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Aunque no me puedas ver por Alei sama

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Notas del fanfic:

Este One-Shot está dirigido a la pareja nostálgica.

Todos los personajes son pertenecientes de Nakamura Shungiku-senei

El fic esta narrado desde la perspectiva de Takano.

Sin más que decir, disfruten la lectura.

Los años sí que eran largos.

 

Podían afectar inmensamente tu memoria, distorsionar tus recuerdos y pensamientos. Sobre todo cuando estás muerto.

 

Jamás creí que existiera otra vida después de la muerte. Jamás fui supersticioso. La reencarnación, espíritus y que tu alma iba al cielo cuando morías era sólo fantasía para mí.

 

Después de todo yo era editor, era obvio que la fantasía fuera normal para mí.

Pero realmente existía.

 

La estaba "viviendo" si es que a esto le puedes llamar vida. Ya que... Yo

 

Estoy muerto

 

¿Cómo lo sé?

 

Recuerdo que una noche yo había salido de viaje en la carretera. Esa noche llovía a cántaros, la carretera estaba muy resbalosa, en una curva muy cerrada los frenos de mi auto fallaron, choque contra un coche delante de mí y el otro auto que venía detrás del mío no pudo evitar el impacto y aplastó de lleno mi coche.

Me quedé atrapado entre ambos coches, con múltiples fracturas en los costados, no soporte más la presión y morí asfixiado.

 

Fue fatal.

 

Para cuando la ambulancia había llegado, yo ya estaba muerto.

 

 

Fue bastante curioso. En cuanto sentí que había dejado de respirar, yo me vien tercera persona, yo estaba delante de mi coche mirando todo el desastre que había, la sangre regada, estaba muy sorprendido, traté de darle sentido en ese momento y a la única concusión que se me ocurrió en ese momento era que mi alma se había separado de mi cuerpo.

 

La noticia circuló rápido. Tan rápido que 3 horas después del accidente todos ya se habían enterado.

 

 

Asistí a mi propio funeral, en serio, yo vi cuando enterraron a mi cuerpo en un ataúd de madera. Podrán decirme de corazón frío, pero no sentí nada cuando vi eso con mis propios ojos.

 

También recuerdo que todos lloraban por mí. Lo cual se me hizo irónico, ya que en vida nunca hice algo extraordinario por alguien.

 

Quizá era el sentimiento de vacío y shock que se sentía por aquella trágica noticia pero ¿En verdad fui una buena persona?

 

Editores y mangakas estaban ahí. Lloraban a más no poder. ¿En verdad gastaron un día entero llorando? ¿Nadie tenía en cuenta la fecha límite? Era absurdo. No importaba cuantas lágrimas derramarán, mi cuerpo jamás se volvería a mover.

Quería averiguar una manera para darle fin a eso, ya que comenzaba a hacerse aburrido para mí.

Con el paso del tiempo me di cuenta de que algo debía pasar. Pero no tenía idea de que era y también me di cuenta de que no podía hacer nada por mí mismo. Estaba atorado en la tierra de los vivos como un alma.

No quiero parecer acosador, pero la verdad es que hace años que vivo con el tipo que vivía a un lado de mi departamento. No tenía a donde ir, y tampoco era como si necesitará compañía, pero al menos mirarlo me causaba gracia.

Esto es como mirar una comedia. Su rutina no tiene gran relevancia pero hace muecas graciosas de vez en cuando.

Se levanta.  -Tarde para ser precisos-

Se ducha. -Sinceramente no aparenta llevar prisa ¿cierto?-

Se viste. - ¿Es que acaso no tiene más ropa? Eso se lo puso hace 1 semana-

Mira mi fotografía. - Me encantaría saber desde hace cuánto tiene eso-

La pone boca abajo. - La verdad es que no lo entiendo. Si tanto le desagrada sólo tiene que botarla ¿no? -

Desayuna. -Cuando yo vivía ni siquiera desayunaba, se ha tomado todo con calma está mañana. -

Y se va.

 

- ¡Oye! Deberías tener un poco más de respeto hacia mí, después de todoestoy muerto.

 

No importaba cuanto le hablará, no me escuchaba, siempre estoy a su lado, del tren al trabajo y del trabajo al tren, la editorial no ha cambiado mucho, este tipo se volvió el nuevo editor en jefe, lo cual me sorprendió mucho.

 

- Quién diría que un novato cómo tú se convertiría en el nuevo jefe. La verdad es que yo le hubiera  apostado a Hatori, pero al final te pusieron a ti.

