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Memorias de un doncel por Krizz Sabaku No Uchiha

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Notas del capitulo:

Naruto y Naruto: Shippuden, no me pertenecen

Memorias de una Geisha no me pertenece.

 

¡Disfruten! :D

La mañana siguiente llego de manera tranquila, me levante temprano para que Shizune se encargara de darme las tareas que tendría que realizar en la casa, grande fue mi sorpresa cuando en lugar de eso, un frio baño de agua medianamente caliente me esperaba. 




Fui limpiado de pies a cabeza por Shizune, la cual aseguraba que aun olía a sal y pescado, a mitad del baño Tsunade entro con Sakura, la mujer rubia le pidió a Shizune que terminara y así lo hizo, fui envuelto en una toalla y secado rápidamente. 




—Vaya, tu belleza es rescatable después de todo—. Dijo Tsunade prepotente. —Piel tostada y cabellos rubios, en verdad eso es muy raro en esta región—. Tsunade tomo de las manos de Sakura, dos pares de zapatillas, unas de tela y otras de madera. —Estas son para el exterior—. Dijo señalando las zapatillas de madera. —Y estas son para el interior—. Después tomo la yukata que cargaba Sakura y la extendió para colocármela. —Ahora eres parte de esa Okia, tu deber es honrarla con obediencia y disciplina—. Después de eso, dejo que Sakura y yo siguiéramos con nuestras tareas. 




Me encontraba limpiando los desechos que estaban en el patio trasero, maleza y hojas caídas habían sido juntadas en su totalidad listas para ponerlas en un contenedor, pude escuchar algunos gritos dentro de la casa, parecía una pelea entre la Geisha y Lady Tsunade. 




—Naruto—. Volee mi rostro hacia la pequeña bodega del patio, en donde se encontraba Sakura en esos momentos, me hacia un gesto para que me acercara a ella, así que deje mis actividades y obedecí. —Parece que Karin no está de buen humor—. Me dijo en susurros. —Ayer la escuche discutiendo con Lady, dicen que la vieron con un chico del barrio vecino y...— 




—¡¿Porque no pueden guardar silencio?!—. Saltamos del susto tanto Sakura como yo ante aquellas inesperadas palabras, inmediatamente me arrodillé en posición de súplica, sin siquiera mirar a quien nos había descubierto, pude notar a Sakura hacer lo mismo, los pasos pesados y un fuerte olor a orquídeas blancas se acercó a nosotros, una ligera risa se dejó oír. —Así que tú eres el doncel de Okinawa ¿No es así?—. Aun estando con la cabeza gacha pude ver los pies de esa persona, pero no me animaba a levantar la vista. 




Noté que aquella figura se acuclillo ante mí y con una ramita del árbol hizo que alzara mi rostro, lo que vi fue a una mujer joven, de lago cabello rojizo torpemente recogido, pero sin llegar a verse mal, piel clara y tersa, y unos ojos tan rojos como la misma sangre, su gesto sorprendido al ver mi rostro duro muy poco, después un ademan burlista y una sonrisa de medio lado dio lugar en tan bello rostro. 




—Hm, la vieja ya no sabe en que gastar su dinero—. Trague en seco y desvié mi mirada a Sakura, la cual seguía inclinada sin decir palabra, la mano de la mujer pelirroja acaricio mi barbilla con delicadeza, haciendo que volviera a conectar mi mirada con la de ella. —Es una lástima que aun huelas a pescado—. Se burlo, acercándose más me susurro a manera de advertencia. —No entres a mi habitación, tus dedos apestan, no quisiera que contaminaras mis cosas—. Ante eso, se puso en pie, intimido a Sakura con un fingido acercamiento, lo que ocasiono una risa burlista en la mujer y después de eso, nos dio la espalda para desaparecer detrás de una puerta corrediza. 




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—Karin puede ser de carácter difícil a veces—. Me encontraba ayudando a Shizune a acomodar algunas prendas en cajas que parecían bastante caras, las telas eran de dichas prendas eran bastante finas, con preciosos bordados en plata y oro, distintas figuras dibujadas en ellas las hacían ver demasiado hermosas. —Pero es una de las Geishas más populares en todo Hanamachi y ese es el motivo del porque Lady Tsunade le perdona todos sus caprichos—. 




—Nadie me dijo lo que era una Geisha—. Dije, doblando cuidadosamente las telas que Shizune me pedía acomodar, seguidamente las envolvía en papel fino y las acomodaba en las cajas para almacenarlas en la bodega de kimonos de la Okia Senju. 




