Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Stay A While por RyuStark

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son del fabuloso Tadatoshi Fujimaki.

He escrito muchos omegaversos, pero este es mi primer AoKaga. Quería irme por el camino del fluff puro, rosado y esponjoso, pero terminé haciendo algo raro. Así que las advertencias son:

*Semi AU.

*Romance  & algo de Hurt/Comfort.

*Personajes ligeramente OoC.

*Aomine es un excelente bailarín. (?)

*Kagami es el omega del año.

*Lemon.

*Una que otra grosería.

La historia está inspirada en la canción ‘Stay A While’ de Dimitri Vegas & Like Mike. ¿Por si les interesa? ¿Escúchenla, está súper cool? Lol. En fin, espero que lo disfruten.

Notas del capitulo:

“Tu piel tiene tanta fuerza, que aun en la distancia toca mi memoria.”

I

La primera vez que me enamoré fue a los dieciséis. Bueno, no sé si pueda llamarlo amor, pero estoy seguro que es la sensación más cercana a ello que he sentido en toda mi vida. Fueron buenos días, días sumamente estúpidos y divertidos a su lado.

Mi mente ahora es difusa, supongo que eso pasa con la edad.

Pero lo poco que recuerdo es que no hacíamos más que pelearnos por tonterías, reírnos el doble y besarnos con las mejillas ardientes. No es que estuviéramos locos el uno por el otro, ni pudiéramos vivir separados, pero simplemente existía esta conexión extraña que nos unía.

Solía creer que era debido a que él era un alfa y yo un omega, e indudablemente un instinto primario me hacía sentir protegido, reconfortado y feliz a su lado. Estaba equivocado. Porque hoy, a mis veinticinco años, he conocido infinidad de alfas y ninguno me ha hecho sentir como él.

Ninguno me ha provocado querer seguirlo hasta el fin del mundo y hacer cualquier estupidez con tal de estar tan sólo un poco más de tiempo juntos. Nadie ha vuelto a tomar mi mano y llevarme sin rumbo fijo dejándome ver su amplia espalda y de vez en vez esa sonrisa desdeñosa y coqueta cuando giraba para decir alguna tontería.

Él no era perfecto. Pero a veces llegué a pensar que lo era, aun cuando la mayoría del tiempo quería ahorcarlo y la otra mitad besarlo. Supongo que es lo curioso de las relaciones afectivas. El hecho de que encuentres a la que crees la persona indica, no significa que vayan a terminar juntos. Justo como nos pasó a nosotros. 

Pero lo más intrigante de todo es, ¿Por qué de repente he decidido pensar en él?

Oh, ya recordé. Mis padres llamarón esta mañana como de costumbre para preguntarme cómo estoy y la mierda, o bueno, eso creí. Todo empezó con el típico ‘¿Cómo van los entrenamientos y los partidos?’ Y cuando todavía no terminaba ni de abrir la boca para contarles, me soltaron la bomba de “Hijo, encontramos el alfa perfecto para ti.”

¡¿Perdón, qué?!

Oho, ho. Y eso no fue lo peor, joder no. Lo peor fue un “Ya arreglamos tu compromiso con él, te va a encantar, es de muy buena familia y…blah, blah, blah.” Mierda, no escuché lo demás, porque me quedé en la parte de “Te acabamos de comprometer con un alfa estirado e imbécil, que seguro querrá preñarte como un balón y tenerte cuidándole la casa.”

Jodidamente-genial. Simplemente maravilloso. ¿Quién carajo no querría casarse con un macho alfa de pecho amplio y nudo de hierro? ¡Y la respuesta es yo! ¡No estoy listo para casarme! ¡Ni mucho menos tener niños corriendo por doquier! No ahora que me va genial en el equipo de baloncesto.

¡Por dios! ¡Por fin empezaba a vivir de lo que me gusta y mis padres tenían que venir y arruinarlo! ¡Ugh! Sé que lo hacen con buena intención, ya que usualmente la mayoría de los omegas de mi edad —más no todos— ya están casados, con niños y la fiesta entera. Y quiero eso, en serio que sí ¡Pero no ahora! ¡Y definitivamente no con un desconocido!

—¿Podría Kagami-kun dejar de retorcerse? ¿O acaso debo llamar a un sacerdote que libere el mal de su alma?

Apenas si puedo brincar y estrujarme el corazón al mirar a Kuroko salir de mi lado. —Santo carajo, ¿Podrías dejar de hacer eso? Te juro que si mis padres no me han matado, tú lo terminarás de hacer de un susto.

Mi buen amigo no hace más que rodar los ojos y darme la mano ayudándome a levantarme. Acepto su ayuda e igual de rápido me tiro en mi sillón que me recibe gloriosamente. —No quiero casarme Kuroko.

—Pues no te cases. —Me dice mientras bebe su batido de vainilla. ¿De dónde lo sacó? Oh sí, de hace un rato.

—No quiero hacerlo Kuroko, pero sabes cómo es mi mamá…siempre pone esos ojitos llorosos que nunca puedo rechazar y luego las charlas de mi padre. ¡Son de lo peor! ¡Ah, y si los enfrento prácticamente estaré aceptando mi sentencia de muerte!

—Entonces no hay más que decir.

—¡No me estás ayudando mucho que digamos!—Menciono exagerado.

—Kagami-kun, aquí hay dos opciones, aceptas el matrimonio con el alfa desconocido o eres inteligente y escoges tú mismo al alfa con el que te casarás.

—¡¿Cómo no se me ocurrió eso antes?! ¡Eres un genio! Ahora solo tengo que encontrar un idiota para casarme en algo así como uh…¡Ahora! —Digo con claro sarcasmo haciendo a mi amigo poner los ojos en blanco.

—O bueno, siempre hay una tercera opción.

—¿Qué, es…? —Pregunto curioso.

—Negarte rotundamente, ellos no pueden obligarte y lo sabes. Por muy insistentes que sean, no lo lograrán sin te mantienes firme.

—No sabes lo que dices, papá es…¡Papá! ¡Ya sabes, un alfa a la antigua! Nadie le puede llevar la contraria, ni siquiera mamá y mucho menos yo. ¡Estoy muerto, muerto! —Gruño entre berreos.

—Yo ya te dije lo que puedes hacer. De ti depende lo que elijas. —Menciona levantándose y tomando sus cosas.

—Hey, ¿A dónde vas? ¡No puedes irte y dejarme en un momento así! No nos hemos visto por casi tres años o algo así, ¿Y ahora que nos encontramos quieres irte después de darme unos consejos? Y del carajo por cierto. —Lo cuestiono viendo a mi amigo suspirar y sentarse una vez más sin dejar sus cosas.

