Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Como la flor de los cerezos por yasami

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

https://www.youtube.com/watch?v=nvC7zzxVS-Q

Me inspire en esta canción para crear esta historia, espero que les guste.

Aquí el cielo es mío. Me ves, mi alma va, yo vuelo.

Mírame, siénteme, estoy aquí, tócame. Siento el frío del asfalto. ¡Sálvame!

Háblame, escúchame, estoy aquí, espérame. Lluvia y nieve en las alas. ¡Sálvame!

 

Esta es una historia común y corriente, nada de especial tiene, soy un hombre como cualquier otro. Mi vida es como la de cualquier otra persona, que lucha por vivir, que tiene sueños y grandes aspiraciones. Aunque quizás en algo se diferencie de otras… Yo busco reencontrarle con mi trabajo.

Mi nombre es Takanori Matsumoto, y no, no soy una persona especial, o al menos, yo no me percibo así. Hace dos años conocí el amor verdadero. No, no fue amor a primera vista, porque jamás pude ver su rostro; y nunca me hizo falta verlo; sabía que él era el hombre perfecto y no por su belleza, era esa aura misteriosa que lo envolvía, era esa melódica voz que penetraba cada parte de mi ser, era la calidez de su cuerpo, era simplemente él, lo que lo hacía perfecto.

Pero, para ser más específico, me enamoré de él porque me enseñó a conocer el mundo a través de los sentidos, porque nuestro amor no se media en lo físico, sino en lo que descubrimos del mundo estando juntos, de lo que probamos el uno del otro sin reserva alguna, y de su hermoso y noble corazón que me entregó sin ninguna condición. Siempre al despertar, recuerdo sus labios, que eran tan suaves como la cobertura de aquellos cerezos, frutos que mi madre me traía de pequeño para comerlos. El aroma que desprende ese fruto me recuerda a su aliento, tan dulce y embriagador que te hace perder el juicio.

¿Soy ciego? Si, lo soy. Y no por eso me considero especial. Más bien soy afortunado de contar esta maravillosa historia, historia que hasta el momento se ha quedado inconclusa, historia que me ha llevado a conocer el cielo y el infierno casi al mismo tiempo.  

Mi vida había sido bastante complicada, tratando de sobrevivir en un mundo en el que tener una ‘’discapacidad’’ es motivo de acoso, de maltrato, de lástima y de rechazo. Mi madre, una mujer dulce, de carácter noble y sencillo, siempre ha velado por mi bienestar, aun cuando casi todo el mundo entero le ha dado la espalda. Recorrimos muchos hospitales, con la esperanza de obtener ayuda, pero dado a nuestra condición muy humilde, la respuesta siempre fue negativa y, con el tiempo, me resigne a que nunca iba a poder ver. Pase mucho tiempo deprimido, apenas y comía y realmente no tenía ganas de nada. Y no era tanto por mi condición, más bien era que escuchaba a mi madre llorando a solas mientras se preguntaba el porqué de estas cosas de la vida.

Tiempo después, entré en una escuela bastante mala para estudiar braille. Todo era malo, realmente muy malo, pero mi madre no podía hacer mucho, nuestra condición era sumamente precaria, quejarme solo traería más preocupaciones a aquella buena y hermosa mujer que es mi madre, así que mi única opción fue quedarme callado y darle un pequeño motivo de alegría a aquella mujer.

 

¿Cuál era el motivo de mi nacimiento? ¿Realmente mi madre merecía el calvario de vivir conmigo? Mis pensamientos no ayudaban mucho pero, ¿qué se podía hacer en mi condición? Como sea, al igual que ella, yo también lloraba hasta quedarme dormido, lamentaba mi existencia y el ser una molesta y pesada carga para mi madre, aunque ella siempre demostraba con besos y tratos bellos todo lo contrario. Ella es sin duda, la mejor madre del mundo.

