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Machine 机 por ReedVIII

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Notas del capitulo:

Sé que ésta no es la actualización que esperaban después de tanto tiempo, mucho menos yo la esperaba, pero después de tanto pensar en qué escribir para otra de mis historias, encontré un viejo texto en construcción que decidí terminar y dar a la luz.

Espero le den una oportunidad.

— Así hermosa.. Aguarda un momento, mantente así.


Dijo el hombre de hebras blancas, éstas eran de apariencia canosa, aunque su joven rostro lo que menos mostraba era vejez. Rondando por los obscuros pasillos de su casa buscaba desesperadamente algún objeto que pudiera complementar su obra maestra. Rebuscando entre harapos y cajones, tomó entre sus manos al divino objeto que terminaría por darle el toque digno y regio que merecía su obra maestra; un compás. Soltando una gran y errática carcajada, sus torpes pasos lo dirigían nuevamente hasta el balcón donde lo esperaba una hermosa rubia de tez pálida, senos extravagantes, delgada, y que moría por él. Literalmente. Al llegar encontró a la chica, sentada en el suelo, totalmente desnuda, y atada a las rejas del balcón, sollozando, y arrinconándose al ver que el peliblanco había vuelto.


— N-No... Por favor. — Imploraba.


Éste, ante ella, se puso en cuclillas, meneando entre sus manos el compás.


— Mira preciosa, si no te callas, esto será peor para ti.


Y terminando de hablar, clavó la filosa punta del compás en el centro de su seno, el desgarrador grito de la chica resonó tanto como el lloriqueo de un infante al nacer. Pero esto disgustó al peliblanco, así que le abofeteó con rabia, haciendo que se callase. Segundos después tomó el mango del compás, empezó a dar una circunferencia por todo el contorno de su seno, con la otra punta filosa, al terminar, admiró el perfecto círculo sangriento que acababa de trazar. Luego, tomó un cuchillo serafín, clavándolo en su otro seno, apuntando su extremo hacia el noroeste. La chica volvió a gritar con aspereza, y otra bofetada fue a residir en su mejilla derecha. El hombre fue rápidamente ante la chica, suspirando el aire frío de la noche. Tomó la cámara de alta definición, y ajustó el enfoque.

 

— Tesoro, mira aquí.


Y sí, ese era el mejor morbo y sadismo, el miedo reflejado en su mirada. La chica, sumisa obedeció, y el sonido de la cámara sonó, indicando una hermosa fotografía recién salida del horno. Se acercó hasta la chica, y la abrazó, acarició su rubia melena, manchándose con la sangre que la chica emanaba.


— Eres simplemente hermosa, has hecho un excelente trabajo.

CLACK


El sonido de un arma acabó siendo lo último que se escuchaba, y lo siguiente que se vio fue a la rubia, con un impacto de bala en su vientre, perdiendo el color y la vida. El peliblanco tomó una última foto, sonriendo al verla, inclemente y divina. Nada tenía más vida que un cuerpo sin vida.


— Perfecto.

* * *
Toda aquella sala era bañada por la incandescente luz amarilla que emanaba aquel foco en la sala de aspecto victoriano. Sentado en un sofá elegante, con detalles maravillosos, y hecho en un metal claramente caro. Sólo había un pequeño detalle. Era jodidamente incómodo. Así que el de hebras claras optó por evitar a toda costa el reposar su espalda del respaldo. Mientras aguardaba, jugaba con los decorados del copo de una lámpara de mediados de mil ochocientos.

— ¿1783 o 1841? — Se escuchó preguntar.

 

— ¿Acaso importa? Saben exactamente igual. — Respondió, seco.

 

— Tú, amigo mío, no sabes nada de vino. No tienes clase. Lo añejo de los vinos es lo que les da su sabor.

 

— No soy tu amigo. — Alzó su cabeza, mirando con una irónica sonrisa al de hebras azabaches. Su mirada estaba cargada de un poderoso color miel. Taemin desaprobó la respuesta. Llenó dos copas evidentemente caras, y las dejó sobre la mesa. Se sentó ante el chico, dedicándole una ladina sonrisa, mientras tomaba una de las copas y la contoneaba entre sus manos.

