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El calor de un recuerdo. por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Que tal están mis queridos lectores, después de un breve tiempo de descanso, vuelvo al ataque con una nueva historia. Hace poco escuché una canción que simplemente me inspiró y no podía quedarme con la idea y aquí está.


 


Esta historia esta dedicada a todas esas bellas personas que me apoyan en cuanto a mis humildes historias y también a las amantes de esta pareja tan bella, me incluyo, me encantan estos dos juntos.


 


Agradezco de paso a todas las que me están esperando en cuanto a fics y a actualizaciones de capítulo se refiere y créanme aun sigo algo apretada con mis estudios pero buscaré la manera de actualizar los fines de semana al menos los fics que debo terminar pues no quiero defraudar a nadie ya que sin el aprecio de bellezas como ustedes yo no hubiese llegado tan lejos y por eso les estoy infinitamente agradecida.

Notas del capitulo:

Ni Saint Seiya ni alguno de sus personajes no me pertenece, todos los derechos reservados son del gran Masami Kurumada, yo solo utilizo alguno de sus hermosos personajes para dar vida a esta historia que no tiene fines lucrativos más el de darles a ustedes queridos lectores un rato ameno.


 


Así como también la letra en negritas y en cursivas que pertenece a la banda Evanescence bajo el nombre de Missing (desaparecida) y no recibo ningún fin económico por usarla ni me auto nombro propietaria de dicha obra.

 

 Indiferencia...

 

 

El frío viento de la mañana se llevaba consigo las hojas marchitas que dejaban caer cual lágrimas los pocos arboles de su pequeño y bonito jardín. Él podía ver los suaves movimientos desde la ventana de la cocina, con una triste sonrisa en sus suaves labios, la tetera en la estufa avisó que el agua estaba lista para preparar el café sacándole de sus grises pensamientos.

 

Fue con solemnidad hacía aquel traste y con un paño, le tomó para seguidamente verter el caliente liquido en dos tazas de cerámica color negro con flores de loto dibujadas en ellas, haciendo contraste la belleza de las flores con la oscuridad del trasfondo.

 

Hace algún tiempo que Mu había comenzado a sentirse vacío, solo, como si no existiera en ese lugar que alguna vez le inspiró paz, amor y protección. Se sentía amado en aquel entonces pero ahora se consideraba más un simple florero, a la persona hermosa que en verdad era...

 

Escuchó pasos lentos, quizás hasta cansados ir en su dirección. Sonrió con infinita ternura y enfocó la mirada jade en la puerta de esa habitación esperando a quien no tardaba en cruzar por esta. Era el amor de su vida, el único hombre a quien su ser entero pertenecía.

 

Shaka entró sin siquiera saludarlo, ya vestido para ir a trabajar. Mu no le reprochó nada, hace tiempo ya que era de esa manera y si bien no terminaba de acostumbrarse, no quería molestar al mayor. Pero la tristeza que la frialdad de quien era su pareja le causaba lo estaba matando lentamente desde el interior del pecho. El rubio tomó asiento en una de las sillas del comedor de caoba barnizado, tomando su café con canela como si el otro no se encontrara allí.

 

–S-Shaka, ¿deseas algo de comer…?

 

La pregunta era discreta, casi un murmullo, casi como el humo de aquel café matutino.

 

–No, debo irme ya.

 

El de ojos azules se levantó de la silla, abandonando después la habitación. Dejando al peli-lila solo con tantas palabras en la garganta.

 

¿Cuando fue que su matrimonio se había derrumbado que ni cuenta se dio? ¿Que le pasaba a su amado Shaka? Aquel hombre que lo defendía de quien se atreviera a molestarle en la universidad, el que juró protegerlo y amarlo… el que lo amaba…

 

 

 

Por favor, por favor perdóname,
pero no estaré más en casa.
Quizás algún día me valores,
y, casi sin darte cuenta, le dirás a alguien:
¿No falta algo?

