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Entre cielo y tormenta por Joker96

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Notas del capitulo:

Aquí con el segundo capítulo, que ojalá y sea de su agrado (perdón por ser tan cortante).

Perdón por las faltas y los errores ortográficos, pero entiendan que soy humana :v

Avery POV

 

Mientras conducía, opte por hacer de mi mentira una realidad. No tenía pensado visitar a mi padre, pero ya como que quería hacerlo.

 

Cuando llegué a su casa salí del auto y caminé hacia la puerta. Toqué el timbre esperando unos segundos hasta que alguien la abrió.

 

— Hola Avery. Que gusto. — dijo Amelia brindándome una de sus mejores sonrisas.

 

Cada vez que la veía, no dudaba en la suerte que tenía mi padre. Ella no solo era hermosa, sino también, buena persona.

 

— Perdón por no avisar. — dije recibiendo un abrazo por su parte.

 

— No tienes que hacerlo, está también es tu casa.

 

— Gracias Amelia.

 

— Pasa, llegas justo a tiempo. La comida está casi lista. — y así es como uno se da cuenta de lo hermosa que es la vida.

 

— Esta bien. — cuando me adentre a la morada, el aroma a comida casera pego mis fosas nasales. — Huele delicioso Amelia, ¿Que es?

 

— Nada especial. Filete de ternera en salsa de espárragos con verduras salteadas.

 

— Vaya, recuérdame otra vez porque decidí mudarme. — dije frotándome el estómago.

 

— Si bien recuerdo te fuiste porque decías que no podías disfrutar de tu vida sexual estando bajo el mismo techo que tu padre. — dijo Amelia sonriendo y tocando mi frente con su dedo índice.

 

— Si bueno, eso fue hace un año. Ahora que soy una mujer más experimentada me he dado cuenta de que el sexo no reemplaza la comida.

 

— ¿Me estás diciendo que vas a regresar con nosotros? — preguntó, mientras ambas íbamos al comedor.

 

— No creo. Tengo la intuición de que no soy la única que ha experimentado más su vida sexual. — comenté sonriendo de manera pícara.

 

Me dieron ganas de reírme cuando vi las mejillas rojas de Amelia.

 

— No estás tan desencaminada Ave.

 

Voltee el rostro encontrando a mi padre, quien estaba acercándose hacia nosotras.

 

— Hola papá. — le saludé. Me dio un beso en la frente y me abrazó de manera reconfortante.

 

— ¿Como esta mi hija favorita? — me pregunto soltándome.

 

— Soy tu única hija papá. — dije entrecerrando los ojos.

 

— Bueno…

 

Lo miré con sorpresa para luego ver a Amelia.

 

— No me digan que…

 

— No, no le creas. Tu padre sólo está jugando contigo, James eso no es de buen gusto.

 

— Dios. Me asustaste. — le reclamé. El sólo se rio.

 

— Lo siento, no pude resistirme. — me abrazo por los hombros. — Ven, vamos a comer.

 

— Sólo por eso no me voy.

 

La comida estaba deliciosa, Amelia tenía un talento natural para la cocina. De hecho, cuando me mudé, casi me arrepentí por el cambio tan brusco que sufrió mi alimentación.

 

— ¿Como van las clases? — me preguntó papá mientras tomaba un trago de su copa de vino.

 

— Bien. Me preocupo más por el equipo en realidad. — tomé una servilleta y me limpié los labios.

 

—¿Te ha ido mal? — Amelia me miró con curiosidad.

 

— No realmente. Es solo que los entrenamientos han sido un poco pesados. — arrugue la frente. — Pareciera que estamos en el ejército.

 

Mi padre me miró y Amelia me brindo una sonrisa compasiva.

 

— Es porque el torneo empezará pronto. Pero no estés nerviosa, eres una gran jugadora. — me animó mi padre.

 

— La mejor. — le siguió Amelia.

 

Era bueno saber que podía contar con ellos.



--



A pesar de las insistencias de Amelia, terminé por irme a mi departamento.

 

Cuando abrí la puerta y entré tuve que caminar a tientas porque estaba oscuro, hasta que descubrí que era muy estúpido y saqué mi celular para alumbrar mi camino. Una vez que las luces estuvieron encendidas opte por tomar un baño.