 

— ¿A qué has venido, Jonghyun?

 

— Machine. — Corrigió de inmediato, tensando su mandíbula.

 

— Jonghyun. – Inquirió, nuevamente. — Fuera serás el Obrador de guerra, Machine, o como quieras llamarte, pero ante mí siempre serás Jonghyun. — Realizó una ligera pausa. — Así que, Querido Jonghyun ¿A qué has venido?

 

— Quiero ácido.

 

— ¿Ya se te ha acabado el que te di? — Dijo, incrédulo.

 

— He estado muy ocioso últimamente.

 

— ¿No deberías relajarte un tiempo?

 

— No. — Respondió, de inmediato. — Dame el ácido, también quiero unas jeringas.

 

— Tienes a la policia a la puerta de tu casa, Jonghyun.

 

— ¿Me vas a dar un sermón o me darás el ácido?

 

— Nunca te cansas... — Y con ello, salió de la habitación, en busca de los artefactos encargados por el menor.


Sacó de su sudadera negra un encendedor, y jugó con él.
Encendido, apagado. Encendido, apagado.
Continuó con ello, porque más que distraerle, le gustaba ver el fuego. Jonghyun, o Machine mejor dicho, era muchas cosas. Pero la piromanía siempre lograba sacar gran parte de sus dormidas emociones. Más que ser un pirómano, él se consideraba un artista creativo. Muy creativo, por eso era que innovaba en sus nuevos métodos de arte cada vez más. Y como todo artista, no podía quedarse oculto, necesitaba mostrar su arte al mundo. Por eso era que Machine encabezaba noticias y diarios.


* * *

— Nuevamente éste vándalo, al que las autoridades ha apodado 'Machine', según su tipo de obras, ha atacado. — Decía la pelirroja de las noticias de las quién sabe qué horas, pero parecía haber sido la escogida para hablar sobre el 'psicópata' preferido de todo Seúl. — Ésta vez atacó a una joven universitaria, descuartizándole su abdomen, reemplazando todo el interior con flores, al parecer. El asesino ha dejado su cuerpo desnudo sobre una de las bancas situadas al rededor de la estatua del parque central. Ahora mismo intentaremos entrar con nuestro equipo al lugar de los hechos.

Notó como la mujer que antes hablaba con lujo de detalles a la cámara, ahora intentaba traspasar el cordón amarillo de los policías, pero como ya lo imaginaba, le negaron el paso. Rió amargamente, mientras le daba otra bebida a su cerveza.

— Vaya que te has lucido con ésta. — Comentó MinHo, regalándole una última calada al porrillo de marihuana. Sus ojos a pesar de estar rojos y parecer estar fuera de sí, miraban atentamente la televisión. Hasta que giró a ver al peliblanco. Y notó unos reflejos amarillentos en su cabello. — Tu cabello está del asco. Necesitas un shampoo matizador.

— No sabía que ahora eras un tío de modas. — Se limitó a responder.

— No sé si ahora eres rubio o peliblanco. — Exhaló todo el humo en el rostro de su acompañante, y al final, cuando sólo quedaba la colilla, apegó su extremo superior a su brazo descubierto, produciendo una pequeña quemadura en el pálido brazo ajeno y éste se mantuvo inmóvil, como si no le molestara, como si no le afectase. Otro estuviese llorando, pero era así, no le afectaba, porque Jonghyun podía soportar el dolor. En su niñez, era terriblemente golpeado y maltratado, por éso era que el cigarrillo sobre su piel era como una caricia, no le afectaba en lo absoluto, ni en lo más mínimo. Así que sólo se sacudió de los pequeños residuos de ceniza que quedaron. — Muéstrame la foto.

