La vida le estaba jugando una muy mala pasada, chasqueó la lengua de una manera brusca haciendo creer que podría llegar a cortarse con los dientes.
- Es mentira... - sonrió burlón, el Beta de bata blanca sólo negó levemente, sintió sus ojos húmedos.
- Lo siento, pero no es mentira... usted es un Omega- sintió como el mundo se le venía en cima al escuchar aquello.
¡Era un maldito Omega!
- Yo... ¿Q-qué debo hacer? - preguntó con la mirada perdida, levantándose de la silla negra frente al escritorio del médico.
- Siéntese por favor - pidió y el Omega asintió con un suave movimiento, tomando asiento en la silla negra - Para usted es difícil y lo entiendo... le recomiendo hablar de esto con algún familiar o algún amigo cercano, que lo ayude... lo único que le puedo decir es que tenga los medicamentos listos para cuando su celo comience - dijo con el entrecejo levemente fruncido.
¿Entender? ¡Por favor! ¡Es un maldito Beta! ¡Jamás lo entendería, jamás entendería a un Omega que creyó ser siempre un Alfa!.
- E...e-está bien... g-gracias - agradeció mientras limpiaba una lágrima que haba rodado por su pálida mejilla, no quería llorar, no quería verse débil ante los demás, se levantó de la silla negra dándose la vuelta y caminar hacia la puerta.
- De nada, puede consultar cuando guste - sonrió amablemente viendo como el reciente Omega salía de aquel cuarto pequeño.
¿Era una maldita broma? Tan sólo salir de aquel hospital rompió en llanto, de todo lo que le pudo haber pasado... tenía que ser precisamente eso.
¿Exagerado? Podía ser exagerado o más... pero tenían sus razones para no querer ser Omega.
Había vivido con la mentira de ser Alfa. Aunque todo era extraño, si desde un principio había sido un Omega...
¿Porqué jamás había entrado en celo?.
Aún tenía sus dudas, pero eso era lo que menos le importaba... ahora sólo pensaba en pasar todo el resto de su maldita vida encerrado.
Caminó a paso rápido con su mirada concentrada en el suelo, había dejado de llorar, sentía el aire más frío de lo normal, se sentía más débil, no supo en que momento... lo único que sintió fue un doloroso golpe en su trasero y espalda baja, había caído contra la acera gris.
- ¡Perdón, estaba distraído! ¿Se encuentra bien? - vio una mano extendida frente de él.
- Tch... si, fíjate por donde caminas - dijo molesto, se levantó del suelo con la ayuda de la mano ajena, tembló... aquel contacto había sido algo extraño, lo miró con detenimiento, era más alto que él, no le tomó importancia y siguió su camino dejando al contrario sorprendido y con una sonrisa plasmada en su rosto.
¿Acaso ese temblor en aquella persona significaba que era...?
Sonrió inhalando sonoramente, el olor de aquel Omega era una combinación de fresas con menta, como era Alfa podía distinguir el olor de los Omegas, negó levemente... siguió con su camino.
Aquella pequeña mano pálida era cálida y suave, ansiaba pronto volver a tocarla.