Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paranoid Android por sawako1827

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Haikyuu no me pertence, todos los derechos de los personajes son de Haruichi Furudate.

Notas del capitulo:

Es el primer OS que escribo para este hermosisimo fandom que es HQ.

El mundo necesita de más KuroAka y estoy dispuesta a otorgarlo.

Desde que tengo memoria, el inventario y lista de cosas a las que temo fue aumentando en número considerablemente. Nunca supe explicarlo o explicarme el porqué.

Simplemente, temo.

Desde el miedo a quedarme completamente solo, hasta sacar una nota baja en la escuela; perder el colectivo cuando llego tarde u olvidarme algún detalle importante de la vida de un amigo. La lista podría seguir hasta el hartazgo.

Eso pensé durante mucho tiempo e incluso llegue a la conclusión de que quizá tenía algún tipo de problema mental. A pesar de que un diagnóstico médico marcara que no había nada por lo que preocuparse. Y es verdad, yo no me siento enfermo ni mental ni físicamente, estoy seguro que son solo cosas mías; como una histeria o algo así.

Estos “temores” tampoco es que influyen demasiado en mi vida cotidiana, por lo menos la exterior, la pública. El Akaashi Keiji que todo el mundo conoce.

Por alguna estúpida razón me siento orgulloso de esa máscara de acero que he logrado fabricar y hasta moldear. Toda una obra hecha por el mejor de los artesanos.

 

No se rompe, ni se inmuta.

 

Sin embargo tengo un miedo que es predominante. Aquel que me persigue en horas de sueño, a mitad del día, cuando estudio, cuando como. Es como una sombra que me persigue incansablemente.

Aquel que si logra perturbarme, aunque sea un poco y me debilita.

 

Tengo miedo a morir.

 

Como todo ser humano hay veces en que tengo momentos altibajos o depresiones que no puedo evitar, siquiera ignorar. Son sensaciones, todos esos “temores” se activan y comienzan a deambular por mi subconsciente. A veces danzan libremente, como si fuera un ritual; otras se tornan violentas y me lastiman por dentro. Pellizcandome cada vez más fuerte e incluso sentir que me golpean y sacuden. Mi cabeza llega ser un caos y no puedo evitar sentirme frustrado. “Un océano de insultos”.

En esos momentos me gusta descargarme rayando en un papel. A veces me hundía haciéndome sentir miserable y en otras ocasiones me ayudaba. Es una terapia creada por el mismo paciente.

 

Sé muy bien que este tipo de cosas no es normal, pero dentro, muy dentro mío, quiero que sea así. No necesito un tratamiento, no es un problema como para hacer semejante drama.

 

Incluso me diagnostiqué a mí mismo. Estoy seguro que es baja autoestima.

 

Tenerle miedo a la muerte, es temer a que se termine todo. La vida de un humano puede ser tan frágil, que se podría romperse en lo que dura un parpadeo. A eso le temo. Que en cualquier momento todo lo que tenga a mi alrededor se vuelva oscuro. Que se rompa todo, se destruya, incluso yo mismo.

Siempre tengo esa sensación de que nunca logro terminar, siquiera empezar lo que quiera. Y estando muerto no podría cumplir mis deseos.

¿Es acaso un pensamiento egoísta?

Quizá. Pero me doy el lujo de serlo, por lo menos en mi interior. Ya que no he compartido todo esto con nada ni nadie. Me he catalogado a mi mismo como mi propio curandero.

No confío en nadie más. A penas en mí mismo.

 

Mis padres son personas gentiles, se han preocupado por mí en tantas ocasiones, pero siempre haciendo drama por ese jodido tratamiento.

“Puedo yo solo con mis demonios”

 

Confiar en un psicólogo, en mis padres, amigos, vecinos, alguien. Ja. No puedo confiar en ellos. No puedo confiarles mis problemas. No puedo confiarles mis temores. No puedo abrirme y dejar mi ser al descubierto. No puedo y no lo haré.

No. No. No.

 

La baja autoestima es el origen de este pensamiento caprichoso. Estoy trabajando en eso. Es un proceso. Déjenme en paz.

 

****

La vida del hombre puede ser tan efímera, como una abrir y cerrar de ojos. Desde los humanos y hasta el mismo universo algún dia, tarde o temprano, nos abrazará ese sueño eterno.

