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Un romance muy deseado por harmonylove

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos! 

Este fanfic está ambientado en un Universo Alterno, sin embargo los personajes mantienen de cierta manera su carácter con ligeras variaciones pero intentando no perder su esencia.

 

Descargo de responsabilidad: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son del increíble Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo:

En este capítulo se explica un poco la vida de Naruto, los muchos amigos que tiene pero solitario que se siente a pesar de esto.

Capítulo I

Un día en el restaurante de Naruto

 

Naruto abrió su restaurante como hacía cada día, recibiendo a muchos clientes siendo gran cantidad de ellos asiduos y amantes de sus preparaciones. Desde que tiene memoria su comida preferida es el ramen a pesar de que durante su niñez su madre hizo hasta lo imposible por alimentarlo de manera variada pero su padre sin duda no la ayudó demasiado al traerle a él cada noche al volver del trabajo paquetes del delicioso alimento en su versión instantánea.

Naruto amaba tanto el ramen que aprendió a prepararlo aun en contra de las deseos de Kushina, su madre quien a sus ahora ya más de cuarenta años seguía siendo  una hermosa dama de piel de porcelana, melena escarlata y preciosa mirada gris violeta. Por otro lado el que sí se mostró más que complacido con la idea fue Minato, su padre y de quien heredó la tez tostada, el descontrolado cabello rubio y los llamativos ojos azules. Aun así, podía decir que con el tiempo su madre aprendió a tolerar sus gustos.

De esta manera, Naruto decidió hacer de su pasión una forma de sustento por lo que tras estudiar y convertirse en chef profesional, finalmente con la aprobación de sus dos progenitores, adquirió un pequeño puesto de venta de ramen con el que logró ahorrar lo suficiente con mucha constancia y esfuerzo claramente, para comprar su propio local.

El “Nueve Colas” era un restaurante con un amplio menú pero cuya especialidad era por supuesto el ramen, y los deseos de Naruto eran expandir el negocio hasta contar con múltiples franquicias a lo largo del mundo pero por ahora debía encargarse de lo que tenía y rápido se dio cuenta de que necesitaba otro mesero pues las dos con las que contaba no daban abasto.

Sakura e Ino eran sus nombres y las chicas hacían el trabajo bien pero la clientela aumentaba cada día y eso era grandioso pues demostraba que sus productos eran gratamente recibidos, sin embargo necesitaban ayuda urgente como Naruto pudo percibir durante el servicio de la tarde noche al ver a Hinata, encargada de anunciar las comandas y despachar los platillos, casi a punto de las lágrimas a causa de lo que ocurría.

Y es que numerosos platos de comida reposaban por largos minutos sobre el mostrador, enfriándose mientras esperaban ser servidos pero las meseras estaban tan ajetreadas que apenas podían con tantas personas.

-Si quieres salgo yo a ayudarlas, Naruto –Se ofreció, sacando al dueño del sitio de su ensimismamiento, un atractivo chico de larga cabellera rubia sujeta apenas dentro de una pañoleta igual que la que todos tenían en la cocina para evitar cabellos en la comida.

Naruto quien fungía como el cocinero en jefe, miró a Deidara y consideró la propuesta que este le hacía, evaluando deprisa sus opciones y aceptó que era lo mejor pues no se quedaría sin ayuda allí atrás ya que contaba con Sai, su segundo colaborador quien para ser honestos era más eficiente que el rubio que lo observaba expectante por su respuesta –De acuerdo, ve, mañana mismo colocaré el anuncio solicitando un nuevo mesero para que esto no se siga repitiendo –Le autorizó y lo vio quitarse el delantal y la pañoleta rápidamente, preparándose para salir –Todo está bien, Hinata, tranquilízate –Le sonrió, regalándole un guiño para que se relajara.

La chica reaccionó de su pequeño colapso nervioso y asintió enérgicamente -Lo siento –Se disculpó, sus pálidas mejillas completamente ruborizadas ante el gesto de su jefe aunque siempre enrojecía cuando de Naruto se trataba. Amaba su empleo, más que todo precisamente por la manera en la que el chico la trataba pues era realmente paciente y agradable con ella así que se venía abajo fácilmente cuando no lograba desempeñarse correctamente, no quería decepcionarlo. Respiró hondo para recomponerse.