—Kagami-kun, no quiero ser grosero. A pesar de la distancia sigues siendo de mis mejores amigos, pero si vine a Los Ángeles no fue para verte. —Me dice directo y brutal.

—¿De qué hablas? Tu alfa vino de viaje de negocios, lo acompañaste y viniste a visitar a tu amigo que hacía tanto no veías, ósea yo.

—Corrección. Vine por mi decisión a ver a otro…amigo, mi alfa se pegó y casualmente tú y yo nos encontramos.

Le levanto una ceja porque esto es demasiado sospechoso. Kuroko y yo seguimos siendo amigos aun cuando al finalizar la preparatoria en Seirin tuve que regresar a Los Ángeles, porque estaba siendo reclutado por una excelente universidad.

Por supuesto, en el lapso de estos años seguimos en contacto e inclusive yo viaje a Japón dos veces más, pero nunca, en ninguna ocasión él decidió venir a visitarme. ¿Y ahora dice que aparte de mí, tiene otro amigo viviendo en Los Ángeles? Y no solo eso, ¿Sino que lo estima tanto que ha venido desde tan lejos para verlo?

—Alto ahí Kagami-kun, puedo ver en tu expresión que te estás haciendo ideas raras en esa enorme cabeza que tienes.

—¿A quién viniste a ver Kuroko? —Inquiero sin tapujos. Y sé que es algo que me concierne al verlo fruncir los labios. —Kuroko te hice una pregunta. —Cuestiono por segunda ocasión, esta vez mirándolo suspirar.

—Por esto no quería encontrarme contigo. ¡Sabía que no debía ir a esa hamburguesería porque podías estar ahí!

—Hey, ¿Qué se supone que significa eso? ¡No siempre voy ahí, hay otros lugares! ¡Y ese no es el punto! ¿Por qué no quieres decirme a quién vienes a ver? —Kuroko me mira fijamente, sonriendo diminuto al poco tiempo y encogiéndose de hombros.

—¿Qué te puedo decir? Kagami-kun no es el único amigo que tengo que se fue hace ya tantos años.

—Kuroko solo dilo carajo.

—Bien. Kagami-kun, he venido a ver a Aomine-kun, ¿Contento?

Estoy seguro que en este momento debo lucir como el tipo más estúpido de todo el mundo con los ojos y la boca abierta hasta el piso. ¿Acaba de decir Aomine?

—¿Kagami-kun, sigues ahí?

—¡¿Aomine?! ¡¿Aomine Daiki?! ¡¿Ese Aomine?! —Grito incrédulo. ¡Aomine! ¡Ay dios mío!

—No sé a cuantos Aomine conoces, pero si te refieres a tu ex novio de la preparatoria, sí, hablo de él.

—¿Qué? ¿Por qué? No, yo no, él y yo no. Carajo. Solo…¿Él está aquí? —Pregunto, porque debe ser una jodida mentira. No hay manera de que Aomine esté aquí en Los Ángeles. —Y no es mi ex. Él y yo nunca fuimos novios. Ni siquiera éramos amigos, éramos…no sé, nada realmente. —Aclaro.

—¿Ah no? Como siempre que los encontraba estaban encamados en tu departamento, supuse que lo eran, pero que bueno que me lo aclaras. Ahora todo esto es mucho menos incómodo ¿Qué no? Y ya que el misterio está resuelto me voy, quede de verme con él y no quisiera hacerlo esperar. —Lo dice levantándose, revolviéndome el cabello y simplemente caminando hacia la puerta dejándome como un total idiota.

—¡Espera! —Lo detengo.

—¿Sí?

—¿Aomine está viviendo aquí en Los Ángeles? ¿Desde hace cuánto? ¿Y por qué no me..? —Me callo lo último de golpe, porque es totalmente innecesario. Sin embargo Kuroko que jamás pasa nada por alto, me sonríe y abre la puerta.

—¿Por qué no lo averiguas por ti mismo Kagami-kun? Ven conmigo y pregúntaselo en persona, todo eso que te mueres por saber…

Kuroko como tanta veces antes me deja sin palabras. Aomine está aquí, podría verlo. No, no, no. De inmediato agito la cabeza negando. ¿Por qué querría verlo? —No…ve tú. No tengo razones para verlo, Aomine y yo no somos nada. —Finalizo. Sí, esto es lo mejor.

II

Soné tan cool rechazando la invitación de Kuroko. Y entonces, ¡¿Por qué carajos estoy sentado a su lado en un taxi que nos lleva a donde Aomine lo espera?! ¡¿En que estaba pensando?! Ah sí, ¡No estaba pensando! Oh dios, ahora es cuando más lamento no ser de goma para arrojarme del maldito auto en movimiento.

—Kagami-kun, me parece que es aquí. —Dice Kuroko pagando y jalándome para que nos bajemos.

Y no quiero preguntármelo, pero lo haré, ¿Qué hacemos a las diez de la noche en un lujoso edificio en pleno Hollywood? ¿Será un club? Que yo recuerde Aomine no era del tipo clubes nocturnos. Aunque bueno, en esa época no es como que nos dejaran entrar a uno.

Kuroko y yo ascendemos incómodamente en el elevador junto a un par de chicas —alfas por lo visto— que no dejan de sonreírnos y pegársenos innecesariamente. Claro, hasta que Kuroko les da su mejor mirada de “Espacio-personal-perras” es que por fin desvían la mirada.

Y ahora sí, en el último piso por fin se abren las puertas y yo respiro hondo ya que el aroma a alfa rechazado no es nada agradable.

—Que buena vista. —Menciona Kuroko.

No me encontraba prestando atención, pero al hacerlo me quedo con la boca abierta. ¡Se ve toda la ciudad y sus luces neón! Nos encontramos en la enorme terraza al aire libre del edificio. La cual al parecer es un bar bastante genial, hay una increíble piscina que se ilumina con luces de colores y dónde se encuentran algunas personas nadando y jugando.

Saliendo de la piscina hay un par de mesas altas y salas con sillones, más una barra masiva con exceso de botellas, que gritan poder hasta contra el alma más fuerte. Y obviamente una pista de baile que se encuentra llena debido al DJ tocando en vivo.

Eso y todas las lámparas chinas, la madera, fuentes y plantas le dan ese ambiente sofisticado y cálido. ¿Cómo es que no había venido antes a este lugar? Será que quizás los restaurantes son más mi estilo, pero esta mierda está bien de vez en cuando.

—Aomine-kun tiene muy buen gusto. —Sugiere Kuroko tirándome de regreso a la realidad.

