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Vituperar por Eruka Frog

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto no me pertenece, escribo esto por puras ganas de perder el tiempo, pero no gano nada.

Notas del capitulo:

Disfrútenlo, tómenlo con calma. Si a alguna no le gusta Sakura, este puede ser el fanfic indicado para ustedes, pero si adoran a Sakura, entonces definitivamente les va a encantar.

Vituperar

Por: Eruka Frog

 

Allá por los cinco años, su madre le había informado que aquello de que acariciar a un pajarito recién nacido provoca que su mamá pájaro ya no lo quiera, esa mentira. Si pensabas en aquello durante dos segundos, podías llegar a la conclusión de que su madre se lo había dicho para supiera que el amor de una madre es una cosa preciosa, y que no hay nada que se interponga entre una madre y su pollito. Si lo pensabas el doble de tiempo, la conclusión podría ser diferente, porque pensarías que igual aquello era una alegoría para hacer ver que no importa lo dañado que se esté, lo tocado y magullado que se encuentre una persona, siempre tendrá alguien que lo ame.

 

Pero, desde luego, a las personas les gusta pensar las cosas un montón y embrollarse en teorías. Su madre le había dicho aquello una tarde de domingo en la que ambos miraban aburridos la televisión, en la que daban una película cursi sobre un niño que cuida un polluelo lastimado porque ha sido expulsado del nido. Naruto creyó que aquello era bastante injusto, porque no es como que el mentado polluelo hubiese pedido que un humano lo tocara, así que Kushina, con el mismo aire distraído que tenía su hijo, le había dicho que aquello era un mito, y que podían ir a buscar un nido de pájaros en ese momento para demostrárselo.

 

Minato los encontró tres horas más tarde montados en un árbol de tres metros ubicado en el patio trasero, intentando inútilmente encontrar un nido. Por el estado del resto de los árboles (ramas caídas, hojas alborotadas) estaba claro que realmente estaban decididos a poner a prueba el mito.

 

Mientras escuchaba el sonido de la ducha y aspiraba el suave pero consistente aroma de su amante, Naruto rememoró aquel día con deleite. Días emocionantes, en los que su única idea acerca de la paternidad/maternidad eran los de los pajaritos y sus polluelos, y lo divertido que era ir de árbol en árbol en busca de un nido solo por pasar la tarde. Ni siquiera recordaba si al final habían encontrado el jodido nido, pero creía que su padre los había hecho entrar ambos a casa porque comenzaba a llover.

 

El hombre que estaba en la ducha, su amante desde hacía dieciséis años, tenía un nido al que regresar más o menos tres veces a la semana. Y él, luego de un fugaz y poco profundo proceso de asimilación y sopesar pros y contras, lo había aceptado. Cerca de la almohada, un móvil ajeno vibró, y él estiró el brazo para cogerlo, vio en la pantalla para ver quien llamaba, y con un bostezo contestó:

 

-¿Qué hay, Sakura-chan?

 

-Ufff, muchísimo, Naruto, muchísimo –sollozó trágicamente la voz al otro lado de la línea –no sabes lo que es estar embarazada por cuarta puta vez en cinco años, joder, me siento como un globo.

-No digas tonterías, el embarazo te da una luz muy bonita en los ojos –respondió automáticamente, a sabiendas de que aquella era la única respuesta que la muchacha tomaría como aceptable.

 

-Gracias, eres un cielo. Pero no llamé para que escucharas las quejas de una pobre embarazada, además tengo algo de prisa porque voy a almorzar con Ino, así que voy a comerte a besos la próxima vez que te vea si le dices a Sasuke que la niñera canceló para hoy en la noche, y no creo que mi madre quiera cuidar a los tres niños de nuevo, y como Sasuke es un controlador con eso de las niñeras… -en ese punto hubo un suspiro por parte de ambos, las jodidas niñeras eran un punto de eterna discusión.

 

-No te preocupes, Hinata y yo podemos cuidarlos, ya sabes lo mucho que le gustan los críos –una vez acordado, la chica le envió besos y abrazos y colgó. Naruto tomó su propio teléfono para textear a su amiga, Hinata.

 

“Hoy por la noche haremos algo sucio, tú y yo”

 

Enseguida respondió:

 

“Mmm… como Neji-nii me coja el móvil, me va a dar una charla interminable”

 

“¿Sobre nuestra dirty talk? Apuesto a que él también lo enciende, dile que si quiere puede unirse”

 

“Oh, eso le encantaría ¬¬, quizás se lo diga ahora mismo…”

 

“Casi que no, la última vez que jugamos con la idea del trío, no me habló durante cuatro meses”

 

“Lo recuerdo, ¿estabas muy solo comiendo en los descansos?”

