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Voto de Silencio. -Haiyuu!! por Asamijaki

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Notas del fanfic:

Hola! Este es un One Shot que he hecho para un concurso (está escrito desde hace un mes), pero pienso hacer mas que eso :D


Muchas gracias por leer! 


Hay unas aclaraciones más adelante, por si quieren saber algunas cosas respecto al futuro de esto(?) Y parte de lo que contiene :3


PD: Este Fic está originalmente publicado en Wattpad


 

«Hace muchos años, no existía día o noche, sólo oscuridad. La luz era algo lejano, y la vida sólo un sueño, hasta que...»


— ¡El Sol y la Luna aparecieron! —interrumpió el párvulo pelirrojo, con una sonrisa radiante, ya había memorizado aquella historia, la había grabado palabra por palabra, ya no hacía falta que su madre tomara aquel viejo libro del estante.


—Shouyou, si estás de esa manera en vez de hacer que duermas te mantendrás despierto, —recalcó la mujer y resopló, haciendo que uno de sus mechones volara de su rostro y aterrizara con suavidad cerca de su mejilla. Miró "severamente" al infante y éste se escondió entre las sábanas. La mujer no pudo mantener su postura al mirar aquellos grandes orbes pardos mirarle tímidos desde el borde de la sabana. Entonces, sus hombros cedieron y agregó: —Bien, ¿quieres seguir contando tú la historia? —preguntó con una voz más suave, llevando su delicado tacto a aquel vientre que se encontraba más amplio de lo normal. —Al parecer Natsu aún no se ha dormido tampoco, —mencionó con un tono meloso al sentir a aquel ser vivo que llevaba en el vientre y que, aunque aún no había sido bañada por los rayos del dios del Sol, ya amaba con todo su corazón de la misma forma que a su pequeño niño.


El infante dejó verse completamente, y el brillo de sus ojos contrastó con la alargada sonrisa de oreja a oreja que se había grabado en sus labios de un momento a otro.


—Luna y Sol eran totalmente opuestos, pero se necesitaban el uno al otro para mantener el equilibrio. —Comenzó a narrar el joven, como su madre le había contado tantas veces atrás. —Fue entonces que hicieron un trato, alzando dos reinos, los cuales convivirían en armonía...


Esa noche, el joven pelirrojo recordó la historia de cómo todo había comenzado. Las leyendas de qué pasó entre Sol y Luna eran varias, modificadas a través del tiempo, pero la que le narraba su madre era, sin duda, su favorita.


A veces pensaba en los dioses como dos hermanos, al igual que ellos, él pronto tendría a la suya. No obstante, los hermanos sueles pelearse; tal vez aquellos cientos de años en desacuerdo fuesen debidos a que alguno de ellos había tomado la estrella del otro sin permiso, o algo por el estilo. Por lo menos era eso en lo que pensaba en aquel entonces.


Desde que tenía memoria, ambos reinos no convivían como decía la historia. La familia de Shouyou había huido, hacía una región más alejada de la frontera entre las dos naciones. Nadie sabía exactamente el porqué había iniciado todo aquello, pero ninguna parte parecía querer extender una mano a desenvainar una espada.


Sin embargo, todos aquellos conflictos tenían al párvulo sin preocupaciones, todo parecía realmente lejano y ajeno; lo único que mantenía su interés eran los rumores de un guerrero de oscura armadura, un héroe que todos decían parecía ser de baja estatura. Pero su manejo con la espada era una historia diferente.


Shouyou quedó embelesado con las habladurías sobre el guerrero, tenía varios nombres, pero comúnmente se referían a él como: "Pequeño Gigante"


Él quería ser como aquel, quería luchar por su nación, el reino del Sol.


Y esto, a su madre le preocupó un poco. El padre de los niños había sido reclutado para aquella horrenda matanza, pero un día simplemente las cartas que siempre mandaba, dejaron de llegar.


El tiempo pasó, la guerra no se detenía, y lo inminente por fin llegó a ellos.


Shouyou soñaba con ser un guerrero para proteger a su madre y a su hermana como el Pequeño Gigante lo hacía, pero no fue hasta esa fatídica noche, cuando el sol se ocultó por el horizonte, cuando por fin su realidad lo golpeó cruelmente.


