. Tus amigos comenzaron a ser insoportables para mí, siempre queriendo matarte a base de píldoras para, según ellos, sentir de nuevo el paraíso que yo ya no te proporcionaba al abrir las piernas. No, no era para nada divertido el que bromearas de mí de esa manera; podía ser muy muerde almohadas y todo lo que quieras, pero mi orgullo siempre fue fácil de herir y lo sabías... oh, claro que lo sabías; porque cuando me enfadaba el sexo era sucio y eso te encantaba.

 

Y seguías destruyendo mi poca dignidad con palabras hirientes luego, diciendo que siempre estaba para ti, que hagas lo que hagas siempre me tendrías a tu disposición. Enterrabas un cuchillo en mis entrañas, lo torcías en mí cada vez que decías que ganabas. Como si yo ya no pudiese decidir sobre mí.



 

Te burlabas de la forma en la que te necesitaba, de mi poca personalidad al no saber decir no.



 

Comencé a odiar cada vez que te follaba, pero me negaba a reconocerlo.



 

Era inseguro. Todavía era demasiado joven para entenderlo, pero no había otra verdad.







 

Yo te amaba.

 

Entonces, ¿qué se supone que debía hacer? Ya negarlo no valía, debía admitirlo de una vez por todas. Te amaba borracho, colocado, sobrio, enojado, feliz, triste. Te amaba a cada puto momento. Cuando llegabas luego de días de desaparecer, luego de escucharte hablar de un polvo en alguna fiesta, cuando llorabas encerrado en el baño pidiendo perdón a alguna causa que desconozco, cuando me follabas en las mañanas, cuando dormíamos juntos por las noches. Y que amargo era el sentimiento, siempre jodiendo a cada maldito respiro.

 

Pero era para todo lo que éramos buenos, el sexo, porque para sentimientos siempre valíamos muchísima mierda. Yo por nunca decirlo y tú por olvidarlo.







 

Y me di cuenta que no sé nada de ti.



 

Tú tampoco de mí.





 

No me conoces verdaderamente sin un colocado. No sabes de mi pasado, de los sueños que tiré a la basura por seguirte, de los planes que tenía, no conoces mi personalidad, mis ideales, mis aspiraciones; lo que me apasiona, mi color favorito, no sabes que odio el ramén, que me gusta el olor a lavanda, que practiqué contemporáneo a los quince, que canto y bailo un poco. ¡No sabes nada, joder!

 

Y no me permites conocerte tampoco. Quiero saber por qué pides perdón, de quién es la pulsera lila hecha a mano y de forma infantil que llevas en el tobillo izquierdo cada mes de abril. Quiero saber de tus padres, saber quién te rompió tanto, por qué terminaste hundido en este mundo de mierda, qué pudo haberte sucedido para que creyeses que no hay una salida. Quiero saber a quién dedicas la canción que tatareas a veces, quién es esa mariposa a la que le has roto las alas. Por qué en Navidades te gustaba ir a media noche a las vías del tren, quedarte mirándolas hasta cansarte.

 

Pero cada vez que pregunté siempre obtuve la misma respuesta: "—Mejor métete en tus asuntos y dejar de joder —".

 

Tú solo eres bueno cuando estoy sobre ti, gimiendo y pidiendo más. Solo eres bueno cuando pierdes el control durante el acto y marcas con moretones mis piernas. Solo eres bueno cuando nunca llegamos a un acuerdo, siempre dándole demasiadas vueltas al asunto, terminando en nada a la final, discutiendo fuertemente. O bueno hasta quemar mis codos y rodillas con la alfombra cuando se te antojaba sucio y debía quedar a gatas sobre el suelo, maldiciéndote mientras dejaba que me tomes, marcando tu cuello para que el mundo sepa que eres mío. Los miraba como si fuesen trofeos de nuestro amor enfermizo.



 

Odio cuando follamos porque siempre terminaba más confundido que en un principio.



 

Pero te amaba, ¿qué se supone que debía hacer? ¡Dime! Solo era un joven inexperto completamente enamorado de un idiota que era muy bueno en la cama.

 

Un idiota al que intentaba reparar pero que era terco y no se dejaba leer.

















 

«¿Me amarás en un futuro, Jeon?» me pregunté.















 

¿Lo hiciste cuando estuve en la entrada de tu nuevo hogar y eran pasadas las tres de la madrugada? ¿Cuándo salió ese bonito rubio de sonrisa extraña a decirme que vaya a tomar por culo?

 

Golpeé tu puerta hasta que mis nudillos sangraron, pero fingiste no escucharme.

 

Me quedé fuera, sentado en la acera en la intemperie fumándome tantos cigarrillos como pude contar y esperando a que salieras y que me dijeras que todo iba a estar bien, que no me habías reemplazado y que podríamos volver a casa a beber café con un chorrito de licor para luego ir a la cama.



 

Eso no sucedió.





 

Y nunca aprendo, ¿sabes?

 

Me abandonaste... te fuiste con alguien que supo darte lo que yo de nuevo. ¿Así eres siempre tú, acaso? Me hubiese encantado saber por qué siempre buscabas chicos lindos y buenos para pervertir y torcer a tu conveniencia.

 

¿Hubo alguien antes que yo? Me hubiese gustado conocerle.