—Y uh…¿Lo ves por algún lado? —Pregunto cómo no queriendo y aprovechando para buscarlo con la mirada sin encontrarlo.

—Quizás llegará más tarde, recuerda que la puntualidad nunca ha sido su fuerte. Por ahora, ¿Puedo sugerir que nos embriaguemos y disfrutemos la vista? O quizás Kagami-kun quiera brincar a la piscina con el resto de los omegas en bikini.

—Muy gracioso, ve y consígueme una cerveza. ¡Y algo de comer si hay! —Le grito al verlo alejarse mientras yo me acomodo en una mesa junto a los bonitos barandales de cristal donde la vista es mejor.

—Hey, jamás te había visto por aquí.

Giro topándome con un tipo alfa, que apesta a alcohol y me sonríe de lado. —Ni me volverás a ver, ahora largo perdedor. —Lo mando al carajo viéndolo fruncir el ceño, seguramente molesto y avergonzado, porque una mesa atrás sus amigos lo observaban y ahora se ríen de él.

—Para ser un omega, no eres nada lindo.

—Ahora dilo sin llorar estúpido. —Finalmente el tipo se va indignado y conmigo sonriendo como diciéndole ‘¿Quieres pelea?’ Porque puedo ser un omega, pero nunca uno de los fáciles ni mucho menos débil.

—¿Podría Kagami-kun dejar de meterse en problemas apenas me voy? —Kuroko llega entregándome un enorme vaso de cerveza.

—¿De qué hablas? Es mi dicha, ser siempre cortejado por imbéciles.

—No siempre es así. —Menciona dándole un sorbo a su Martini y acercándome el pequeño cono con papas a la francesa.

—Kuroko, sin ser egocéntrico, sé que por el simple hecho de ser un omega, siempre habrá alguien queriendo meterse en mis pantalones. Pero para mí mala suerte, casi siempre son borrachos o imbéciles, o peor aún, borrachos imbéciles. Ah y casi todos alfas. Es mi maldición personal.

—No puedes culparlos, Kagami-kun es muy atractivo.

—Lo que tú digas amigo.

—¿Estás feliz de volver a ver a Aomine-kun? —Me pregunta muy casual.

Ni siquiera le contesto dedicándome a llenarme la boca de comida y a pedir un par de cervezas más. ¿Feliz? ¿Estoy feliz de que lo veré? No…nervioso quizás. ¿Pero por qué? Él y yo no terminamos mal ni bien, es más, ni siquiera terminamos nada.

Espera, ¿Qué? Ay no, estoy pensando demasiado de nuevo. Estúpido Aomine reapareciendo de la nada. Y lo peor, ¿Por qué siento que el pecho me va a estallar en cuanto lo vea?

III

—Kagami-kun, no bebas tan rápido. Por qué no mejor miras a tú alrededor y vez si te encuentras algún alfa o beta de tu gusto. Ya sabes, podrían salir, quizás se lleven bien y antes de darte cuenta se los llevarás a tus padres a casa y adiós matrimonio arreglado.

—A veces no sé si eres realmente un genio, o un tipo muy perverso. —Kuroko se limita a sonreírme diminuto y cruel dándome mi respuesta. No cabe duda que se le han pegado las manías de su alfa. Y hablando de alfas sí me dedico a ver de un lado a otro, topándome con varios que son atractivos, pero no realmente mi tipo. Es como si les faltara algo. —No lo sé Kuroko, todos me parecen unos totales idiotas.

—Kagami-kun solo los estás viendo superficialmente. ¿Por qué no intentas concentrarte en el interior? Por ejemplo en su aroma. Debe haber por lo menos uno que atraiga. Y tu omega interior te lo hará saber. Porque las apariencias engañan, pero tus instintos jamás.

Le levanto una ceja para burlarme de él, pero al ver su expresión sé que habla en serio. Por lo que no me queda más que suspirar, cerrar los ojos e inhalar con fuerza. De inmediato me llegan toda clase de aromas, la brisa cálida, las flores, aromas dulces por los omegas cercanos, alcohol y testosterona concentrada. Alfas estúpidos y caliente que buscan donde meterla.

Nada, no hay nada que me atraiga.

Un momento… ¿Qué es eso? Estoraque, ámbar, chocolate y un toquecito de menta. Inhalo con fuerza la esencia porque huele muy bien. Cálido, reconfortante y sobre todo tentador. Sonrío por el simple hecho de imaginar quién tiene tan delicioso aroma, sintiendo mi boca llenarse de saliva y el omega dentro de mí estremecerse y gritarme alfa, alfa, alfa.

Tiene que ser él.

Es como comerse una rebanada de pastel cremoso y suave que se te derrite en la boca al contacto. Pero hay algo extraño, algo ligeramente…conocido, ¿De dónde?

—Por esa sonrisa veo que has encontrado a alguien.

Abro los ojos mirando a Kuroko y rápidamente rastreando el aroma que ubico en la barra. Busco a prisa entre la gente hasta finalmente dar con él. Desde este punto no lo alcanzo a ver bien, sólo sé que está de espalda, pero es él, debe ser él. —Kuroko mira a ese tipo.

—¿A cuál?

De inmediato se lo señalo a la vez que me tomo de un enorme trago mi cerveza restante. —Míralo bien, porque ese tipo se convertirá en mi futuro marido.

—¿Ah sí? —Me pregunta de lo más entretenido. —¿Qué pasa si te digo que ese alfa está fuera de tu alcance Kagami-kun?

—Imposible, no huele a que tenga pareja. —Kuroko me mira fijamente, cruzándose de brazos y levantando una ceja.

—¿Por qué él?

—No lo sé, porque huele bien, a seguridad, chocolate y a familia. Bueno, eso no, no sé cómo decirlo, es extraño.  Pero tú los has dicho, no somos más que animales y cuando de instinto se trata es imposible equivocarse. Así que deséame suerte. —Me levanto y sacudo la camiseta y pantalones. Mierda, me hubiera arreglado más de saber que intentaría ligar con un alfa.

—Kagami-kun…

Giro una vez más topándome con la mirada penetrante de Kuroko, que no tarda en sonreírme no emocionado, ni perverso, sino feliz.

—Mucha suerte, tienen toda la noche así que tómense su tiempo.

—Uhm, seguro…—Menciono siguiendo mi camino y arreglándome el cabello. Bien, no he ligado con ningún alfa desde hace milenios y he olvidado cómo se hace. ¿Qué fue eso que dijo mamá? “Muéstrales tu lado dulce” ¡Pero yo no tengo nada dulce! Al contrario, si me hace enojar seguramente querré meterle un puñetazo en toda su estúpida cara.

