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Esta Noche por Huitzil

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Notas del capitulo:

Notas de la autora: Hola a todo el mundo, sé que este no es de los esperados fanfics del papu de Benedict pero a mí me gustan los dos de Sherlock y vale la pena tenerlos a ambos como referencia para mis masturbaciones mentales. Antes de empezar quiero decirles que no gano nada escribiendo sobre ellos y que los personajes no me pertenecen sino a papi Conan Doyle.

Único capitulo.

No era una sorpresa que el más grande y reconocido detective de todo Londres y posiblemente de todo el mundo después de un caso de cuatro días sin descansar, no tuviera sueño.

Y era más que evidente que teniendo a Watson frente a él no tendría sueño, era su mejor amigo en el mundo, su “ex”compañero de aventuras, el único ser humano que le apreciaba por quien era, quien le acepto con todo y defectos, casi no lo veía y le quería, le tenía en gran estima y consideración.

No sabía cómo (a pesar de saberlo todo) pero se había acostumbrado tanto a tener a un compañero exactamente un médico militar, con quien fumar una buena pipa, relajarse y hablar de cualquier cosa sin tratar de impresionarle, que ahora que ya no lo tenía se sentía por completo solo. Nunca se había quejado de su soledad no le afectaba pero ahora que sabía lo que sentía ser apreciado por alguien la soledad era más que una mala compañera. Así que si la ocasión lo ameritaba debía aprovechar estas horas que el militar retirado le regalaba, puesto que desde que se casó con esa arpía de Mary, las cosas en el 221 de Backer Street se volvieron tontas y aburridas si es que en su momento el propio Holmes lo creyó imposible. Sherlock creía que al ser un “alguien” tan extraordinario podía administrar adecuadamente sus horas para dormir a placer y que mejor que este momento para demostrarlo.

 - Te vez cansado, deberías dormir un poco amigo – murmuró el rubio acariciándose su escaso cabello mientras miraba las cartas que estaban en su mano, se le notaba de igual manera cansado; sin embargo por alguna razón su rostro demostraba frustración, era mejor acabar con su tortura en este juego que seguirla emplazando.

- Escalera real… gané. Otra vez, deberías aprender a retirarte de un juego perdido
“amigo” – dijo el pelinegro dejando ver sus cinco cartas consecutivas del mismo color y quitándose la pipa de sus labios. Levanto la cabeza para admirar al militar, de verdad que hace mucho tiempo que no le veía y estar frente a frente con unas copas de más en la sangre le hizo notar lo atractivo que era Watson, pero a quien engañaba… a él siempre le pareció guapo su compañero de cuarto. John soltó un largo suspiro sacándolo de sus pensamientos no muy poco homosexuales, vio con más atención como su compañero aventó su mediocre mano de póker y se quedaron en silencio viéndose fijamente, el verde profundo que representaba la mirada del rubio se concentró en aquella achocolatada que no se apartaba de sus orbes.

El cabello desecho como de costumbre y aquella ropa arrugada le hacían parecer más cansado de lo que realmente estaba, ocasionando en gran medida que el doctor se preocupara de más, el reloj de media noche sonó – ya es muy tarde… - comento John tratando de levantarse, también había tomado y sin darse cuenta en punto de las veinte hasta ahora entre los dos adultos se terminaron un total de tres de las mejores y más grandes botellas que tenía guardadas el menor de los Holmes – es mejor… que me valla Holmes, ya tengo sueño  – el rubio logro ponerse en pie, busco su saco negro que estaba en la silla, el pelinegro le imito aunque ahora estaba atormentado por esas palabras, no quería que su amigo se marchara, solo habían pasado un total de cuatro horas con cincuenta y cuatro segundos, no era justo que se fuera, ya que no se comparaba con todo el tiempo que pasaba con Mary.