Mi madre comenzó a trabajar en un restaurante y nuestra vida cambio. Entre todos los clientes que asistían a su lugar de trabajo, conoció a la señora Takashima, una mujer que, según mi madre, es una mujer físicamente muy hermosa y con una muy buena posición económica, que tiene un hijo de mi edad llamado Takashima Kouyou, muy lindo pero con un problema en las corneas que terminaría por quitarle la vista. Mi madre y ella se volvieron tan unidas que Shima y yo terminamos conviviendo casi a diario. Él es una gran persona, y me ayudo a levantar mi ánimo, y, aunque seguía siendo un chico triste y solitario, su compañía me era muy reconfortante. Sin duda alguna, estar con él me hacía sentir extraño, como si en mis entrañas vivieran un montón de mariposas que estaban dispuestas a mover las alas hasta que perforaran mis adentros.

A la edad de 13 años, mientras jugábamos, él me robo un beso, mi primer beso. Sus labios eran tan dulces, tan suaves como la cobertura de los duraznos. Con el pasar del tiempo, descubrí que esos dulces labios rebosaban de vida, cuando se volvió a repetir la escena del beso, solo que en esta ocasión no fue un simple beso; fue algo más profundo, algo que sin duda, arrebato y volvió terriblemente locos mis sentidos. Sentir como su lengua jugaba con la mía era como conocer el paraíso, era como probar una especie de dulce vino que te embriaga en cuanto lo pruebas por primera vez, era realmente exquisito probar sus labios, y sin querer, me había encariñado de él. Comenzamos una relación a escondidas de nuestras madres, él me enseñó cosas que yo jamás habría imaginado, me hablo de tantas cosas que existían en el mundo que mi vida se llenó de un poco de luz con su presencia.

Pasados dos meses, dejamos de ocultar nuestros sentimientos, vivíamos nuestro dulce y tierno romance de lo más normal del mundo. En ocasiones, Shima sufría de mareos y de repente la vista se le nublaba.  Creo que eran producto de la enfermedad que le produjo la ceguera. Entonces era en esos momentos en los que me volví su soporte, le comentaba como era mi vida en penumbras, jamás le solté la mano y prometí estar con él de por vida, porque realmente le quería, no estaba seguro de si era amor pero yo realmente le quería.

Dos años después del inicio de nuestra relación, Shima perdió la vista por completo. Ahora ya no salíamos como antes, puesto que nuestras madres tenían miedo de que algo malo nos pasara. Cuando Shima perdió la vista, su madre buscó una escuela para que él aprendiera nuevas cosas en su nuevo estilo de vida, y así después de tanto buscar, la señora Takashima le hablo a mi madre de una escuela para personas invidentes, donde aparte de impartir clases de lectura y escritura, te enseñaban a usar tus otros sentidos en diferentes actividades, era una muy prestigiada escuela, y quizás podría existir la posibilidad de obtener una beca. Yo realmente no quería estudiar, de hecho y aunque mi madre no se dio cuenta hasta mucho tiempo después; no asistía a la escuela, prefería quedarme en casa y como mi madre trabajaba desde muy temprano no se daba cuenta.

Mi madre estaba feliz de que pudiera estudiar en una escuela diferente, y como la señora Takashima tenía algunas influencias, le comentó que quizás podría obtener la beca de manera rápida y segura. Un miércoles por la tarde, asistimos al instituto, en el cual nos hablaron acerca de las clases que se imparten y de todo lo demás. De verdad, no me interesaba estudiar ni nada por el estilo, pero mi madre se escuchaba tan entusiasmada, que termine por aceptar. Después de mucho pensarlo, Shima decidió aprender música y yo me decidí por la pintura. La verdad es que no fue fácil, odiaba de sobremanera estar separado de él y peor aún, realmente ninguna actividad me llamaba la atención, lo único que deseaba era estar al lado del hombre que quería, pero la pintura era más atractiva que la música y que cualquier otra actividad, así que a pesar de mis peleas internas, aceptaba de mala gana estar separado de él.

Y así, el tiempo pasó, aprendí a leer y a escribir de manera correcta, mis calificaciones comparadas con las de la otra escuela habían mejorado de manera notoria. Y aunque detestaba mis clases extras, mi maestra de pintura afirmaba que era muy bueno en ello. Shima aprendió a tocar el violín, era realmente bueno, a mí me fascinaba escucharlo cuando ensayaba. A pesar de no estar juntos en las mismas actividades, pasábamos todas las tardes uno en compañía del otro, éramos muy felices y así pasaron los años, entre la escuela y nuestras actividades.