—Oh, lo sabrás a su tiempo, Naruto—. Me dijo la castaña. —Las Geishas son altamente reconocidas en la sociedad, una Geisha es más que una mujer con facciones finas, cuerpo envidiable y un bonito kimono—. Yo escuchaba atentamente lo que decía, no es que pudiera negarme en ese momento, pero yo ya estaba decidido a irme, regresar con mi padre a Okinawa y seguir con la vida de pescador de la que mi padre no quería que fuera. 




—Pero... ¿Y si yo no quiero ser una Geisha? —. Pregunte, solo para saber si podía tener la mínima esperanza de salir de aquel lugar sin recurrir a un escape, Shizune simplemente suspiro. 




—Me temo que no puedes negarte, perteneces a la Okia Senju, no tienes opción, Naruto, es tu destino ser una Geisha—. Fruncí el ceño, dejar la Okia por la paz no sería posible. La campanilla de la oficina de Lady Tsunade comenzó a sonar de manera insistente. —Llévale la comida a Lady Tsunade, Naruto, yo terminare aquí—. Asentí y salí de esa habitación para dirigirme a la cocina, ahí se encontraba Sakura haciendo limpieza. 




—Oh, Naruto—. Me dijo. —Qué bueno que vienes ¿Podrías por favor recibir la comida de Lady Tsunade?—. Pidió. —La cocina no está funcionando ahora así que tuve que pedir comida por fuera—. Yo solo asentí y salí nuevamente recibiendo palabras de agradecimiento de la pelirrosa. 




Las campanillas del exterior fueron tocadas apenas yo salía de la casa, la comida había llegado, yo la recibí y pague con el dinero que anteriormente me había dado Sakura, agradecí el servicio y justo antes de cerrar la puerta del exterior y regresar dentro de la casa, me percate de las risas de una voz bastante conocida por mí. 




Miré en todas direcciones, hasta que di con la escenas más sorprendente que pude haber visto. Karin se encontraba recargada en una de las paredes de una casa de la esquina más próxima, frente a ella, un joven más alto de cabellos plateados y vestido con ropas rurales, daban a entender que sería hijo de algún comerciante cercano. 




Karin no paraba de reír estando entre los brazos de ese joven, el cual también sonreía y de vez en cuando besaba los labios de la pelirroja sin considerar en área publica en la que estaba. —¡Naruto! —. Di un brinco ante el grito de la dueña de Okia, cerré apresuradamente la reja exterior antes de ser descubierto por la pelirroja y regresé a la casa, Lady Tsunade seguía llamándome en la lejanía del segundo piso. 




Apresurado me encamine, aun con la comida en mano, hacia donde me habían llamado, la rubia se encontraba en una habitación, la más grande que tenía la casa, sabia a quién pertenecía, así que solo me quede parado en la puerta. —¡Dios! mira todo este desorden—. Se quejaba la rubia. —No es posible que ni siquiera su habitación pueda limpiar—. Bufo, voleo a donde estaba yo y se acercó a mí. —Naruto, limpia la habitación de Karin—. Me ordeno, arrebatándome la comida que traía para ella. 




—Pero ella me dijo que no entrara en su habitación—. Trate de replicar, pero ella solo me empujo dentro, no dando atención a mi replica. 




—Ella no es la dueña de esta Okia—. Dijo antes de irse, suspire, no tenía más opción que obedecer a Lady Tsunade. 




Comenzó por ordenar el futo y algunas sabanas esparcidas por el suelo, seguí con el piso y después con el armario y el tocador personal de Karin, que quede perplejo ante la cantidad de accesorios que había en el pequeño escritorio, mire la cantidad de broches y adornos para cabello que tenía, todos de material fino y hermoso, estaba demasiado ensimismado con eso que no escuche a Karin entrar en la habitación. 




—¿Qué haces en mi habitación?—. Karin hablo con un tono que sugería cierta picardía de descubrimiento, inmediatamente me incline ante ella, en espera de una reprimenda, escuche los pasos de ella acercándose a mí, hincándose, alce mi vista un poco, solo para verla olfatear el aire, frunció el ceño y chasqueo la lengua de manera molesta. —La habitación ahora apesta a pescado—. Dijo malhumorada, se acercó al armario e hizo el mismo gesto, volteado rápidamente hacia mí. —Te advertí que no entraras a mi habitación—. La molestia se palpaba en su voz, aunque sus acciones eran demasiado tranquilas para alguien como ella. —Ya puedo escuchar las quejas de mi querido general—. Dijo con cierto pesar mientras se acercaba al tocador y trataba de retocar el ligero maquillaje que traía para esa tarde. —¿Porque la hermosa Karin huele a pescado? —. Pregunto al aire, yo la miraba fijamente. —Querida Karin ¿Que es este nuevo perfume tuyo? ¿Pez globo? —. Pregunto sarcástica, tratando de hacer una imitación de las palabras de su supuesto general, volteo a verme. —Te dije que no tocaras mis cosas ¿Ahora qué crees que dirá mi general? —. 