 

Miré como caminaba tranquilamente por los pasillos de la editorial hasta que llegó a su sección, se sentó en el lugar que antes era mío y yo me senté a su lado justo encima del escritorio para observar atentamente sus correcciones, debía admitir que había aprendido bien.

 

- Neee Ricchan ¿hoy irás con nosotros?

 

Ambos estábamos tan sumidos en las correcciones que ninguno de los 2 notó que el tiempo había pasado volando. ¿Ir? ¿A dónde irán está vez? ¿A beber? ¿Hoy se celebra algo?

 

- ahh lo siento mucho, pero estoy muy ocupado.

 

Entonces yo lo miré sorprendido. ¿Él? ¿Ocupado?

- ¿Ah sí? ¿Haciendo qué? Tú no haces nada - me levanté de mi lugar para comenzar a caminar alrededor de él

 

- ¿Eh? Pero hoy se cumplen 10 años de la muerte de Takano-san

 

¿10 años? ¿En serio? Cómo pasa el tiempo sobre todo cuando estás muerto, eso quiere decir que tienes 35 no es cierto Onodera, ahora que lo pienso jamás te has paseado por mi tumba en todos estos años.

Niño malcriado y egoísta.

Jamás me has ido a ver.

 

- Lo sé, ya será el año entrante.

 

- Ahh Ricchan dice lo mismo todos los años

 

 - Kisa tomó sus cosas molestó mientras lo miraba con algo de desprecio - Takano-san se molestaría mucho por eso Ricchan, así que mejor ve a verlo pronto.

 

- Sí, sí - Onodera lo ignoró completamente mientras continuaba mirando sus papeles - 

 

- ¿No irás cierto? Bien, iré a ver mi tumba un rato.

 

Le dediqué una última mirada antes de salir de ese lugar. Siempre me desesperaba ese tipo, era tan aburrido a veces. Caminé tranquilamente por las calles pensando en todo el tiempo que había pasado, era algo sorprendente para mi, no habían hecho demasiados cambios en la editorial desde mi muerte, continúe caminando hasta que llegué a mi destino, el cementerio, deambulé entre las tumbas hasta que por fin di con la mía.

Mi tumba.

Caminé hasta ella y me di cuenta que frente a la lápida había un ramo de flores ¿Alguien me había dejado flores? Supongo que son de Yokozawa. El viene cada mes a darle mantenimiento a mi tumba y le estaba muy agradecido por ello.  Ahora que lo recordaba... Yokozawa estaba con Kirishima, una vez lo vi con él y su hija, se veía tan feliz, la manera en la que sonreía, era totalmente sincera.

Me alegró por él... Después de todo lo que pasó entre nosotros encontró un cariño auténtico y correspondido.

 

-Takano-san

 

Alcé la mirada y pude ver a uno de mis excompañeros.

 

-Kisa - le dediqué una amable sonrisa y lo miré

 

-Takano-san, otra vez no pudimos traer a Ricchan

 

- ¿Por qué no me sorprende? - le respondí irónicamente 

 

-Takano-san te extrañamos mucho, la editorial no es la misma sin ti. - Kisa continuó  hablándole a la tumba con un tono de melancolía

 

- No lo veo, están más relajados con Onodera como jefe. Se han vueltomás holgazanes.

 

-Takano, te adelantaste y mucho - una segunda voz habló colocándose a un lado del pequeño pelinegro,simplemente sonreí de lado y los miré.

 

- No es verdad Hatori. 

 

-Takano-san...- Kisa colocó una mano sobre la lápida y contuvo la respiración, sus ojos comenzaron a aguadarse, era señal de que pronto comenzaría a llorar - regresa... - soltó en un murmullo antes de que una lágrima rodará por su mejilla.

 

- Kisa, es hora de irnos - Hatori trató de consolarle colocando una mano sobre su hombro, Kisa le miró melancólico y asintió con la cabeza.

 

- Si... - le contestó el más bajo con tono melancólico al mismo tiempo que se secaba las lágrimas de los ojos, ambos reverenciaron la tumba por última vez mientras dejaban un ramo de flores a un lado de las de Yokozawa para alejarse lentamente de aquel lugar.

 

¿Regresar?

No es como si me necesitaran.

¿O sí?

Me senté sobre mi tumba y medité intensamente.

¿Por qué seguía aquí?

Sólo me torturaba a mí mismo viendo esto, mis amigos lloraban sobre un montón de tierra.

Además Onodera ni siquiera se había tomado la molestia de venir a verme.

 

- Quiero irme - Me dije a mí mismo

 

Pero aquí la pregunta era ¿Cómo?