¡No, no! No puedo matar al futuro padre de mis hijos. Bien uh, le pediré que me invite algo de beber. Si le gusto lo hará y si no me rechazará fácilmente, simple. Cuando estoy a unos pasos de él puedo claramente ver como se recarga en la barra ya que se encuentra platicando con uno de los bartenders.

Y no solo eso, sino que luce candente a pesar de las luces parpadeantes y neones. Trae una chaqueta de cuero negro y unos pantalones del mismo tono bastante ajustados, que se adhieren perfectos a sus piernas atléticas y a su trasero firme. Y su espalda, oh dios esa espalda amplia e imponente, justo como me gusta.

Estoy tan jodido. ¡Maldita sea Kagami, tú y tus enamoramientos raros con tipos de aspecto rudo y malo!

Bien, bien, no hay vuelta atrás. Al llegar tras él me aclaro la voz y por fin me decido a darle unos golpecitos en el hombro para que voltee. Lo lamento de inmediato al sentir un choque de electricidad ante el contacto que nos hace brincar a ambos. ¡No, espera, tengo que decir mi línea! —¿Me invitas un tra…? —Más no termino de hablar al verlo girar y encararme.

Tiene que ser una maldita broma.

—¿Kagami? —Pregunta incrédulo y con una sonrisa. —Claro que eres tú, mírate nada más. Kagami Taiga en persona huh. Imposible no reconocerte con esas cejas raras.

—¿Aomine? —Cuestiono luciendo como un idiota. Y uno muy sorprendido, porque Aomine parece haber olvidado lo que es el espacio personal, al tomarme de la muñeca y atraerme hacia él para olfatearme y besarme tras ambas orejas. Un típico gesto de alfas.

Uno que me hace empujarlo al sentir un extraño escalofrío por su nariz rozándose cerca de mi cuello.

—No creí volver a verte jamás, luces…muy bien. —Me dice con una sonrisa.

No sé qué me sorprende más, el hecho de que realmente Aomine esté aquí, el que me haya sentido atraído hacia él instintivamente o que al parecer ahora es más…¿Amable? Y no solo amable, sino también candente.

¡No debería lucir tan guapo! Su cabello ligeramente más largo, esa sonrisa deslumbrante y por lo visto ha estado yendo al gimnasio y mucho. ¿Dónde está su típico ceño fruncido y su sonrisa desdeñosa? ¡¿Quién es este tipo?! ¡¿Y por qué mi caja torácica está por romperse de lo rápido que me late el corazón?!

—Tierra llamando a Bakagami cambio, ¿Estás ahí? ¿Podrías cerrar la boca? No sé si gritaras o me morderás. —Me dice burlón y haciéndome fruncir el ceño, sin duda el Aomine que conozco.

—¡¿A quién le dices Bakagami, tu Ahomine?! —Aomine suelta una carcajada por mi pregunta que me hace sentir las mejillas arder.

—Oh mierda, hace años que nadie me llamaba así. Definitivamente eres tú.

—¿Eso qué significa?

—Que por un segundo me deslumbraste Bakagami. Me dije ‘Nah, este tipo es demasiado lindo y sexy como para ser él’ Pero oh sorpresa, de verdad eres tú.

Me quedo pasmado porque Aomine acaba de admitir eso en voz alta, seguido de voltearse para pedir algo en la barra y regresar a mí a los pocos segundos con dos cervezas.

—Ahí está, me pediste que te invitara algo ¿Cierto?

No puedo hacer más que asentir, dejar que choque muy feliz su botella contra la mía brindando y beberme casi todo el contenido porque esto es demasiado bizarro lo veas por donde lo veas.

—Esta noche esperaba encontrarme a todos menos a ti. ¿Qué ha sido de tu vida? —Pregunta de lo más casual.

No debería responder, pero en su lugar nos sentamos en la barra y comenzamos a hablar de todo y de nada a la vez. Debería ser incómodo —debería, en serio— pero no lo es. Aunque lo odie admitir no hago más que reírme de sus ocurrencias y la manera tan rara que tiene para narrar distintas situaciones.

Eventualmente le cuento que estoy por cumplir mi cuarto año como jugador de la NBA, lo cual parece alegrarlo muchísimo. Y él me relata cómo tiene este genial trabajo por el cual ha podido viajar por casi todo el mundo, ver sus maravillas y conocer infinidad de personas.

Por un segundo al verlo exagerar los gestos con sus manos, de verdad pienso que es como si el tiempo no hubiera pasado jamás entre nosotros. Como si siguiéramos en mi departamento en Tokio, platicando sin intención de callarnos aun de madrugada y sabiendo que teníamos escuela al día siguiente.

—Entonces mis compañeros y yo hicimos este recorrido de tres semanas empezando desde Tanzania, pasando por Uganda, Kenia y nuestro destino final en Somalia. Fue increíble y…—Aomine me narra todo muy emocionado mientras me muestra varias fotos en su celular que nos sacan una sonrisa a ambos.  Por supuesto, hasta que recuerdo algo masivo que por estar tan entretenido olvidé.

—¡Kuroko! —Grito sorprendiéndolo.

—¿Tetsu? ¿Qué pasa con Tetsu?

—¿Cómo qué pasa con él? ¡Vino a verte! —Aomine levanta una ceja ante mi comentario. —No te hagas el idiota, lo acompañé a este lugar porque dijo que se quedaron de ver. Ahora ven, está por acá y lleva un largo rato esperándote. —Digo tomándolo del brazo, sin dejarlo responder y llevándolo entre la gente hacia nuestra mesa.

Vacía. La maldita mesa está vacía y sin rastro de que alguien ha estado sentado. —Estaba, estaba aquí. Seguro que fue al baño, pero no debe tardar en volver.

—Supongo. —Menciona Aomine despreocupado bebiéndose el resto de su cerveza, para luego quitarse la chaqueta y robarme el maldito aliento al ver como esa camiseta blanca que trae se adhiere obscena a su pecho fornido y a sus brazos gruesos y musculosos.

—Yo…uh…Kuroko. Él, él de verdad vino a verte. —Hablo pareciendo un idiota, pero es eso o que me vea con la boca abierta de nuevo.

—¿En serio?

—¡No luzcas tan sorprendido!

—Estoy sorprendido tonto, ni siquiera sabía que Tetsu conocía mi ubicación.

—No hables como si fueras James Bond. —Aomine se ríe encantador, abrazándome por el cuello y poniéndome de los nervios al meter su nariz tras mi oreja para olfatearme descaradamente. ¿Qué carajos le pasa?

