Capítulo uno: Filtro de amor.
Tres semanas, habían sido un periodo largo y lleno de estrés, pero al final, todo su esfuerzo valió la pena. Podía observar la poción de amor bullir en el caldero a mitad de la habitación. Era peligroso que cualquier persona se enterara de lo que estaba haciendo, iba en contra de las reglas del colegio.
Nadie podía hacer una poción de amor para usarla en otra persona. Naruto estaba seguro de que si era pillado podría ameritar la expulsión de Hogwarts, pero las ganas de llevar acabo su plan le cegaba por momentos. Además, no era posible que los demás se enteraran. Ninguna persona tenía conocimiento de que todas las noches recorría a ese salón olvidado en las mazmorras del castillo.
Amortentia era un poderoso filtro de amor, uno muy complicado de hacer. Podía sentirse orgulloso que a sus quince años lo hubiera logrado. Se acercó al recipiente mirando su reflejo en aquella sustancia de colores nacarados, un vapor le inundaba las fosas nasales.
-Ramen, ramen y... ¿menta 'tteba? - susurró mientras aspiraba el olor. Era un aroma sumamente gratificante, le llenaba el pecho de emoción y sus pupilas brillaban emocionadas. La sustancia tenía el efecto de crear una colonia diferente para cada persona dependiendo de los gustos de esta. La sonrisa del chico de cabellos dorados se ensanchó al ver que había quedado perfecta.
¡Estaba harto de Sasuke! Sabía que con unas cuantas gotas Sakura caería a sus pies, sólo era cuestión de tiempo para que ella se diera cuenta de sus verdaderos sentimientos, no de esos tan mezquinos que decía tener por el otro chico.
Sasuke Uchiha era su amigo-rival, una extraña relación se había formado en ambos al ser de casas contrarias, Gryffindor y Slytherin, una combinación que nadie se había atrevido a hacer. Las dos residencias siempre habían peleado entre sus usuarios para ganar la copa de las casas al final del año, además, se decía que los Slytherin eran magos tenebrosos.
Aunque, Naruto no se consideraba uno de ellos. El sombrero seleccionador lo había puesto en la casa de las serpientes, a pesar de su noble corazón. Negó olvidándose de ello, pensando en la forma de entregárselos a la chica de cabellos rosas. Tenía el paquete de chocolates listo y una nota de amor donde le pedía ser su novia.
Sonrió bobamente rascando la parte trasera de su cabellera. No podía esperar para ver a Sakura enamorada de él. Sería la envidia del bastardo de su mejor amigo. Se remangó las manos de su suéter, comenzando a tararear una famosa canción en japonés.
Palabras: 434.
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Capítulo dos: Chocolates.
Sakura estaba fastidiada, el imbécil de Naruto la había entretenido con palabras bobas y una sonrisa de par en par. El muy idiota le había regalado unos chocolates, que se había tomado la molestia de aceptar por la presencia de Iruka a su lado. El adulto ya la había castigado varias veces por lo grosera que había sido con varios de sus compañeros.
Lo único que podía agradecer es que el rubio se había tomado la molestia de comprarle chocolates de calidad. Los mejores, incluso, ni siquiera ella compraba cacao tan costoso. Sin embargo, a todo mal debe de verle una cualidad, ¡esos chocolates podía regalárselos a Sasuke! Estaba segura de que al azabache le encantarían.
Sin mucho preámbulo, cambio la envoltura del regalo, sin dedicarle el tiempo para verificar si Naruto había puesto una anotación en ellos. Ya se había cansado de rechazar constantemente al chico, no entendía porque seguía molestándola. Era imposible si quiera pensar en considerarlo su amigo o conocido, era un Slytherin, quien sabe que cosas peligrosas podía ocultar un bobo como él.
…
Sasuke estaba entrando a la sala común de Gryffindor, estaba llena de colores dorados y guindas. Ni siquiera prestó atención en como varias chicas lo saludaron y entró directo a los dormitorios de chicos. Había sido una mañana cansada, compartir clases con Naruto en ocasiones era tedioso. Los demás chicos de Slytherin no solían conversar con el chico, él era todo lo contrario a lo que caracterizaba a la casa de Salazar.
Era ruidoso, hiperactivo, risueño, tedioso, bobo, tonto, usuratonkachi…
El azabache rio ante su propio chiste con una sonrisa de medio lado. El rubio tenía puras amistades de las demás casas, menos de la suya. Los únicos que lo soportaban eran los de equipo de quidditch, y sólo porque era un grandioso jugador, al punto en que podía hacerle frente.
Avanzó por la habitación hasta llegar a sus pertenencias. Encima de su baúl había un paquete de color azul marino, bufó sin proponérselo. Estaba más que harto de esas chicas que le dejaban chocolates con la intensión de envenenarlo con algún filtro barato de amor. En una tienda de sortilegios muy famosa lo vendían a un precio demasiado accesible. La mayoría terminaban en la basura o se los obsequiaba a su hermano mayor con la intensión de que muriera intoxicado.
Lástima que ese imbécil era inteligente.
Tomó el paquete entre sus brazos mientras lo movía un poco. Al final una nota terminó de salir, podía oler el perfume a cerezos en ella. La abrió leyendo el nombre de la chica más molesta que conocía “Sakura Haruno”.
Suspiró pensando en que esta vez, mínimo le habían obsequiado chocolates de calidad. Los conocía por la marca “Chidori”, su familia era importadora de ese cacao. Estuvo tentado a probarlos, pero estaba seguro que estarían hechizados. Sin embargo, se tomó la molestia de abrirlos para descubrir otra nota en ellos.
“¿Quieres ser mi novia? Atentamente, el inigualable y único, Uzumaki Naruto”.
Definitivamente el rubio era un idiota. Sonrió con malicia mientras negaba con la cabeza. El trigueño se la llevaba detrás de Sakura todo el tiempo que podía, en sus horas libres y en las demás clases que compartían. Ese día había actuado demasiado tranquilo, posiblemente nervioso por la respuesta de la chica.
—Patético — susurró en su pésame. Por lo menos podía salir victorioso al comerse el obsequio, Naruto era tan idiota que jamás podía crear alguna poción como amortentia o algún otro filtro de amor. No tenía la paciencia, ni mucho menos la maestría o habilidad para crearla. Aspiró un poco del aroma que le regalaba el dulce. —Miso…
Palabras: 607.