Si llevaba tanto tiempo aquí...  ¿Cómo demonios me iría?

 

- Supongo que debo tener asuntos pendientes...

 

 ¿Asuntos pendientes? ¿Qué clase de asuntos pendientes podría tener yo? 

Cuando vivía yo logré sacar a la editorial adelante, el departamento de manga Shojo era el mejor de todo el edificio. Yo había hecho a todos mis editores de excelencia.

¿Qué asuntos pendientes podría tener yo?

 

- Supongo que iré a su casa a pensarlo bien.

 

Me levanté del suelo y caminé tranquilamente por la ciudad, hubo un tiempo en el que deambulaba por las calles sin rumbo alguno puesto que no sabía a donde ir o que hacer.

No me cansaba.

No me dolía.

Puff...realmente ser inmortal era aburrido. Sobre todo cuando estás completamente solo. No era como si pudiera ver a otros espíritus como yo e interactuar con ellos, solo era yo y una enorme ciudad llena de gente.

Caminando por las calles llegué al edificio, subí las escaleras y entré en el departamento. Entonces lo miré tirado en el suelo, estaba durmiendo.

 

- Oye ¿en serio no tienes una cama?

 

Comencé a mirar a su alrededor para darme cuenta de que estaba rodeado de papeles.

¿Hojas?

Trabajo seguramente. No le bastaba trabajar en la editorial, ahora trabajaba sin descanso en su casa.

Este tipo sí que era aburrido. Negando con la cabeza comencé a pasearme por la casa y me di cuenta de que era un verdadero desastre. Esa mala costumbre de ser así de desordenado jamás se le quitaría.

Me senté frente a él y le observé atentamente. Estaba totalmente tumbado en el suelo de madera, no me había percatado de que no había estado descansando bien estos últimos días.

El silencio era absoluto en aquél lugar, sólo se podía escuchar el sonido de su tranquila respiración y el tic-tac de las manecillas del reloj y entonces su voz rompió el silencio.

 

-Takano-san...

 

Aturdido lo miré.

Él...

Él... Me había llamado...

Había dicho mi nombre... Después de 10 años... Lo había hecho.

Me levanté de mi lugar en un sólo movimiento y le miré.

Mis ojos se abrieron enormemente.

Y... ¿me quedé sin aliento?

¿Cómo era posible?

 

- O-Onodera.. 

 

Le llamé instintivamente y sentí como mi voz se quebraba lentamente. Sentí algo correr por mis mejillas y me di cuenta de que eran lágrimas. Yo estaba llorando.

Yo...

Yo no puedo...

Algo me dolía, después de 10 años al fin sentía algo y ese algo era dolor.

 

- Yo estoy muerto...

 

Lloraba entre sueños pronunciando mi nombre.

¿Él lloraba por mí? 

Pero...

 

- Vuelve...

 

Onodera murmuró ligeramente y sólo esas palabras bastaron para que todo se desmoronará dentro de mí. 

 

- Basta - retrocedí automáticamente varios pasos para alejarme de él, todo dentro de mí comenzaba a desmoronarse - ¡¡detente!! - le grité inútilmente desgarrándome la garganta - Onodera...

 

Quisiera decirle tantas cosas, cosas que antes no pensaba, cosas que antes no recordaba y justo en ese momento todo cobró sentido para mí.

¿Cómo pude olvidarlo?

Yo lo amaba...

Quería decirle que le amaba por encima de todo. Qué le amé infinitamente. Qué él era lo que le daba sentido a mi existencia cuando vivía.

Lloré cómo nunca, ni siquiera cuando estaba vivo había llorado así, las lágrimas brotaban y no se detenían.

Era increíble.

Dolía...

Sujeté con ambas manos mi cabeza y me tiré de rodillas al suelo. Estaba quebrándome. Quería abrazarle.

Quería protegerle. Quería consolarle. Quería besarlo de nuevo

El dolor comenzó a hacerse insoportable para mí y entonces solté un grito.

 

- ¿¡POR QUÉ TENIA QUE MORIR!?

 

Onodera despertó de un brinco y miró a todos lados. ¿Qué buscaba?

 

- Otra vez... - murmuró con la voz baja mientras negaba con la cabeza y sonreía amargamente - ¿Por qué no me puedo hacerme a la idea de que ya estás muerto?

 

Aún con la sonrisa amarga en el rostro lloraste. Te sentaste en el suelo para abrazar tus piernas y continuar llorando.

- Ta-Takano...