—Gracias por ayudarme con esto, Hinata. —El joven de cabellera ceniza caminaba por los pasillos de aquella congregación, su mirada castaña pasó hasta el muchacho de su lado, ciertamente más bajo de estatura, el cual cargaba algunos libros en brazos, igual que él.


—No es nada, Suga-san. —sonrió ampliamente, mostrando aquel característico brillo que sólo él podía tener.


Los últimos 10 años habían sido difíciles para Hinata Shouyou, desde el evento que dio vuelta su mundo hasta perder a su madre. Todos los jóvenes que quedaron sin hogar fueron reubicados en distintas instituciones: Orfanatos, hospitales, iglesias, etc., por órdenes del entonces rey.


El joven, ahora huérfano, se sentía muy afortunado de haber tenido la suerte de estar en el mismo lugar que su hermana pequeña. No hubiera soportado el dolor de perder a la única familia que le quedaba.


—Sugawara... —Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz conocida de cierta castaña.


—Michimiya —saludó Koushi inquieto —, ¿pasó algo?


Michimiya Yui era una de las hermanas del convento al otro lado del edificio, donde se adiestraban a las jóvenes novicias, donde Natsu estaba.


—Los ancianos han mandado a alguien del consejo para la supervisión, —informó la monja.


El joven fray suspiró. Sabía que el monasterio mandaría revisiones constantes, después de todo, su área estaba específicamente bajo la sospecha de ocultar jóvenes magos.


Desde que se desató la guerra, en el reino del Sol las artes mágicas estaban totalmente prohibidas, su uso se limitaba al campo de batalla, y a cualquiera que se le viera infringiendo la ley, sería mandado a juicio; comúnmente, esto terminaba en hogueras, crucifixiones, ahogamientos y ahorcamientos públicos, al igual que otras torturas, siendo solamente el entretenimiento de personas que pasen por la plaza principal del reino ese día.


—Hinata, adelántate, te alcanzaré en la biblioteca, —le anuncio al más joven, mientras iba junto a la castaña. Después de todo, Daichi Sawamura, incomprensiblemente, era menos precavido cuando el joven encargado del lugar le atendía.


Shouyou asintió, y siguió su camino.


No obstante, al sólo doblar la esquina del pasillo, vio algo caer desde arriba de los muros del jardín. Bueno, eso ha ese punto, ya era común.


— ¡Oh, Kageyama! —Nombró Shouyou, haciendo que éste se sobre saltara.


— ¡Hinata, idiota! ¡Baja la voz! —El azabache gritó a susurros, mientras se quitaba las hojas del cabello y vestimentas, además de mirar a todas partes.


Tobio no pertenecía a ninguna institución —Ni a esa nación—, más bien, desde que su pueblo había caído en un enfrentamiento, había huido de los soldados de su propio reino, y había ido hasta las fronteras de la nación del Sol, refugiándose en éstas.


Curiosamente, un guerrero de este reino le dio una mano, le brindo un techo y le enseñó cómo defenderse.


Para bien o para mal, había quedado bajo el cuidado de la familia Iwaizumi, la cual era la encargada de proteger al linaje de la realeza.


Sin embargo, eso no era un obstáculo para que Tobio se escabullera entre la biblioteca de aquel templo, ya que era una de las más completas y más antiguas. A ese punto, había ya devorado por completo todos los libros del palacio, pero algo le inquietaba, las páginas faltantes de cierta leyenda no podían quedar en blanco para él.


— ¿Qué haces aquí, Bakageyama? Daichi-san ha vuelto, y si encuentra algo fuera de lo común, las consecuencias caerán hacia Suga-san. —Recalcó el pelirrojo, a lo que el aprendiz de espadachín frunció los labios.


—Vengo a devolver algunos libros que me llevé la última vez, —se justificó, señalando con la mirada a aquel morral grisáceo que cargaba a sus espaldas. —E igual quiero agradecerle a Kenma-san por su ayuda en selección.


Shouyou hizo una mueca indescifrable y asintió.


No era que le molestara que Tobio y Kozume se entendieran, pero comúnmente lo dejaban fuera de sus conversaciones —por así llamarles—, él llevaba mucho tiempo queriendo derribar las murallas que rodeaban a aquel chico enigmático que conoció al llegar al lugar.