—Aún hueles a cielo. A cerezas, vainilla, un toque de madera y mi favorito, tarta de manzana. —Me susurra al oído, haciéndome sentir un fuerte y directo escalofrío directo a la espina dorsal por su voz profunda.

—¿Eres idiota? Espera, no contestes eso. ¡No huelo a tarta de manzana! —Gruño avergonzado y rápidamente empujándolo.

—Claro que sí. A tarta recién horneada, dulce y caliente…hueles a hogar Kagami. Un hogar que creí haber olvidado. —Me dice con una pequeña sonrisa.

—Será bueno que busques a Kuroko, en serio te ha estado esperando. —Hablo intentando cambiar el ridículo tema de los aromas.

—Bakagami, ¿Seguro que no te caíste y te pegaste en esa cabezota que tienes? Estoy seguro que sigues tan torpe como antes.

—¡Torpe tú estúpido, no te entiendo!

—Sí, sí, me refiero a que no es por romper tus ilusiones, pero las probabilidades de que Tetsu esté aquí en Los Ángeles es una en un millón. Y aunque lo esté, él y yo no hablamos desde hace muchos años.

—¿Qué? Pero, pero él dijo que…¡No me mires así! ¡No estoy loco! En serio estaba conmigo, solo que desapareció, ya sabes que a veces hace eso. Seguro que está por aquí y no lo vemos. —Intento explicarle, pero Ahomine siendo él, no hace más que asentir entretenido con su cara de ‘Lo que digas chiflado’. —Hablo en serio. —Insisto dándole un golpe en el brazo.

—Sabes, ese pretexto barato es casi tan ridículo como tus cejas. ¿Por qué no admites que viniste a divertirte un rato y ya?

—Alto ahí imbécil, ¿Acabas de decir que mis cejas son ridículas? —Pregunto tronándome los nudillos. Tantos años y sigue siendo un mocoso que se burla de mis cejas. Merece morir lento y doloroso. Aomine por supuesto sonríe burlón, tomándome del brazo y jalándome.

—Tal vez lo hice, ¿Pero sabes qué más haré? Bailar contigo.

—Sí, no, ¿Qué?, no, espera ¿Bailar? —Lamentablemente cuando lo cuestiono ya nos encontramos entre una multitud de gente que baila y brinca al ritmo de la música. Y uno de ellos es Aomine que ha elevado sus manos mientras mueve la cabeza y el cuerpo despacio, provocador y quitado de la pena.

—Mierda, me encanta esta canción. Oe, no es por nada, pero luces estúpido ahí parado, así que te mueves o te vas Bakagami.

—¿Bromeas? Stay A While es mi canción, así que quítate. —Le digo empujándolo y riéndome con él que no duda en volver e pegarse a mí para que bailemos juntos un poco. Pero solo un poco, porque cuando llegue Kuroko me largo. O eso pienso al mirar a Aomine bailar aun con los ojos cerrados y una sonrisa masiva porque está disfrutando esto en grande. Sí…debo irme, su compañía es peligrosa para mí.

IV

Parece ser que hoy hago todo lo contrario a lo que pienso, porque a pesar de que mi razón me dice ‘Huye’, todo lo demás me ha escupido un ‘Quédate’ absoluto.  Así que lejos de alejarme de Aomine, con el paso de las canciones y el tiempo, nos hemos acercado mucho…muchísimo más.

Necesito que alguien me explique cuándo, cómo y por qué terminé abrazado a su cuello, restregándome contra él mientras sus manos se mantienen aferradas a mi cintura inclusive por debajo de mi camiseta. Y no solo eso, la distancia es tan corta que tengo sus labios a apenas un centímetro de los míos.

Pareciera no importarle, porque él no ha parado de sonreír satisfecho ni por un segundo. Pero lo más enloquecedor de toda la situación son sus ojos. Esos ojos que parecieran haberse afilado como los de un felino sobre su presa.

Aomine me mira con tanta intensidad que no me sorprendería si me prendo en fuego en cualquier momento. Porque entre su mirada, el maldito calor asfixiante de la noche y el sudor perfumado de su cuerpo ardiente y sudoroso friccionándose contra el mío, todo me tiene respirando agitado y muy excitado.

Ahora en serio temo no poder irme de su lado si esto sigue así. Porque puedo engañar a mi mente todo cuanto quiera, pero jamás a mi corazón que ahora palpita eufórico por el rencuentro que quizás siempre esperé. Y no está bien. No lo está. Así que me armo de valor, me aparto de él e intento huir a toda prisa entre la gente, sin embargo Aomine es más rápido sujetándome y atrayéndome una vez más hacia él para que lo encare.

—¿A qué le tienes tanto miedo Taiga? Lo peor entre nosotros ya pasó hace mucho.

Aomine me sujeta el rostro, besándome y haciendo que cada recuerdo me caiga como una lluvia de estrellas sin fin. Nuestro primer partido, los besos compartidos, los días de risas en mi departamento, las peleas acaloradas, noches sin hablarnos y mañanas de disculpas silenciosas. La primera vez que tuvimos sexo e inclusive la última antes de que me fuera sin decirle siquiera adiós.

No fuimos nada, pero a la vez lo éramos todo. Y ahora de verdad sé, que Aomine siempre fue el único para mí.

Así que esta vez lejos de alejarme, me aferro a él como si mi vida dependiera de ello. Abrazándolo y dejando que su lengua se talle obscena contra la mía. Maldición, carajo, no puedo creer que sigo enamorado del mismo tipo justo como cuando tenía dieciséis estúpidos años.

—No, carajo…yo, lo, lo siento. —Aomine me sorprende al separarme y mirarme un tanto desubicado. —Lo lamento, tengo…tengo que irme.

Se va dejándome pasmado y sin comprender nada. ¿Lo lamenta? ¿Qué lamenta? ¿Lo que dijo, haberme besado? No lo sé y no pienso esperar otros siete años para averiguarlo, por lo que comienzo a seguirlo a la velocidad de la luz, chocándome con mil personas y de pura suerte logrando meterme al elevador junto a él y un par de personas más.

Aomine permanece en silencio y evitando mi mirada que lo escudriña. Quiero preguntarle tanto y decirle aún más, pero tantos omegas y betas riéndose borrachos me lo hacen imposible. Una vez abajo, aumenta mi sorpresa cuando Aomine no intenta huir, sino que sale tranquilo, pero claro sin esperarme.

Camino tras él saliendo del edificio y andando por las calles. Atravesamos Hollywood Boulevard pisando estrellas en el suelo y topándonos con montones de personas. Porque sin importar la hora este lugar se encuentra saturado. Pero eso me importa un carajo cuando logro llegar a su lado, para tomar su mano y entrelazar nuestros dedos.

