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La leyenda del árbol de flor de cerezos // YuWin por CosmosLycoris

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Notas del capitulo:

Un one shot que se me había ocurrido hace mucho y me gustó mucho adaptarlo al YuWin.
Espero que les guste

Era Heian, año 870. Japón. 


Un joven viajero. Desde que tuvo memoria está en una exhaustiva búsqueda. Recorrió gran parte del continente asiático. Navegando, caminando, solo. Durante años.  Atractivo, con ojos oscuros y cabello lacio de color almendra. Sus facciones totalmente perfectas, alto y con un cuerpo trabajado. Todo de su presencia irradiaba belleza.El yukata tradicional japonés, oscuro, lo hacía ver misterioso y con su larga espada lo hacían imposible de admirar. Nadie había hablado con él, nadie ha escuchado su voz. Pero en cualquier lugar que visitaba era el tema principal del cotilleo para la gente de los pueblos. En pequeños poblados de China fue llamado: "el samurai sin rumbo", "espada silenciosa". En Japón lo pensaban como un desertor o un guerrero que perdió a su amo. Aunque Nakamoto Yuta, tenía una meta bien planteada. Él no era ningún samurai pero sí un buen espadachín. Vagar por el mundo solo durante tanto tiempo lo había obligado a aprender cómo defenderse. La espada la había forjado él mismo cuando cumplió su mayoría de edad. Lo más peculiar de este muchacho no era su  impresionante atractivo o su incansable travesía. Si no, algo de lo que nadie tenía el conocimiento. Poseía un potente olfato, fuera de lo común. Percibía el olor, o la esencia de las personas. Su alma, su ser. Podía predecir la maldad de un asesino, se estremecía por el aroma de la tristeza de una persona quién acababa de perder a alguien amado.  Aunque este don le fue dado por un propósito. Nakamoto tenía que encontrar el alma más pura, el aroma más valioso y único. Ese era su propósito en la vida. 


Más de dieciocho años y había cubierto gran parte del territorio oriental. Ahora había regresado a su ciudad natal. Quería reposar. Sus padres habían perdido la vida por enfermedad así que al llegar a su hogar, no había nadie quien lo recibiera. Nada en el mundo era más importante que su misión. Una misión que ni siquiera él entendía del todo. No se podía rendir. 


A sus cortos quince años, luego de que sus padres fallecieran, tuvo un sueño. El que le dijo sobre su poder y lo que debía hacer. Pero nunca supo cuál era la finalidad. 


Tan joven y ya tan cansado. Se dirigió al pequeño dojo que tenía en su casa. Extrañaba caminar descalzo sobre la madera del piso. Practicaba con la espada, así era cómo se relajaba. Creaba elegantes figuras con el arma. Movimientos fluidos en una danza divina y poderosa. Su técnica era admirable para alguien que había aprendido por sí solo. No era tan flexible aun, sin embargo su andar se asimilaba al flujo del agua, con su espada tal como una extensión de él. 


¿Cuál era su propósito en la vida si no conseguía su hazaña? Aquella noche, soñó de nuevo:


Una lluvia de pétalos de flor de cerezo. Paz. 


La visión que tuvo le dio la respuesta y gracias a eso, por fin podría concluir su misión. Preparándose para la ocasión, se vistió con sus mejores prendas.  Un Yukata blanco de la mejor tela. Con la prenda su tez resaltaba. Sin duda un joven apuesto, igual a su madre, elegante y firme tal que su padre. Limpió cuidadosamente su espada. Su fiel compañera. Protectora efectiva, su orgullo. Esta sería la última vez que buscara lo tan anhelado.  


Las miradas se posaban sobre Nakamoto Yuta. Ostentoso caminada hacía el castillo de Osaka. Un lugar emblemático en la zona y reconocido por estar rodeado de un parque imponente. Una área verde orgullo de la ciudad. Acercándose al lugar, recibía una briza de olores. Podía distinguir la esencia de soldados, su alma resalta el valor y honor, pero sobretodo la guerra. Desde lejos notó una casa de acampar, rodeada de varios hombres bien armados. Uno de ellos traía puesto una armadura, de la que resaltaban diseños de dragones. Todo apuntaba a que era una armada China. Nakamoto sentía una gran necesidad de saber quién estaba siendo custodiado de esa manera. Una fuerza superior a él lo había dirigido justo en ese lugar. Los hombres le cerraron el paso. 