 

Y presenciar tu mismo como la vida de tus padres se marchita en un accidente de tránsito, es el mejor ejemplo de eso.

Finalmente mi mayor temor me envuelve de esta forma, tan retorcida e irónica. No me das descanso, sino que me haces sufrir desde otro lado.

 

Ahhh. Me siento frustrado y cansado. Me acuesto en el frío suelo en medio de mi habitación oscura y me doy el lujo de llorar.

Pero solo un poco.

Esta depresión es tan longeva y pesada que me cuesta un poco llevarla a cuestas. Me esta agotando de sobremanera, marchitandome de a poco en el camino.

Siento que voy a romperme en cualquier momento.

¿Pero cómo es que se empieza a confiar?

 

Comienzo a dar señales, tan sutiles, tan frágiles. Y así es como construyo  el camino hacia mi salvación que es tan poco fiable que hasta pierdo la confianza en mí mismo. Quizá sea porque uso piedras pequeñas, tan débiles que no pueden ser capaces de romper el muro o máscara blindada que tanto me costó construir.

Ya no me siento orgulloso de mi gran creación. ¿Qué, con esta cara que no refleja emoción alguna?

 

Mi cabeza, actualmente, es un torbellino; un huracán que arrasa con todo sin piedad a nada. Mi rostro es un mar calmo; el eco de una gota que cae en un pequeño charco dentro de una profunda cueva.

Tranquilo es el adjetivo que me proporcionan. Oh, cuán equivocados están.

“Tus emociones siempre son tan calmadas, Akaashi, me tranquiliza” Me han dicho incontables veces y si pudiera me les reiría en la cara.

 

Paulatinamente empiezo a odiarme a mí mismo, por no ser capaz de dar las suficientes señales o siquiera que funcionen. Inútil. Estúpido.

 

—Idiota —Le digo a mi propio reflejo en el espejo, como si insultarme a mí mismo resolviera todos mis problemas. Trato de entender el problema, pero puedo y no puedo.

 

Expresarlo. Decirlo, Explicarlo. Gritarlo.

Algo, alguien...

 

—Eres como una máquina de ideas, Akaashi —Dijo de repente Kuroo Tetsurou a mitad de una charla mientras volvíamos a casa. Y su frase me dejó absorto que tuve que parar de caminar.

—¿Qué? —Fue la pregunta más inteligente que se me pudo ocurrir. Aplausos por la expresión del siglo.

Kuroo detuvo su andar también y se giró para mirarme y continuar con ese hilo de conversación tan retorcido, el cual él mismo comenzó.

—Si. Es que me da la sensación que estás todo el tiempo pensando. Y sos tan serio que siempre me pregunto qué es lo que absorbe tanto tu atención. Como si… algo te preocupara —Se calló un momento y miró al cielo mientras soltaba un suspiro —Perdón, creo que acabo de decir algo bastante perturbador. No soy un acosador que está todo el tiempo analizando te, Akaashi. Por favor no me mires de esa forma —Finalizó con una expresión nerviosa moviendo las manos de forma rara, también.

 

“Máquina” ha dicho y no puedo evitar pensar en la ironía. Una de idea, lo dudo mucho, una de problemas queda mejor.

Problemas a mi mismo, tantos que hasta podrían ser imaginarios. Y así, he creado uno nuevo.

 

Ese día aumente el número de cosas a las que temo: “Miedo” a que descubran mi interior. Más bien, abrirme completamente a alguien, confiar ciegamente.

Es contradictorio, porque yo mismo intentaba buscar ayuda. Pero estaba seguro que mis señales no eran lo suficientemente fuertes como para que alguien las tuviera en cuenta. Y si esta máquina ha creado este problema es por esta inquietante sensación de que Kuroo Tetsurou puede ser capaz de leerme como un libro abierto.

 

Que él sea capaz de destruir la muralla blindada con el solo toque de uno de sus dedos.

 

Ese mismo día en cuanto llego a mi casa me acuesto en el sillón del living y prendo el televisor. La luz que emite el aparato es la única de la habitación. Miro la tele y suelta una pequeña risa. La lluvia es la única “transmisión” desde hace un par de meses. Y ahí voy a mirar esa ruidosa imagen que solo logra desesperarme más.