Sí, pasaban tiempo juntos, y disfrutaban de la compañía mutua; sin embargo, quien siempre buscaba al chico semi-rubio era Hinata. En el fondo, igual quería ver al joven de orbes ámbar interesado en pasar tiempo con él, y no metido entre los libros.


Entre discusiones sin sentido y burlas inofensivas, llegaron frente a una gran puerta. Al abrirla, el olor a hojas viejas y humedad invadió sus fosas nasales, había mucho silencio, nada más que el tic-tac de las manecillas de un anticuado reloj y el leve sonido del pasar de las páginas llenaban el enorme salón.


Detrás de un mueble de madera, se veía una cabellera dorada y castaña a las raíces, hundido entre las palabras escritas a tinta en el viejo papel. El pelirrojo sonrió ampliamente, sabía que iba a estar en ese lugar, ya que, sin contar la sombra de aquel gran árbol en el patio, la biblioteca era de los lugares más cómodos para el otro.


— ¡Kenma! —Exclamó con alegría Shouyou, haciendo que aquella melena que se asomaba por atrás del escritorio diera un pequeño salto. El pelirrojo dejó los libros que llevaba en brazos sobre la mesa.


— ¡Hinata, idiota! ¡No se grita en la biblioteca! —le reprendió Tobio.


—Tú también estás gritando... —murmuró el de fanales pardos, haciéndole ver la irónica situación.


Kozume soltó un suspiro, y cerró el grueso libro forrado de piel que llevaba en mano. Se sacudió un poco el polvo, y se incorporó debidamente, saludó con un gesto a ambos, y tomó una pequeña libreta a un costado de la mesa, escribiendo algo con la pluma y tinta que se encontraban casi junto a esta.


«Hola Shouyou, Kageyama. ¿Me necesitaban para algo?»


—Buenos días, Kenma-san, he venido a devolver los libros de la otra vez, —dio un paso al frente.


Sí, aquella libreta costurada y bien cuidada era la forma en la que comúnmente el muchacho de ojos dorados se comunicaba. No, no le faltaba audición o voz; por lo que el hermano Sugawara le había explicado, las razones de la condición de Kozume iban más allá que un voto de silencio.


Kenma vivía en un pueblo a las afueras de la gran ciudad, en ese tiempo, los afectados por las guerras eran tratados frecuentemente por boticarios, y nadie tenía mejores remedios medicinales que la madre de Kozume.


Pero la bondad de la mujer era demasiado grande, los rumores de que había ayudado a soldados del reino de la luna no se hicieron de esperar, la traición de aquella "bruja" corría de boca en boca a través del pueblo, y cierto día hicieron justicia por mano propia.


Por si esto no fuera lo suficientemente malo, Koushi había mencionado un detalle que había inquietado por completo a Hinata, y era el cómo había encontrado a Kenma. El pueblo entero fue víctima de una masacre total. Por lo que había dicho el Fray, no había más rastros de vida que el joven semi-rubio.


Sobre qué es lo que pasó ese día, no había detalles, pero Kenma, no volvió a hablar desde aquella vez.


—No, todavía necesito más, tal vez alguna obra de antes de la guerra... —contestó Tobio, tras leer la libreta, Hinata se había perdido nuevamente en sus pensamientos. —Oikawa-san tiene algunas guardadas en su alcoba, pero me restringen ese acceso.


— ¿No puedes entrar a la habitación del Gran Rey? —comentó el pelirrojo por detrás del azabache.


—No, Iwaizumi-san me ha dicho que no me acerque mucho a la familia real, —murmuró algo vencido. —Por alguna razón, Oikawa-san no me quiere enseñar sus técnicas de combate.


«No le agradas» afirmó Kenma, con pocas palabras, como siempre.


—No tiene por qué recordármelo, Kenma-san, —suspiró el muchacho de orbes azules, con una gota de sudor cayendo por su mejilla, las risas del pelirrojo no le eran de mucho apoyo.


«Shouyou, ¿no irás a ver a tu hermana hoy?» Leyó en el papel, y las mejillas de Hinata se encendieron, callando su risa.