Yo pasé saliva, parecía una pregunta retórica, pero aun así me atreví a contestarle. —Su general podría decir algo como "Karin, apestas"—. Pude ver los ojos rojos abrirse con sorpresa, después esa mueca fue sustituida por una media sonrisa. 




—¿Te crees muy graciosa, pequeña rata?—. Karin me dio la espalda, volviendo a su maquillaje. —Me pregunto si seguirías haciendo chistes como esos, si le comentara a Tsunade de tu pequeña treta para escapar—. Mi cara cambio a una de sorpresa, había sido descubierto, la sonrisa de suficiencia de Karin no podía ser más grande. —Pero no le diré nada—. Volteo hacia mi nuevamente. —Puede que esto me sea de utilidad, quisiera ayudarte—. 




—¿Porque?—. Pregunte con desconfianza, ella sonrió. 




—Porque a mí no me conviene tener en la Okia una boca más que alimentar. Te pedire un favor a cambio—. Me dijo. —¿Lo harás?—. Yo simplemente asentí en acuerdo. —Muy bien, ahora piérdete—. Dijo por último apunándome fuera de esa habitación. 




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Mi primer dia en la escuela había sido muy ajetreado, Shizune nos había levantado muy temprano para hacer los que haceres matutinos, prontamente, tanto Sakura como yo fuimos preparados para asistir a la escuela para Geishas. 




El edificio parecía una escuela común y corriente, solo que en esta podía ver a muchas jóvenes mujeres, niñas y donceles tomando distintas clases, Sakura me había comentado que me enseñarían todo tipo de artes con el objetivo de brindarle el mayor entretenimiento a los hombres importantes. 




Fue de cierta manera agradable, pero, aun así, aquello no era suficiente como para desistir de mi plan de escapar de la Okia Senju, quería regresar a Okinawa con mi padre, yo no pertenecía a este mundo, yo un doncel de tierras rurales no había nacido para ser un doncel de facciones finas y hermosas que había sido educado con el único fin de entretener a los hombres. 




Esa misma noche, Karin había sido solicitada para una cena en La Casa del Té de Hanamachi, Lady Tsuname de ordeno esperarla para, en dado caso de que Karin llegara en un estado inconveniente, fuera yo quien cerrase la casa, así que me dedique a practicar con el Shamisen las melodias de esa tarde en lo que esperaba la llegada de Karin. 




Estaba a mitad de mi segunda melodía cuando las risas inconfundibles de Karin llegaron a la entrada principal, dejé mi instrumento a un lado y abrí la puerta principal, Karin entro tambaleándose, siendo seguida de otra mujer de su edad de platinados cabellos rubios que veía en iguales condiciones. 




—Esa cena fue tan divertida—. Había dicho la joven de rubia cabellera entre risas, ella agacho la mirada dando conmigo. —Tu hermana mayor quiere una cerveza y yo también—. Me hizo un gesto para que cumpliera el pedido, pero ambas estaban tan idas que no se dieron cuenta que las ignore por completo y solo salí a comprobar que la reja exterior estuviera bien cerrada. Apenas regresaba para cerrar la puerta principal cuando las volví a escuchar hablar. —Es una lástima que te hayas ido a la mitad—. Recriminaba 




—Tenía cosas más importantes que hacer—. Contesto Karin de manera divertida y secretista, la rubia rio. 




—Si y su nombre es Suigetsu—. Las risas de Karin fueron calladas de golpe y la Geisha rubia fue empujada de manera brusca contra la pared más cercana. 




—¿Que dijiste, Ino?—. Pregunto con molestia la pelirroja, Karin se encantaba con el ceño fruncido viendo enojada a Ino, la rubia platinada. Esta trago en seco ante el semblante de Karin. 