El torbellino que es mi mente ya está trabajando diligentemente. Esto me estresa. Quiero dejar de pensar.

Pestañeo lentamente porque siento los párpados pesados, como si estos fueran de plomo.

 

La estática de la televisión sin cable ya me estaba molestando.

"¿Por favor puedes parar de hacer ese ruido?"

La apago por piedad a mi mismo y voy a mi habitación. Mi ultima mision de hoy será dormir.

Y ahora ni eso puedo hacer… Misión abortada.

 

Ah… ¿El insomnio puede contar como otro problema? Estúpido Kuroo, su definición no me deja calmar la tormenta de emociones que es mi cabeza.

¿Desde cuándo él es tan observador?

Cierro los ojos y la oscuridad me invade. La noche pasa conmigo recordando.



*****

Es en un partido de práctica que Kuroo se acerca y se sienta a mi lado en el descanso. Primero de muchos actos confusos. Porque no dice nada.

Hombro a hombro apreciamos la corta vista del gimnasio, a los demás jugadores hablar y practicar.

Quizá ninguno de los dos hablaba pero tu rostro lo dice todo.

Te ves cansado y quiero preguntarte el porqué. Sin embargo, no lo hago.

 

Bokuto se aparece más tarde para romper la tranquilidad del silencio, su sola presencia marca “ruido” y llegue a pensar que a veces, solo a veces, me molesta un poco.

 

Bokuto es otro personaje que resaltar en el drama de mi vida. El es mi rematador estrella, mi capitán, mi compañero y mi mejor amigo. Yo se todo de él, desde el más mínimo detalle de su infancia hasta que fue lo que desayunó esa mañana. Yo mismo me encargo de organizar sus horarios y hasta como debe estudiar.

La palabra que lo definiría por completo (en un pensamiento general), sería “niño”. Él es como un niño mimado, que necesita de completa atención constantemente. Una personalidad infantil o una reina del drama. Así es él. Y está perfecto.

Pero, personalmente, me gusta pensar que él es como la miel; densa y espesa pero dulce y hasta empalagosa. A muchas personas les gusta compararla como un néctar de la vida. Y lamentablemente… yo soy alérgico a la miel.

Por eso no podíamos ser más que amigos. Ir más allá.

Él es blanco, puro y luminoso. Yo soy negro, turbio y oscuro.

Gracias por querer abrirte a mi, Bokuto, pero yo no puedo hacer lo mismo.

Es un circuito que se une hasta el infinito. No puedo hacer nada con mi persona y no dejo que alguien me ayude tampoco. Ida y vuelta. Siempre es lo mismo.

A pesar que te doy la espalda siempre alcanzas tomar mi hombro y con palabras fugaces, severas y absurdas; logras iluminar mi alrededor. De nuevo debo agradecerte por esos segundos de mísera felicidad. Sé que es horrible pero es la realidad.



****

Por ti Kuroo, he creado una nueva lista. Una enumeración de actos inentendibles. Esas cosas que haces y no llego a comprender. Desde esa vez que te sentaste a mi lado en el gimnasio, pasando por la primera vez que me acompañaste a casa y terminando con lo más reciente. Una cita.

 

Mi cuerpo tiembla un poco ante la propuesta. el solo pensamiento de compartir horas extra con una persona me estaba aterrando, más de lo que pensé. La idea de rechazarlo es tan tentadora que no la puedo evitar.

Y siempre me pregunto porque con Kuroo las cosas siempre resultan de una manera diferente.

 

—Tómalo como una oportunidad de recibir ayuda —Eso fue lo que me dijo al otro lado del teléfono. Mis manos temblaban tanto que pensé que el aparato se caería en cualquier momento.

—Lo lamento mucho, Kuroo-san. Pero…

—No me rechaces... —Dijo con un tono de urgencia, o por lo menos eso es lo que llego a identificar ¿Tanto asi queria salir conmigo? —Por favor, dame una oportunidad.

 

Y entonces en ese día, desde temprano. Pase cantidades de horas cortas junto a Kuroo Tetsurou. La agonía que sentía antes del encuentro era tanta que pensé que hasta la persona más idiota del mundo podría leerme como un libro abierto. Pero no.