 

Te fuiste y sin embargo volví a recibirte cuando discutías con él. Te dejé refugiarte en mí, te dejé usarme de nuevo. Porque otra vez volví a sentir ese dolor de estómago con tus palabras entrecortadas y cargadas de miedo al pensar que te odiaría. Lo hacía, te odiaba sin embargo era tuyo. Pero no era estúpido, sabía que ese fuego que veía en tu mirada ya no era el mismo. Ya no quemaba, no servirían las velas así que no era necesaria una mecha. No tenías que explicar nada, no debías calentarme los oídos para aceptar. Ya no había pasión entre ambos, sí, pero tampoco era necesario fingir. Te pedí apagar la euforia, porque el deseo ya no era importante si no se sentía correctamente.







 

Odio cada vez que me follabas.





 

Pero prefiero ignorarlo, porque soy joven y estúpido. Te amaba, ¿es tan difícil de entender?

 

Pero al parecer para lo púnico que éramos buenos era para el sexo, siempre mientras seamos jóvenes e inseguros...

 

Tú nunca escuchas, terco, tan Jeon Jeongguk. Siempre te cerrabas, no querías entender a nadie, no a mí. Preferías decir que "lo sabías" siempre pasando de las conversaciones que eran importantes porque no querías responsabilidades. Nunca las querías. Y yo nunca aprendo de esto. Siempre estoy sobre ti, tratando de salvar un poco de lo que tuvimos, pero era inútil. Tan opuestos, joder. Porque tú ya lo habías olvidado y en cambio yo lo quería todo. El rubio no era una amenaza, me di cuenta, porque venías a mí y por momentos volvías a ser el Jeongguk del que me enamoré... y esa mirada solo salía cuando estabas conmigo, nunca con ese muchacho. Te gustaban mayores, pero yo había tocado alguna venita sensible en ti y te tenía por ratos. Sabías que conmigo eras tú de nuevo y eso te asustaba tanto.

 

Pero no te convenía. Así que soplabas y apagabas el débil juego.





 

Vamos, dímelo.





 

Quiero que te pongas frente a mí y me digas que no significo nada. Y quiero que me mires a los ojos, no se vale mirarte los zapatos.





 

No pudiste.





 

Solo lloraste y me abrazaste y me dijiste que extrañabas a tu hermana.





 

Por fin habías hablado.





 

Me susurraste que tenía su carácter.

 

Mi estómago dolió de nuevo.







 

 

 

 

 

 

Debí dejarte cuando vi esa estúpida sonrisa.







 

"—¿Me amas? —"



Silencio.

Yo colocado.



 

"—¿Me amas ahora? —"



Sonreíste.

Yo volví a tragarme tu polla.



 

"—¿Me amarías? —"



Jadeos y suspiros.

Yo contra una pared.



 

"—Te amo, hazlo tú también —"



Una risa traviesa.

No estabas dormido.



 

"—Ámame, por favor —"



De nuevo silencio.

Yo sollozando.



 

"—No lo hagas, yo sí te amo —"



Y sin embargo enterraste la cuchilla en tu antebrazo.

A Jeon Jeongguk le gusta tener marcas en sus muñecas.



 

 

 

"—Park Jimin es tan ingenuo —"



 

 

Yo sobre tu regazo, gimiendo, pidiendo más, arañando tu espalda, dejando chupones en tu cuello, succionando tu lengua.



 

—Me gusta follarte.

 

Es todo para lo que somos buenos.

 

—Oh, te odio —gemí en tu oído.

 

—Ámame Jimin, solo tú sabes hacerlo.

 

 

Y me habías roto de nuevo.

Nunca aprenderé de esto.







 

"—Siempre —"







 

—¡¿Por qué no me dejas?! ¿No ves que trato de alejarte? No te quiero en mi vida porque no quiero joderte.



Idiota.

 

Yo ya estaba jodido, pero claro, eso tú no lo sabías.



 

 

—Debí haberte dejado —admití.

 

—¿Y por qué te quedaste?



 

¿Por qué lo hice?

Si supiera esa respuesta te la habría dicho.



—Me duele hacerte daño, ya no quiero lastimarte y si sigues conmigo solo terminarás como yo.



 

Sin nada ni nadie.

No me sorprendió que el rubio de dejase también.



 

—Yo voy a estar contigo. No lo jodas más, ¡¿acaso no entiendes que soy lo único que te queda?!

 

—Solo se trata del sexo. Tú estás enamorado, yo no.

 

—No quieras meterte en mi cabeza.



 

Estaba frustrado. Tú al borde de un colapso.



 

—¿Por qué no me dejas, Jiminnie?



 

Suspiré.



 

 

 

Ahora te tenía a mi lado, con tu rostro enterrado en mi cuello, respirando tranquilamente y estremeciéndote cuando mis pequeñas manos paseaban por tu espalda, dejando caricias y trazando caminos imaginarios.



 

—¿Quieres saber por qué no puedo hacerlo? ¿Por qué me quedé?



 

Un ronroneo seguido de un ronquido. Sonreí y acaricié tus cabellos todavía húmedos por el sudor.





 

—Porque soy joven e inseguro.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Lo amo mucho enserio... y sé que no es la gran cosa pero fue muy especial para mí. Hatefuck me pudo demasiado y creí que sería excelente para una historia c: espero que les haya gustado y déenme saber qué les pareció con un sexy y sensual review, grrr.

 

SAYOONARA~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).