 

 

Eran las cinco y treinta de la tarde… Mu recordaba que Shaka solía llamarle a las cinco o incluso a esa misma hora en el pasado, para invitarle a cenar, o decirle lo ansioso que estaba de llegar a casa y comérselo a besos. Tantos recuerdos hermosos que iban y venían por su mente que Mu no pudo contener las lágrimas que corrían abundantes por su hermoso rostro desde los luceros ya quebrados de su alma herida. Simplemente no entendía que había hecho mal para que Shaka dejara de amarlo, o quizás era porque ¿Amaba a otra persona?

 

Y así como ráfagas de tempestad, en su interior la duda destruía todo ápice de cordura y buen razonamiento, el miedo le inundó sin remedió y el dolor aumentó. No quería creer algo como eso pero, ¿que otra explicación podría haber?

 

–Ya son las 8 y 57… Shaka sale del trabajo a las seis quince…

 

Shaka a parte de ignorarle, había adoptado la costumbre de llegar tarde. Mu no comprendía el porque de aquello y la verdad era que le daba miedo preguntar. Algo le decía que la respuesta no iba a gustarle…

 

 

♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦

 

Miró su reloj de pulsera: las nueve y veinte minutos. Había salido del trabajo hace tres horas y en lugar de ir a casa, se había ido a un bar cercano con tres de sus amigos y compañeros de trabajo.

 

–Oye, Shaka ¿No crees que Mu pueda estar preocupado por ti?

 

–No lo creo…

 

Shaka tomó un trago de su copa, restándole importancia a lo que su amigo griego le decía.

 

–Saga tiene razón, deberías llamarlo.

 

–No voy a llamar a nadie, Milo.

 

–Si no lo quieres hacer tú, dejame a mi hacerlo al menos.

 

–Aioria, yo no me meto en tu relación con tu pareja. Por ello te aconsejo que no te metas con la mía.

 

El rubio ya se estaba irritando, y prefirió dejar las cosas hasta ese nivel o terminaría peleándose con sus amigos y la verdad era que no quería eso.

 

–Mejor me voy, nos vemos mañana… –tomó su saco del respaldo de la silla que ocupaba en la barra, dejó la paga por lo que había consumido y se marchó sin escuchar más de los tres griegos que le acompañaban.



No llorarás por mi ausencia, lo sé.
Me olvidaste hace mucho.
¿Soy tan poco importante?
¿Soy tan insignificante?
¿No falta algo?
¿Nadie me echa de menos?

 

Se había quedado dormido de tanto llorar, pero aunque su interior se estaba quebrando, su bello rostro mostraba paz, esa paz que a Shaka tanto le gustaba admirar después de hacerle el amor, de hacerlo suyo con la pasión y delicadeza que se le dedicaría a un príncipe ilusorio. Tanto así le había amado, lo amaba… pero se sentía cansado de lo mismo todos los días. Shaka había sido atrapado por la enfermiza monotonía de un vivir sin sazón y eso le hacía desear solamente escapar.

 

Pero no se daba cuenta de cuanto estaba lastimando al hermoso ángel que le amaba, que le esperaba todas las noches, que todas las mañanas le preparaba el café y que le recibía con un dulce beso y una sonrisa que ya no veía más en esos labios puros que le regalaron a él su primer beso.

 

Shaka al fin llegaba a su casa, entró sin cuidado alguno hasta llegar a su habitación, la misma que compartía con el de ojos verdes. Quien yacía acostado boca arriba, con el suave cabello lila regado por las sabanas celestes, para Shaka esa era la visión más hermosa que veía en días. Había olvidado la belleza de la que su esposo era dueño; su piel blanca y delicada, sus masculinas formas perfectas y bien proporcionadas, su boca de un sensual y pálido rosa, sus pobladas pestañas, sus manos; sus piernas. Todo de él era maravilloso.

 

–Mu…

 

El susurro de su masculina voz llegó hasta los sueños del nombrado, haciendo que derramase una ultima lágrima atrapada entre el sueño y la realidad. Shaka suspiró, el dorso de su mano derecha acarició con ternura la tersa mejilla y sus azules ojos se cerraron de frustración.