Nos miramos un par de segundos, pero no nos separamos ni nos detenemos. Aomine y yo caminamos tomados de la mano y sobre todo en silencio. Observamos los teatros, restaurantes, bares, tiendas y teatros que se encuentran resplandecientes junto al tráfico y sonidos que saturan todo.

—Aomine no digas que lo lamentas. —Menciono rompiendo el silencio, pero manteniendo mi vista al frente.

—No me digas Aomine, ya estamos grandecitos como para seguir llamándonos por nuestros apellidos.  —Dice sin remordimiento mientras nos detenemos en una pequeña tienda.

Frunzo el ceño, pero supongo que tiene razón. Antes llegamos a tenernos tanta confianza que nos llamábamos por nuestros nombres. Aún recuerdo lo difícil que fue explicárselo a todos nuestros amigos sin ser demasiado obvio que estábamos teniendo sexo.

—Despierta Taiga, toma esto.

Aomine me saca de mis ensoñaciones, pasándome una botella de agua que nuevamente me hace escudriñarlo. —No estoy borracho.

—Claro que no, cuando lo estás sueles buscar pelea con el primer imbécil que se te cruza en el camino.

—¡Solo lo hice una maldita vez! ¡Y ya te dije que el tipo quería pasarse de listo conmigo! —Contesto viéndolo sonreír.

—Cierra la boca y tómatela, porque sí bebiste mucho y quiero que te despiertes un poco más. Mira que no me resulta muy entretenida la idea de tener que llevar tu colosal trasero ebrio a donde sea que vivas.

Lo odio y aun así obedezco avergonzado y molesto, bebiendo el agua y siguiendo nuestro camino. Caminamos por horas, o quizás sólo algunos largos minutos saliendo del bullicio de las avenidas, hasta llegar a un bonito parque ecológico, donde Aomine y yo nos sentamos en una banca frente a un amplio lago artificial.

Lo miro recargarse cómodo en la banca, sacando un cigarrillo y ofreciéndome otro que rechazo. Aomine fuma tranquilo mirando el reflejo de la luna y los postes de luz sobre el lago y escuchando de fondo los grillos que cantan sin cesar en compañía de uno que otro automóvil muy a lo lejos. Supongo que debo ser yo el que inicie todo.

—Siento haberme ido sin despedirme. —Digo firme, mirándolo tirar la ceniza al aire y girando para verme aun con esa expresión amable.

—No hiciste nada malo Taiga, no hay porque disculparse.

—Te dejé sin mirar atrás. —Aomine nota mi extraño tono de voz, riéndose y negando.

—Taiga no éramos novios, carajo, ni siquiera éramos amigos realmente. Sólo cogíamos. Suena fuerte pero es la verdad, tú no me amabas ni yo a ti. Al menos no sinceramente. Es por eso que no sentiste nada al irte y yo tampoco.

—¿No sentiste nada?

—Fue raro al principio, pero honestamente en ese momento tenía otras cosas rondándome la cabeza. E irte fue lo mejor que pudiste haber hecho por ambos. De haberte quedado ninguno habría realizado nada relevante, hubiéramos ido a la universidad, quizás aceptar la relación extraña que teníamos, conseguido un trabajo, vivir juntos. Mierda, te hubiera pedido matrimonio y tú hubieras dicho…

—Sí. Hubiera dicho que sí. —Contesto con una sonrisa que él me regresa.

—Lo sé. Nos habríamos casado y ahora tendríamos un par de mocosos y seríamos una simple pareja más. El típico alfa con su omega hogareño y sus diez hijos. Pero no lo hicimos. Y estoy tan condenadamente alegre por eso. Sólo mírate, un omega en la jodida NBA. Y yo por fin encontré algo en lo que soy realmente bueno y que me llena hasta el alma.

—Creo que tienes razón. —Digo efusivo.

—Claro que la tengo. Y no me malinterpretes, hubiéramos sido brutalmente felices casados y la mierda. Una vida genial, pero no tan increíble como ahora. ¿Me entiendes? —Cuestiona algo eufórico.

—Lo hago. —Menciono de lo más entretenido, ahora si aceptando un cigarrillo y encendiéndolo. —Solo que te equivocaste en algo. —Aomine rápido me cuestiona con la mirada. —Yo si te amaba Daiki. Quizás nunca te lo dije, pero lo hice. Y si nunca lamenté el dejarte fue porque creí que vendrías tras de mí. Pero nunca dejas de sorprenderme tú enorme imbécil, yéndote al carajo y desapareciendo. —Daiki se queda con la boca abierta, haciéndome reír y querer tomarle una foto.

—¿En serio?—Insiste absurdamente sorprendido.

—Joder sí ¿Creías que te soportaba solo por sexo? Por favor imbécil. Y además estoy seguro de que tú también sentías lo mismo, solo que ambos éramos idiotas e inmaduros y decidimos ignorarlo. —Aomine lo piensa unos segundos y finalmente hace una mueca que dice ‘Eso tiene sentido para mí’, que nos tiene riéndonos a carcajadas. —Hablar de esto antes nos hubiera matado de la vergüenza.

—Éramos adolescentes torpes Taiga, y no sé tú, pero yo ya soy todo un hombre.

—Lo que tú digas Daiki. —Nuevamente nos reímos y me pego más a él, dejando que me abrace por los hombros y pasándole mi cigarrillo para que se lo termine provocándonos otro pequeño silencio. —Mis padres quieren que me case con un alfa extraño, que seguramente querrá tenerme encerrado y no quiero hacerlo.

—Entonces no te cases. Siempre he creído que alguien como tú no nació para estar atado a ningún idiota que no te deje seguir tus sueños.

—¿Eso te incluye? —Hago la pregunta de fuego encontrándome con su mirada fija.

—Eso me incluye. —Finaliza haciéndome berrear internamente. Carajo, cómo me gusta este tipo.

—Creo que no has entendido Daiki. Me gustas y si he de salir con un alfa quiero que seas tú. No quiero casarme, ni tener hijos aún. Sólo quiero a alguien…te quiero a ti. —Aomine Daiki me mira de lo más interesado y hasta un tanto curioso rápidamente negando.

—No te expreses como el resto, que no eres como ellos Taiga. No hables como todos esos estúpidos que creen que para ser felices necesitan a alguien a su lado. No tú. No te insultes de esa manera. Pero sobre todo no juegues conmigo, que te puedo romper el corazón. —El alfa habla con una perversa sonrisa de lado sacándome una igual.