Naruto volvió a lo que hacía antes de que el servicio se languideciera, sin notar la reacción que provocó en su empleada de hermosa melena oscura y refulgentes ojos lila.  Lo cierto es que solo pensaba de pasada en lo eficaz que ella era realizando sus labores pero con la poca confianza que se tenía únicamente lograba auto sabotearse. Hinata no necesitaba el empleo realmente pues bastante adinerada era su familia, los Hyuga, sin embargo allí estaba únicamente por ayudarlo aun a pesar de que solo se conocían porque su padre trabajó para el de ella. En eso cavilaba cuando sintió un codazo en uno de sus costados y tomado por sorpresa miró inquisitivamente a Sai.

Los rasgados ojos brunos del asistente de cocina señalaron con disimulo a la fémina sin expresar demasiado en ellos pero estaba claro lo que insinuaba.

Naruto rodó los ojos en respuesta a lo que le sugería el chico de figura espigada y meneó la cabeza, concentrándose en su trabajo e indicándole al otro que hiciera lo mismo.

Afuera en el salón Deidara se movía de un lado a otro ayudando a las meseras cuando se encontró con un viejo conocido –Aquí tiene su orden –Anunció mientras dejaba los platos pedidos sobre una de las mesas que atendía.

-¿Deidara? –Llamó la atención del rubio un pelirrojo de mirada café ceniza, vestido de forma casual y luciendo sorprendido por ver al chico.

El mesero giró la cabeza hacia la dirección en la que escuchó que era llamado y por unos segundos su pequeña boca se abrió formando un óvalo perfecto – ¿Sasori? ¡No puedo creerlo! Hace siglos que no sé de ti –Sonrió inevitablemente y se abrazaron con efusividad.

-¡Lo sé! –Señaló con obviedad y una mueca misteriosa y galante se situó en su rostro – ¿Trabajas aquí? –Cuestionó sonando esporádico mientras lo repasaba de arriba abajo como si hiciera referencia al uniforme que el rubio vestía y que consistía en una camisa blanca de mangas cortas, desabotonada a la altura de la clavícula y por tanto dejando al descubierto sensualmente parte de la cremosa piel de quien utilizaba la prenda en ese momento, un pantalón de tela que él ya había visto le hacía justicia al pequeño y tonificado trasero del chico y zapatos negros bastante lustrosos como era de esperarse del blondo pues todo el que lo conocía sabía que le gustaba cuidar de su aspecto.

Los sonrosados labios de Deidara se curvaron con agrado al entrever el deseo en los ojos acaramelados de su antiguo profesor de universidad. Cuando Sai y él iniciaron sus estudios de Arte la primera clase que tuvieron fue con Sasori y la verdad congenió bastante con el hombre pero este se marchó hace un par de años por desacuerdos con la directiva de la institución y desde entonces no supo más de este. Se pasó coquetamente una mano por los mechones que le cubrían un lado del rostro y que adrede escapaban de su peinado semi recogido –Así es, en realidad suelo estar atrás en la cocina pero estoy ayudando a las meseras porque hay mucha clientela, de hecho mi jefe dijo que mañana colocaría el anuncio para quien quiera el empleo así que si estas interesado… –Dejó sin concluir, encogiendo los hombros sin dejar de sonreír.

-Es gracioso que lo digas porque recién volví a la ciudad por un trabajo impartiendo clases en una escuela de Artes pero ya sabes que la paga no es la mejor e invertí mucho en la compra de un pequeño apartamento así que no me vendría mal el dinero extra –

-Genial entonces solo sería cuestión de que arregles con Naruto un horario que les convenga a ambos –Le explicó animado con la idea de trabajar juntos.

-¿Naruto? –Inquirió, levantando una de sus rojizas cejas.

-Sí, es el dueño –Asintió el de mirada celeste.