 

Se alejó lentamente para comenzar a desvestirse y colocarse su ropa de dormir, hizo un corto viaje al cuarto de baño. Y al regresar, entró en la cama del lado izquierdo dándole la espalda a su esposo.

 

A pesar de todo, Shaka llevaba una pena en su corazón, y esa era pensar en que Mu podría hartarse de su actual actitud. Él amaba al de los ojos verdes pero sentía que quería algo más y estaba molesto consigo mismo por no saber lo que era, y Mu pagaba las consecuencias de ello.

 

 

♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦


Amanecía, era sábado en la mañana. Giró hacia la mesa de noche que reposaba de su lado en donde se encontraba su reloj digital, el aparato formaba los números 11:42 de la mañana con lineas entrecortadas de color rojo. Se asombró al saber que había dormido hasta tan tarde, al menos era fin de semana y no tenía que ir a trabajar hasta el lunes. Se dio vuelta de nuevo aun envuelto con la sabana, y notó que el lado donde Mu dormía estaba ya frío, posiblemente porque se había levantado mucho más temprano que él.

 

Le restó importancia al asunto y con pereza se levantó con lentitud de la amplia cama, debía prepararse, había quedado con sus amigos para salir a las dos de la tarde.

 

 

♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦

 

Mu caminaba sin rumbo fijo, no supo a que horas fue que Shaka llegó pero cuando se levantó vio su camisa en el cesto de la ropa sucia, la levantó y sintió el leve olor del alcohol en ella. No sabía que pensar, posiblemente Shaka había estado en uno de esos lugares donde tanto hombres como mujeres muestran lo podrida que llevan el alma… Mu suspiró derrotado, hace ya tanto que Shaka no le hacía el amor, hasta olvidó como se sentía el calor de esos labios. Cuanto lo extrañaba.

 

 
Incluso aunque yo sea el sacrificio,
no aspirarás a mí, no ahora.
Aunque muriera para saber que me amas,
estaría absolutamente sol
o.
¿No falta algo?
¿Nadie me echa de menos?

 

Shaka bajó a la cocina por algo de comer luego de haber tomado una ducha, la casa estaba en completo silencio, solo podía escuchar el cantar de los pájaros en el jardín que Mu cuidaba tanto… Mu… ¿Donde estaría? No sentía su dulce colonia en ningún lugar de la cocina. Hoy no había café con canela esperándolo en la mesa del comedor, ni aquella pobre sonrisa que aparecía para evitar meramente que el portador se echara a llorar.

 

Había algo, o no había nada. Pero como de un tiempo a la fecha, Shaka le restó importancia…

 

♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦

 

El cielo se vestía de gris, la pantalla de su celular le mostraba una foto de él junto a Shaka, tomada el día en que este le pidió matrimonio. Su amigo Shura se la había tomado como parte de la alegría del momento. Más en el centro de la misma, la hora anunciaba las 6 de la tarde con treinta minutos. Había salido desde temprano, vagando sin un rumbo fijo, tratando de poner en orden todo sus pensamientos y sentimientos revueltos.

 

No había ido a visitar a sus amigos, en ese momento no creía ser una buena compañía para nadie, ni para él mismo. La lluvia comenzó a caer como millones de diamantes desde el oscurecido cielo, el clima hacía ver a la ciudad mucho más oscura de lo que es a esa hora, y Mu no tenía paraguas, su ropa se empapó a los minutos de que el cielo empezara a llorar, solo trataba de protegerse de la lluvia, que no mojara su alma, que no se mezclaran las gotas con sus amargas lágrimas, solo… solo no quería sentir más el frío de nada, ni de nadie.

 

Corría por las empapadas calles, llevándose algunas veces a otros en la carrera, o por el contrario, él era al que arrastraban las personas que buscaban refugio de esa tormenta inesperada. Corría sin culpa ni intención, pero el destino a veces puede ser cruel con quienes no dañan a otros solo basta con estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado para darse cuenta de que, la vida que llevamos sea mala o buena, en un parpadeo puede ser detenida, quizás para siempre…

 

 

♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦

 

–¡Justo tenía que llover hoy!