- Creo que ya es muy noche para que te vayas – comento fingiendo preocupación, se quitó la pipa de la boca para apagarla – pasa la noche aquí – propuso como si se le acabara de ocurrir la idea, siendo que realmente lo tenía planeado desde el principio. Watson negó con la cabeza sin darse cuenta que estaba deshaciendo todo su plan, cosa que molestaba bastante y en sobre manera al detective consultor.

- Mary estará muy preocupada por mí, le dije que volvería a casa temprano – bostezo cansado el médico.

- Aun así puedes pasar la noche aquí, ella sabe que estás conmigo, sabe que estarás bien.- contesto enseguida Sherlock  y continuo – No es como si salieras todas las noches y no regresaras. Ella debería confiar un poco más en ti ¿no se basa en eso el supuesto amor o…?-

- Holmes por favor… – rogo el rubio sobándose el puente de la nariz

- O quizá fue como siempre te dije, simplemente no era amor lo que sentían ustedes dos y solo fue una reacción química pasajera que termino por extinguirse –

- Gracias por el juego compañero –

- Lo siento… solo quiero que te quedes.-

- No puedo –

- ¿No puedes o no quieres? –

- Holmes… –

-¿Qué? – EL pelinegro se acercó a su compañero - ¿es mucho pedir que te quedes esta noche? Haz pasado doscientos treinta y cuatro días y noches con ella ¿no puedes quedarte una sola noche conmigo? –

- Sabes perfectamente que tengo una obligación con ella ¿Qué clase de marido crees que sería si la dejara sola?-

-¿Qué clase de amigo eres si me dejas aquí?- Sherlock no entendía porque empezaba a decir todas esas cosas, no entendía aquel enojo que se alojaba en su interior ni aquella tristeza que comenzaba a surcarle todo su cuerpo, el sentimiento de impotencia semejante a un caso perdido le amargaba el sabor de la boca. Él solo sabía que debía expresar lo que sentía porque estaba cansado que Watson nunca pudiera deducir lo que realmente quería – en primer lugar: no debiste casarte con ella. Debiste quedarte a mi lado y, en segundo lugar: yo te conocí primero, es como esa ley que dice: primero en derecho, primero en lugar. Estoy en mi derecho de exigirte que te quedes - Watson le miro como recriminándole algo, se dio la vuelta para irse, no le importo la mirada triste de su compañero, ni aquel quiebre que se dejó escuchar con aquel reproche, Holmes sintió como algo se rompía dentro suyo y quiso tomarle del brazo logrando solamente que tropezara con una botella y jalara al médico para que ambos cayeran al suelo terminando el más pequeño arriba del médico.

-¿Estas bien?- preguntó Watson… el amable de Watson, siempre tan cordial, afable, el amigable doctor ¿Cómo no cogerle cariño a alguien cuando no deja de dar señales equivocas a cada momento? ¿Cómo ser capaz de entender un cariño incondicional como ese?, ¿Cómo no enamorarse de alguien como él? El pelinegro se mantuvo callado, solo quería sentir la tibieza de ese largo y bien trabajado cuerpo médico que tenía bajo suyo - ¿Sherlock, te lastimaste?- Fue ahí cuando el detective consultor levantó la cabeza y le miró fijamente al rostro. Watson le perdonaría por cualquier cosa, inclusive una tan vulgar e irracional como la que paso por su cabeza y a sabiendas que tenía el perdón y un buen golpe en la cara por parte de su amigo acercó al rostro ajeno lentamente. - ¿Qué diablos esta…- John fue callado por un torpe beso.