-Curioso nombre para el propietario de un restaurante cuyo plato especial es el ramen –Explayó mientras sus labios se torcían con mofa y sus ojos se achicaban perversamente.

Deidara sonrió ante la obvia broma respecto al ingrediente llamado igual que su jefe pero al mismo tiempo le dio un golpe suave con el puño cerrado en uno de los brazos por el comentario. Por unos segundos se miraron directo a los ojos, compartiendo una complicidad que había extrañado sin darse cuenta.

Sasori rio entre dientes sin lucir ni un poco arrepentido, en eso notó acercarse hacia donde estaban ellos a una hermosa chica ataviada en un uniforme similar al de Deidara con la diferencia de que vestía una falda que dejaba al descubierto unas bien torneadas piernas. No pasó desapercibido el enojo que destilaban los preciosos ojos esmeraldas de ella quien contrario al rubio se permitía tener el cabello suelto quizás porque lo tenía corto hasta el mentón y no le entorpecía a la hora de realizar su trabajo.

 -¿Deidara, qué estás haciendo? Los clientes esperan ¿no se supone que nos ayudarías? –Lo riñó intentando ser discreta aunque mirando de soslayo al sujeto con el que charlaba desde hace rato su compañero de trabajo. Se sintió inquieta ante la mirada penetrante que el sujeto le dirigía.

Deidara resopló por lo bajo y miró con cierto desdén a la fémina de distintivo cabello rosa –Eso hago, Sakura ¿qué no ves que tomo una orden? –

La chica hizo una mueca con los labios, claramente sin creerle pero no estaba para discusiones mucho menos cuando había tanto por hacer –Pues sí que te está tomando mucho tiempo hacerlo –Se limitó a decir y se marchó devuelta a atender sus mesas.

El rubio frunció el ceño y la observó por unos segundos mientras se alejaba, sin embargo chasqueó los labios decidiendo dejarla en el olvido y regresó su atención al pelirrojo quien le miraba con diversión.

-¿Tomando una orden? –Preguntó al momento que le daba vueltas distraídamente a su vaso de licor. En realidad no había ido al restaurante precisamente para comer, hecho que demostraba al estar en la barra y no ocupando una mesa, así que la anterior descarada afirmación del blondo le hizo mucha gracia.

-Una mentirita piadosa no le hace daño a nadie ¿verdad? –Se excusó con una mueca traviesa en los labios –Pero será mejor que vuelva, esas dos chicas no podrán con tantas personas sin mí –Suspiró con cara apenada, haciendo notar que no había otra opción aunque lo que le gustaría era quedarse hablando con Sasori.

-Entiendo, no te preocupes pero no me puedes decir que no a una invitación a salir cuando acabes el turno –Le dijo inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado y mirándolo directo a los ojos.

Deidara se mordió el labio inferior como pensándoselo pero terminó sonriéndole con seducción sin romper el contacto de sus miradas y replicó en tono casual –Me parece bien, salgo en media hora, vayamos a comer y luego quizás podríamos ir a bailar –Aceptó, encogiendo los hombros.

Sasori le devolvió la sonrisa y lo vio volver a sus labores tras que acordaran que él lo esperaría allí en la barra, tomándose algo mientras. Se bebió todo el contenido de su vaso y estaba a punto de llamar al barman para que le sirviera otro pero este le sorprendió haciéndolo antes de que se lo pidiera. Lo detalló por un segundo, apenas fijándose en que este debió haber escuchado toda su conversación con Deidara sin embargo decidió no imprimirle más importancia de la merecida.

Se trataba de un chico joven, tal vez de la misma edad del rubio, tenía cabello castaño y lo llevaba peinado al descuido, una camisa blanca cerrada hasta el cuello revestía el notablemente trabajado torso mientras que un pantalón con tirantes le añadía un estilo peculiar al atuendo cuyo calzado Sasori no alcanzó a ver desde su posición.

-¿Amigo de Deidara? –Preguntó al pelirrojo de forma amable, habiéndose desocupado hace algunos minutos. No había mucha gente en la barra pues la mayoría de los comensales venían por el ramen de Naruto y solo pocos se acercaban a la zona del bar.