Sí, hoy incluso había visto a Yui estar por estos lados del edificio, pero el escuchar que Sugawara necesitaba ayuda para llevar unas cosas a la biblioteca, lo había distraído de sus propósitos principales. No sólo por ayudar a Koushi, ya que si bien las acciones de Hinata eran buenas, tenía más de una intención.


—Oh, quería verte, —terminó soltando con simpleza. —A Natsu le gusta más cuando estás tú... —se justificó, desviado su mirada castaña. — ¿Vas a venir? Digo... Sólo sí tú quieres...


A la joven niña pelirroja, por alguna razón, le gustaba la compañía del más callado, acostumbraba que mientras Shouyou le leyera algún cuento, ella trenzaba algunas de las mechas rubias del mayor, aprovechando que su cabello era más largo que el de su hermano.


A Kozume realmente no le molestaba aquello, era hasta cierto punto relajante.


«Está bien.» se observó en el blanco lienzo.


Después de que el protegido del caballero del Rey se fuera, los otros dos se habían escabullido a la parte este del edificio. Cada viernes, las hermanas se juntaban en una reunión en el ala principal del templo, y ese era el momento en que Shouyou aprovechaba para ver a su querida hermana, con ayuda de cierta chica tímida y rubia que se aseguraba de que no hubieran moros en la costa.


Esa tarde fue tranquila, eran pequeños momentos en donde podían sentirse totalmente ajenos a todas aquellas peleas que se libraban en el exterior, de todo el sufrimiento que habían pasado hasta llegar a ese punto. Kozume, ante las pequeñas manos que cepillaban su cabello, y la voz de su amigo de fondo, cerró los ojos, y dejó que Xué se lo llevara a un lugar no muy lejano en su memoria.


Aquel día, hace varios años, aún se sentía tan fresco como la sangre que llegó a sus manos.


Era una mañana como cualquier otra, habían tomado el desayuno juntos, sin embargo, su madre le había hecho una petición inusual: ir a buscar especímenes en el bosque. No era algo que se le dificultara, pero hallar cierta flor le tomó más de lo que había imaginado. Cuando volvió a casa esa tarde, las llamas consumían a lo que alguna vez había llamado hogar.


En ese momento, todo se vino abajo, y las cosas se tornaron turbias, empezó a escuchar su voz, aquella voz que había ignorado durante tanto tiempo, aquella voz que le pertenecía a un ser que bien podía ser llamado su ángel guardián, o el mismísimo lobo skoll, que intentaba devorarlo de una mordida.


Después de eso, su cabello comenzó a opacarse, aquellas raíces rubias se tornaban castañas, y su tiempo en ese mundo se acababa. Había caído en manos del rey demonio, y era algo que lo atormentaría hasta el final.


Pero no sentía temor, no le tenía miedo a lo que pudiera pasarle, y fue así desde ese momento; sin embargo, el destino jugaba de una manera incomprensible para Kozume. Ahora que tenía un nuevo lugar, habían aparecido personas que simplemente no quería que fueran dañadas. Esa era su mayor debilidad, era aterrador sólo pensar en ello. Y de todas las personas, a quien más temía, era Hinata Shouyou.


—Natsu, ¿qué haces? —se escuchó un susurro por parte del pelirrojo mayor.


—Kenma-san se ve muy tranquilo durmiendo, —se justificó la más pequeña en edad, mientras seguía acomodando aquellas pequeñas flores blancas en el cabello semi-trenzado del chico durmiente. —Son lindas, ¿no?


Hubo una breve pausa.


—Sí, lo es... —comentó sonriente Hinata, contemplando aquella apacible expresión que acompañaba siempre el rostro ajeno.


En ese momento no lo sabían, pero su destino ya estaba escrito, la historia del héroe ya había trazado su futuro contra el rey demonio, y los sucesos que desencadenarían el principio del fin, habían caído ya en un efecto dominó, desde el momento en que sus pies tocaron el templo, y sus miradas se cruzaron por primera vez.


Mientras tanto, en las lejanas tierras del sur, las alas de aquella majestuosa ave planeaban por los bosques que escondían bastos ríos, desplegando aquellas largas y elegantes plumas.