—Lo siento, lo olvide—. Seguidamente ambas voltearon a verme, como recordando de un momento a otro que yo me encontraba ahí, escuchado todo, baje mi mirada y termine de cerrar la puerta principal, ellas parecieron olvidar de nuevo mi presencia. Nuevamente escuche las risas de Karin y el ambiente tenso de disipo 




—Estas celosa porque yo tengo a alguien que se interesa en mi—. Le dijo a manera de riña, pero la rubia solo rio. —Pero dejemos de laso eso, tengo algo entre manos que te va a encantar—. Pude ver a ambas chicas desaparecer detrás de la sala de estar, solo hasta ese momento pude ver que Karin sostenía una caja, bastante parecida a las que ayudaba a Shizune a guardar. —Esto le enseñara a ese estúpido, quien es la mejor en Hanamachi—. Dijo burlista, abriendo la caja con rapidez ante los atentos ojos de la rubia. 




Ino se sorprendió al ver el contenido de la caja, era un precioso kimono en un rosa pálido con bordados de sakuras en un rosa más fuerte, la tela brillaba y parecía ser suave al tacto, la rubia se llevó una mano al pecho al ver tal belleza hecha tela. 




—¿Es de Él?—. Solo pudo ver a Karin sonreír. —¿Como lo obtuviste?—. 




—Es muy fácil chantajear a las sirvientas—. La pelirroja saco el kimono de la caja y lo extendió por toda la mesa para té de la sala. —Es verdaderamente hermoso, es una verdadera pena—. Dijo, pero sin señales de arrepentimiento. 




Vi a Karin buscar algo entre tantos cajones de armarios cercanos, hasta que pudo dar con lo que buscaba, un pincel y tinta, escuché a Ino jadear y a la pelirroja abrir el frasco y mojar el pincel en la tinta, seguidamente hizo una señal a Ino para que tomara el pincel y dar la primera pincelada ante tan fino lienzo. 




La rubia tomo el pincel con mucha duda, pude ver que no tenía la fuerza de voluntad suficiente como para hacer lo que entendí que Karin quería que hiciera, pude ver a la pelirroja insistirle acercándole un poco más el kimono, pero a fin de cuentas esta nunca se atrevió a hacerlo, sus ojos celestes dieron directamente con los míos y estos parecieron brillar. —Dáselo a él—. Escuche decirle, Karin volteo a donde yo estaba y su risa se amplió aún más. 




—Querido Naruto, ven—. Me llamo, con duda me adentre a la sala. —Ven querido, no tengas miedo, creo que ya va siendo tiempo de que practiques tu caligrafía—. Ella me tendió el pincel, tragué en seco y fui acercando poco a poco el objeto con tinta a la fina tela, pero a último minuto me arrepentí, sabía lo que costaba uno de esos, no era estúpido para no saber lo que esas locas querían hacer. —Aun me debes un favor, Naruto—. Me susurro Karin al oído, trague de nuevo, que importaba si lo hacía o no, al final Lady Tsunade no podría llegar a hacerme pagar, porque para entonces yo ya no estaría en ese lugar. 




Fruncí el ceño y con más decisión, acerque el pincel y... solo lo apoye en la tela, dejando un punto negro visible sobre la fina tela rosa, escuche a Karin reír y tomar mi mano fuertemente para volver a pasar el pincel, ahora por toda la tela. Karin e Ino no pararon de reír. 




Creí que al ver a Karin guardar tan fina prenda saboteada, por fin podría regresar a la comodidad de mi futón, era una lástima que ahora me encontrara corriendo por las calles casi vacías de Hanamachi corriendo detrás de esas dos Geishas, el llevar la caja no hacia la tarea de correr más fácil, y estuve a punto de tropezar al menos tres veces antes de llegar a una elegante casa. 




—Las luces están encendidas—. Comento Ino. —No creo que sea buena idea entregarlo ahora, Karin—. La rubia fue mandada callar por la pelirroja, Karin me tomo de ambos hombros. 




—Escucha, subirás ahí y entregaras esta caja—. Después de eso fui empujado hacia la entrada. —Asegúrate que nadie te vea—. Yo obedecí y entré a la casa topándome directamente con unas escaleras, subí por ellas, detrás de mi podía escuchar aun las risas de Karin e Ino, que seguramente estarían espiándome desde el pie de la escalera. 




Voltee solo para asegurarme de que así era, pero las zapatillas casi me hacer caer por las escaleras, afortunadamente pude mantener el equilibrio, pero no así el hacer ruido, llegue a la puerta corrediza al final de la escalera y justo antes de dejar la caja ahí mismo, la puerta fue repentinamente abierta, quede paralizado por unos segundos, la sirvienta que había abierto la puerta quedo sorprendida sin decir nada.  




Me enderece entrando en pánico, una nueva figura se acercaba a la puerta, yo corrí escaleras abajo tratando de no caer en mi carrera al final, de la nueva figura solo note un cabello rubio largo hasta la cintura. 




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—¡¿Como te atreviste?!—. 




