Era una noche un tanto fría pero relajante a la vez en Tokio.La estación del año que se encontraba presente era otoño.
La familia Uchiha se encontraba cenando en la comodidad de su hogar, pero en un silencio ciertamente tenso. Los integrantes de la mencionada familia era conformada por: Fugaku y Mikoto, los padres. Itachi y Sasuke, los hijos. El ambiente en la cena no era algo raro para ellos, siempre sucedía esa tensión. Sin embargo, siempre lograba que Mikoto se pusiera nerviosa y le dieran ganas de cambiar un poco el ambiente. Esta vez no fue la excepción.
— Niños, ¿recuerdan cuando les hablamos de la mudanza? — comenzó a hablar de forma calmada. Fugaku sonrió un poco.
— Querida, ya no son unos niños. Itachi ya tiene 19 y Sasuke 16 — levantó la vista.
— Oh, sí, sí. Siempre lo olvido — rió con nostalgia. —. Mis niños ya son todos unos hombrecitos.
El menor de todos, Sasuke, frunció el ceño. Si odiaba algo de las conversaciones con sus padres, era que se distraían del tema principal.
— ¿Qué hay sobre la mudanza?
Itachi, quien estaba sentado a su lado, escabulló su mano derecha por debajo de la mesa y pellizcó un tanto fuerte el muslo de su hermano menor. Sasuke se sobresaltó y miró con irritación a Itachi, el mayor le imitó.
— Comportate — le dijo Itachi moviendo los labios, sin dejar salir su voz. Sasuke le siguió mirando de aquella forma, pero hizo caso. Mikoto lo notó y suspiró.
— Sobre la mudanza, sólo quería decirles que ya tenemos un lugar asegurado. Nos iremos a vivir a Detroit, ¿está todo bien?
Itachi asintió.
— ¿Sasuke? — le llamó Fugaku, queriendo saber lo que su hijo opinaba. Ciertamente, ya sabían todo sobre la mudanza, desde aproximadamente cinco meses. A excepción de la ciudad a donde irían. Estados Unidos tenía muchas ciudades, después de todo. Itachi notó que Sasuke no dio ningún indicio de contestar. Le volvió a pellizcar.
— Nii-san, eso duele — Sasuke gruñó. —. Por mí, no hay problema. Después de todo, mi opinión no cambiará su decisión.
Al terminar de decir aquello, Sasuke rápidamente apartó sus piernas lejos del alcance de su hermano, sabiendo que le volvería a pellizcar. Él no estaba enojado por la mudanza, le daba igual dejar Japón. Nunca se sintió aferrado a su lugar natal. Pero si había algo que sí le molestara, era viajar. Estar horas y horas sin hacer nada no le molestaba, pero cuando lo hacia ya sea en cualquier transporte por varias horas, su ánimo era de lo peor. Itachi en especial lo sabía debido a que fue víctima de los abusos de Sasuke toda su vida. El menor sí que odiaba viajar.
— Perdonen a Sasuke — pidió Itachi amablemente, haciendo una leve reverencia. —. Es mi culpa haberlo malcriado tanto.
Mikoto rió enternecida y Fugaku sonrió. Sus hijos eran tan buenos, a pesar de que Itachi mimara tanto a su hermano menor y que Sasuke a culpa de aquello se comportara de esa forma.
— Nos iremos en un mes, me gustaría que tuvieran todo preparado antes de eso. Viajaremos en avión, y no les mentiré, es largo el camino que tendremos que recorrer — comentó Fugaku. Todos asintieron y continuaron con la cena.
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« En Detroit. »
Aquel día en la ciudad pintaba ser espléndido; el sol brillaba y brindaba la calidez perfecta. La gente se encontraba felizmente socializando por ahí, el ambiente era perfecto. Excepto para Naruto. La habitación del chico rubio se encontraba lo más oscuro posible que se podía. La cama estaba desordenada, al igual que casi toda la habitación.
Naruto se encontraba jugando online, esperando a que subieran el capítulo del anime que estaba siguiendo actualmente. La vida de Naruto tenía dos lados; fuera de su casa, era la persona más feliz de su grupo de amigos, pero por dentro, se sentía de lo peor, pensando en sus acciones y regañándose internamente por su estupidez momentánea. Sí, sus amigos eran lo mejor que existía, lo hacían sentir bien, pero muy dentro de sí, dudaba de que ellos lo viesen como a un amigo.
Naruto notó que habían publicado el capítulo que tanto esperaba. Suspiró cansadamente y se dispuso a verlo después de haber cerrado el videojuego.
Ojalá su vida tuviera un cambio, por pequeño que fuera.