Tic Tac... Se Te Hace Tarde por Aeris Zen

Cuando niño yo solía seguir el agua durante la lluvia. Mi hermano mayor arrancaba trozos de sus cuadernos y creaba pequeños barcos para mí, bajó su mirada yo los seguía en su recorrido por las calles cercanas a nuestra casa. En ese día de verano guiado por un arroyuelo que bajaba por una calle yo encontré un cuerpo. El agua lo rodeaba y diluía la sangre que estaba en su ropa. Por un momento desee que se tratara de una broma de mal gusto. Pero nadie hace bromas en mitad de agosto, no es día de los inocentes, no es día de brujas o de todos los santos, sin mencionar que nadie haría una broma tan aterradora. Una curiosidad morbosa me empujó a mirar un poco más, supongo que es usual en alguien que nunca ha visto un cadáver en toda su vida. Mi estómago se revolvió cuando me acerque lo suficiente para ver la identidad de esa persona en el suelo. Yo conocía a ese chico en el suelo. Aunque no recordaba su nombre recordaba bien su rostro, al comienzo del semestre cuando mezclaron los grupos él se había convertido en mi compañero. Ese primer día de clase yo me encontraba en un aula llena de desconocidos que me parecían vagamente familiares y algunos compañeros que si bien no eran mis amigos no me desagradaba del todo. Solo uno de mis amigos había terminado conmigo y en ese momento no se encontraba, la situación era un poco aburrida y como es lo usual en situaciones así sólo pude observar que pasaba. Ahí fue la primera vez que lo vi, con una sonrisa entro al aula hablando, pero esa sonrisa ya no existía. La Expresión optimista de mi compañero había desaparecido, su rostro empapado ofrecía la imagen de una persona que frunce el ceño ante la luz del sol, no era del todo una mala expresión, solo que era muy inusual en él. Quizá yo no lo conocía bien, quizá solo lo mire unas cuantas veces cuando se presentaba al frente de la clase. Apenas le hable una sola vez cuando me ayudó a levantarme tras caerme por golpearme directo con la puerta abierta de un auto. Era lamentable que nadie más pudiera reír con él, aunque no podía llamarlo mi amigo lo conocía lo suficiente como para saber que era una buena persona. Como si estuviera adherido en el suelo me quedé mirándolo, el agua seguía llevándose la sangre que había manchado su ropa. No debería de haber muerto, era amigo de todos. Era una de esas personas que brillan en el centro de atención del mundo. En la calle vacía no había nadie que pudiera haberlo asesinado, no había una pista, yo era incapaz de entender qué tipo de herida era la que tenía en su cuerpo. El destello de un rayo me obligó a parpadear con fuerza. Cuando abrí mis ojos mi celular estaba en mi mano, el tono de mi celular hacía eco en mi habitación iluminada, el nombre de mi amiga estaba en la pantalla. Me quedé paralizado un momento. Por costumbre mi dedo se deslizó por la pantalla y me lleve el celular al oído. Estaba seguro de haber visto a ese chico muerto unos segundos antes. Se suponía que estaba lloviendo, pero el sol brillaba a través de las ventanas. -"¡Buen día Juli!, necesito tu ayuda, ¿Cuál es nuestra aula?" Eso ya había ocurrido. Mucho antes, cuando el semestre había dado inicio. Nuevamente era el martes, el segundo día de clases. -"Tic tac Juli, estoy esperando."