Sherlock nunca había sentido tal necesidad de probar los labios de otra persona por cariño, mendigar un poco de amor donde no lo había, sabía que Watson le quería mas no sabía si su amor, ese grandioso amor que el militar retirado le ofrecía se inclinaba de igual manera a un sentimiento más fuerte, más abrazador y apasionante como el suyo propio. Era obvio que en estos tiempos amar a otro hombre era una enfermedad, una ofensa a la sociedad, algo insano y mal visto, “enfermo”; pero como siempre Holmes no estaba completamente de acuerdo a eso, ya que simplemente creía que era cuestión de gustos, tanto te podría gustar una mujer alta, como podría  gustarte una de estatura baja, gorda o flaca, blanca, negra ¿que no era lo mismo con los hombres? ¿Qué no eran todas personas adultas? Entraban en una misma especie ¿Por qué impedirles amar? ¿Por qué debía estar enfermo cuando lo único que le dolía era no poder tomarle de la mano cuando caminaban? Corto el beso, no se había percatado pero su cuerpo estaba temblando de miedo, temor de ser rechazado por su cronista, se separó de su compañero para verle, quería saber que era lo que había en la expresión de Watson quien le miraba confundido.

- No bromees conmigo – le espetó como regaño separando su rostro del ajeno molesto tratando de levantarse.

- Watson…- Sherlock apretó los puños, a él no le importaba lo que pensaran los demás, que dijeran lo que tenían que decir le venía valiendo lo mismo que nada, como detective consultor, como hombre de ciencia solo necesitaba la aprobación de aquel médico, si este le decía que estaba bien, entonces… entonces todos los demás podían irse al infierno porque él le creería, el diría que sí, sonreiría y le diría “tienes razón”

- Holmes – Respondió el rubio sin apartar la mirada, era… ¿era decepción eso que veía a través de aquel iris verde?

 - Solo esta única noche, hagas lo que hagas no vuelvas con ella, no sabes cuánto me haces falta, la soledad comienza a afectarme desde que no estas y me quitaste la droga, no tengo con que pasar el rato, yo… te necesito.-

-Holmes creo que ambos estamos lo suficientemente ebrios. Será mejor que me valla para descansar – “para casos desesperados, medidas desesperadas”- pensó Holmes.

- Ten sexo conmigo –

- ¡¿Qué?!-

- Fui muy claro ¡TEN SEXO CONMIGO! –

- ¿Qué? No. ¡La pregunta era retórica! Mira Holmes no sé qué cosa te pico pero no me quedare a averiguarlo -

- Si sostienes una relación más profunda conmigo como lo has hecho con Mary quizá puedas entender que tenemos algo más fuerte que lo que tienes con ella –

- Estas demente –

- No me quejare, te lo juro –

- ¡eres!… ¡Argh! ¿Siempre tienes que ganar en todo?

- Por lo regular así es. Nadie se enterara de lo que suceda aquí doctor, tiene mi palabra -

Watson lo miro como midiendo las consecuencias de esas palabras, el pelinegro supo que había ganado, era obvio que el buen soldado no dejaría una petición así al aire. Holmes volvió a besarlo – C-creo que usted ha despertado emociones en mí que no soy capaz de controlar Watson, por eso llego a la conclusión de que alguien de los dos debe tomar la responsabilidad de sus actos y no seré yo – y fue como si el detective supiera exactamente con que palabras provocar a su amigo, puesto que en un momento de duda seguido de un imprudente movimiento le volvió a besar. Sherlock no era (como muchos creían) alguien inexperto en el arte del buen amante; aunque no era en si el mejor, solo utilizaba de vez en cuando artimañas como lo eran los sentimientos y los “besos” cuando así lo solicitaban los casos, no se especializaba en esa área, muy a diferencia del doctor que en sí, había tenido bastantes experiencias y bastantes momentos parecidos y, que por lo general era un hombre apasionado cuando se trataba de sus sentimientos.

Sherlock a falta de aire lo separo bruscamente y vio como el doctor se puso de pie, se desabotono la camisa como si tuviera mucho calor y tomando a su compañero que era más bajo desde el costado lo alzo para llevarlo a la cama donde lo aventó bruscamente y mientras el detective sorprendido estaba a punto de soltar algún reclamo sintió al rubio encima de su cuerpo sujetándole de las muñecas con fuerza y arremetiéndolo con un húmedo beso.