—¿Y qué tal si yo te lo rompo a ti?

—Nadie puede romperme el corazón, ni siquiera tú. Así que deja de jugar conmigo.

—Oh perdón, no fui yo quien me besó.

—Jódete, me provocaste y lo sabes.

—En ese caso es muy fácil provocarte.

Aomine rueda los ojos, separándome un poco y eventualmente riéndose conmigo antes de levantarse y sacudirse la ropa. Me tenso ante la idea de que se vaya, tragando y levantándome igual de rápido al verlo comenzar a irse.

—Daiki… si no nos volvemos a ver quiero que sepas que te amé muchísimo. Y aún ahora yo… —Aomine se detiene, girando y mirándome con una ceja levantada mientras se cruza de brazos.

—Vaya, creo que no me expliqué bien. Dije que no me puedes romper el corazón Taiga, más no dije que no podías intentarlo.

En cuanto Aomine me tiende su mano y me da su sonrisa más coqueta, sé de verdad que así sea una vida entera, o tan solo por esta noche, definitivamente lo quiero a mi lado. Tanto que no dudo en darle un beso rápido y sujetar su mano.

Me pego tanto como puedo a él, probando su paciencia al hacer lo mismo que él me hizo. Me dedico a rozar mi nariz contra su cuello y la parte trasera de su oreja, aspirando su rico aroma varonil y reconfortante y de paso escuchándolo gruñir por lo bajo y apretar el agarre de mi mano.

—Si sabes que usualmente el alfa es el que corteja e intenta seducir al omega ¿Cierto?

—Oh Daiki….pero yo no soy como los demás omegas, tú lo has dicho. —Susurro a su oído mirándolo sonreír complacido mientras logramos parar un taxi en la avenida.

V

Dentro del auto de no ser porque el conductor es un beta, estoy seguro que ya nos habría bajado. Aomine y yo más que besarnos, nos queremos comer a pedazos. Su lengua carnosa y mojada entra a mi boca rozando los puntos precisos, que me tienen gimiéndole entre los labios mientras sus manos ásperas y grandes palpan mi abdomen y pecho por debajo de mi camiseta.

Pensé que tal vez podría soportar no querer tenerlo encima de mí diciéndome mi nombre al oído por el resto de la noche, pero parece ser que soy adicto a escucharlo clamarme y hacerme saber que me necesita. Será que tal vez es la manera más directa en la que comprendo cuanto significo para él.

—Maldición Taiga, date prisa.

Discutimos y lo maldigo, pero no quita que me tiemblen las manos al igual que las llaves, con las cuales intento abrir la puerta por lo ansioso que me encuentro. Es apenas un segundo y ya estamos dentro, estrellándonos contra lo primero que encontramos y jalándonos el cabello mientras nos besamos sin frenesí.

—¿Tu celo? —Me pregunta entre besos.

—Para tu suerte ya pasó. Ahora cierra la boca y bésame.

No puedo evitar soltar un par de ronroneos al percibir la esencia de Aomine subir de intensidad. Testosterona pura y concentrada de alfa viril más ese toque de ámbar y chocolate picante diciéndome que me someta ante él. Es el instinto más primitivo y carnal el que me tiene respondiendo al llamado de apareamiento, poniéndome en exceso caliente, muy mojado y sobre todo doblegado en placer para él.

Mi alfa no se mide, ni se detiene, arrancándome la ropa sin piedad y acorralándome al arrojarme al sillón para recostarme y luego de desnudarse venir contra mí. Y aunque mi parte más primaria me incita a obedecer, otra más me dice que pelee por el dominio. Y sí que lo hago. Aomine me sonríe cruel y desafiante mientras yo lo rasguño, enterrándole las uñas en el pecho, los brazos y hasta el rostro.

—Sométete ante mi omega.

Daiki me seduce con su voz más pesada de alfa a la vez que me estruja el cuello con firmeza, mandándome un rico escalofrío directo a la entrepierna y provocándome relamerme los labios sumamente lento para él.

Sonrío entre turbios temblores, mirando el brillo pérfido e incitante en sus ojos de diamantes cían, apreciando no solo la belleza exótica de su mirar feroz, sino de su naturaleza felina y casi animal. Pero aún hay más. Me dice al estrujarme y rasguñarme los muslos y las nalgas haciéndome abrir mis piernas para él.

—Estás tan mojado para mi Taiga.

Hay hombres perversos en este mundo y luego está Aomine Daiki, que se inclina para hablarme malicioso contra los labios, con esa sonrisa cruel y desdeñosa mientras pasa sus dedos por mi erección, acariciándome y bajando hasta mi agujero tierno, rosado y mojado que no para de contraerse en busca de ser llenado.

—¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?

El hijo de perra me mete un par de dedos, haciéndome retorcer y gemir furioso entre dientes, porque sabe lo que quiero y en su lugar busca joderme hasta verme suplicar.

—Uhm…tan suave y caliente.—Dice encantado mientras sus dedos entran cada vez más profundo en mí.

—Jódete. —Le escupo tóxico, abrumado en sensaciones y mirándolo sonreír complacido ante mi reacción.

—Eso es…justo así, enójate, sabes cuánto me gusta anudarte mientras quieres matarme.

Quisiera seguir maldiciéndolo, pero no puedo. Apenas logro contener la saliva tibia que se ha acumulado en mi boca al verlo sujetar su enorme, brutalmente gruesa y muy dura erección para friccionar su punta contra mi agujero húmedo mandándome ricos espasmos de luz latente por cada vena.

La simple anticipación me está matando. Lo necesito tanto que no lo soporto. —Alfa rápido, rápido…—Mis propias palabras me queman. Pero queman tan bien, porque Aomine por fin me da lo que tanto he anhelado.

No puedo más que gritar y apretar los puños al sentir como me penetra brutal y hasta el fondo, haciendo que me corra al instante y que la poca cordura que me quedaba se desvanezca dejando salir ese lado salvaje en mí.

—¿Me sientes omega? —Aomine me lo ruje imponente mientras me jala por el cabello con dureza haciéndome mirar nuestros cuerpos unidos al ras.

Me limito a asentir entre balbuceos, notándolo soltarme el cabello, sólo para sujetarme por los muslos y comenzar a darme firmes estocadas. Mi alfa me folla maravilloso y con vigor haciendo que todo se vuelva ardiente y rojo. Tan rojo e instintivo como el placer en ambos que busca ser saciado al unir nuestros cuerpos vehementes.