 

–Deja de quejarte, Milo. Nadie podía estar seguro de que llovería hoy.

 

–Bueno Saga, yo vi el reporte del clima esta mañana, y el tipo aseguró que no llovería.

 

–¿Y le creíste a ese tipo, Aioria, en serio?

 

–No te burles, Shaka. Además ya falta poco para llegar al bar.

 

–Si claro, cuando ya estoy empapado hasta los huesos.

 

–Oigan…

 

–¿Que pasa, Saga?

 

–Hay mucha gente allá adelante. ¿Que creen que pase?

 

–No lo sé, vayamos a ver.

 

–De acuerdo, puede que alguien necesite ayuda o algo.

 

El grupo de amigos se acercaba con sigilo a aquel alboroto que se veía. Las personas se notaban tristes y algunas cuantas se lamentaban. Hasta que Shaka escuchó a una señora que hablaba con un policía, aquel dialogo le heló la sangre.

 

–No se sabe como fue exactamente, yo solo vi correr al jovencito. Usted comprenderá que con lluvias como estas, las personas buscan la manera de escapar de ella y creo que él hacía lo mismo, pero no se dio cuenta de que ese auto venía a gran velocidad y fue imposible que el conductor se detuviera a tiempo con las calles resbaladizas como están. El auto impactó de lleno al joven que no pudo hacer nada para ponerse a salvo.

 

–Comprendo, la identificación que encontramos en la billetera del joven fallecido está al nombre de Mu Aries de 23 años de edad, contactaremos a sus familiares de inmediato.

 

–Es lamentable que una persona tan joven termine de este modo en la vida –la mujer vio la identificación que el oficial tenían en las manos–. Era un joven muy bello, es una verdadera lastima…

 

–Agradezco su declaración señora.

 

Shaka sintió que el alma se le fue hasta los pies, Mu, su Mu había… había muerto en un accidente…

 

–Mu… ¡¡¡MU!!!

 

Shaka gritó con dolor, y a su grito un trueno le compañó.

 


Por favor, por favor perdóname,
pero no estaré más en casa.
Sé lo que te haces a ti mismo.
Yo respiro profundamente y grito:
¿No falta algo?
¿Nadie me echa de menos?


 

Las personas habían salido de la capilla, Shaka era el único que se había quedado, el ataúd barnizado descansaba frente al altar y dentro de este el hermoso cadáver de Mu, su expresión tan llena de paz como la recordaba por las mañanas después de hacerle suyo. El de ojos azules cayó de rodillas frente al reposo mortuorio, odiándose así mismo por no haber valorado al hombre que yace en el eterno sueño de la muerte. Lejos de él y la frialdad a la que lo condenaba día con día. Pero lo que a Shaka más le dolía era que no pudo besarle como la primera vez, y que no pudo demostrarle y decirle en vida cuanto lo ama.

 

Shaka se levantó con un tremendo pesar en el alma, acarició ese angelical rostro por ultima vez, dejando entre las ya pálidas manos una rosa roja, como aquella que le diera en la universidad cuando le confesó sus sentimientos. Se alejó, ahora solo tendría que vivir con la soledad eterna a cuestas, en castigo de lo que provocó a un ser tan puro. Mu encontró la muerte por su culpa, porque si él no hubiese desquitado sus frustraciones existenciales en el más joven, y hubiera permanecido a su lado en el calor de su hogar, Mu nunca hubiera salido esa mañana, y ahora estaría besándolo en la cocina como cuando se mudaron a esa casa que de ahora en más sería su prisión.