Es más, la salida resultó desenvolverse todo lo contrario a como me lo imaginaba. Y yo no podria estar mas confundido por eso.

Pensé que quizá había encontrado la cura o ya me estaba curando. Así… como por arte de magia; o consecuencia de algún ente divino. Sea lo que sea, la teoría de que todo resulta diferente con Kuroo cada vez cobra más solidez.

 

Hubo un momento que resaltar de ese dia, hice caso a lo que Kuro dijo “tomar la oportunidad de recibir ayuda” y le comenté que… a veces, solo a veces, podría sentirme perturbado por ciertas cuestiones que obviamente no detalle.

Él me respondió con una frase tan simple, pero que quizá nunca olvidaría:

—Si eres una máquina, Akaashi, entonces piensa en mí como el único artesano que posee la herramienta de arreglarte.

 

La semana siguiente a esa y luego la otra y la otra, incluso actualmente, él ha estado acompañándome siempre a casa. Sus visitas a Fukurodani pasaron de Bokuto a mi persona. La lista sobre tí sigue alargandose.

Mi mente grita “no entres a mi vida” y por primera vez en toda mi desgraciada existencia, espero de mí mismo una contradicción.

 

Abro los ojos ante el nuevo descubrimiento ¿Eh? ¿Qué es este sentimiento?. Llevo una mano a mi cabeza y me revuelvo el pelo intentando encontrar una explicación. Nada.

Pero esa noche el insomnio vuelve a aparecer.

 

Miro el reloj, este marcaba las 04:30 am y yo seguía pensando en tu persona. ¿Qué me has hecho Kuroo Tetsurou?

De repente en mi lista de temores las cosas iban desapareciendo y como si fuera alguna clase de hechizo, miles de ellos se transformaron en uno solo: el miedo a perderte.

Oh. Así que eso es lo que sentía



*****

Repetitivo. Imagino mi vida como una cruel alegoría. ¿Ya dije que todo en mi existencia me parece una ironía absurda? Pues, en eso pensaba mientras permanecía parado, estático en medio del patio de la escuela. Retorciendome en un sin fin de sensaciones inquietantes.

Recordaba las palabras de Bokuto como si fueran dagas, largas y filosas. Que se clavaban en mí y me herian con toda intención de destruirme.

—Ayer hospitalizaron a Kuroo —Se que Bokuto siguió hablando pero ya no escuche más. Tampoco quería saber más así que salí corriendo de ahí.

Como es horario escolar, no se me tiene permitir salir de la escuela y por eso ahora estoy acá. Parado en medio del patio, como un pobre diablo desamparado.

 

Trato de calmar mi respiración agitada y cierro los ojos con fuerza. Y me repito una frase a mi mismo, como si fuera un mantra.

“Esto no está pasando. Esto no está pasando. Esto no está pasando.”

 

Al final termino por arrodillarme y esconder mi cabeza entre las piernas. Recuerdo mi lista actual de temores y mi cuerpo tiembla igual que una gelatina.

Trato de calmarme, de poner un freno a mi propia autodestrucción.

Pero una máquina es incapaz de hacer eso.

Me siento tan repulsivo y odioso. ¿Qué hago?

 

La historia se repite. Mis temores me abrazan en su crueldad y me dejan miserable. A mi alrededor solo dejan oscuridad y ya no puedo verme ni a mi mismo.

¿Porque tiene que volver a pasarme?

 

Bokuto me llama esa noche y dice algo de ir a visitar a Kuroo al hospital. Al principio no digo nada, esperando que le llegue la indirecta de que no quiero hablar de eso.

Pero el sigue su discurso.

Dice cosas como: “Tú y Kuroo han estado viendo se últimamente” “Él se preocupa mucho por ti ¿sabes?” “Le hará feliz verte” “¿No te preocupa?”

Claro que me preocupa. Pero una parte de mi siente que es mi culpa. Como si una serie de sucesos se unieran para terminar en deplorable destino.

 

El ente divino se presenta en mi mente y se burla de mi. ¿Debería entregarme a ti, como forma de redimir mis pecados? ¿Es esta alguna clase de castigo?

Puede ser, pero no soy un ser que se merezca sentir alguna clase de fé.

