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Nombre y Fecha por En Yao

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Respiro erráticamente mientras se reponía de la batalla, se incorporó y limpio su rostro con la manga de su camisa. Camino lentamente, como el paso cansino que portaba en ese momento se lo permitía, y lo vio.

No es como que no sospechara aquello, pero sospechar no era lo mismo que verlo, la realidad le golpeo más fuerte que cualquier herida que tuviera en ese momento, dirigió su vista a un lado, buscando a aquella mocosa por la que se suponía su amigo estaba enamorado.

La sonrisa dulce de esa castaña lo dejo aturdido, si es que es aun fuera posible en su estado,  ¿Ella lo sabía? ¿Cómo es que estaba de acuerdo? Regrese su mirada a aquella escena, aquella entre aquel chupa sangre y su amigo, aquel que en secreto amaba.

El golpe que dio su pecho le hizo lanzar un suspiro fuerte girándose sobre si, caminando lejos de aquello, cerrando todo lo que pensaba sobre aquello…

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-¿Sigue aquí?

Gruño sin dirigir su mirada a aquella voz, suspiro mientras sentía como la presencia del otro se colocaba pausadamente junto a él.

-No es muy sano lo que hace Takamiya-san

Dirigió esta vez su mirada al otro, estaba muy cerca a su parecer pero no dijo nada, le observo mientras se acomodaba mejor contra aquel árbol.

No había pasado mucho tiempo de que se terminara la reunión entre cazadores y vampiros, el tutor de Zero, aquel hombre raro, estaba por demás feliz con la nueva alianza entre ambos grupos, todo gracias a la guía del nuevo director de cazadores, Zero Kiryuu… La alianza más bien consistía en la unión de ese par, Zero y Kuran… Aun detestaba a esa chupa sangre.

-Seguramente no lo es

Contesto a la pregunta de aquel que le observaba y sonreía a su respuesta, esa sonrisa de “todo lo sé y todo lo comprende” giro de nuevo su vista a aquel jardín donde minutos antes pasara la pareja “Kuran-Kiryuu”

-Pero no es lo que crees

-A no?

Suspiro mientras cerraba los ojos un momento, escucho la risa del otro y como se acomodaba junto a él. Sonrío levemente.

-Aun lo amas no?

Se giró a ver aquellos ojos esmeraldas, aquellos ojos pacientes y tranquilos.

-Si

No vio cambio en el rostro del otro, pero aprendió a conocerlo lo suficiente como para no entender que estaba queriendo fingir que su respuesta no le había herido.

Llevo su mano al rostro del otro y se inclinó sobre el en un beso, un beso que termino en la mejilla contraria, suspiro.

-No quiero aprovecharme de ti y de tu situación… tampoco que lo hagas conmigo.

Sonrió acariciando aquella mejilla donde aún estaba su mano mientras se alejaba lo suficiente para confrontar aquella mirada pero no lo suficiente de dejare en su espacio personal de manera tranquila.

-Tampoco quiero eso Takuma

Vio el leve sonrojo pasajero en ese rostro, aquel que siempre se cuidaba de aparentar frente a todos, no solo Zero poseía mascaras como él creía, solo que había quienes usaban mascaras de simpatía.

Si se lo preguntaban, si se permitiera ser sincero, podrá decir sin dudar que temía más por ese rubio que por su amigo peliplata.

-Entonces Takamiya-san?

Deslizo su mano a la barbilla de aquel hombre rubio y le tomo con algo de fuerza para poder besar por fin sus labios.

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Cuando por fin acepto que su amigo se quedaría como tal, se volvió un huraño encerrado en hacer su trabajo, busco alejarse lo más que pudo del peliplata y el trabajo era la excusa perfecta para ello.

Hasta que llegó el momento de los acuerdos entre ambos grupos, y al ser el más confiable, según Zero, para ser su mano derecha termino viajando de regreso hacia sus fantasmas y temores.

No le sorprendió que el chupa sangre se mantuviera cerca de Zero mientras se solucionaba todo ese conflicto entre heridas de ambos bandos, verlos juntos era algo que imaginaba pasaría, después de la muestra de afecto publica en la batalla contra Rido no lo dudaba, pero eso no quería decir que dejara de dolerle menos.

Tuvo que hacerse cargo de mucho papeleo, y de verdad que estaba dispuesto a mandar al universo al infierno y no hacerse cargo de ello, pero un “Kaito” de labios del peliplata basto para que se sembrara en ese asiento hasta terminar con todo… Patético, era un hombre patético.

Y en esos momentos de auto odio impuesto lo conoció…

Rubio de ojos verdes, de complexión fina y de gestos dulces… Lo odio.

¿Cómo podía existir alguien tan dispuesto a realizar toda esa locura de hacer las paces entre clanes? La respuesta le vino de esa vos cantarina por la gracia de su pregunta, él también estaba trabajando por el mismo fin y por lo que el rubio le dijo tiempo después, se miraba más que dispuesto por su perseverancia en aquel trabajo… Patético, no dejaba de ser un hombre patético.

El tiempo de convivencia con el rubio le hizo ver que el mencionado siempre buscaba comprender y era muy observador. Demasiado para su propia salud, así fue como el otro termino por entenderle y enterarse de su situación.

Esos días fueron los más incomodos de su existencia, nunca nadie le había entendido con solo observarle y eso lo puso en un nivel de estrés que enfermo.

¿No tiene que decir quien le cuido verdad?  Pensó que la enfermedad le daría tiempo de paz consigo mismo, no fue así, termino compartiendo más tiempo del debido con aquellos ojos verdes bonitos, aquel rubio en su cuarto compartiendo más de lo que deseaba… Termino contándole todo y recibió por respuesta otra sonrisa de aquellas que no entendía.

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Se separó de los labios luego de sentir como le mordía, un rostro enojado fue lo que recibió y no pudo evitar lamerse la sangre del labio inferior mientras pensaba que aquel era un rostro muy bonito, cuando le dejaba verlo sin esas totas mascaras que le gustaba colocarse para con toda la gente.

-Te estoy diciendo…

-Lo sé, pero no me has entendido  

Sonrió levemente, lo estaba tratando sin esa estúpida formalidad y eso le gustaba, odiaba que le tratara como a los demás.

-Dijiste que le amabas

-Y lo hago, pero no como se ama a una pareja

Vio al otro relajarse un poco y le dio otro beso, esta vez uno más casto, y sintió como lamia su labio a manera de disculpa.

Takuma era el rubio de las máscaras amables, el vampiro que se creía un dios piadoso, un rubio de esmeraldas por ojos, el dios vampiro que creía entender a todo y saber todo… el ángel que no busco cambiarle si no, solo entenderle, que no curo las grietas de su corazón si no que amo a cada una de ellas e hizo de ellas su hogar.  

Ese dios vampiro que no sabía que él también podía ocultar cosas… cosas como el anillo de su bolsillo, con su nombre y la fecha grabadas…

 


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