 

–Solo… solo quisiera poder tener una oportunidad para reparar mi error. Yo juré protegerlo y amarlo pero… solo le cause sufrimiento. Deseo tanto poder tenerlo en mis brazos, besarlo y decirle cuanto lo amo, pedirle perdón y desvivirme por hacerle feliz… Mu…

 

Dio una ultima mirada hacía atrás antes de salir de la hermosa capilla, se enjugó las lágrimas con el dorso de la mano, no miraba por donde iba hasta que sintió que golpeaba a alguien. Por lo que se quitó la mano del rostro para ver a quien había lastimado y pedir las disculpas del caso. Más casi se muere al ver quien estaba frente a él con una mueca de dolor en el bello rostro y sobándose el hombro derecho.

 

–Deberías tener más cuidado –recriminó el afectado.

 

Shaka lo miraba con los ojos bien abiertos, incrédulo a lo que veía, volteó al interior de la capilla esperando ver lo que dejaba pero aquello ya no estaba. Solo habían muchas rosas rojas frente al altar donde estaba el ataúd que contendría a su amado. Volteó al frente donde el chico seguía mirándolo con extrañeza, hasta que sin previó aviso el rubio le abrazó con fuerza mientras lloraba. Lo que asustó al chico.

 

–¿¡Pero que te sucede, suéltame!?

 

–¡Mu! ¡Mi Mu, nunca volveré a dejarte solo!

 

–¡Como sabes mi nombre!

 

Mu se soltó del agarre de Shaka para mirarlo como quien mira a un maniático. El rubio de tan feliz que estaba ni cuenta se daba de como el otro le miraba.

 

–De que hablas, estamos casados, ¿no lo recuerdas?

 

–¿¡Yo casado!? P-pero si aun soy muy joven, y ni novio tengo… creo que me has confundido con otra persona.

 

–¡Imposible! Tú eres el hombre que amo, tú y solo tú.

 

Mu iba a refutar algo pero el sonido de unas voces llamándoles a ambos les distrajo de lo que estaban tratando.

 

–¡Mu! Con que aquí estás.

 

–Aioria eres demasiado lento –demandó el peli-lila.

 

–Eso no es verdad… oh, Shaka no pensé encontrarte aquí.

 

–¿Aioria?

 

–¡Shaka! Hombre te he buscado como un loco, ¿donde te habías metido?

 

–Saga ¿De que me…?

 

Shaka vio las ropas de sus amigos y la suya propia, ninguno llevaba el traje del funeral, todos lucían ropas de cuando estaban en su quinto año en la universidad.

 

–Veo que ya conociste a Mu –opinó el griego peli-corto–. Mu este es mi amigo Shaka y él es Saga, ambos estudian administración de empresas.

 

–Gusto en conocerte –Saga respondió cortes.

 

–Igualmente.

 

–Shaka, Mu estudia conmigo en la ingeniería de informática.

 

Shaka no lo podía creer, estaba conociendo a Mu de nuevo. Algo o alguien le habían dado otra oportunidad y esta vez no iba a desaprovecharla. No cometería el mismo error dos veces, y si lo hacía, él quería morir en lugar de su amado. Pero eso no sucedería porque él se encargaría de hacerlo feliz y de amarlo y protegerlo por el resto de sus vidas.

 



Y si sangro, sangraré
sabiendo que no te importa.
Y si duermo para soñar contigo,
despertaré allí sin ti.
¿No falta algo?
¿No falta…?

 

 

 

 

 

Notas finales:

Díganme ¿Cuantas personas pensaron que iba a matar definitivamente a mi borregito hermoso en este fic? Jeje pues la verdad no sería capaz de algo así, yo quiero mucho a Mu y por eso no podría asesinarlo. Aunque espero que Shakita aprenda la lección.


 


Bueno sin más esto ha sido todo, espero subir algo este fin de semana. Ya saben bellezas mías que si quieren saludarme, hacerme una critica, sugerencia, observación o acusarme de cruel por haber jugado un poco con su sensibilidad jeje, pueden hacerlo con un review que estaré respondiendo a la brevedad posible. También pueden encontrarme en Facebook en mi cuenta personal:


 


Darknes la reyna siniestra.


 


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Y como siempre agradeciéndoles por dedicarle un tiempo a mi pequeño escrito que espero haya sido de su agrado. Nos leemos en la proxima. Sigan bellas y bellos


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