-Así es –Fue lo único que respondió, observando con cuidado la reacción del otro pero este solo asintió.

Detrás, en la cocina, con el regreso de Deidara a sus labores los platos comenzaron a salir más rápidamente y el servicio volvió a fluir. Aunque hubo más de uno exasperado con el chico por su reciente ausencia cuando toda ayuda era más que necesaria, nadie dijo nada ya que Naruto se mantuvo en silencio al respecto, concentrado en terminar el día sin más inconvenientes aunque eso no quería decir que no advirtió lo sucedido. Finalmente llegó la hora de cerrar por ese día y los empleados se preparaban para marcharse.

Los vestidores se encontraban divididos por género, en el de hombres Sai conversaba con Deidara mientras se quitaban el uniforme y colocaban la ropa con la llegaron al restaurante.

-Acabo de encontrarme con Sasori en el salón ¿Así que era él con quien hablabas y por quien dejaste abandonado el servicio? –Inquirió el de cabello moreno sin sonar acusador sino neutral en realidad. Conocía al rubio desde que iniciaron la universidad y también trabajaban juntos por lo que eran cercanos y no era secreto para ninguno de los dos que el pelirrojo siempre demostró estar interesado en Deidara.

-Si ¿lo puedes creer? Luego de que dejara la universidad llegué a pensar que jamás lo volvería a ver pero helo allí afuera, fue una verdadera sorpresa para los dos encontrarnos luego de tanto tiempo, es decir ¿cuántas posibilidades había? –Le explicó sonriente mientras se abotonaba sus ajustados vaqueros azul marino para luego colocarse su camiseta roja sobre la cual iría su chaqueta de cuero negro.

Ambos sabían que el pelirrojo en realidad había sido despedido pero no hizo mención sobre eso, otra cosa ocupando su mente – ¿Se mostró sorprendido? –Cuestionó sin reflejar en su rostro la confusión que le provocó el comentario del chico por lo que este continuó hablando entusiasmado y sin prestarle atención a su pregunta. Mientras lo escuchaba se terminó de subir sus calzas negras y se colocó su jersey del mismo tono, prenda que le cubría hasta los muslos.

-Me ha invitado a salir y he aceptado pero… –Pausó notando algo de repente y volteó a mirarlo mientras se colocaba sus zapatillas –Si quieres nos puedes acompañar, recuerdo que solíamos pasar horas charlando los tres –

Sai miró al rubio casi preguntándole si iba en serio con aquello –No gracias, no me gusta ser mal tercio –Lo observó levantarse y caminar hasta la casilla que le correspondía, guardando el uniforme adentro. Cada uno de los empleados contaba con un espacio similar por lo que él hizo lo mismo antes de cerrar su compartimento.

-¿De qué hablas? No digas tonterías –Rio nerviosamente, mirándose en el espejo que tenía en su casillero y arreglándose el cabello pues lo tenía ligeramente alborotado por el ir y venir de la cocina al salón, atendiendo las mesas–Es una salida amistosa, entre Sasori y yo no hay nada –

-No porque Sasori no quiera –Agregó logrando que un leve rubor tiñera las mejillas de Deidara –No entiendo por qué aun sigues tu relación con Tobi, es claro que ya no sientes nada por él –Añadió, diciendo en voz alta sus pensamientos. Se calzó sus botines negros y, justo cuando finalizaba, su teléfono sonó con una melodía en particular que le hizo reconocer de inmediato quien lo llamaba. Su corazón latió con más fuerza inevitablemente al tiempo que descolgaba y contestaba –Enseguida salgo –Fue lo único que dijo antes de cortar.

-¿Ya llegó Gaara? ¿Por qué nunca entra a saludar? No lo veo desde hace mucho y es la pareja de mi mejor amigo –Reprochó, ignorando apropósito el último comentario que el otro le dirigió. Le permitió mirarse en su espejo y lo observó pasarse una mano por el cabello, peinándoselo con los dedos –Ni siquiera lo hace porque su hermano es el barman –Apuntó.