Porque él sabía que Jonghyun no podía parar de tomarle una foto a todas sus obras de artes, y lo confirmó nuevamente cuando el rubio tomó un montón de pequeñas fotografías. MinHo supuso que de sus otras víctimas, o musas, como las llamaba él. Hasta que al final sacó la que pedían, y la mostró.
El rostro del MinHo pareció estar fascinado al ver la imagen; una castaña con el abdomen totalmente abierto, pero a pesar de ello sus bordes estaban limpios, imaginó que el peliblanco se había tomado el tiempo de limpiarlos con cuidado. Y el interior de ella, lleno de flores de todo tipo; girasoles, rosas, tulipanes, pétalos de calas, lirios, campanillas, incluso lavandas. A pesar de que no fueran los colores que más combinarían, se veían bien. Así que MinHo acercó a Jonghyun a sí, y le dio un corto beso sobre sus labios, como recompensa por su buen trabajo.

* * *

— ¿No crees que deberías dejarlo? — Dijo Jinki, en un tono severamente preocupado al ver cómo su amigo estaba tan inmerso en su investigación. Al principio era divertido verlo y quizá ayudarlo de vez en cuando, pero ya era desesperante. No pareció haber respuesta, menos cuando el otro no pareció haberle escuchado, ni siquiera molestarse en prestarle atención al mayor. Así que bufó. — ¡Kibum!

 

— Ah, ¿Qué sucede? — Preguntó el aludido, como si no fuese con él con quien se hablaba anteriormente.

 

— Hombre, que te hablo y ni la hora me das. Te he dicho que te dejes de eso, ya es molesto, incluso hasta escalofriante. Déjaselo a los reporteros, a ellos ha de gustarle.

 

— Tampoco es como si me molestara hacerlo. ¿Sabes? He descubierto una nueva relación que quizá pueda... — Decía, ilusionado, completamente ilusionado, como un niño hablando de cuál era su juguete preferido y el porqué.

 

— Kibummie, escucha. ¿Qué te parece si dejamos esto de lado y vamos por algún batido?

 

— ¿Podrías dejarme siquiera decirte mi idea antes de que me digas de que es mala y peligrosa, Jinki? — Comentó, con un puchero sobre sus labios, que sólo hacía que el mayor de ambos cediera a ése pequeño crío de ojos felinos. Así que con reniego, accedió. — Mira. Dejó un patrón en cada una de las escenas, en éstas, por ejemplo — mencionó, mostrándole en una portátil la imagen de una mujer con corazones en su desnudo cuerpo, sólo que éstos corazones fueron, según los informes policiales, hechos con un cuchillo bastante afilado. Y siguió mostrando por lo menos unas seis fotos con la misma temática; diferentes mujeres con grabados diferentes en sus cuerpos, sin hablar de las mutilaciones.

 

— Kibum, espera.. antes de vomitar o cualquier cosa, ¿esto es legal? — Preguntó el castaño, observando atentamente al otro, esperando su respuesta.

 

— Eh, tengo un amigo, bobo.

 

— ¿En dónde? ¿En las fuerzas especiales de psicopatía?

 

— En la Deep Web. Pero ése no es el punto. Las fotos las sacó de ahí, pero conoce a alguien que es hijo de un policía asignado al caso. — Decía, volviendo una y otra vez a las fotos. Quien lo viera, diría que Kibum sentía un placer al ver y averiguar sobre todas ésas fotos. ¿Placer sexual? Náh. Era más placer al rellenar cada vaso con la información adecuada, y así estar literalmente, pisándole los talones a quien sea que asesinaba a todas ésas mujeres. Finalmente, Kibum habló, señalando las heridas en las mujeres por la portátil. — ¿Ves esto?

 

— ¿El qué? ¿La sangre?

 

— Dios, no. Eso cualquiera lo vería. Me refiero a los cortes.

 

— ¿Qué hay con los cortes?

 

— En los informes decía que todos eran con el mismo cuchillo, pero aún no saben cuál. Pero yo sí sé. Además, mira bien. — Comentó, haciendo un rápido zoom a la imagen — El cuchillo que usaba tenía unos dientes en su cuerpo.

 

— ¿Cómo se supone que vas a saber?