Me ahogo en gozo deslumbrante y en sonrisas cínicas, gimiendo enloquecido porque se siente bien. Se siente tan maldita sea bien. Su sudor plúmbeo y perfumado cayendo sobre mi piel e impregnándome con su esencia, su cuerpo friccionándose pesado contra el mío y su grueso nudo creciendo palpitante e hinchado dentro de mí.

—Sí…sí, sí, más…más. Más duro. No pares, no maldita sea pares.

—¿Te gusta duro omega?

—Sí…sí. Daiki sí. —Aomine me embiste con violencia, saliendo casi entero, sólo para volver a enterrarse con más saña, asegurándose de recargar todo su peso y destrozarme en el acto. Sin descanso, sin pausas, sin sentido. Escuchándome gritar su nombre por lo alto y sintiéndome rasgarle la espalda hasta destrozarle la piel conforme las penetraciones aumentan, cada vez más duro y profundo.

Mi alfa nos brinda placer extenuante por largos minutos, que me saben a apenas una pequeña y dulce eternidad. Una en la que el omega dentro de mí está derritiéndose en amor, porque aún entre rudas caricias Aomine no deja de besarme el rostro y de rozar su nariz contra la mía.

—Mío…mío, mi omega, mío, totalmente mío. —Daiki lo repite como un mantra que me hace soñar enamorado.

‘Solamente tuyo’ Le contesto abrazando su cintura con mis piernas para hacer más íntimo el contacto y poder abrazarme a su amplia espalda porque sé que ambos estamos por acabar. Sin embargo Daiki no se detiene, forzándose a entrar en mí hasta que crece tanto que se vuelve imposible moverse y termina dentro.

Es casi un delirio sentir como crece lo suficiente dentro de mí, empujando lentamente más profundo y corriéndose hasta hacerme sentir que podría perder la consciencia en cualquier momento. Todo se vuelve blanco, difuso y placentero, también para él. Puedo ver como sus sentidos se abruman por el intenso orgasmo que nos golpea con agresividad.

Pero lo mejor es cuando sus colmillos filosos y un tanto sobresalientes rozan peligrosos la manzana de mi cuello.

Una sola mordida y un mundo prohibido se abriría para ambos. Uno donde no hay inicio ni final, solo un nosotros, ahora y siempre. —Muérdeme. —Suelto en un susurro encontrándome con su mirada intensa y profunda.

—No aún Taiga, pero muy pronto.

—¿Lo prometes?

—Lo juro.

Sonrío enajenado no solo por el juramento eterno que me ha hecho, sino  por el simple hecho de que estamos juntos en este momento. Sé que él no mintió cuando dijo que no pensó en volver a verme y sin embargo aquí estamos. Supongo que esto de las relaciones afectivas es más curioso de lo que pensé.

Te enamoras, te separas, sepultas todo y con apenas un par de besos todo aquello que creíste olvidado regresa y con mucha más fuerza que antes. No cabe duda que a pesar de todos estos años, sigo siendo un sentimental.

VI

Eventualmente Aomine y yo terminamos en mi habitación, donde por supuesto peleamos y cogimos un par de veces más. ¿Me arrepiento de ello aun sabiendo que podría matarme? Ni por un segundo.

Todo me duele eso no se discute, pero aún así quiero estar con él. Así que como puedo salgo al balcón donde lo miro fumando en ropa interior mientras admira el sol que ha comenzado a salir y se refleja maravilloso de tonos purpuras, rojos y naranjas en todo el amplio océano. —El de bienes inmuebles me terminó de convencer cuando me mostró la vista.

—Es una linda vista. —Me dice Aomine ahora que he llegado a su lado para recargarme en el barandal justo como él.

—Así que te irás. —Y más que pregunta es una afirmación que nos hago, mirándolo girarse para ahora recargarse de espalda y enfocarme bien.

—Me iré. Aún tengo muchos lugares a los que quiero ir y tantas cosas que hacer.

—Suena bien.

—Taiga escucha, te quiero y tú a mí, pero así como yo tú tienes compromisos muy importantes que cumplir y yo lo entiendo, quiero que los realices. Tan solo puedo amarte aún más por eso, por saber que eres maravilloso y te depara un futuro lleno de éxito. Sin embargo…

—Sin embargo… —Le sigo el juego al verlo sonreír.

—Si de verdad  estás interesado en eso de hacernos pareja, creo que puedo hacerlo. Más no ahora. Cuando llegue el momento yo te daré todo lo que siempre soñaste y mucho más, pero a cambio necesito que tú me des tiempo ahora.

—¿Otros siete años? —Pregunto burlón y mirándolo rodar los ojos.

—No tanto, solo un par de meses. Si para cuando yo regrese tú aún estás interesado lo haremos. ¿Qué te parece eso?

—Uhm…creo que puedo con eso. —Digo con una sonrisa que él me regresa.

—Entonces tenemos un trato. Y recuerda, cuando me vaya si vas a aferrarte procura que sea sólo a tus metas y sueños, no a personas.

—Ya lo sé carajo, no me trates como un bebé llorón. Ah, y más te vale traerme un recuerdo de cada lugar al que vayas y otros más a mis padres. Que por cierto querrán ahorcarte cuando les llame para cancelarles mi compromiso porque ya tengo un alfa en mente.

—Carajo ni que hacerle, tendré que traerles el medio oriente entero. Y hablando de recuerdos, también tendré que llevarle uno a Akashi.

—¿Y a él por qué?

—Me lo encontré hace como un mes en Marruecos, estábamos trabajando y teníamos prisa. Así que me sugirió encontrarnos aquí en Los Ángeles, sólo él y yo. Acepté y claramente mencioné un ‘No le digas a nadie’ pero por supuesto que fue y le contó a Tetsu. No tienen remedio.

—No sé porque no me sorprende que hayan planeado todo. ¿Puedes creerlo? Y pensar que algún día le tendríamos que deber algo a Akashi y a Kuroko…

—Y que lo digas…

Aomine y yo nos reímos mientras él me jala para pegarme a él y abrazarme.  Y sí que lo hago, le estrujo la maldita espalda con tanta fuerza como puedo escuchándolo gruñir aun entre risas. Y así, conforme el sol termina de salir yo admiro los océanos de turmalina en su mirar, sabiendo que debo ser paciente. Porque si el destino de verdad lo quiere, eventualmente pasará.

Notas finales:

Sé, de verdad sé que no puede tener un final abierto y no lo tiene. Pero no quería incluirlo, hubiera sido demasiado repentino. Pero obviamente Aomine regresa de su viaje, marca a Kagami y se casan -sus padrinos son Akashi y Kuroko- Y un par de años después tienen algunos cachorros y son felices por siempre, fin. <3 ¡Muchas gracias por leer! :DDDD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).