-Ya sabes que es tímido –No es algo que le diría a cualquiera pues a Gaara eso no le haría ni una pizca de gracia pero se trataba del rubio –Además, él y Kankuro viven en la misma casa, se ven todos los días –

-Y a ti te encanta que lo sea –Puyó de manera pícara respecto a la forma de ser del chico en cuestión.

Contrario a la reacción que el rubio esperaba, Sai no se avergonzó ni nada por el estilo–Sí, es cierto –Y lo aceptó sin comprender a qué se refería el blondo y la razón por la que levantaba las cejas una y otra vez en su dirección.

Deidara rodó los ojos pues siempre era lo mismo con su amigo quien jamás entendía sus bromas. Suponía que esto se debía a que el de cabello moreno fue criado en un ambiente estricto y de hecho solo tras independizarse comenzó a ser más abierto con las personas que lo rodeaban siendo que solía ser frío y distante. Adivinaba que esa característica fue la que unió a Sai con Gaara pues este último, tal como lo comentaban en ese momento, no era él más sociable precisamente –Cómo sea, ve con tu chico, seguro se está desesperando con tu tardanza tomando en cuenta lo posesivo que es –

-No es posesivo, tú no comprendes lo nuestro –Aclaró pero igual se apresuró en salir –Adiós, suerte en tu cita –

-¡Que no es una cita! –Chilló, negando con la cabeza. Se miró una vez más en el espejo, estando contento finalmente con su aspecto y cerró el casillero antes de salir del vestidor, topándose con Kankuro quien entraba. Se despidió del castaño con un sencillo cabeceo sin sorprenderse al ver a Ino y a Sakura en el camino mientras se dirigía hacia el salón donde lo esperaba Sasori. Las dos chicas seguramente estaban aún allí por el barman para irse juntos como hacían siempre, se extrañó al no ver también con ellas a la otra que siempre andaba lloriqueando por cualquier cosa. Les sonrió con fingida simpatía al igual que hicieron ellas cuando les pasó por el lado, simplemente por alguna razón ambas jamás llegaron a congeniar con él y el sentimiento era mutuo.

-¿Preparado? –El pelirrojo no ocultó su sonrisa complacida al ver al chico. Lucía sumamente atractivo y no podía esperar a ponerle las manos encima.

Deidara asintió y dejaron el restaurante, ya tendría que agradecerle luego a Naruto por permitir que el hombre lo esperara dentro del establecimiento aun después de que cerraran.

-Se ve mayor ¿no? –Inquirió Ino en confidencias. Vestía una blusa violeta y un ceñido pantalón de mezclilla negro, unas delicadas sandalias junto con una cartera púrpura grande finalizaban el atuendo. Su larga cabellera rubia estaba sujeta en una coleta alta, dejando libre su flequillo –Pero hay que admitir que se mantiene en buena forma –Agregó con una sonrisa traviesa –Lástima que sea Deidara quien lo conoce sino… –

Sakura se sonrojó levemente pero puso los ojos en blanco pues solo podía venir de su amiga tal comentario, entre las dos la rubia era sin duda la más atrevida y descarada –A mi ese sujeto me parece muy extraño, algo en él… –Dejó sin culminar, sin saber cómo expresar lo que sentía –No lo sé, quizás solo sea mi imaginación –Respiró con fuerza a punto de preguntar por Kankuro ya que a su parecer demoraba demasiado aunque solo habían transcurrido algunos minutos, sin embargo vio al chico aparecer por el corredor que llevaba a los vestidores – ¿Y ahora dónde podrá estar Hinata? –Musitó más para sí.

Afuera del restaurante, Naruto sacaba la basura con la ayuda de la chica Hyuga muy a pesar de su insistencia para que ella no lo hiciera. No le parecía una actividad propia para alguien que creció igual que una princesa, no obstante ella insistió dejando en claro con sus acciones que era una persona trabajadora –Y con ese era el último, muchas gracias otra vez por ayudarme Hinata –Le sonrió, apartándose del contenedor de basura.