Sus lenguas luchaban fervientemente en sus bocas, sus dientes chocaban y la ropa comenzaba a molestarles, Sherlock quería tocar el cuerpo terso de su compañero, lo había soñado tantas noches, más el agarre de Watson era fuerte y severo, le tenía aprisionado entre su pesado cuerpo y la cama donde hace tiempo no dormía. No le molestaba estar de esa manera, su cerebro en este momento no podía coordinar correctamente ni siquiera un pensamiento o alguna acción que tuviera algún sentido. Estaba tan embriagado y encantado de John que solamente se dejaba llevar, sentía aquellos labios surcar su cuello y morder quedamente en ciertos lugares sensibles que le enchinaban toda la piel, sus labios sabían a wiski, embriagadores y dulces al mismo tiempo, como una buena dosis de cocaína o mejor.

Watson ebrio era más risueño, más accesible y más demandante pero cuando amas a una persona ¿eso importa? A Sherlock le  maravillaban todas las facetas del doctor, no tenía que recriminarle nada, salvo que su miembro comenzaba a despertar y que necesitaba cierta estimulación preferentemente con las manos o la boca (cualquiera de las dos era buena en este momento) en su parte baja y su compañero simplemente se estaba dedicando a excitarlo y deleitarse con lo que era su torso. Holmes lo quería dentro, quería sentirlo moviéndose dentro suyo, quería saber lo que sentía Mary cuando era tomada por su esposo, quería que ella rabiara de coraje al saber que él era mejor amante en la cama que ella como mujer y lejos de Mary quería simplemente que Watson le amara y no importaba si se estaba aprovechando de éste andando ebrio, era sabido por demás que John no tenía ese gen para beber, a la tercera copa estaba borracho y a la cuarta no recordaba ni como se llamaba, sonrió al darse cuenta que en parte podría ser considerado violación lo que estaba haciendo.

- Watson… Ah…- ronroneo moviendo sus caderas para hacer fricción con el vientre de John, estimulándole, provocándole – John... ah, ah, dios - ¿hace cuando no mencionaba el nombre de dios? Debía ser un momento de gran necesidad para invocarlo, y lo era… John lo estaba volviendo loco.

- quédate quieto – le ordeno mientras se separaba para mirarle con el ceño fruncido – yo soy el que tomara las riendas contigo Holmes – Al pelinegro solo le quedo por quedarse atónico al escuchar aquella gruesa y varonil voz – Yo diré cuando es el momento de hacerte gritar y tu dijiste que no te quejarías, espero que cumplas tu palabra – el moreno se quedó quieto, cerró los ojos, esperando a que el otro prolongara su tan placentera tortura pero lo suyo no era esperar.

- necesito atención allá bajo doctor… por favor – mendigo en voz baja, por completo sonrojado, pareció que Watson no lo escuchaba pero aquella sonrisa ladina le decía al pelinegro que algo de perverso tenía su cronista así que opto por callar y disfrutar.

Lentamente y abusando de toda la paciencia que el menor de los Holmes podía tener fue momento en que Watson tomara con una mano aquel miembro a través del pantalón, lo masajeo viendo las expresiones confundidas de su compañero, tenerlo bajo suyo tan sumiso y obediente era extraño, jamás se imaginó tenerlo de esta manera, el solo quería  enseñarle que no le tenía miedo, que podía seguirle el juego, se propasaría un poco para asustarlo y que le dejara marchar junto a su esposa, le aprisiono esperando a que se liberara  y sabía que si Sherlock Holmes hubiese querido detenerle, Sherlock Holmes lo habría detenido. Era confuso lo que pasaba, le amaba como amigo, jamás como algo más, le veía con respeto, con afecto e incluso preocupación, sí, le amaba pero no como a algo que poseer o que anhelar, no como a Mary a la que siempre deseo como mujer y amo desde que la vio, nunca espero comparar los suaves y deliciosos senos de su esposa con los fuertes y duros de Holmes o aquella piel durazno con la lijada de un hombre, no era lo mismo besar los labios y el monte de venus de una dama con la legua que probar la sal y lamer el miembro de un respetable caballero, definitivamente no era lo mismo, entonces ¿Qué hacía disfrutando de tan buena cesión de sexo como si lo estuviera realizando con su querida esposa o más?, después de todo ¿sabía diferenciar él, entre un montón de hombres equivocados qué era el amor? Tantas veces que sus dedos se deslizaron en sus manuscritos profesando comprender semejante sentimiento, creyendo que sabía lo que realmente era el amor, aquel que solo aparecía en los cuentos de aventuras y ciencia ficción, limitándose únicamente a aquel amor de cariño, respeto y afecto; nunca creyó que se extendía a algo más grande y fuerte, una gran ola de sentimientos que te revolcaba y te dejaba sin oxígeno, sin respiración... Ahora sentía que todo lo que escribió en su momento no era absolutamente parecido a lo que vivía en los océanos a los que Sherlock lo obligaba a sumergirse.