— ¡Hoowlting! —llamó el adiestrador.


El búho de grandes ojos dorados descendió sobre el antebrazo de aquel hombre de mirada vivaz.


—Bokuto-san, Hoowlting tiene que comer. —Un joven de ojos rasgados y azulados, habló por atrás del mayor.


— ¡Akaashi! —volteó rápidamente el segundo al mando, y el búho sobrevoló hasta el chico más bajo.


Akaashi Keiji era cuidador oficial de las bestias mágicas. Aunque no poseía habilidades sobre naturales, su dominio con dichas criaturas era casi inigualable. Había sido reclutado desde muy joven por el Rey de las tierras oscuras, sin pensarlo mucho, había aceptado, un techo en donde pasar las heladas noches y comida, era casi un lujo que no podía desaprovechar. Claro que, soportar a aquel chico domador de las mismas bestias —y mano derecha de su majestad—, estaba escrito en las letras pequeñas del contrato.


—Kuroo-san ha estado preguntando por usted desde la mañana. —le mencionó, sin darle mucha relevancia a las exclamaciones ajenas, que al momento se detuvieron.


— ¿Mi bro? —Alzó una de sus pobladas cejas, como siempre, era bastante informal al referirse a la persona con máxima autoridad en todo el reino; no obstante, era comprensible hasta cierto punto.


—Al parecer una mantícora ha estado atacando un pueblo cercano a la laguna de Chía, puede que el templo sea destruido también, —informó el azabache, estoico, como de costumbre.


— ¿Tendou hizo eso?


Keiji rodó los ojos.


—Una mantícora, una bestia, no hablamos de apodos, —aclaró. —Él salió en una misión con el comandante, por eso mismo Kuroo-san lo solicita a usted, Bokuto-san.


El de cabellera bicolor abrió su boca en una perfecta "o", para después sonreír.


— ¿Vendrás conmigo, Akaashi? —el joven de orbes dorados lo miró expectante.


—Creo que usted puede encargarse por sí mismo, —recalcó, mientras se daba la media vuelta, sacando un pequeño ratón muerto de la bolsa que colgaba de su cinturón, dándoselo al búho que se apoyaba en su hombro.


— ¡Akaashe! —bufó Bokuto, siguiendo el pasó del otro en una rutina casi repetitiva.


Bokuto Kotarou era la mano derecha del Rey Demonio, y por lo tanto tenía el poder de gobernar territorios de la nación de la Luna. No obstante, no abusaba de ello. Si le preguntarán a Keiji, Bokuto era una persona simple y fácil de leer, como un niño en el cuerpo de un adulto; pero sus habilidades como adiestrador y en el campo de batalla eran admirables —Aunque nunca lo admitiera en voz alta—.


Sin darse cuenta, ya se encontraban dentro de la gran estructura, las cortinas comúnmente estaban cerradas durante el día, la luz del sol nunca debía entrar en el castillo.


Frente a la gran puerta de madera, Akaashi se detuvo y tocó para que le permitieran el paso, los guardias a los lados estaban quietos como estatuas, y Bokuto sólo entró gritando como siempre.


— ¡Kuroo! ¡Cuándo vuelve Mantícora! —preguntó una vez entrando al gran salón, pero en ese momento, Tetsurou no estaba solo. — ¡Oh!


Un joven albino con puntas oscuras miró a los recién llegados e hizo una reverencia, después de todo, tenían rangos superiores al suyo.


Semi Eita era uno de los principales líderes en las tropas de exploración cerca de la frontera de ambos reinos. Sin duda, uno de los soldados más obedientes y audaces que Akaashi alguna vez conoció. En esa ocasión, la mirada aceitunada del líder se veía sombría.


—Se han reportado bajas. —habló esta vez el azabache que se sentaba en aquel lugar tan privilegiado. —Muchas bajas. —recalcó. Sin duda, el rey se veía algo extraño, su mirada comúnmente risueña se tornó sutilmente fría.


Puede que Keiji pudiera leer el ambiente, pero Bokuto era totalmente ignorante de ello.


— ¿Eh? ¿Cómo? ¿No sólo era una de consulta con las Ninfas? —recordó el adiestrador.