Porque solo confio en mi mismo.

 

La alegoría vuelve: Eres una máquina, Akaashi Keiji. Compórtate como una.

“¡Basta!” grita mi subconsciente. Y en el plano físico, salgo de mi casa para que el viento se lleve las ideas.

Ah, en que patetico ser me he convertido.

 

Una hora más tarde termino con mi auto tortura psicológica y vuelvo a casa. Si el sueño que me envuelve es eterno o no, ya no me importa.

 

Pero supongo que el destino aún quiere a mi existencia jugando en él. Porque a la mañana siguiente me despierto en mi habitación.

Permanezco acostado porque es sábado y no hay responsabilidades que me corran de la cama. Genial, un dia para revolcarme tranquilo en mi propia miseria.

Así es como funciona esta máquina.

Trabajo diligentemente en ello, por cierto; y así es como pasan las horas.

Afuera, el clima me acompaña con su triste cielo nublado. ¿Debería agradecerle al destino?

Suspiro pesadamente. Y me levanto, mi rutina de ser humano común y corriente empieza algo tarde hoy.

Miro el reloj y este marca las 05:30 pm. Que buena forma de desaprovechar un día entero.

 

Me siento en el suelo de mi living, frente a mis ojos se encuentra la puerta de entrada. No se que es lo que espero exactamente. Pero solo me quedo allí, estoico y silencioso.

El insistente “tic tac” del reloj inunda la habitación privandola del silencio absoluto.

Este es mi nuevo escenario y ahí me quedo un rato más.

 

De repente un sonido proveniente del exterior irrumpe abruptamente. Es un golpe, no, dos. Alguien está llamando a mi puerta.

Me quedo mirando ésta fijamente, desde mi lugar. No pienso contestar.

Seas quien seas, vete.


—¿Hola? ¿Hay alguien en casa? —Escucho esa voz tan familiar y se me contrae el corazón

—Kuroo-san... —Digo apenas con un hilo de voz

—¿Akaashi? ¿Estás ahí? —Le escucho decir mi nombre. Su tono de voz, barítona y segura como siempre sonaba; ahora se escuchaba un poco más débil.


Esto es lo que hago. Esto es lo que provoco. Herir y lastimar. Atraigo a los demás a mi moribundo ser.
Tu no te lo mereces. Tu no lo necesitas. No ME necesitas.


—Escuche que te sientes mal... por favor déjame ayudarte. —Oigo un leve golpecito en la puerta Kuroo seguramente apoyó sus manos en ésta. Basta. Ya no podía soportarlo. Era Kuroo quien necesitaba mi ayuda, y no yo no hice nada; mas que huir del asunto. No quiero que diga esas cosas y aun asi, siento que lo estoy obligando.
—Kuroo-san por favor vete. —Escondí mi cabeza entre las rodillas, abrazando mis piernas. El suelo estaba frío y duro. Así es como tenía que ser. No podía seguir arrastrando a Kuroo hacia un destino incierto y doloroso.
—Quiero aminorar tu dolor, Akaashi. —Dices terco y como siempre me haces sentir extraño. El piso ahora lo sentía cálido y reconfortante. ¿Como puedes hacer eso?

Incluso las vibraciones auditivas de su voz me hacían sentir bien.

Con él todo es distinto, nada sale como lo esperaba.

De repente el mundo ya no era tan malo.

Con voluntad me levanto y abro la puerta. Kuroo está ahí. Siempre lo está. Y darme cuenta de ese detalle hizo que se me escapara una pequeña sonrisa. Agacho la cabeza, mirando al suelo tratando de ocultarla. Puesto que borrarla ahora era imposible.
—Por favor no te agaches. Muéstramela. No ocultes tu sonrisa, que es lo mas bello que he visto jamás. —Tus manos cálidas contrastan con la temperatura del dia. Sostienen mis hombros e impiden que me desmorone.
El sol, oculto tras las densas nubes se guardaba para sí todo su calor. Su ausencia era notoria. Pero en ese momento no lo extrañaba. Contigo era suficiente.

Luego un fugaz pensamiento cruza mi cabeza. “No podía seguir arrastrando a Kuroo hacia un destino incierto pero doloroso.”

 

Es verdad.

 

Soy un ser egoísta.