 

¿Por qué sentía esto en el pecho? Es como si algo me molestará... Cómo si algo me faltará.

¿Aire?

Yo no respiro. No tiene sentido.

¿Dolor?

 

Esto es absurdo... Yo no siento.

 

¿Amor?

 

Yo no puedo amar porque yo... Yo estoy muerto...

 

Mientras más lo veía, más dolor sentía, la opresión en mi pecho comenzaba a ser insoportable, no había forma de calamar esto, no había remedio.

 

 

- Alguien... Alguien que me ayude...

 

 

Después de llorar un largo rato te levantaste del suelo desganado y te recostaste en tu cama.

 

¿Cómo es que no pude notar tu dolor antes?

Todo este tiempo...

¿Cómo pude olvidar el mío?

Sentía mi existencia vacía...

 

Me recosté a su lado y traté de abrazarle. Pero era imposible. Quería volver a sentir s su calor. Quería volver a sentir su aroma. Quería escuchar claramente su voz una vez más.

Quería volver a estar él.

 

 

- Onodera...

 

 

Lo observé toda la noche. Dormía plácidamente.

Era sábado.

No había trabajo.

 

Los fines de semana siempre se los pasaba leyendo, revisando hasta 4 veces los manuscritos, de vez en cuando iba por la despensa, o a la lavandería por su ropa.

Dadas las 10:00 am Onodera se despertó, noté algo raro en su mirada, no era solamente tristeza, había un poco de determinación en ella, el chico talló un poco sus ojos ligeramente hinchados para dar un último bostezo y salir de la cama.

 

Caminaba sin ganas de nada.

 

 

- ¿A dónde pretendía ir con esos ánimos? - Takano se preguntó mentalmente mientras seguía al oji verde por el departamento, Onodera se dio una ducha rápida y se vistió con una camisa azul clara con rayas de color gris, un pantalón de mezclilla café y un suéter blanco.

 

 

- Esa... Esa es la ropa que llevabas el mismo día que morí. Esa fue la

Ultima ve que te vi...

 

 

Detente

 

Ya no podía seguir con esto. No podía y tampoco quería seguir soportando todo esto. Salí de la habitación y caminé por todo el departamento.

Estaba planeando ir a la cocina para revisar que ingredientes tenía para preparar un desayuno decente cuando escuché el sonido de la puerta cerrándose.

 

¿Se irá sin desayunar? Ni siquiera cuando va a trabajar se va sin desayunar. Le seguí por las calles y su cara denotaba tristeza total, parecía que iba más por obligación que por gusto.

 

- No debería estar muy lejos el lugar a donde quieres ir ¿cierto?

 

Mientras caminaba por la calle los puestos y la gente comenzaron a hacerse familiar, este camino era...

 

El que daba directamente al cementerio.

Onodera compró un ramo de flores en la entrada y comenzó a caminar lentamente por aquel lugar.

 

Su respiración comenzó a hacerse más agitada. Y una pregunta cruzó por mi mente ¿En serio irá a verme en esa condición?

Le seguí por todo el cementerio hasta que finalmente dio con mi tumba.

Respetuosamente me reverenció y se hincó frente a ella, yo le observé atentamente mientras me sentaba justo encima de mi tumba. Carraspeando ligeramente la garganta y se quedó en silencio buscando las palabras correctas.

 

Después de un rato, el chico tomó una enorme bocanada de aire y habló.

 

- Bueno...Takano-san... Primero que nada perdona por no haber venido antes.... Tenía mucho trabajo pendiente.

 

Yo le sonreí de manera irónica y negué con la cabeza.

 

- No es verdad, no había tanto trabajo acumulado, pero buena excusa.

 

- Soy el nuevo jefe, puede que no sea tan bueno como tú... pero... - Onodera me platicó mientras bajaba la mirada lentamente.

 

- Bueno, pues tan malo no eres, te has encargado bien de todo.

 

Sonreíste de la nada. El ramo de flores que tenías en las manos lodejaste justo a un lado de mi.

 

- Co-como pasa el tiempo ¿no es verdad? Ya han pasado 10 años - noté que su voz se quebraba a cada palabra que decía.

 

- Y tú jamás te apareciste por aquí. No me sorprende la verdad.

 

- Lo siento… Perdona por no haber venido antes, ¿Sabes una cosa Takano-san? La editorial no es la misma sin ti. Definitivamente los primeros días fueron duros, no sabíamos que hacer, no teníamos a nadie para que nos dirigiera. Todos te necesitaban... - Trataste de conservar la sonrisa en el rostro.

 

- Tú no ¿Cierto?

