AÑO 1214.
La guerra desangra tanto el alma como el cuerpo, eso en plena edad media era algo que todos conocían; la iglesia católica día a día implementaba más terror, sus soldados templarios invadían tierras y acababan con todo aquello que no consideraran digno, se enriquecían desangrando campesinos y abusando mujeres, todo esto en nombre de Dios. En ese tiempo de terror el amor era atacado y eliminado, en una época tan sombría ningún tipo de lazo se mantenía y nadie era merecedor de la anhelada felicidad.
Nadie podía escaparse de las garras de la incertidumbre, nadie podía huir del odio, todos eran presos de sus pasiones –SODOMITAS- gritaban tres caballeros templarios en sus vestimentas blancas adornadas con la cruz roja en su pecho corriendo tras dos amantes.
Los amantes huían con el corazón en el pecho y el alma escapando en cada respiro, se miraban por leves instantes y se sonreían dándose aliento, entre todo el horror el afecto seguía creciendo, entre todo el temor sabían que su amor lo valía todo; luego de una hora de persecución y luego de perder a sus captores lograron llegar a un caserío abandonado, por esa noche sabían que estaban a salvo.
-¿Estas bien?- preguntó un hermoso joven de rubios cabellos y delicadas facciones.
-Me encuentro en perfecto estado, bien conoces que esta clase de jolgorios siempre hacer enardecer mis ánimos- contestó el hombre alto mientras sonreía, pero la acción no tuvo respuesta.
- Chanyeol, me siento agotado- el jovencito contenía sus emociones.
- Pareces arrepentido- juzgó de forma áspera el hombre.
-¿De que estas hablando?-
El hombre mayor lo tomó del rostro y lo miraba con expresión apesadumbrada - ¿Te arrepientes de que llegara a tu vida?- dijo mientras sus ojos se clavaban en los ajenos – ¿Te arrepientes de dejar tu vida como noble por seguir tus pasiones tras un simple soldado?- apretó los dientes –
-Calla- dijo con altanería el joven príncipe mientras se alejaba en un movimiento brusco –No hay ningún rastro de arrepentimiento en mí, me siento cansado de huir pero no me alejaré de ti- dijo para luego tomar una bocanada de aire –Nunca vuelvas a asumir que no enfrento mi realidad, sé muy bien las razones por las que somos perseguidos, no soy un ignorante. Eres tú el que duda de mis convicciones-
- Discúlpame...- se acercó de nuevo y rodeo el delicado cuerpo de su acompañante en un abrazo apoyándose en la espalda del mismo – Es solo que la idea de verte morir me agobia- decía mientras hacía aún más fuerte su agarre y acunaba su rostro en el cuello del rubio–Te amo... desde el primer día que te vi supe que no podía sacarte de mí, quede prendado ti, de tus ojos, de tus manos, de tus labios...-
Baekhyun cedió ante las dulces palabras y cerró sus ojos –Ya te había dicho que callaras- dijo para luego girarse y abrazar por el cuello a su acompañante –No moriré y tú tampoco lo harás- suspiró –Al menos no hoy y no por esta guerra- se acercó aún más y le dio un beso suave a su amante.
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Baekhyun se despertó luego de estar un día completo inconsciente, el frio de la mazmorra había logrado entumecer todas sus articulaciones, sus ojos ardían, sentía como si estos se encontraran en llamas.
Se sentía estúpido, se agredía preguntándose rabiosamente cómo había podido ser tan iluso - ¿Cómo pude creer que podría ser feliz?- dijo al vacío. Sufría, sufría como nadie en el mundo, por su culpa su amado se encontraba en otra mazmorra, en peores condiciones con su espalda sangrando debido a los azotes.
El día en que fueron encontrados por los soldados templarios llegó sin previa aviso, no los tomó por sorpresa, ellos sabían que iba a suceder. Baekhyun por ser un noble fue tratado con mano menos fuerte, pero Chanyeol... él se llevó todo el peso de la culpa, fue torturado sin ningún tipo de piedad y su voluntad a pesar de ello jamás flaqueaba, no pedía perdón, el sabia en el fondo de su corazón que su amor no era errado, no podía serlo de ninguna manera ¿cómo un amor errado podría enardecer su alma de esa manera en que lo hacía? Pero así debía suceder, era lo que merecía; era la manera en la que se castigaba un soldado templario que había caído ante el placer de la carne y que además había cometido el acto maldito de la sodomía.
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-Baekhyun tiene dos opciones, puede arrepentirse en público por los delitos cometidos enfatizando que fue arrastrado a cometerlos por ese pueril soldado o simplemente será condenado a muerte al igual que él- decía un sacerdote ya muy anciano al joven príncipe –No tome una decisión estúpida, es usted un príncipe, un hombre de sangre noble-
-Yo no sé de qué me habla- dijo estoico –Yo no cometí ningún delito... Ni Chanyeol lo hizo, no pediré perdón por amar, si he de morir lo haré-
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Se tomaron de las manos mientras eran amarrados, se murmuraban palabras dulces y se miraban con amor. El mundo no era justo, nunca lo había sido; en ese amargo día caían dos amantes y su vida se apagaba conforme crecían las llamas, sus pies ardían pero ellos seguían con su rostro en alto, su vida se extinguía pero su amor jamás lo haría.
-Tu respirar hizo valer mis días- dijo el soldado en un susurro que solo su joven amado pudo escuchar –Te amé en esta vida y te amaré en todas mis vidas futuras-
Baekhyun sonrió mientras las lágrimas caían de su rostro, ya no podía respirar bien, el humo lo ahogaba –Te encontraré-
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AÑO 2017
-¿POR QUÉ MIERDA ESTABAS BESANDO A LUHAN?- Gritaba baekhyun a su novio –Sehun esto no te lo voy a perdonar...