- Voltéate – gruño tomando a Holmes de las caderas, ese se sorprendió bastante al sentir como el otro le giraba dándole su pecho en la suavidad de sus sabanas y sintiendo su trasero bailando al aire y de repente una fuerte nalgada retumbo en el silencio de la habitación.

-¡Watson! – Exclamó tratando de reincorporarse y entonces le vio, el miembro de su compañero… definitivamente si esa cosa entraba en él le partiría por la mitad, una gota de sudor se deslizo por su sien, se quedó mudo con media sonrisa congelada en el rostro, moriría antes de que eso entrara en su cuerpo. Trago saliva recuperando valor – ¿Sabes qué? he considerado las cosas y creo que las exagere, creo que no medí mis palabras y al referirme que quería tener sexo contigo solamente me refería a que quería que te quedaras un rato más, no que llegáramos tan lejos, lo del beso fue solo un experimento ¡Así es! un experimento querido compañero, probablemente estés molesto y te doy la razón –parecía que John fruncía el ceño – estás en tu derecho de molestarte pero teniendo en cuenta mi inexperiencia, la nulidad de mis conocimientos en este tipo de casos, propongo que pospongamos las cosas y…- un beso ferviente interrumpió sus alegatos, necesitaba  algo más convincente con su amigo, logro alejarse de John con dificultad – ¡Me vas a partir por la mitad!- grito asustado al sentir como el otro le retenía, que se encontraba arriba de su cuerpo a punto de profanarlo, podía sentir aquel enorme pedazo de carne restregándose en su espalda baja mientras que John se acomodaba para profanarlo consiguiendo únicamente que el susodicho le tomara de los cabellos y le hundiera el rostro entre las almohadas. El rubio tomo su miembro recto, lo contemplo un rato sintiéndose orgulloso por semejante dote que tenía, recordó todas las noches que su esposa le decía lo feliz que la hacía  en la cama, para Sherlock que aprovecho el afloje del agarre para ver en qué manera podía escapar noto con cierta pesadumbre que ya era demasiado tarde – con cuidado Watson, con cuidado, no seas imprudente – el susodicho escucho como su compañero suplicaba, seguramente no se le había escapado el tamaño de su miembro pero era muy tarde el menor de los Watson no entendería de razones en estos momentos - ¡AAAAAAHHHHHHH! –

Sherlock Grito fuertemente y para callarse mordió la almohada por el dolor unas lágrimas viajaron por sus ojos fundiéndose a la blanca tela. Watson estaba loco, lo había embestido de una sola estocada, quiso quejarse pero se había quedado sin voz, su corazón latía fuertemente,  sus manos temblaban por la adrenalina su cabeza estaba en blanco.

- Holmes… ¿eras virgen?- preguntó el rubio con descaro al oído de su amante introduciéndose más a fondo en su interior como si eso fuera posible. Sherlock apretó los puños a la cama tratando de soportar el dolor y solo atino por asentir con la cabeza - ¿te duele mucho Holmes? – Watson beso su espalda mientras iba sacando su miembro y volviéndolo a introducir, Holmes se estremeció una vez más hipando por lo bajo, dolía como mil rayos.