 

— Decían también la profundidad y el ancho que alcanzaba cada puñalada, y además de la velocidad. Así que clavé el cuchillo que creí era en un trozo de carne. ¡Y es exacto! ¿Puedes creerlo?

 

— Lo que no puedo creer es que mi mejor amigo es un asesino de cosas muertas. Me estás hablando de puñaladas, no de cortes. ¿Qué hiciste? ¿Le dibujaste corazones con el cuchillo a la carne?

 

Ahí fue cuando la cara de Jinki se volvió tan pálida como un papel, porque Kibum alzó la manga de su chamarra estampado militar, y dejó ver un corte de tamaño medio en forma de corazón sobre su muñeca. Él, como si nada, comenzó a hablar.

 

— En un pedazo de carne no sería totalmente exacto que como lo sería en la piel humana, así que también imité la profundidad y velocidad de los cortes, guiándome por lo que leía en los informes, y son idénticos. — Dijo, colocando su muñeca al lado de la imagen en la portátil, para que el otro pudiese compararlas. Aunque Kibum hizo un puchero nuevamente. — El de él salió mejor, yo lo hice con nervios.

 

— ¿Qué mierda has hecho? Dios, ¡cómo puedes siquiera pensar en hacerlo! Peor aún, ¡hacerlo! ¿Qué es lo que pasa por tu cabeza, Kim? ¿No te das cuenta que todo esto te trilla demasiado la cabeza y terminarás en un psiquiátrico?

 

— Cálmate por un momento, dios. Sólo fue una prueba, además, tampoco es como si fuese a caer en una obsesión. Algunos científicos se comprometen a ellos mismos todo el tiempo con el fin de comprobar sus teorías.

 

— Estás mal, estás muy mal. Prométeme que dejarás todo ésto, Kibum.

 

Kibum sólo chasqueó su lengua, elevando sus hombros. Siguiendo en lo suyo con la laptop.

 

* * *

 

Sus ojos estaban vendados, con una cinta que, además de cubrirle sus ojos, era lo suficientemente larga para vendarlo, y atar su extremo a una esquina de la gigantezca cama. Una gargantilla negra en su cuello era la única 'prenda' que estaba en su cuerpo. Y sus manos atadas tras su espalda, arodillado sobre la mullida superficie.
Jonghyun lo admiró.
Tan caliente.
Tan a su disposición.
Tan suyo.

 

— Acércate, Taemin.

 

Ordenó el peliblanco. El menor se acercó a él lo más que pudo, púes en cuanto estuvo cerca de llegar a donde se escuchaba la voz del otro, la cinta que lo mantenía atado a la cama no lo dejó dejar más allá.
Unos labios tan rosados.
Una piel tan blanca.
Un rostro tan hermoso.
Jonghyun se acercó más a donde estaba Taemin, quien hizo ademán de querer tocarlo. Pero no pudo por el amarre, aunque no era necesario tocar a Jonghyun para saber que además de que ya se encontaba desnudo, toda su sangre se iba acomulando en su polla de sólo mirarlo El peliblanco, posteriormente se hallaba reclamando sus labios en un beso. Devoró sus labios hasta que sintió incluso un dulce sabor metálico incorporarse. Con el transcurso del beso, pudo moverse mejor entre ellos, más rápido, más frenético, y poco después su lengua irrumpió en su cavidad bucal, buscando a la suya, y saboreando cada centímetro que se ofrecía.
Tan húmedo.
Tan cálido.
Tan delicioso.
Sus manos buscaron la cintura del menor, acariciándola, y enterrando a la vez sus uñas en su casta piel. Moviéndose más al sur, manoseó su trasero, obteniendo pequeños jadeos por parte del de hebras azabaches.
Un culo tan bueno.
Unas curvas tan peligrosas.
Un cuerpo tan perfecto.
Poco después, su mano diestra fue y se posicionó en su cuello, utilizando el pulgar y el índice para mantener en un firme agarre su rostro.
Jonghyun sintió como las manos de un tercero se colocaban sobre él. No se sorprendió, ni mucho menos quizo apartar ésas manos de sí, porque en realidad las estaba esperando desde hace un buen rato. Minho se había mantenido en una esquina de la habitación con una lata de cerveza en mano, observando atentamente a los dos chicos, hasta que decidió que era hora de participar. Apegó sus labios al espacio que había entre su cuello y su hombro, mordiendo y succionando fuertemente de éste lugar, robándole un largo suspiro al peliblanco, quien presionó con fuerza sobre el cuello del pequeño Taemin.
Robándole el aire.
Asfixiándolo.
La gran mano del moreno fue directamente a su culo, haciendo un pequeño juego previo, inmediatamente después introdujo un dedo, sacándole un jadeo. Segundos más tarde un segundo dedo hizo acto de presencia, tensando a Jonghyun por completo.