 

“Desde luego, él se la pasaba pipa en la sala de maestros y yo  tenía una nube sobre mi cabeza comiendo en la azotea”

 

“Jajaja”

 

“Retomando nuestra charla salvaje, ¿te apetece cuidar a los conejitos en la conejera?”

 

“Ooooow, desde luego… y no les llames conejos, que tengan cuatro hijos en cinco años de matrimonio, sólo significa que se quieren un montón”

 

“Ya ¬¬”

 

“¿Entonces pasas por mí a eso de las siete?”

 

“Correcto, no olvides el látigo y las correas”

 

Bostezó una última vez antes de estirarse y decidir  levantarse. Sasuke salió de la ducha cuando él se ponía una franela que tenía casi lo mismo que su relación. El moreno era de pocas palabras, pero siempre que pasaban una noche de desenfreno, solía estar un poco más receptivo y casi, casi cariñoso.

 

-La niñera canceló –le informó luego de que Sasuke lo besara con unas ganas que le informaban que ya podía ir reportándose enfermo al trabajo. Otra vez. Esa semana.

 

-Ajá… espero que te apegues a las normas esta vez y no les des galletas sólo para que duerman –respondió antes de atacar su cuello.

 

-No sé porque te duchaste si querías hacerlo de nuevo –replicó haciendo un gracioso  puchero.

 

-¿Te molesta?

 

 

Ah, los ¿te molesta? de Sasuke eran una cosa graciosísima, porque si no le molestaba que estuviera casado con una de la mejor amiga (de ambos) de la infancia, con la que tenía tres hijos más uno por nacer, mucho menos le molestaría cualquier otra cosa. Sasuke, para ser tan listo, preguntaba unas cosas realmente absurdas. Se olvidó de los nidos, las amigas y los hijos en cuanto Sasuke, familiarizado como lo estaban luego de trece años de relación, comenzó a repasar con la lengua su cuello.

 

 

 

Aquella cafetería tenía un aire romántico y occidental, como le gustaban a su amiga, por eso había decidido invitarla a almorzar ahí para hablar con ella de un asunto extremadamente serio. No obstante, la felicidad apabullante de la muchacha frente a ella (una preciosidad llamativa de cabellera rosa y ojos jade), no la estaba ayudando a comenzar a hablar. Mientras Sakura pedía pastitas y un té cuyo nombre apenas podía pronunciar sin reírse, Ino suspiró y bebió un poco de agua. Cuando hacía algo más de cinco años su amiga le había informado que por fin, por fin de los porfines de todo el universo, Sasuke estaba preparado para corresponder a sus sentimientos, había tenido un mal presentimiento.

 

Uchiha Sasuke era el galancito de la preparatoria en donde ambas se habían conocido, y por el que habían peleado férreamente a través de los años. Ino había dado por muerta la batalla cuando Sasuke se había ido al otro lado del mundo a continuar sus estudios, pero Sakura había esperado por el muchacho, segura de que éste era el único posible amor de su vida. Y el muchacho había regresado, más frío y distante que nunca, tan inalcanzable como puede serlo la luna.

 

Todos sabían que los Uchiha eran una de las familias más importantes de Japón, y que la desgracia de la masacre de prácticamente todos los miembros de ésta, era el eje central de la vida de Sasuke e Itachi, los dos sobrevivientes. Ya cuando ellos estaban en el instituto, Itachi se había casado con alguna chica de buena familia y comenzaba con la labor de renacer a la familia Uchiha, teniendo bebés a lo loco, en un esfuerzo porque su célebre apellido volviese a estar por todo el continente. Y la labor de Adán y Eva que había empezado Itachi, era la meta de vida de su hermano menor. De este modo, todas las chicas que estaban detrás de Sasuke se veían en la penosa necesidad de dar un paso atrás en la conquista del mejor partido de su universo conocido, porque la responsabilidad de embarazarse una ridícula cantidad de veces era demasiado extravagante.

 

Excepto para Sakura.

 

La muchacha amaba a Sasuke, lo amaba desde niña, lo amaba de los pies a la cabeza, desde ese humor retorcido y gélido hasta esa dignidad de la que no podría deshacerse ni volviendo a nacer. Para Sakura, era en Sasuke donde comenzaban el día y la noche, donde estaba el hoy y el mañana, ella también tendría que volver a nacer para no amar a Sasuke, pues su amor era una cosa más natural que el instinto.