-N… No es nada, Narruto, l… lo hice con mucho gusto –Se sonrojó como tenía por costumbre, más al ver la resplandeciente sonrisa que el rubio le regalaba. Quería decirle tantas cosas, se conocían desde niños y aun así nunca tuvo el valor de hablarle sobre sus sentimientos. Era cobarde y tal vez su padre no erraba al considerarla un fracaso. Se suponía que ella como heredera principal debía llevar las riendas de los negocios de su familia sin embargo no tenía la dureza y agresividad que se necesitaba en el mundo empresarial a pesar del dinero gastado en ella para su educación y entrenamiento. Lo único valeroso de lo que había sido capaz en su vida fue atreverse a trabajar para el blondo aun en contra de las negativas de su progenitor quien a esas alturas la consideraba una completa decepción, motivo por el cual se mudó de casa y ahora compartía apartamento con Ino y Sakura.

-Oh aquí estás, te es estaba buscando, Hinata –Los sorprendió la rubia, asomando la cabeza por la puerta trasera del restaurante por la cual el par había salido a sacar la basura -Sakura, Kankuro y yo ya nos vamos ¿vienes? –

-¡Si! –Exclamó con mayor energía de la requerida pero ruborizada hasta las orejas por hacerlos esperarla y también porque la encontraran allí a solas con el rubio aunque eso no la debía avergonzar.

Naruto e Ino miraron a la Hyuga con extrañeza sin embargo ignoraron su reacción, concluyendo que la chica solo estaba siendo ella.

-¿Sai y Deidara? –Preguntó a la blonda, cambiando el tema un poco mientras entraban y él cerraba con llave.

-Ya se fueron, vi a Sai salir aprisa como siempre así que supongo que Gaara vino por él y Deidara se fue con ese sujeto que lo esperaba –Informó al momento que sentía su teléfono vibrar dentro de su cartera, lo sacó y una sonrisa se le dibujó en el rostro mientras leía el mensaje. Sus dedos escribieron una contestación con rapidez sobre el teclado digital.

-¿Si sabes que aunque fue tu mejor amigo antes que el novio de ella sigue estando mal lo que hacen, verdad? –Susurró contra una oreja de la rubia, haciéndola saltar ligeramente ante la sorpresa.

-¡Sakura! ¡¿Quieres causarme un infarto?! –Reclamó, llevándose una mano al pecho – ¿Qué no estabas en el salón con Kankuro? –

-Sí pero tú y Hinata demoraban demasiado así que vine a ver qué las retenía –Se excusó sin lucir arrepentida a pesar de las quejas de Ino.

 -Yo ya estoy lista, n… nos podemos ir ya –Bisbisó Hinata, habiendo tomado su cartera que había dejado sobre uno de los estantes para salir a ayudar al rubio. Se sentía responsable pues los chicos seguramente estaban cansados y tuvieron que esperarla.

-Bien entonces vámonos antes de que Sakura frentona siga metiéndose en asuntos que no le corresponden –Indicó mirando a la de cabello rosa con ojos afilados.

-¡Oye! Yo no tengo la culpa de que no soportes la verdad –Protestó en respuesta con el ceño fruncido, pasándose aun así una mano por la frente inconscientemente mientras un tenue rubor le coloreaba las mejillas.

 Naruto sonrió divertido con la discusión del par que seguramente continuaría hasta que llegaran a su destino, y siguió a las tres chicas con dirección al salón para después verlas salir del restaurante en compañía de Kankuro quien le hizo un gesto con la cabeza que él copió a modo de despedida. Levantó una  mano en respuesta a Hinata quien agitaba la de ella en un hasta luego, luciendo sonrojada como siempre. No comprendía del todo a esa chica.

Suspiró cerrando la puerta con llave y tras asegurarse de que todo estuviera como debía, hornillas apagadas y demás, caminó hacia la parte trasera del restaurante más exactamente a las escaleras que estaban junto a la cocina. Subió al piso siguiente donde se encontraba su apartamento.

