Zero caminaba rápidamente hacia la salida de la Academia Cross. Unos metros más, solo unos pocos metros más. Llevaba intentando salir de la academia durante toda la semana pero siempre lo detenían. Parecía que Yuuki y Cross habían conspirado para aparecer y no dejarle irse justo en el peor momento.
-Zero- Y allí estaba otra vez. No podía tener tan mala suerte. Hoy era su última oportunidad.- ¿A donde vas?
-A ningún lado.- Contestó secamente a su “hermana” mientras daba media vuelta y se disponía a volver a su cuarto. ¿Qué más podía hacer? ¿Contarle la verdad? Imposible. Les había prometido a sus padres nunca contar su secreto y no iba a incumplir su promesa. Aunque si no salía de la academia ahora era casi imposible que alguno de ellos no se enterara. No podía dejar que esos chupasangres lo supieran, en especial después de lo que le había hecho Kuran.
-No me mientas Zero.- Dijo Yuuki molesta. Desde que había despertado como vampiresa se enfadaba con bastante rapidez. No es como que a Zero le importara.- Llevas toda la semana intentando salir. Estamos preocupados. ¿Es por la sed? Sabes que lo necesitas, puedes beber de mi si tienes sed.
Zero paró en ese momento de caminar. Siempre lo mismo. ¿Por que cree Yuuki que el quiere beber su sangre? Es verdad que en el pasado lo hizo, pero fue por desesperación. Además, ya no era un nivel E, no se iba a volver loco por la sed. Algo que al parecer Yuuki no entendía.
-No necesito nada de ti, princesa Kuran.- Dijo Zero con fastidio.- ¿Por que no vas a molestar a tu prometido y me dejas en paz?
-Kaname-nii y yo ya no estamos prometidos.
-Ni que me importara.- Pero si le importaba. Por mucho que le costara aceptarlo le dolía que Kuran le hubiera utilizado y que fuera prometido de Yuuki, al fin y al cabo siempre se sintió atraído por él, pero sabía que su atracción no era correspondida. Kuran no era gay, de eso no tenía dudas.
Zero suspiró al oír la chillona voz de Yuuki detrás suya llamándolo. No le dio importancia y siguió caminando. Ya empezaba a sentir calor y no le gustaba por donde iba la cosa. Se suponía que aun faltaban horas para su celo. Porque ese era su secreto. Una vez al mes entraba en celo y sus deseos por que alguien, quién sea, le tomara eran casi insoportables, y aunque pasara no estaría satisfecho. NO. Porque para su jodida suerte solo sus parejas podían hacer que este completamente satisfecho. Sí, parejas. En plural. Porque era un vampiro omega y los vampiros omega podían tener hasta cinco parejas.
Mientras era un humano esto no le afectaba, pero desde que Shizuka le mordió su vida dio un giro. Daba gracias a dios porque sus padres le habían explicado lo que pasaría si algún día esto sucediera. Al igual que le habían contado que medicina retenía su celo y por lo tanto ocultaba lo que era. Medicina que no pudo conseguir por culpa de las estúpidas reglas de no salir de la academia y la constante vigilancia de Yuuki y Cross. Si la clase nocturna se enterara de lo que era... no sabía lo que pasaría. O le matarían por ser un ejemplar de vampiro extraño o le obligarían a parirles hijos. Porque los hijos de un vampiro omega nacían siendo sangre puras poderosos por alguna razón desconocida para él.
Giró el rostro por última vez viendo que Yuuki todavía estaba en la entrada. Su última oportunidad de escaparse se había esfumado. Por un momento se le había ocurrido contarle a la sangre pura todo y confiar en ella, pero luego recordó que ella ya no era la misma y seguro iría con el chisme a su hermano. La reacción del sangre pura era algo que él no quería tener que apreciar nunca.
Por mucha atracción que sintiera por el Kuran no quería que este se interesara por él solo por que sus hijos serían poderosos y menos aun que le matara por lo que era.
Zero se mordió el labio mientras pensaba donde se podría esconder. Se maldijo internamente al recordar que el olor de su celo haría que le encontraran con facilidad. Ese era otro problema. Su celo no solo le volvía loco a él, también a los vampiros machos que se encuentren cerca.
Necesitaba un lugar que estuviera lo suficientemente lejos para que nadie lo descubriera.
-Mierda...-susurró al ver a uno de los perros falderos de Kuran justo delante de él. Sentado bajo la sombra de un árbol Takuma estaba leyendo un libro. No parecía darse cuenta de su presencia. Por un momento se preguntó que hacía allí en pleno día pero en seguida se dio un golpe mental y aceleró el paso. No era momento para cosas insignificantes. Tenía que salir de allí.
-Kiryuu-kun- Zero se paró en seco. La voz de Takuma era tranquila. Había posibilidades de que todavía no notara su olor. Cosa poco probable ya que él ya la notaba.
-¿Que?- Preguntó lo más frio que pudo.
-¿Estas bien? Tu cara está roja y tu corazón está más acelerado de lo habitual.- Zero cerró los ojos mientras sentía el calor volverse más fuerte.- Zero...- La voz de Takuma sonó extrañada. Lo estaba empezando a notar, tenía que salir de allí.
-Estoy bien.- Dijo entrecortadamente y acto seguido salió de allí lo más rápido que podía sintiendo la intensa mirada de Takuma en su espalda.