El menor de los presentes, pudo ver como las manos de Eita temblaban inconscientemente. Algo estaba mal.


—Así es, Bo, —afirmó el de alto mando, incorporándose de su trono. Esa no era una buena señal. — ¿Saben? —prosiguió después de una breve pausa, paseando por los alrededores de los ventanales cerrados. Extendió su dedo índice, provocando que una pequeña llama saliera de él, mientras que su otra mano, reposaba a sus espaldas. —Los Treant le temen al fuego más que nada, y por tal de proteger los bosques, hacen cualquier cosa.


—Kuroo-san... —Keiji frunció el ceño, no sabía a donde quería llegar, pero el ambiente rápidamente se tensó.


—Dime, Eita-kun, ¿En verdad fuiste a ver a las Ninfas? —cuestionó, mirándole por el rabillo del ojo, era escalofriante, y el albino tragó en seco.


—Sí, —afirmó, sin embargo, su tono estaba claramente tembloroso.


—Ya veo. —Llevó su mirada hasta su hombre de confianza. —Bokuto.


Fue un cuestión de segundos, el líder de tropa sacó rápidamente una daga de mano; pero lo único que Akaashi pudo ver, fueron los brillantes orbes de Kotarou volverse un destello, y de un momento a otro, el sonido metálico de aquella cuchilla estrellarse abruptamente contra el suelo, llenando el eco del enorme salón.


—Mientes, Semi Eita. —Puntualizó el rey, mirando cómo éste se encontraba aprisionado por los brazos del adiestrador, presionando su cuello. — ¿Desde cuándo? ¿Y para quién?


—No sé de qué hablas, —musitó con dificultad.


—Me han dicho que te has encontrado con soldados del reino del Sol, —escupió como veneno. —Esperaba más de ti, lo sabes, ¿verdad?


Por su parte, Akaashi había quedado totalmente estático en su lugar, pero mantenía la calma. Sin embargo, la risa del albino lo sacó de lugar momentáneamente.


A pesar de estar a punto de perder la conciencia, Semi sonrió en la cara de Tetsuro. —No podrás ocultar la verdad para siempre....


Después de ello, sus párpados cedieron ante el cansancio, y la falta de aire. Quedó inconsciente, pero no estaba muerto.


—Llévenlo al subterráneo, —siseó, apoyando su hombro en la pared al lado del gran ventanal.


Bokuto a pesar de su personalidad hiperactiva, guardó silencio, o más bien, se concentró en cargar el cuerpo del traidor a sus espaldas.


Pero antes de que ambos salieran del lugar, el rey agregó: —De esto, ni una palabra a Satori. —Keiji asintió, mientras las puertas del lugar se cerraban nuevamente.


Kuroo deslizó uno de sus dedos por la tela sedosa de las cortinas, y dejó que un pequeño rayo de sol se filtrara en la oscura sala. Hace mucho tiempo que no tocaba aquella luz, esa misma luz que le recordaba una de las cosas más valiosas para él, y de igual manera, le recalcaba el no poder poseerlo; pero era cuestión de tiempo. Si todo salía según lo planeado, skoll cumplirá su cometido, y todo habrá acabado.


Mientras tanto, sólo contemplaría los dorados rayos del sol, y anhelaría aquel calor que hace 10 años pudo rozar.


— ¿Kenma?—la voz del pelirrojo hizo que los orbes ámbar del semi-rubio se abrieran levemente.


Kozume llevó una afligida y cansada mirada hasta su compañero. Pudo visualizar a la niña durmiendo a unos metros de ellos, sobre el pasto.


Hinata le miraba preocupado, estaba ciertamente más cerca de lo acostumbrado, pero Kenma no tenía mucho problema con eso. El tacto del menor en su mejilla era tranquilizante, y después de un rato en silencio, decidió hablar:


—Kenma, ¿Tuviste un mal sueño? —su voz sonaba mucho más suave de lo normal. Kozume negó con la cabeza. —Parecía como si estuvieras a punto de llorar...


El mayor desvió la mirada, y llevó una de sus manos a su nuca, la falta de sus mechas lo alertó, y encaminó su tacto hasta su coronilla. En ese momento, tomó una de las pequeñas flores que la más pequeña de los tres había dejado, y sonrió.