De pronto. Un golpe en el estómago, provocado por algo totalmente diferente a todo lo que había conocido. Le llegó el aroma del mar o era chocolate, té verde hasta podría ser incienso recién encendido. Una gloriosa mezcla que al final no era nada. Solo expresaba pureza. Un alma aislada de todo odio, tristeza y dolor. Tantos años y el había nacido para este momento. Desenfundó su espada, dispuesto a atacar para abrirse paso y así descubrir qué desprendía tal aroma majestuoso. Detrás de todos los fornidos soldados una voz tenue, un joven pronunció unas palabras en mandarín y así los hombres bajaron sus armas y se retiraron. Poco a poco salió a la luz el portador de esa voz mística, la persona que tanto había buscado. 


-Al fin, te encuentro. Eres maravilloso.


Un chico muy delgado, piel blanca y aparentaba ser suave tal como algodón. Parecía ser tan sensible como un copo de nieve. Vestido con una larga toga teñida de mil colores, parecía un delicado pez betta. Algo peculiar era su rostro, parecía ser de otro mundo pero una venda rodeaba por completo la parte de sus ojos, cubriéndolos. A pesar de eso, parecía tener el total control de todos sus movimientos. Nakamoto no pudo evitar sentirse fascinado por su presencia y aun seguía en shock por el aroma que emanaba aquel que estaba en frente suyo. El joven se presentó:


-Soy Dong Si Cheng, pertenezco a una noble familia China. Y así como tú, tuve un sueño y después de este, un don. Por ello, he atravesado miles de kilómetros para encontrarte y también aprendí tu idioma, Nakamoto Yuta... Tienes un hermoso color.


Si Cheng había perdido la vista de un día para el otro como pago por recibir la habilidad de ver el color que representa a las personas. No dudó en usar esta peculiaridad y había ayudado a los habitantes de su ciudad dando veredictos en juicios y era venerado por su comunidad como un salvador, casi como una divinidad. El marrón para las mentiras, el naranja para la traición, el blanco para la amistad. El noble muchacho se acercó al espadachín, atraído por algo inexplicable. Pasó su mano por su rostro para reconocer lo que era invisible para él.


-Eres la existencia más hermosa que he visto. Tienes centenares de colores en ti, pero ninguna es maligna. Tanta sabiduría y elegancia, fuerza y humildad. 


Nakamoto sentía exactamente lo mismo. Si Cheng expresaba bondad, carisma, inteligencia y más, sin una pizca de sentimientos viles. Ambos habían nacido para encontrarse, como símbolo de lo necesario que es la pureza para la humanidad, de lo bello... El japonés quería decírselo, quería hacerle saber lo deslumbrado que estaba por haberlo conocido. Su falta de habla se lo impedía. 


-Nuestro destino es este. Encontrarnos. Yuta, al fin estás a mi lado.


Nakamoto sonrío. Pudo recordar la última vez que lo hizo: en el cumpleaños antes de la partida de sus padres. Tuvieron que pasar tantos años para que se pudiera dar la libertad de sentir alegría y sobretodo, amor.  Con delicadeza entornó con sus manos, el rostro de Si Cheng. Sus cuerpos ya estaban a solo unos centímetros y sus latidos resonaban al unisono. Nakamoto posó sus aterciopelados labios en los de el otro chico. Un aura los envolvió y de pronto una fuerte briza los acorraló. Nakamoto tomó la mano de Si Cheng y la posó sobre su pecho, justo en la zona donde reside el corazón.  El noble entendió esa acción, su significado. Lo besó con más pasión y ambos estaban embriagados de colores, de olores. Su acto de amor, duró para siempre. Nunca se soltaron y formaron un solo ser. Dieron lugar a una transformación única. Sus cuerpos se funcionaron para crear vida...


Justo allí, donde ambos chicos se encontraron, reside el primer árbol de flor de cerezo, el más bello y majestuoso. Con una preciosa paleta de colores y con un perfume único Después de su aparición el parque se llenó de estos árboles embelesando,  hasta la actualidad, esta área verde. Se esparció y regala un hermoso e inolvidable espectáculo cada año a todas las personas que visitan el lugar. Tuvieron que recorrer tanto para conocerse. Perseveraron y al fin, la recompensa fue su unión inquebrantable y así crearon su propia leyenda. 


Fin.

Notas finales:

Muchas gracias por leer.

Espero escribir pronto más de NCT y no olviden apoyar a los Dream en su próximo cb :)


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