Y en apariencia, todos los sacrificios habían dado fruto, porque Sasuke no sólo le había concedido la divina oportunidad de aceptar sus sentimientos, sino que sólo un poco de tiempo después, la había hecho su esposa. El gran anuncio de su compromiso, el enorme diamante que la de ojos claros lucía en sus gráciles manos, la boda elegante, un poco ostentosa, y la luna de miel en alguna isla paradisiaca. Sakura se había llevado todo el paquete, tenía al hombre que había amado siempre, la bonita casa con la que muchas chicas soñaban desde niñas, y los preciosos querubines que parecían ser la única condición de Sasuke.

 

-… por suerte, Naruto y Hinata cuidarán a los niños hoy, así que iremos sin la menor preocupación a la fiesta de aniversario de Itachi-san. Estaba algo consternada, porque estoy en el tercer trimestre y me entregaron el vestido hace unos días,  y pensé que quizás el vestido no me quedaría, pero hoy me lo probé y es como un guante, de verdad. Pero claro, esa boba niñera tuvo que cancelar y pensé que estaba perdida, pero Naruto me salvó el día.

 

El parloteo incansable de su amiga la hizo sentir todavía más incómoda, porque sabía que lo que estaba por decirle arruinaría toda su felicidad. Pero lo había pensado durante días, había consultado con su propia conciencia lo que era mejor para Sakura, había sopesado el hecho de que la noticia afectara el embarazo, y que quizás lo mejor era esperar a que la de cabello claro pariera para soltar la bomba. Pero Sakura, tras esa apariencia de dulce virgen, escondía un férreo orgullo y una personalidad avasalladora, así que sabía que nunca le perdonaría que le guardara un secreto durante tanto tiempo.

 

-Esto, Sakura… -comenzó, titubeante. Su amiga la miro atentamente, que Ino titubeara era lo bastante inusual como para que ella cesara el parloteo y se pusiera rígida. –Realmente no sé cómo decirte esto de una forma sutil, así que aquí va: vi a Sasuke follando con Naruto en su oficina.

 

Después de soltar de golpe la información, espero que estallara. Primero, espero el silencio abrupto, luego las acusaciones de mentirosa o envidiosa, y después, algo más calmada, seguramente el llanto o los gritos de guerra. Pero de esas fases, sólo estaba el silencio abrupto. Desde el otro lado de la mesa, con su bonito vestido de embarazada y el maquillaje sútil, Sakura la miraba con muchísima atención, como si esperara a que agregara algo más.

 

-Sé que es difícil de creerlo, pero es la verdad, sabes que yo nunca me inventaría algo como esto –le dijo apasionadamente.

 

-No, claro, yo sé que nunca inventarías algo así –aceptó Sakura, tomando una de sus manos, cuyos dedos se movían frenéticos sobre la mesa. -¿Cuándo los viste?

-Hace más de una semana, sé que debí decírtelo justo en ese momento, pero no pensé que te lo tomarían tan tranquilamente, y me alegro, porque realmente temí que esto afectara al bebé…-

 

-Ino, no pasa nada. –La tranquilizó, sonriendo con paciencia –lo sé y no me molesta.

 

-¿Lo sabes? –interrogó ofuscada.

 

-Claro, Naruto, Sasuke y yo crecimos juntos, y Sasuke es como la estrella más brillante del universo, era obvio que Naruto y yo nos enamoráramos de él, no teníamos otra alternativa.

 

-Pero cómo es que tú...

 

-Ellos están juntos desde antes de entrar al instituto, yo lo intuía, creo que siempre lo intuí, pero no podía dejar de que algo tan banal como el amor real se interpusiera entre Sasuke y yo, así que esperé pacientemente y logré superarte a ti y a todas esas bobas que creían que podían amar todo lo que Sasuke significa.

 

-¿Por qué no me lo dijiste antes? Yo jamás te habría apoyado en esta farsa del matrimonio perfecto de haber sabido algo de esto.

 

-Bueno, entonces es evidente por qué no te lo dije antes. –concluyó Sakura, desafiante.-Ino, eres mi mejor amiga, pero no necesito tu ayuda en esto. Cuando Sasuke me dijo que estaba listo para cumplir con su deber como Uchiha, y comenzar a plantar la tierra con sus hijos, fui yo quien le dijo que me escogiera a mí, y no a cualquier otra que fuese incapaz de hacerlo feliz.