 

— Hazte para atrás, Taemin, y recueśtate, como te enseñé.

 

Ordenó Minho. El otro, obedeció, porque sabía qué era lo que seguía, y lo esperaba, más que nada.
Quien ahora parecía llevar el mando, le hizo una seña a Jonghyun, éste, yéndose a recostar al respaldo de la cama, con sus piernas semi abiertas, y semi flexionadas. Taemin, por su parte, a pesar de tener los ojos vendados, sabía qué estaba ocurriendo a su al rededor; él estaba boca abajo, con su culo al aire en dirección a Minho, y su rostro estaba ante la polla erecta del peliblanco. Sintió los delgados dedos de Jonghyun enrredarse entre su cabello, y tirando de ellos, invitándolo a empezar con su trabajo, que no tardó mucho en hacerse realidad ésto. Los rosáceos labios de Taemin engulleron por completo el miembro erecto del otro, subiendo y bajando en un rápido ademán, y regalando de vez en cuanto caricias con su lengua.

 

— ¡Mghn! A-Ah.

 

Gimió Taemin, se hubo detenido de hacer su trabajo con Jonghyun en cuanto sintió que Minho irrumpió bruscamente dentro de él, sin previa preparación, y sin darle tiempo de acostumbrarse, lo comenzó a embestir rápidamente. El azabache a su vez, intentó acallar sus gemidos y jadeos con la mamada que le estaba dando a Jonghyun; con una polla en su boca no sería tan escandaloso, pensó.
Se mantuvieron follando a Taemin por ambos lados, hasta que el peliblanco optó por sacar su miembro de la boca sedienta del otro. Ahora, escuchándolo claramente gemir. Pudo divisar un hilo de saliva caer de la comisura de su labio, y sonrió pícaramente. Sin querer quedarse fuera de la diversión, se apresuró a posicionarse al lado de Minho, quien le hizo un espacio a su costado. Deteniéndose un segundo de follarse al níveo.

 

— E-Esperen, aún no. A-Aún no, por fa..favor.


Taemin sabía muy bien qué seguía, y aunque lo emocionaba, tenía miedo, porque podía partirlo en dos, literalmente.

 

— Cállate, ¿qué te he dicho de decirme que no, Lee? — Exclamó Jonghyun.

 

Seguidamente, se podía decir que la polla de Jonghyun ya estaba más que lubricada por la saliva de Taemin, así que sin miramientos introdujo junto con Minho su miembro en el pequeño agujero del azabache, quien gritó, formando una perfecta línea curva en su espalda.
Ambos comenzaron a abusar de Taemin, quien un poco maś tarde no se sabía muy bien si gemía de dolor o placer. Jonghyun y Minho, aprovechando la cercanía de uno con el otro, se besaron, mordiendo sus labios, y devorándose.
Estocadas cada vez más fuertes. Gemidos más erráticos y constantes.
Aruños en espaldas y manos.
Cuando estaban cerca de llegar, al momento en que Minho sintió que pronto acabaría, salió de Taemin, caminando a gatas rápidamente por la cama hasta llegar a el otro extremo, donde sin vacilar demasiado, introdujo su miembro en la boca del azabache.
Tan estrecho.
Tan zorra.
Tan único.
Al unísono, todos acabaron. Jonghyun, dentro del culo de Taemin, debido a lo dilatado que estaba, pudo observar su entrada goteando, mientras que se abría y cerraba, por obra del mismo chico, quien se tensionaba y relajaba a causa de su errática respiración. Minho, en su boca, pareció muy feliz al ver al azabache literalmente, ahogándose, y con residuos de semen saliendo de su boca. Con una simple orden como 'trágalo' por parte del moreno, no hubo más gotas de su escencia cayendo por doquier.

