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Memorias de un doncel por Krizz Sabaku No Uchiha

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Notas del fanfic:

No se, estaba viendo Memorias de una Geisha y se me ocurrio escribir esto

Notas del capitulo:

Naruto y Naruto Shippuden no son de mi propiedad

Memorias de una Geisha no es de mi propiedad

 

¡Disfruten la lectura! :D

Fui condenado a esta vida desde muy joven, yo no pedí esto, más sin embargo no reniego de lo que esta vida pudo darme. 




Mi vida estaba llena de complicaciones y mi destino fue manejado por terceras personas que solo pensaban en como sería mejor invertida mi utilidad, fui criado para ser quien soy ahora, entrenado y vendido al mejor postor. 




Soy Naruto Namikaze, un doncel y esta es mi historia... 




_____________________________________________________ 




 




Los amaneceres de las costas de Okinawa eran grises en las últimas semanas, el ambiente parecía hacer juego con los sentimientos de mi padre en su corazón, tristes y deprimentes. 




El día que mi madre cayo enferma, mi padre se vio forzado a regresar a la pesca, yo no podía hacer mucho, pero ayudaba en lo que podía, siempre trate de ayudar a mi padre en la pesca, pero jamás me lo permitió. 




—Naruto, los donceles deben quedarse en casa y aprender de mamá los que haceres y deberes de para mantener en orden el hogar—. Decir con firmeza antes de palmearme la cabeza, subir a su barca y emprender un nuevo viaje a mar abierto, solo para regresar con su red vacía. 




Mi tarde, ese día comenzó tranquila, limpiaba un poco la choza en la que vivíamos, atendía a los pedidos de mi madre, recostada y ardiendo en fiebre, y trataba de conseguir, aunque sea algo que llevarnos a la boca en caso de que mi padre llegara sin nada. 




Esa tarde, mi madre empeoro. 




Esa misma noche mi padre mando traer al médico de la región, los vi entrar en la choza, mi padre no se veía feliz, mi madre tosía fuertemente y el hombre que llego junto a mi padre y el médico, se dedicó a observarme fijamente hasta que mi padre me indico que podía ir a dormir. Yo obedecí. 




Fue a mitad de la madrugada, aun no salía el sol y la ligera lluvia indicaba que sería un día con mucha neblina y mucho frescor, fui bruscamente despertado por mi padre el cual, sin decirme nada, simplemente me tomo del brazo y me saco de la comodidad de mi futón. 




—Pa-padre ¿Qué pasa? —. Lo vi llorar, pero en ningún momento se atrevió a mirarme, entre empujones y jaloneos pude ver a mi madre, aun recostada en el futón, parecía dormida, ya no tosía. —¿Padre? —. Volví a llamarlo, pero no contesto, salimos de la choza y caminamos por el muelle que unía la pequeña vivienda con tierra firme, una carreta de ganado esperaba ahí. 




Fui abrazado fuertemente por mi padre y arrebatado de manera brusca de sus brazos. —Padre ¿Qué pasa? —. Sentí unos brazos tomarme por la espalda y subirme a la carreta a la fuerza, trate de zafarme y la sorpresa llego a mi cuando mi propio padre fue el que coopero para subirme. Lo llame muchas veces, lo vi derramar lágrimas, pero ninguna palabra que me dijera el porque hacia esto. 




El porque me estaba entregando a un completo desconocido y el por qué mi madre ya no tosía. 




Derrame lágrimas y el hombre que ahora estaba a mi lado no hizo nada para callarme, simplemente me ignoraba. 




Los donceles en familias rurales no sirven de mucho, al igual que las mujeres, estos solo sirven para mantener en orden el hogar y para dar hijos sanos a esposos que decidieran desposarlos. 




Lastimosamente, mi familia era pobre, No podrían conseguirme un buen esposo, tampoco podían sustentar mi existencia. 




Así que mi padre pensó que lo mejor sería venderme. 




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El hombre al que me entrego mi padre se llamaba Shikamaru, era un hombre de conexiones el cual le ofreció a mi padre quitar la carga que yo representaba para la familia, fue el que me comunico sobre el fallecimiento de mi madre y que era por esa la razón de que ahora me encontrara en un tren rumbo a Hanamachi. 




Después de aquello no derrame más lágrimas, de cierta manera entendía la decisión de mi padre, la carga de tener a un doncel de hijo era demasiado pesada para él, pero hubiese apreciado que me dijera, aunque sea, unas palabras de despedida. 




Shikamaru fue amable conmigo durante el viaje a Hanamachi, me dijo que su padre se encargaba de administrar una especie de negocio en donde "reclutan" a donceles de las familias pobres para poderles dar asilo en un mejor lugar, en donde podrán aprender un oficio y ser totalmente independientes. 




Se oía demasiado bueno para ser verdad... no me había equivocado demasiado. 




Al llegar a Hanamachi, Shikamaru me tomo del brazo casi sin delicadeza, me llevo hasta la parte más sola de la estación, ahí se encontraba un hombre, vistiendo una gran capa negra de nubes rojas, de profundos ojos verdes y ceño fruncido. 