Con Shima tuve mi primera relación sexual, un sábado por la tarde mientras nuestras madres salían a tomar un café y a comprar unos lienzos que yo necesitaba para la escuela. Fue una experiencia única, él realmente fue muy dulce. Sus labios habían cobrado vida una vez más, como siempre que jugueteaba con mi lengua y con mis labios. Pero ahora, no solo sus labios tenían vida, descubrí en ese entonces que mi cuerpo también la tenía. Mi piel se erizaba cuando sus labios recorrían mi cuello, sus manos me despojaban de mis prendas de manera lenta, sus dedos se deslizaban por mi piel de manera suave, su boca recorrió cada parte de mi cuerpo de una manera increíble. Mi cuerpo cobro vida cuando el repetía mi nombre mientras entraba y salía de mí, su cuerpo vibraba mientras yo mordía cada parte de él, esa tarde descubrí que no necesitaba ver para poder probar lo mejor de la vida.

Mucho tiempo después, Shima y yo terminamos nuestra relación de años. Tiempo antes de que eso ocurriera, él conoció a Akira Suzuki, un chico muy talentoso con quien tuvo una química increíble, casi de inmediato. Primero, no dejaba de hablarme de su nuevo amigo, se le escuchaba feliz, lleno de vida. Y con el tiempo, se fue alejando de mí. Ya casi no me venía a visitar, pasaba casi todos los días con Akira, y después de un tiempo, se enamoró de él. Terminamos nuestra relación de una manera tranquila, mi madre y la suya jamás dejaron de frecuentarse hasta la fecha, pero sin querer un pequeño vacío se había formado en mi vida.

Todo era realmente malo, aburrido. Perdí las ganas de ir a la escuela, ya no quería nada, el hombre que quería, ahora estaba lejos de mí y yo no podía hacer nada al respecto. Con el tiempo y a pesar de que Shima tenía una fuerte y hermosa relación con Akira, había retomado sus visitas a mi casa. Esa situación, si bien no era muy cómoda para mí porque no podía decirle sobre mis sentimientos aún vivos por él, me hacía feliz.

Y así pasó el tiempo, Akira fue operado y podía ver, un año después de esa operación, Shima y él se casaron y se fueron a vivir a unas cuadras de donde yo vivo. Su ceremonia; según mi madre; fue hermosa, Akira no dejaba de mirar a Shima y se les notaba el gran amor que sentían el uno por el otro. Ese día mi corazón dejo de funcionar, o eso pensaba hasta ese momento. A pesar de que Shima no dejaba de visitarme, su vida de casado y su imposibilidad de ver, le absorbía mucho tiempo y ya no era lo mismo de antes.

Y el tiempo seguía su camino, hasta que un día en la escuela se anunció la llegada de manera temporal de un nuevo profesor de pintura, Yutaka Tanabe se llama aquel hombre. Nuestra profesora en turno, es una mujer que estaba embarazada y estaba a punto de dar a luz, por lo que mandaron a traer un profesor del extranjero.

El día que llego Yutaka, el clima era perfecto, la brisa fresca que pegaba en la cara era tan reconfortante. Mi corazón latió como si estuviera a punto de estallar en cuanto escuche su voz. Su voz es una mezcla de paz y euforia al mismo tiempo. Yutaka también era invidente, pero su manera de dar clases era única. La primera vez que hable con él, sentí un hueco en el estómago, algo muy similar a lo que sentí cuando Shima me beso, pero a diferencia de esa vez, esto que sentí era mucho más fuerte. Su risa era la melodía más pura que el mundo puede producir. Su vida tampoco había sido fácil, sus padres le había separado de su primer amor al enterarse de que era gay, y como acto de rebeldía, no acepto hacerse el trasplante para poder ver.