 

- ¿Sa-sabes por que no habia venido antes? - le preguntaste al vacío, como si esperarás una respuesta, ¿la razón

por la que no habías venido? Con sinceridad no la sé.

 

- Honestamente no, no lo sé ¿Por qué?

 

- Aún...aún no me hago la idea de que estés muerto. Yo.. Aún pienso que puedes volver... Hay algo que debes saber Takano-san... - con un esfuerzo sobrehumano mantuviste la compostura, pero era obvio que no durarías mucho tiempo conteniendote

 

- ¿Saber?

 

- Te extraño

 

Me confesaste descaradamente. Alzaste la cara para mostrarme tus ojos llenos de lágrimas. Mirando a un punto fijo por un segundo me pareció que podías verme, un escalofrío me recorrió y me congelé.

 

Mis ojos se inundaron con lágrimas, desesperado posé mi mano derecha en mi pecho. Me dolía

 

- Ritsu...

 

- Takano-san... Extraño tus gritos... Extraño tus golpes... Extraño tu voz, quiero sentir tus besos de nuevo, quiero sentir tu aroma otra vez. Quiero verte.... Por favor perdóname.

 

El chico frente a mi comenzó a llorar con más fuerza. El dolor que sentía al verle así me absorbía, sentía que me quedaba sin aliento.

 

Quería volver.

 

- Onodera...

 

El chico frente a él se abrazó a si mismo y con un nudo en la garganta siguió hablando.

 

- Soy cobarde lo sé... Soy egoísta... Ya lo sé. Sólo que no podía venir a verte, me dolía aceptar que jamás volverías. Me comporté como un idiota cuando estabas vivo y mírame ahora... Llorando frente a tu tumba cómo un imbécil.

 

- No es verdad... Onodera... Yo...

 

Lloraba cómo nunca.

 

No soportaba verlo así.

 

No queria verlo de esa manera. Lentamente Onodera extendió una mano para posarla sobre la lápida, sus lágrimas cayeron y tocaron la tierra, con un último aliento claramente dijiste.

 

- Takano-san... Yo te amo. Te amé siempre. Y ahora que estás muerto... Jamás podrás escuchar mis sentimientos. ¿Esto debe ser karma, verdad? Estoy sufriendo por las cosas que no te dije. No hay manera de aliviar este dolor, no puedo simplemente dejarlo ir... Yo estoy perdido sin ti.

 

- Ritsu...

 

Entonces sentí que el dolor se detenía, un sentimiento de paz me inundó y me di cuenta de yo comenzaba a desaparecer.

¿Éste era mi asunto pendiente?

Era irónico, hasta el día de ayer, yo quería irme pero justo ahora, no quería hacerlo. Pesadamente me levanté de mi tumba y suspiré aliviado, ahora podía sentir paz. Caminé para agacharme y quedarme a un lado de él, posé una mano en su cabeza y simulé revolver su cabello.

 

- Te Amo Ritsu. Siempre estaré a tu lado. Aunque no me puedas ver yo estaré cuidándote, jamás te dejaré solo así que no te preocupes, estarás bien, saldrás de esta.

 

Acerqué mi cara a su cabeza y simulé darle un gentil beso, casi por instinto, comencé a caminar sin rumbo alguno, no era igual que antes, ésta vez sentía que mi camino era el correcto, y cuando llegué al final del cementerio sin darme cuenta...

 

Yo había desaparecido

 

- Takano-san... -Onodera posó su mano sobre su cabeza y sonrió cálidamente, limpiando sus lágrimas se levantó de su lugar y lo reverenció para despedirse, caminó de regreso asu casa y pensó para sí mismo.

 

En ese momento, podría jurar que escuche la voz de Takano, él posaba gentilmente su mano sobre mi cabeza y se despedía de mí. Podría jurar que hoy, hace unas cuantas horas...

 

Lo vi desaparecer

 

Podría jurar que lo escuche decirle que me amaba.

 

Desde ese día cada fin de mes Onodera iba a dejarle flores nuevas a Takano. Se sentaba tranquilamente frente a su tumba para platicar plácidamente con él. Onodera solía decir que aunque no estuviera loco él podría jurar que a veces sentía alguien a su lado y que ese alguien era Takano.

 

"Yo sé que es él. Aunque no lo pueda ver, sé que él está ahí

¿Cómo lo sé?

Lo escuché decírmelo.

Esa vez en el cementerio.

Fue una promesa.

Una despedida.

Y desde esa vez deje de sentirme solo.”

Notas finales:

¡Gracias por leer! :D


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