 

Cuando salí de la ducha apenas y tuve energías para vestirme y caer en la cama. En cuanto cerré los ojos puedo jurar que caí dormida.



Flash Back

 

— ¿Y habrá un castillo inflable mamá?

 

— No lo sé Avery.

 

— Pero dijiste que íbamos a una fiesta, y en las fiestas hay castillos inflables.

 

— No en todas, cariño. — abrí los ojos con asombro. — Aunque puede ser probable que en este si. Estamos hablando de la fiesta de un niño que cumple ocho años. — dijo mi padre sin apartar la vista del camino.

 

— Más le vale que sí lo tenga. — murmuré cruzando mis brazos sobre mi pecho.

 

Después de lo que me parecieron horas, finalmente habíamos llegado a la casa de Tyler. Su casa era grande y bonita. Habían decorado con globos de colores toda la entrada.

 

Cuando salimos del coche tome la mano de mi mamá y caminamos hacia la casa. La mamá de Tyler nos recibió y saludó a mis padres para luego ponerse a mi altura.

 

— Hola, Avery. Te ves muy linda. — dijo sonriéndome.

 

— Gracias señora Kross. Usted también. — Los modales, ante todo.

 

— Eres adorable. — me dijo. — Puedes ir atrás, hay muchos juegos y actividades en el patio trasero. — Dijo señalando con su dedo pulgar.

 

— ¿Puedo ir a jugar? — pregunté viendo a mis padres.

 

Mi papá sin decir nada asintió, y cuando estuve dispuesta a irme mi mamá me detuvo.

 

— Alto ahí jovencita.

 

— Mamá. — me quejé.

 

— Espera. — insistió agachándose para quedar a mi altura. — Ahí está. — dijo después de haber acomodado mi ropa. — Trata de no ensuciarte tanto ¿sí?

 

— Lo intentaré. — era lo máximo que podía prometerle.

 

— Bien. — dijo satisfecha, dándome un beso en la frente. — Ve, diviértete.

 

No espere a que me lo dijera dos veces y con entusiasmo me fui al patio trasero de la casa. Casi gritó de felicidad al ver el castillo inflable. Después de eso lo demás dejó de importarme, y sin apartar la vista de mi objetivo corrí así el.

 

Por el mismo hecho de que no le quitaba la vista de encima y estaba corriendo es que tropecé con alguien.

 

— Auch. — oí un quejido.

 

— Qué te pasa. — le reclamé. — ¿Por qué estabas en el suelo? — le pregunté molesta. No había sido mi culpa.

 

— ¡Que te importa tonta! — me reclamo llorando.

 

Por alguna razón no me gustó verla llorar.

 

— No tienes porque llorar. — dije con cuidado. — Tampoco fue para tanto, la que cayó al suelo fui yo. — dije, señalando mi rodilla raspada.

 

— No lloro por ti boba. — fruncí el ceño.

 

— ¿Entonces por qué?

 

— Que te importa. — tuve que morderme la lengua para no insultarla también.

 

Hasta que note que el vestido lavanda que tenía puesto estaba lleno de tierra y lodo. Su mamá se iba a enojar mucho con ella.

 

— Tu vestido está muy sucio. — lo señalé. — ¿Cuántas veces te has caído?

 

— ¡No me caí tonta, me empujaron!

 

Con que por eso estaba tan molesta.

 

— Eso está mal. — ella me miró con interés. — ¿Quien fue?

 

— ¿Para qué quieres saberlo?

 

— Le voy a enseñar modales. — eso lo había escuchado en una película.

 

La niña cambió su mirada y me miró como si fuera un superhéroe. Bueno en este caso superheroína.

 

— Son esos niños de ahí. — señaló hacia enfrente y vi a un grupo de niños muy ruidosos.

 

Eran como cuatro. Trague saliva.

 

— ¿Todos ellos? — la niña asintió. — Ya veo. Bueno, voy a hablar con ellos de manera civilizada. — eso también lo había visto en una película.

 

Camine a paso tranquilo, perdiendo mi confianza cada vez que estaba más cerca. Cuando llegué hacia ellos me aclaré la garganta para llamar su atención. Todos me miraron.

 

— Lindo día caballeros. — esa película me estaba siendo muy útil.

 

— ¿Que quieres enana? — escupió uno de ellos.

 

¡¿Enana!? Me ganaba solo por cinco centímetros, máximo.