Nuestras pláticas eran profundas, grandes, sin duda alguna eran lo mejor de mi vida. Me quedaba horas extras en la escuela solo para estar cerca de él, y a su vez, él evitaba por todos los medios, que su guía y acompañante estuviera cerca de nosotros. ¿Qué más podía pedirle a la vida ahora que había recuperado la felicidad? Ni siquiera estoy seguro de haber sentido eso con Shima, solo sé que lo que Yutaka y yo vivíamos era simplemente perfecto y especial.

Yutaka me enseño las mejores cosas de la vida, aprendí a ver con mis demás sentidos. Podía distinguir entre los colores de las pinturas por su textura. Aprendí a disfrutar la comida por su aroma, por las sensaciones que mi paladar sentía, aprendí a escuchar los diferentes sonidos de la música y la naturaleza y a disfrutar de cada sonido que me regalaban al entrar a mis oídos.

Un viernes por la tarde la madre de Shima nos llevó a mí y Yutaka al parque, mi madre estaba trabajando y no sabíamos a quien más acudir. El pretexto fue aprender un poco de la naturaleza para un cuadro que tenía que hacer como parte de nuestros tantos proyectos. Ese día fue único en mi vida, la señora Takashima y la guía de Yutaka nos ayudaron a llegar a un hermoso jardín para poder sentarnos en el pasto y nos dejaron solos. Según podía percibir, no hacía calor, pero tampoco frío, o quizás mis nervios de manera inconsciente me traicionaban por estar cerca de aquel hombre, que para ese entonces, ya se había metido en lo más profundo de mí ser.

Mientras él hablaba acerca de los jardines y de lo que podías encontrar en ellos, apreciaba con mis manos el pasto, y sin querer, tomé la mano de Yutaka. Este se quedó callado, yo no sabía que decir, y soltar aquella delgada y suave mano no era una opción. El problema era que para Yutaka, tampoco era un opción, por lo que se acomodó lo más cerca que pudo de mí, y entonces decidió mostrarme algo diferente.  Tomó una flor de cerezo, la puso en mis labios y me preguntó que sentía, he de decir que fue realmente increíble que Yutaka me preguntara eso mientras pasaba la flor y sus dedos por mis labios, y yo no supe que responder. Después de eso, sus labios se posaron de la manera más dulce sobre los míos,  él me pregunto cuál era la textura de lo que sentía a lo que yo, tontamente, conteste que así se sentía el amor.

Sí, me había enamorado como tonto de mi profesor de pintura, y a pesar de que Yutaka tampoco me veía, sabía que también se había enamorado perdidamente de mí. ¿Esto es lo que la gente llama amor verdadero? Quizás suene muy cruel pero, ni siquiera Shima había despertado estas sensaciones que siento por Yutaka, y hablo en presente porque ese sentimiento no ha cambiado y jamás cambiará. Creo que mi madre sospechaba lo que ambos sentíamos, por más que lo tratábamos de ocultar, me era muy difícil dejar y ocultar lo que tanto quería gritar.

Después de aquel dulce beso, se aferró a mi cuerpo y yo al suyo. Jamás había tenido su calor tan de cerca como en ese instante. Era como si aquel mundo en penumbras en el que toda mi vida había vivido, ahora se llenara de colores radiantes, como si pudiera respirar el aire más puro que existe, como si pudiera volar y tocar el cielo con mis propias manos.

A pesar de eso, Yutaka y yo no podíamos estar juntos, su familia en un afán por ‘’volverlo un hombre’’ le había comprometido en matrimonio con una persona a la que no amaba, la mujer que lo acompañaba a sol y a sombra, era su prometida. Pero en ese momento nada importaba, solo él y yo, así que tomé su rostro entre mis manos y me decidí a besarlo de nuevo. Este fue mi primer beso de amor real, mi vida había renacido en sus labios, mi cuerpo y todo lo que yo soy le pertenecía desde ese momento, y con aquel primer beso, yo juré que sería para siempre.