—Kakuzu—. Dijo Shikamaru, el hombre solo bajo su mirada dando conmigo, sonrió de una manera que me hizo estremecer, podía ver que no podía esperarme nada bueno si Shikamaru pensaba entregarme a ese hombre. 




—¿El doncel de Okinawa? —. Mire espantado a Shikamaru, el cual solo asintió empujándome hacia aquel hombre, el cual sonrió ampliamente, me tomo del brazo y comenzó a jalonearme, pues me reusaba totalmente a irme con ese hombre —Seguramente pagaran bien por ti—. Sonrió satisfecho. 




Lo mire con miedo, trate de zafarme, pero no pude, lágrimas de angustia y desesperación inundaron mis ojos, voltee para llamar a Shikamaru, pedirle, rogarle que por favor no me dejara ir con ese hombre. Pero Shikamaru ya se había marchado. 




Afuera de la estación había un Jinrikisha esperando. —Kakuzu ¡¿Porque has tardado tanto?!—. Un hombre con las mismas pintas del otro, exclamaba con molestia, sus ojos violetas destellaban de furia ante la espera, pero su compañero lo ignoro. 




—Cállate de una buena vez—. Su ceño se frunció más. —Sube—. Me ordeno, yo obedecí, junto a mí se encontraba una jovencilla, posiblemente de mi edad, tal vez menor, de ojos perla y cabello azul bastante corto. 




Ella tenía la mirada baja y se veía que había llorado en días, seguramente víctima de mis mismas circunstancias, baje mi mirada igual, no me apetecía entablar amistad con alguien a quien seguramente no volveré a ver. —Quieres ponerte en marcha de una buena vez—. Reclamo el de ojos verdes con poca paciencia, el de ojos violetas no había parado de reclamar en ningún momento. —Andando, Hidan, la casa Senju espera la mercancía para esta misma mañana—. El hombre se subió al vehículo y se cruzó de brazos sin mirarnos. 




—Demonios, es tu culpa—. Reclamo, pero no siguió con la riña, monto a la bicicleta y comenzó a andar, en todo el recorrido tuve la mirada baja, pensando en lo que me había llevado a estar en este lugar, las razones de mi padre para venderme eran muy validas, pero también muy crueles. 




Estaba a la mitad de mis lamentos cuando sentí un apretón en mi antebrazo. —Caminen—. Kakuzu nos jaloneo a la chica y a mi hasta bajarnos del Jinrikisha, toco fuertemente la puerta de la casa a la que habíamos llegado y espero a que abrieran. 




La casa tenía una pinta bastante ordinaria, una bonita puerta corrediza un poco maltratada por el tiempo, las rejillas nos permitían ver el interior del lugar, no había jardín delantero, solo un pasillo exterior antes de dar con la puerta principal. 




La puerta interior fue abierta, dejando ver el interior bien iluminado de la casa, por ella, una joven mujer de cabellos rojizos, tez pálida y ojos del color de la sangre, hacia presencia. 




Solo fue mínimos segundos para verla salir de manera apresurada, se veía hermosa, sus cabellos recogidos en un peinado bastante elaborado, los labios color carmín y el maquillaje en sus ojos le daba una mirada sumamente sensual y arrogante. 




Fui jalado y echado a un lado por Kakuzu el cual hizo una reverencia a la mujer la cual ni siquiera volteo a vernos, antes de perderla de vista pude apreciar el kimono negro con detalles en flores rojas que exhibía una buena y elegante figura. 




—¿Son los jóvenes de Okinawa? —. La voz de una mujer me saco de mis pensamientos, era una mujer menuda a finales de sus 20's posiblemente, de cabello corto y vestida en una yukata negra. 




—El rubio—. Dijo el hombre. —La chica es de Sapporo—. Informo el hombre, la mujer nos miró detenidamente a ambos y después decidió. 




—El rubio, definitivamente—. Contesto la mujer antes de tomarme del brazo. —La chica es demasiado mayor—. Fui jalado nuevamente, pero ahora sabía que ese sería el lugar en donde viviría. 




Pase por un largo pasillo que se dividía en varias habitaciones y salones de estar, llegando hasta la última habitación la cual serbia de oficina personal para la señora de esa casa, la mujer que me había recibido paro en seco ante la puerta de dicha oficina. —No digas palabra alguna a menos de que sea Lady Tsunade quien te hable—. Me advirtió, seguidamente me dio la espalda y se aclaró la voz. —Lady—. Llamo, a lo que solo recibió un "Hm" como respuesta, la puerta fue abierta y un fuerte olor a tabaco llego a mi nariz, la habitación estaba suavemente iluminada por un candelabro, lo que me permitía ver a la mujer rubia sentada detrás de una pequeña mesa contando, sin prestar atención de mi o de la mujer castaña, varios fajos de billetes. 




La mujer me empujo para entrar en la habitación y seguidamente cerró la puerta. —Mi Lady, ha llegado el doncel de Okinawa—. Ante aquellas palabras, la rubia dejo de contar y nos miró, haciendo un gesto con su mano, pidió que me acercara, yo, por la desconfianza, no me moví. 