 

— Sólo quiero hablar con ustedes. — hablé intentando mantener la compostura.

 

— Pues nosotros no queremos hablar con una niña tonta como tú. — dijo otro de ellos, mientras los demás me miraban con desprecio.

 

— Escucha come mocos…

 

— ¿Qué dijiste? — preguntó haciendo de su mano un puño.

 

Ahí es cuando supe que algo me había salido mal.

 

— Este yo…

 

— ¡A ella! — gritó.

 

No tuve de otra más que correr. Cosa que funcionó durante los primeros dos minutos, hasta que uno de ellos logró lanzarse sobre mí, cayendo ambos al suelo.

 

Lo que pasó después fue tan rápido que apenas y pude reaccionar. Al final termine con el pelo revuelto, mi ropa sucia y una mordida en mi pierna derecha. Ahí aprendí que las películas mentían, y con mucho descaro.

 

— Me duele mamá. — dije llorando, mientras mi mamá me ponía agua destilada en la mordida de mi pierna.

 

— Pero si no arde cariño. — dijo siendo gentil con sus movimientos.

 

— Me duele mi orgullo. — reclamé cruzando mis brazos sobre mi pecho. — Quede en ridículo frente a todos. — dije haciendo un puchero.

 

— El orgullo no es más importante que tu salud Avery. — miré a mi mamá y ella me devolvió la mirada. — Lo importante es que estás bien. — me acarició la mejilla con dulzura y pude jurar que me sentí mucho mejor después de que sentí como beso mi frente.

 

Cuanto amaba a esta mujer.

 

— Al menos recibirán su castigo, ¿no?

 

— Si Avery. — río. — Tu padre se encargará de eso.

 

— Bien. — dije satisfecha.

 

— Disculpen.

 

Ambas oímos una voz y voltee el rostro mirando a una mujer mayor asomando su cabeza por la puerta.

 

— ¿Sí? — preguntó mi madre con curiosidad

 

— Vengo con alguien que quiere ver a la paciente. — dijo con una sonrisa.

 

Fruncí el ceño ligeramente y segundos después apareció la niña del vestido sucio detrás de la mujer. Me sonrió con timidez.

 

— Hola. — saludo bajito.

 

Yo me limpié las lágrimas e hice lo que pude para recomponer la compostura.

 

— Qué hay. — dije haciendo una señal de paz con mi mano.

 

— Soy Mariana y ella es mi hija Camila. — vi como la mujer acercaba a Camila más hacia ella. — Mi hija me ha contado lo que pasó y también me dijo que quería venir a decir gracias.

 

— Ah sí. — murmuró mi mamá viendo me con una sonrisa divertida. — Bueno en ese caso creo que sería mejor darles un poco de privacidad. — mamá empezó a guardar los primeros auxilios y junto a la otra mujer salieron por la puerta.

 

Ahora estábamos solas y Camila se encogió un poco por el nerviosismo, así que decidí romper el silencio.

 

— Me mordieron la pierna. — ella solo hizo una mueca. — Espero que ese niño no tenga rabia. — y así, sin querer, logré que Camila soltara una risa suave.

 

Yo también empecé a reír sin poder evitarlo. Poco a poco nuestras risas fueron desvaneciendo y nos volvió a albergar el silencio.

 

— Perdón. — murmuró casi en susurro.

 

— ¿Por qué? — Camila se fue acercando un poco más hacia mí.

 

— Hice que tropezaras y te trate mal, y tú solo me defendiste al final… bueno lo intentaste.

 

— Ah. — No sabía qué más decir.

 

Ella me miraba expectante.

 

— ¿Me perdonas?

 

— ¡Ah sí!, Claro, estás perdonada. — Camila volvió a sonreír.

 

— Gracias por defenderme. — murmuró.

 

— Lo intenté. — dije encogiéndome de hombros. — Soy Avery, por cierto.

 

Le extendí mi mano, lo cual ella imitó tomando mi mano y sonriendo.

 

— Hola Avery.

 

— Hola Camila.

 

Fin del Flashback


--




Camila POV

 

Quería mucho a Amanda, en serio que si. Pero a veces era insoportable, en especial cuando empezaba a hablar de Avery. Como lo estaba haciendo ahora.