 

Y por ello, porque quiero tu bienestar es que empiezo a huir.

 

Simplemente correr.

Es lo único que hago últimamente. ¿Así será siempre? Debería desaparecer.

Soy un cobarde.

 

Los minutos me acompañan en mi carrera pero ellos siguen y yo paro en busca de aire.

Los suburbios se notan solitarios sin la presencia de las personas. Pero ahora las gotas de lluvia me acompañan.

 

Vamos lluvia mójame. Cae sobre mi desde tu gran altura. Vamos cielo, ahogame en tus lágrimas y libérame de una vez.


En medio de mi ensimismamiento una mano se posa en mi hombro y el ruido de un jadeo llega a mis oídos.

 

—Akaashi… —Sigue jadeando —Sé que ya me dieron el alta en el hospital pero… aún me cuesta correr de esta forma así de la nada ¿sabes? —Kuroo termina por dar un par de jadeos mas y me mira con una sonrisa. Una que solo él podía esbozar.

—Kuroo-san. Porque-

—Shh. Ya no digas nada. —Dice mientras posa dos dedos sobre mis labios para callarme.

Oh, qué magnífica manera de evitar que siga diciendo ridiculeces.

 

Sus brazos me rodean por completo y ahora estoy envuelto en su calidez. La fría lluvia queda en un segundo plano y ya no me importa si llego a enfermar.

 

¿Como podria enfermar si me siento así de protegido?

 

Kuroo abrió la boca un tanto indeciso y luego de unos segundos empezó a hablar

—Yo…—Dió un gran suspiro— Aún no se que es lo que te atormenta o lo que te hace feliz. Más bien, estoy seguro que me falta más del 80% en conocerte. El tiempo que hemos pasado juntos no ha sido suficiente para hacerlo. Aunque, personalmente no me molestaria estar contigo una eternidad para lograrlo. Conocer no solo tus demonios internos, sino todo en general. Quiero descifrar tu enigma. Quiero estar ahí para ayudarte y apoyarte en todo lo que pueda. Aún si es una mínima cosa. Yo quisiera hacerte feliz.

—Ya lo has hecho, Kuroo-san —Se me escapa la verdad que tanto tiempo venía ocultando y ahora mi propio cuerpo emana un calor semejante que se expone rojo en mi rostro. Así que evito mantener contacto visual. —Pero… Yo también quiero ser alguien que pueda traerte felicidad. Como soy ahora, el resultado sería todo lo contrario. Y no podría soportar la idea de que yo mismo esté destruyendote. —Al final, bajo la mirada porque decir la realidad es más devastador de lo que imagine. —Yo soy… una… maquina —Termino a duras penas en un susurro.

Siento los brazos de Kuroo soltarme un poco y me obliga a mirarlo.

Él sonríe. Con la sonrisa más hermosa que haya podido ver en todos mis días. Resplandeciendo tan bellamente que hace que se me contraiga el corazón de regocijo.

—Eres como el mar, Akaashi. Uno calmo de olas armoniosas y hermosas, pero que embravece ferozmente de un momento a otro. El hombre es una especie curiosa, está llena de ambición. Desde tiempos remotos siempre se ha querido dominar el océano. ¿Y sabes que, Akaashi? Yo soy un hombre ambicioso. Pero no quiero controlar el mar, quiero tenerlo. Te quiero a ti.

Tomó mi rostro y acunó mi mentón con ambas manos y con la sonrisa aun plasmada en su rostro susurró en mi oído.

—Keiji —Dijo de pronto mi nombre y lágrimas gruesas comenzaron a acumularse en mis ojos, para luego desbordarse incontrolablemente.

Es que todo era tan bello e irreal.
Mi nombre saliendo de su boca era un hermoso sonido creado de la unión de sus sílabas, pronunciadas por esa voz.

Ah, finalmente encontré mi medicina, la cura de todos mis males resultaron tener nombre y apellido.

 

Mientras limpia mis lágrimas suelta una gentil risa.

Mi propia sonrisa se hizo presente.

—Gracias, gracias, gracias, gracias. —Es lo único que sale de mi boca.

 

Kuroo acaba de encontrar otra ingeniosa forma de callarme.

 

Uniendo sus labios con los míos.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).