Bajó una entre sus dedos, y cerró los ojos por un momento. Aquella pequeña flor blanca se tornó dorada, sus pétalos se alargaron, y su centro se decoloró a un tono marrón, y el tamaño se hizo considerablemente más grande.


Kenma le tendió aquel girasol de radiantes colores, y Shouyou sonrió ampliamente.


Esa era una de las muchas maneras en que Kozume se expresaba, a pesar de sus personalidades opuestas, y del imperturbable silencio entre ambos, un sentimiento fue floreciendo a través de los años. Sí, sus destinos estaban marcados, y la inminente tempestad estaba asechando cerca. Pero aquellos momentos juntos, hacían que sus temores desaparecieran.


La historia del héroe y el hijo de la bruja, estaba por comenzar.

Notas finales:

Hey, hey, hey! Esto es sólo para aclarar algunas cosas de la Historia 😁

e45;Primero, la idea no es sólo para un One Shot, sino para un Long Fic. Puede que sea algo enredado, pero tengo muchas ideas, que no caben en un solo capítulo como el anterior. 😫

Pueden tomarselo como un "prólogo" o "piloto" de la verdadera historia, que espero no tardar en escribir (tengo otras que debo avanzar antes).😌

e45;Segundo, use varias referencias a la religión católica, cristiana y otras mitologías, pero en su conjunto, es una religión ficticia entre los dioses: Sol y Luna. Algunas de estas referencias son:

Xué: (según los muiscas) El dios del sol es Xué, que fue creado junto con las estrellas, por el gran Chiminigagua, el dios del que fue parido el todo. El dios Xué es también hermano de Chía, la luna. Xué en algún momento llegó a la tierra para promulgar la moral y a enseñar artes.

v18;Por ahora, no se ha hecho mención de Chía como Diosa, más bien, sólo en un lugar, pues es al honor de la misma deidad.

Skoll (En la mitología escandinava, nordica): Skoll y Hati eran hijos o hermanos del lobo Fenrir.
Skoll era el lobo que perseguía a los caballos que tiraban del carro de la diosa del Sol con intensión de devorarla. Hati por su parte se dedicaba a perseguir al dios de la Luna Mani. Supuestamente, cuando se acercaban a él se producían eclipses. Se dice que en el Ragnarok (fin del mundo) Skoll y Hati cumplirán sus objetivos.

v18;Cuando Kuroo dice: "skoll cumplirá su cometido" se refiere a que el dios del sol sea devorado, o en su caso, obtengan la victoria sobre aquella guerra.

Treant: híbrido entre hombre y árbol, con una piel formada por una gruesa corteza marrón que le hace casi indistinguible de los árboles. Su carácter es tranquilo, pero se puede volver peligroso si se le enfurece. Odian el fuego debido a su piel de corteza. Sus brazos están formados por ramas y sus pies encajan como un tronco de árbol.

Mantícora: La mantícora es una bestia griega sumamente peligrosa. Posee la cabeza de un hombre, con tres hileras de dientes afilados; el cuerpo de un león, color rojizo; y la cola de escorpión llena de dardos venenosos que dispara a voluntad, y pueden alcanzar a la víctima en un radio de treinta metros.

v18;Igual es el apodo que Bokuto le tiene a Tendou, por sus habilidades en batalla, cosa que espero aclarar cuando haga el Fic.

e45; Tercero, Las edades de los personajes.
Cómo se mencionó antes, Shouyou llegó al lugar hace 10 años, por lo que en el trascurso de la historia, tiene aproximadamente 17 y Natsu 10, Kenma es un año mayor que él, y Kageyama conserva lo mismo que Hinata.
A diferencia de Suga, Iwaizumi, Daichi, Oikawa, Bokuto y Akaashi, que tienen entre 20-25. 
Kuroo es una excepción que sí puedo explicar a detalle en el Fic, lo haré xD

Espero este proyecto no quede en este OS, porque me lo he estado pensando mucho, si les interesa, estén al pendientes(?)

Sí leyeron hasta este punto y tienen alguna duda, pueden preguntar :3
Gracias por leer d84;

Y un agradecimiento especial a IllusionLi, por ayudarme en el trascurso de este OS 💕

 


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