 


Sasuke es un buen amigo, incluso aunque no lo parezca. Estudió fuera del país porque quería terminar su relación con Naruto, pero ya sabes cómo es Naruto, tan cabezota y leal como él solo, así que volvieron a estar juntos a pesar de que Sasuke no estaba dispuesto a dejar sus planes de procrear a lo bestia. Y Sasuke me pidió que me hiciera a un lado, que no me pusiera yo sola en una posición como esta, que aceptara que él no podía amarme ni darme lo que yo quería, porque lo único que él podía ofrecer era un matrimonio de mentiras.

 

Ino, tú no lo sabes, quizás tus relaciones son tan sanas y duraderas porque tú no tienes una mente sucia como la mía. Y como la de Naruto. Los dos hemos orbitado alrededor de Sasuke durante dos décadas, joder, ni si quiera Sasuke está tan demente como nosotros. Sé que visto desde fuera parece que él está tomando ventaja de los dos, pero Sasuke siempre fue el más ingenuo de su estirpe. Naruto y yo le estamos haciendo algo terrible, lo sofocamos en una relación de la que no puede escapar. De mí, porque estoy dispuesta a darle todos los hijos que él quiera y ser la esposa que necesita, y de Naruto porque siempre ha sido la única persona que hace latir su corazón. Si lo quisiéramos de esa forma saludable en la que la gente debe querer, Naruto y yo deberíamos exigirle que escogiera a uno de los dos, o que nos botara a ambos y buscara alguna persona que pudiera darle todo lo que necesita, pero no podemos.

 

Y me siento feliz, Ino. Estoy casada con el amor de mi vida, y nuestros genes se han unido para tener hijos, y comparto la cama con él para procrearlos, y el resto del tiempo sé que él está a una simple pared de distancia. Y sé que Sasuke, aunque se haga el duro, estaría dispuesto a que yo le armara  una escena y tomara el papel de la esposa engañada, o que está esperando a que Naruto se canse de esta relación enferma y lo deje. Pero él es el Sol, Ino, Naruto y yo no podemos dejar de gravitar en torno a él.

 

-Sakura… -atinó a decir la rubia, absorbiendo la información mucho antes de sentirse angustiada.

 

 

 

-Las ideas de Piaget van y vienen por una razón, ¿podrían decirme cuál es? –Naruto miró a su clase, conformada por cuarenta alumnos preparándose para ser educadores de la juventud. Todos ellos adoraban a su maestro, la pasión con la que hablaba, las historias que contaba y aquel humor bobalicon que lo caracterizaban, hacían del rubio maestro una delicia de persona.

 

-Excelente clase, Naruto-sensei –aplaudió el jefe de su departamento, un hombre que rozaba los cuarenta.

 

-Oh, muchas gracias, viniendo de usted es un gran cumplido –bajó la cabeza con humildad, para luego sonreír graciosamente.

 

-No diga eso, todos aquí saben que es por mucho el mejor de los profesores. –Mientras lo decía, se iba acercando de a poco, como un águila se acercaría a su presa.

 

-Vaya cosas dice, jajaja –la risa fuerte, alegre y llena de vida eran lo más atractivo de Naruto, más allá de sus preciosos ojazos o su cara eternamente joven, aquella risa sincera, sin complejidad, era lo que la gente encontraba tan atractivo en él.

 

-Bueno, es que verdaderamente, siendo usted tan joven, parece tenerlo todo… vocación, talento y conocimiento, su novia es muy afortunada, Naruto –y la mano en el hombro, sus instintos no fallaban nunca, Naruto era homosexual, tenía que serlo además, porque ya había rechazado a la mitad de las  profesoras. Se iba a volver loco si el joven profesor no era gay, porque llevaba deseándolo desde el momento en que entró a trabajar ahí.

 

-Pues no sé si sea afortunada o no –repuso Naruto modestamente –pero vaya que es celosa –con un suave gesto, cargado de una inocencia infantil enloquecedora, se sacudió la mano del hombro.

 

Riéndose para sus adentros, Naruto dejó el aula con su usual andar despreocupado. Había dos cosas en su vida que siempre pasaban sí o sí cada mes o mes y medio: algún pretendiente se le lanzaba descaradamente y alguna alma bondadosa descubría lo suyo con Sasuke y se lo contaba a una todavía más despreocupada Sakura.

 

Vaya que la gente se pensaba muchos las cosas.

Notas finales:

Pues en honor a la idea central del fanfic, no me he pensado mucho las cosas y publiqué esto sin darle un repaso minucioso. Escribí esta historia un poco por venganza hacia otro fanfic, y un poco porque me salió del alma. 

 

Si les gustó, ya saben que pueden comentar, y si lo odiaron, con más ganas comenten.

 

Kissus ^x^


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