—Vamos, quiere verte de cerca—. Me dijo la castaña a mi lado, aun con desconfianza me acerque al centro de la habitación y ahí me quede en pie, vi a la mujer rubia pararse y acercarse, al llegar junto a mí se cruzó de brazos, dio una calada profunda a su cigarro y me miro de arriba abajo mientras echaba fuera el humo. 




—¿Qué edad tiene? —. Pregunto. —Se ve muy joven—. 




—Es del año del dragón, mi Lady—. La rubia frunció el ceño. 




—Hm así que tiene 9—. Bufo. —Bueno, no podemos hacer nada para regresarlo, muéstrale su habitación Shizune y dile a Sakura que lo haga entrar en ambiente—. Dijo con una sonrisa prepotente, eso fue lo último que vi antes de ser sacado de esa oficina y ser llevado al segundo piso de la casa. 




Llegamos a una habitación doble, en ella había dos futones perfectamente acomodados. —Esta es la habitación que compartirás con Sakura, hasta que podamos mandar a desocupar una para tu uso personal—. Seguimos caminando hasta la azotea, en donde se escuchaban ruidos de objetos cayendo en seco, la puerta fue abierta y en ella había una joven, más alta que yo y con el vistoso cabello rosa recogido. —Sakura—. La joven volteo e hizo reverencia.  




—Shizune-san—. Dijo con respeto. —¿En qué puedo serle de utilidad? —. La castaña me señalo. 




—Él es Naruto, el doncel de Okinawa—. La chica asintió. —Lady Tsunde pide que le enseñes sus obligaciones—. 




—Si—. Dicho esto, la castaña dejo mi custodia ante la joven de cabellos rosas. —Hola, me llamo Sakura Haruno, bienvenido a la Okia Senju—. La joven hizo una reverencia, y yo creí que era correcto responderles, así que hice lo mismo. 




—Naruto Namikaze—. Dije con simpleza, ella me sonrió ligeramente. 




—Bien, Naruto, las tareas para nosotros no son complicadas, consisten en mantener limpia la casa y obedecer cualquier mandato hecho por Lady Tsunade, la dueña de la Okia, Shizune-san, la ayudante personal de Lady Tsunade y de Karin, la geisha de la Okia Senju—. Naruto se desconcertó. 




—¿Geisha? —. Pregunto. La pelirrosa asintió, tomo la mano del rubio y lo jalo a la parte más profunda de la habitación. 




—Las Geishas son muy importantes en la region de Hanamachi, son las encargadas de entretener a hombres importantes de todo japon, ellas bailan, beben sake y duermen hasta tarde—. Decía con verdadero entusiasmo la chica. —Lady Tsunade pagara nuestra educación para poder convertirnos en Geishas al servicio de la casa Senju—. Abrí los ojos sorprendido. 




Había pasado poco tiempo con mi madre, pero hasta yo sabía lo que eso significaba. Las Geishas eran prostitutas. Y mis padres no me criaron para ser una prostituta. 




Así que no lo pensé mucho, tenía que salir de esa casa, tenía que regresar a Okinawa, con mi padre, no importa cuánto me tomara, yo regresaría con mi padre, salí de esa habitación y corrí de regreso a la oficina de la mujer rubia, sin permiso abrí la puerta y ante la mirada sorprendida de ella grite. 




—¡Yo no pienso ser la perra de nadie! —. Grite con enojo, los pasos apresurados llegaron a la puerta. 




—¡Naruto! —. La voz de Sakura se dejó oír llamándome, Lady Tsunade se levantó con prisa y camino hacia mí. —Mi Lady...—. Sakura fue callada, yo agache mi mirada, la mirada furiosa de esa mujer me hizo dudar de mi voluntad. 




—Déjame ver esos ojos—. Dijo con voz firme y molesta, peo yo no hice caso, me tomo bruscamente de la barbilla e hizo que levantara el rostro, pero no mi mirada, eso la enfureció. —¡Mírame! —. Agito mi rostro con fuerza y solo así pude mirarla directamente a los ojos, ella frunció el ceño, viendo mis ojos azules —Hay demasiada agua en esos ojos—. Bufo apartándome de ella, Sakura se acercó tomándome de los hombros. 




—Pe-pero el agua es buena, Mi Lady, una protectora natural—. Trato de tranquilizarla. —De esa manera no deberá preocuparse porque el fuego consuma los kimonos de la Okia—. Tsunade volvió a llenar su boca de humo y lo hecho por la boca. 




—Solo enséñale sus deberes—. Dijo con un ademan para salir. —Naruto—. Me llamo. —No quiero que esta falta se vuelva a repetir—. Me advirtió con voz furiosa, después de eso, Sakura se disculpó y ambos salimos de ahí. 




Yo estaba decidido, encontraría la manera de salir de esa casa

Notas finales:

¿Que dicen? ¿Le sigo?

¡Comenten! :D


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