Naruto se descalzó en la entrada y presionó el interruptor de luz que estaba junto a la puerta, siendo recibido por su desordenada y solitaria residencia. Consistía en una pequeña sala de estar compuesta por un sofá de dos plazas frente al que estaba un televisor tamaño regular de pantalla plana y entre ambos una mesa ratona sobre la cual reposaban desperdigados varios papeles que tenían que ver con las cuentas del restaurante y que yacían sobre la superficie vidriosa desde un par de días. Detrás de ese espacio estaba un sencillo juego de comedor de cuatro sillas y a un lado se hallaba la cocina, preciosa pero llena de platos y cubiertos sucios siendo esto algo sorpresivo y hasta irónico tratándose de la de un chef.

 Caminó por el pasillo que estaba entre la sala y la cocina, donde se encontraba su habitación y el único baño de la vivienda hacia el cual se dirigió. Llenó la tina, perfumando el agua posteriormente y luego de desvestirse sin preocuparse por donde dejaba la ropa, ingresó a la bañera exhalando sonoramente. Miró al cielo raso como si fuera lo más interesante en el mundo.

Se sentía solo. A pesar de que siempre fue alguien muy sociable y de que tenía muchos amigos, entre los cuales figuraban sus empleados que sin duda eran más que simplemente eso, al volver a una casa vacía se daba cuenta de que algo le hacía falta en la vida. Repasó mentalmente su día y pensó en los chicos inevitablemente.

Deidara era un gran chico, buen amigo pero se distraía fácilmente del trabajo o quizás solo era que no le importaba demasiado lo cual podría resultarle perjudicial a él así que tendría que ponerle cuidado al asunto pues para nadie era un secreto que el chico solía prestarle más atención a la diversión y a los hombres. Naruto dudaba que éste sentara cabeza prontamente.

 Por otro lado también estaba ese individuo con el que el rubio se fue, Sai le comentó en algún momento de la noche que se trataba de un viejo conocido que siempre estuvo interesado en el blondo. Naruto no pudo evitar pensar en que el sujeto era un hombre muy atractivo pero sacudió la cabeza enseguida para sacarse esas ideas de la cabeza y tomó la esponja de baño para restregarse el cuerpo. No comprendía del todo cómo es que Deidara teniendo ya pareja se daba la libertad de salir con otro.

A su vez, recordó lo que Ino le explicó sobre Sai yéndose apresuradamente. No dudaba que las cosas sucedieron de ese modo pues su amigo se desvivía por complacer a Gaara, tenían una relación curiosa pero las veces que los había visto juntos pudo darse cuenta de que se amaban. No obstante, cuando se trataba de relaciones complicadas su rubia mesera se ganaba el premio mayor al estar envuelta en un triángulo amoroso, no tenía claros los detalles del asunto pero esperaba que acabara para bien aunque en esas situaciones lo más probable es que alguien saliera lastimado.

Naruto suspiró, terminando su baño y saliendo de la tina pues aunque quisiera alargarlo estaba demasiado agotado incluso para eso. Referente a sus cavilaciones, no le sorprendería si un buen día se enteraba de que Sakura y Kankuro estaban saliendo pues al parecer a todos les iba mejor en el amor que a él. Se envolvió con una toalla y caminó a su habitación, deteniéndose por un instante frente al espejo de cuerpo entero que estaba a un lado del armario. Observó su reflejo, detallándose.

Se sabía atractivo y hacer amigos le era sencillo sin embargo cuando se trataba de relaciones amorosas era un completo desastre. A sus veinticinco años de edad no había tenido su primer beso siquiera y se sentía patético cada vez que pensaba en ello. Si tan solo no se petrificara cuando un chico se mostraba interesado en él las cosas serían más fáciles pero cuando esa no era su reacción algo hacía que provocaba que los chicos perdieran el interés que tenían en él y lo vieran únicamente como un amigo.

No quería ser pesimista, eso no iba  nada con él pero en ocasiones simplemente se sentía demasiado solitario y que su forma de ser hacía del amor algo imposible para él. 

 

Notas finales:

Gracias por leer, no olviden comentar qué les pareció la trama.

¡Nos leemos!


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