* * *

Observó su cuerpo desnudo al espejo, y notó varios chupetones, aruños, y moretones. Bufó.
En la casa de Taemin ya había dejado antes ropa, porque después de jugar a sus sangrientos juegos, las manchas de sangre parecían no querer salir de su ropa, y Taemin era un experto en ello.
Se vistió, y fue a la sala, encaminándose a la puerta, sin mediar palabra a los dos chicos que estaban sentados sobre aquel incómodo sofá que Taemin tanto amaba.

 

— ¿Te irás? — Dijo Minho, con el azabache sobre su regazo, otorgándole caricias sobre sus suaves hebras. Jonghyun asintió.

 

— Quédate un poco más, Jong. — Incitó Taemin. El peliblanco negó, y le dió un vistazo. Aún cargaba ésa gargantilla que tanto amaba en él, sólo que ahora estaba vestido; una sudadera gris y un pantalón deportivo negro. Se acercó hasta él, y le regaló un beso sobre sus labios, lo mismo hizo con Minho.

 

— Tengo cosas por hacer.— Sentenció, y automáticamente volvió a su anterior camino, saliendo por la puerta. Una vez fuera, suspiró. Estaba jodidamente adolorido, todo su cuerpo dolía como la mierda. En éso, escuchó la puerta del que asumía ser el vecino de Taemin abrirse. Maldeció que el nombrado viviese en unos departamentos.

Bufó.

La idea de compartir ascensor no parecía ser demasiado atractiva.
Y la idea de bajar las escaleras tampoco llamaba demasiado la atención.
Mucho menos, la idea de tener que hacer un rápido homicidio. La espalda le mataba como para tener que arrastrar a alguien, y le daría pereza decirle a Minho o a Taemin que lo ayuden.
Frunció su ceño, y mantuvo en todo momento su frente pegada a la puerta, observando de reojo a los dos individuos que salían del apartamento continuo.
Uno de ellos, con unos ojos rasgados, y una sonrisa que destellaba.
El otro, fue quien llamó su atención. Sus ojos destilaban picardía, y sus acorazonados labios reclamaban su atención. Su contextura era delgada, y todo él gritaba por ser asesinado de una forma jodidamente artística. Él era arte. No hubo demasiadas quejas para seguirlos al elevador.
Visitaría a Taemin más seguido hasta ya tener todo planeado.
Ya en el ascensor, mantuvo su cabeza baja en todo momento, mientras escuchaba la conversación que los dos amigos mantenían.

 

— El cuchillo es serafín, fue una edición limitada. La línea se llamaba White Raven. 1997. — Mencionaba el de mirada felina.

 

Jonghyun aún en el fondo del pequeño ascensor, abrió sus ojos de par en par, observando al que hablaba.

 

— Iré después a una tienda donde venden unos, según, originales. — Continuó, mientras revisaba alguna página en su teléfono.

 

— ¿No estás yendo demasiado lejos con lo de éste.. Machine?

 

— No, no lo creo.

 

Al llegar a planta baja, los dos chicos salieron del elevador, dejando a un consternado Jonghyun dentro.
Cómo mierda había logrado saber cuál era su cuchillo.
La policia no había logrado tocarle siquiera la mitad de su talón, y no permitiría que un cabrón de apariencia afeminada fuese quien lo jodiera.
Se las arreglaría tarde o temprano para librarse de ése lío.

Como que se llamaba Kim Jonghyun, lo haría.

... o, ¿Machine?

Notas finales:

Díganme qué les pareció.

Y, las personas que siguen 'en ausencia de ángeles' pronto habrá actualización.


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