Comenzamos una relación a escondidas, él iba a mi casa con el pretexto de que yo necesitaba clases extra o porque necesitaba dejarme materiales que yo no podía pagar , ese era el pretexto perfecto para separarse de aquella mujer, que por el tono de voz que utilizaba, se molestaba de sobremanera que estuviéramos tan cerca. Y no importaba si eran 10 minutos o 3 horas, siempre y cuando estuviéramos juntos, aprovechábamos al máximo nuestra cercanía.

Mi madre sospechaba de mi aventura con aquel hombre tres años mayor que yo, pero no decía nada, porque a pesar de todo, yo era muy feliz.

Sus besos me volvían loco, mi cuerpo cobraba vida cada vez que él me tocaba. Mi cuerpo ardía con tan solo rozar nuestras manos. Estaba completa y perdidamente enamorado de él. Me amaba como jamás en la vida había amado a alguien, lo sé, lo sentía. Su cuerpo era mi escudo, él era mi fuerza y, aunque tampoco veía, para mí, él era mi luz, eran aquellos ojos que miraban todo lo hermoso y maravilloso que jamás había visto y que, ahora sin él, jamás podré ver.

El día en que nuestro amor fue entregado sin reservas, fue un viernes por la noche. Mi madre tenía unos días de descanso y se iría el fin de semana a una pequeña casa de campo que tiene la señora Takashima. Yutaka se había ofrecido a cuidarme el viernes ya que Shima y Akira pasaría el sábado conmigo, mi madre no quería pero mi insistencia y la de la mamá de Shima era tanta que terminó por aceptar. Para Yutaka no fue difícil deshacerse de su guía, la mandó a comprar unos lienzos, pero una lluvia que más bien parecía un tifón nos favoreció esa maravillosa noche, por lo que ella no pudo regresar por él.

Al estar solos, lo primero que hizo Yutaka fue abrazarme, me sentí morir con ese abrazo. Entre risas y algunas canciones, se nos pasó la tarde, hasta altas horas de la noche, la lluvia hizo de las suyas y no dejaba entrar ni salir a nadie de sus casas. Yo tenía frío, mucho frío, pero él borró cualquier signo de frialdad que pudiera haber en mi piel.

Estábamos sentados en un pequeño y viejo sillón de mi casa, me abrazaba a él como si la vida se me fuera en ello. Yutaka notó que temblaba por lo que me pegó más a su pecho. Comenzamos a besarnos, de manera dulce, armoniosa, pacifica, pero para mí eso ya no era suficiente. Quería y necesitaba todo de él, le necesitaba solo para mí y que él me demostrará que era solamente mío. De alguna manera, logramos acomodarnos para besarnos, su cuerpo temblaba pero no de frío, el mío estaba más que encendido, pero no quería ni permití que se apagara esa llama en ningún momento. Me separé un poco de él, conocía de pies a cabeza mi casita y sabía cómo moverme en ella, así que sin problemas lo dirigí a mi cuarto. Nos seguimos besando y de alguna manera terminamos en la cama. Poco a poco fue quitándome la ropa y yo hice lo mismo con él, su piel se sentía tan suave como la flor de los cerezos, aquellos dulces y suaves cerezos que son idénticos a sus hermosos labios. Aquellos hermosos y dulces labios reclamaban mi cuerpo y sentía como iba dejando marcas por el mismo, me sentía morir entre sus brazos. Escuchaba sus te amo tan bajos, tan tiernos, tan míos. Recorrí cada parte de su cuerpo con mis labios, era perfecto. Era solamente mío, y así como él lo había hecho conmigo, yo también deje marcas en su piel, esas marcas que solo él y yo podíamos sentir y que pedíamos a gritos desde hace mucho tiempo. Mi cuerpo estalló en una increíble lluvia de estrellas y yo pude tocar el cielo mientras él me hacia el amor, mientras él se movía en un dulce compas y recorría cada parte de mi ser. Yo le envolví con mis piernas, no deseaba que ese momento acabara, repetía su nombre con cada vaivén que ambos hacíamos en una perfecta sincronía. Y así, esa noche estando entre sus brazos, juré que a partir de ese momento solo sería de él, mi corazón y todo lo que soy le pertenecería por completo ahora y para siempre, incluso después de la muerte.

Notas finales:

Primera parte del fic, espero que les guste.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).