El rubio apreso con sus manos el falo del menor escuchándolo gemir de placer y comenzó a masajearlo mientras el trataba de moverse lentamente dentro del detective - Sherlock…- murmuro creyendo que estaba tocando el cielo en aquella cálida entrada que le apresaba de tal manera que parecía sofocarlo, de ese modo no podía embestirlo por completo, así que tenía que tratar por todos los medios de calmar a su compañero – Sherlock… no… no aprietes tan fuerte… re- relájate –

- ¡A ti no te está partiendo un tronco por la mitad Watson! – se quejó el detective sintiendo de pronto como su compañero comenzaba a salirse de su interior dejándole un enorme vacío ahí donde antes había algo y se giró bruscamente para verle - ¿A-a dónde vas? – le pregunto temeroso viendo como el rubio se bajaba de la cama  y comenzaba a ponerse los calzoncillos que en algún momento entre el hacer desaparecieron casi como si fuera arte de magia, sin embargo su amigo ebrio no contesto, siguió con su andar lentamente – Watson ¿a donde…-

- vuelvo a casa Holmes –

- Pero…-

- junto a mi esposa –

El pelinegro le miro enojado, resentido, furioso con él y consigo mismo por no poder satisfacerlo como lo hacía Mary, por no poder competir con el encanto femenino de una mujer.

- Si yo fuera mujer… mi cuerpo estaría diseñado para que pudieras entrar en él sin tanto dolor – pensó Sherlock en voz alta más como mala costumbre que por querer ser escuchado.

- si fueras mujer no me habría casado con Mary – respondió en automático el doctor quedándose completamente quieto en su lugar y de repente escucho como aquel detective que de sentimientos no sabía ni un carajo comenzaba a hipar – lo lamento – murmuro dándose media vuelta para ver al detective. La imagen que se topo fue por poco la más hermosa que jamás se hubiera esperado y se quedó parado ahí, hechizado por la mirada cristalina y el cuerpo desnudo de Sherlock.

- No. yo lo lamento aún más – le escucho decir al pelinegro quien miraba las sabanas de su cama como si fueran la cosa más entretenida del mundo ¿Qué estaría pensando? Inconscientemente se fue acercando a su compañero.

- Holmes – murmuro levantándole el rostro en un movimiento sutil desde la quijada. Soltó un largo y profundo suspiro, dibujo una sonrisa para calmarlo – No puedo simplemente complacerte en todo ¿estás de acuerdo? –

- si – respondió en un pequeño puchero alejándose del agarre de Watson para desviar la mirada a un lado.

- Solo nos podremos ver un par de veces al mes – propuso John levantado una ceja autoritaria cruzándose de brazos.

- a la semana – interrumpió de repente Holmes, rápidamente como era costumbre sorprendiendo al médico enseguida. Lástima, que poco le había durado lo sumiso a su compañero, quizá esa era una de las muchas faces por lo cual se había terminado enamorado de un hombre – y… no cualquier hombre Watson.-

- Sin nada de droga, ni cocaína, marihuana o lo que sea de tus sustancias peligrosas que metes al departamento  –

- el tabaco se queda y mis cadáveres también  -

- No puedo discutirte el tabaco y sobre los cadáveres creo que… No. creo que no, en absoluto no –

- es discutible – Sherlock logro levantarse un poco y jalar de la corbata desecha a su doctor para plantearle un beso para ya no tener que argumentar, no le gustaba discutir con su doctor, no había necesidad de acabar en malos términos si podían entre los dos construirse sus propios castillos en el cielo con solo estar juntos ya lo demás, lo demás podía tener una excusa perfectamente planeada. 

Fin

Notas finales:

Notas finales de la autora: La verdad esta pareja me gusta mucho y sé que tienen potencial para mas; aunque la verdad no me molesta ser de las pocas que escriben sobre ellos, gracias por sus aplausos mentales y sus comentarios. Huitzilopochtli fuera.


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