 

— … y es que parece que esa chica no sabe lo que es tener vergüenza. — yo solo rodé los ojos ya un tanto fastidiada. — Por ejemplo, te acu…

 

— Oye Mandy. — la corte llamándole por su apodo. — Vamos a la cafetería, me estoy muriendo de hambre.

 

La chica asintió con entusiasmo y ambas salimos de nuestra aula en camino a la cafetería.

 

Cuando estábamos a poco de llegar una chica se dirigió hacia nosotras, siendo más específica, se dirigió a mí.

 

— ¿Tú eres Camila? — preguntó dudando. Me limité a asentir. — Al fin te encuentro. — sonrió aliviada. — Soy Amber. — se presentó.

 

— Hola Amber. ¿Para qué me estabas buscando? — ante mi pregunta la rubia se sonrojo.

 

— Bueno verás, en realidad estaba buscando a Avery. Pero me dijeron que tú eres su mejor amiga y se me hizo más fácil buscarte a ti primero. Lo que intento es sorprender a Avery y para eso necesito saber exactamente dónde está. Me pareció que en eso podrías ayudarme tú. — enarque una ceja tratando de no ver a la chica como si fuera una chiflada.

 

Amanda no pudo disimular como yo.

 

— ¿De dónde conoces a Avery? — le pregunté.

 

— La conocí en una fiesta el fin de semana pasado. Tuvimos una conexión. — ahora sabía quién era, como también sabía que para mí mejor amiga no sería una agradable sorpresa verla.

 

— Ya veo. — tenía que pensar en algo rápido. — ¿Me estás diciendo que te tiraste a mi novia? — pregunté aparentando molestia.

 

— ¡Espera! ¡¿Que?!, Ella no me dijo… ella no… me dijeron que tú solo eras su mejor amiga. — me señaló.

 

— Que sea su novia no significa que todo el mundo lo sepa. — dije cruzándome de brazos.

 

Amber empezaba a sudar frío. Casi me empezó a sentir mal por ella.

 

— Yo, lo siento. No lo sabía, pero te juro que ella fue la que me coqueteo primero, no pensé que tuviera novia, ella no me lo dijo. — empezó a defenderse. — Deberías hablar con ella. — fue lo último que dijo para después irse sin más.

 

— Es increíble que aún la defiendas. — me reprocha Amanda, una vez que la rubia había desaparecido de nuestro rango de visión.

 

— Es mi mejor amiga Mandy. No importa que.

 

La castaña no me respondió y simplemente se limitó a seguir caminando, cosa que yo también hice, a pesar de que había perdido el apetito.

 

Cuando terminaron mis clases me dirigí hacia el estacionamiento de la universidad, sabía que Avery ya estaría esperándome. Cuando ella me vio elevo su mano en señal de saludo.

 

— Te tardaste Mila. Estaba pensando en irme sin ti. — me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla.

 

— Que bueno que no lo hiciste, ya de por si me debes un favor. — Avery me miró sin entender.

 

— ¿Por qué?

 

— Antes de explicártelo te refrescare la memoria. Rubia, pechos exuberantes. — después de eso espere unos segundos hasta que el rostro de Avery cambio sus gestos. Estaba recordando.

 

— ¿Que hay con ella? — preguntó recargándose en la parte lateral de su auto.

 

— Fue algo divertido en realidad. Me estaba buscando para saber dónde estabas y darte una sorpresa, al parecer estaba convencida de que eran almas gemelas o algo así. — me reí. Avery frunció el ceño.

 

— Y supongo que no le dijiste dónde estoy.

 

— Hice algo mejor en realidad. Le mentí diciendo que éramos novias y se asustó tanto, después de disculparse conmigo salió prácticamente huyendo. Tal vez pensaba que la intentaría atrapar o algo por el estilo. — cuando termine de relatar Avery ya estaba riendo con ganas. Yo empecé a reírme junto a ella.

 

— Ay Mila. — dijo todavía riendo ligeramente. — Todavía sigues sorprendiéndome, me hubiera gustado ver eso, en serio.

 

Sin dejar su sonrisa, se apartó y me abrió la puerta de acompañante. Rodeo el auto hasta estar en el asiento de piloto y encendió el auto despertando al motor y empezando a estar en marcha.

 

— ¿Comida china? — preguntó sin apartar su vista del camino.

 

— Me parece perfecto.

 

 

 

 

 

Notas finales:

... 


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