—Ahhh—. Grite ante el nuevo golpe en la espalda, trate de no caer, pero el dolor era casi insoportable, esa mujer tenía bastante fuerza. 




—¡Ese kimono valía mucho más que tú!—. Otro golpe fue dado y en este solo pude caer de rodillas. —¡Levántate!—. Me ordeno en un grito. —¡Levántate, maldita basura! —. Lady intento volver a golpearme, pero fue detenida por Shizune. 




—Mi Lady, cálmese—. Pidió ante el gesto furioso de Tsunade. —Lo único que conseguirá será lastimarse más—. La rubia bufo y le entrego la fusta con la que había estado golpeándome.  




—Está bien—. Dijo. —Entonces termina el castigo por mi—. Dijo la rubia para irse del lugar. La castaña espero a que ella terminara por irse para poder hablarme en voz baja. 




—¡¿Que le has hecho a Karin?!—. Pregunto en un susurro, yo la mire con ojos llorosos. 




—No le he hecho nada, lo juro—. 




—Naruto, lo que le hicieron a ese kimono, te costara—. Dijo con lastima. —Sea lo que sea que hayas hecho, sera mejor que lo dejes por la paz—. 




—¡Pero...!— 




—Recuéstate—. Ordeno, apreté mis puños con impotencia y obedecí. 




Shizune no fue más suave y al final termine con tremendos cortes por toda mi espalda, ese día llore, llore como nunca después de haber sido vendido por mi padre, llore después de saber que mi madre ya no estaba más en este mundo, llore porque no era libre de elegir. 




—Te dije que no te vieran—. La voz indiferente de Karin me hizo levantar la vista, mi ceño fruncido y desafiante no había desaparecido, por culpa de ella estoy mallugado. —No me mires así, rata, te lo advertí—.  




—Cumplí mi parte—. dije con enojo. —Ahora cumple la tuya—. Karin suspiro, su mirada no cambio en ningún momento. 




—Pediré a Lady Tsunade que me acompañes a una cena esta noche como mi sirvienta—. Dijo. —Sera una buena oportunidad para escapar—. Yo solo pude verla alejarse. 




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—Son heridas superficiales, Naruto—. Hice un gesto adolorido ante los vendajes que Sakura colocaba en mi espalda. —No me gusta decir estas cosas pero... ¿En qué pensabas al hacer lo que hiciste? —. Me pregunto. 




—En que podría llegar a ser libre—. Sakura coloco el ultimo vendaje y me miro con verdadera lástima. 




—No elegimos esta vida, Naruto—. Me dijo. —Pero, yo creo que no será tan mala—. Bufe, Sakura estaba loca. 




Como castigo del acto cometido la noche anterior, Lady Tsunade me había ordenado hacer todos los que haceres de la casa sin ayuda de Sakura, apenas se ponía el sol cuando me encontraba terminando de limpiar el patio trasero, mire al astro rey bajando poco a poco para dar paso a la luna, este día seria, al fin podría regresar con mi padre. 




Hacia una noche lluviosa, yo me encontraba firmemente parado al lado de la puerta principal a la espera de la partida de Karin, al verla envuelta en el kimono y perfectamente peinada, abrí la sombrilla para evitar que ella se mojase con la lluvia, ambos nos perdimos en la mitad de la noche. 




Llegamos a la Okia Akimichi en donde seria la cena de Karin, en la sala de estar se veía muchas personas, en su mayoría hombres siendo entendidos por tres Geishas, entre las cuales estaban Ino y Karin, respire hondo y finalmente decidido, deje la sombrilla en la entrada y salí corriendo en mitad de la lluvia. 




corrí lo más rápido posible hasta la estación de trenes, antes de entrar en la Okia Akimichi, Karin me había soltado unos cuantos yens para el pasaje de ida, así que no había pretexto para regresar a la Okia Senju. 




Al llegar a las taquillas de trenes, el encargado mi miro con ceño fruncido, a pesar de que le tendí el dinero y le pedí un pasaje de ida a Okinawa, este solo me ignoro, cuando no pudo hacer más y entendiendo que yo me marcharía de aquel lugar fue que se animó a verme. 




—Largo de aquí, mocoso—. Dijo, yo fruncí el ceño de manera molesta, no tenía tiempo para pelear con ese hombre. —No te venderé el boleto ni, aunque me mates con la mirada, así que largo—. Fruncí en ceño. 




¡Maldición!  




Estaba tan cerca, no me apetecía pero tenía que regresar a la Okia Akimichi a pedirle a Karin que comprase en boleto para mí, de mala gana regrese sobre mis pasos, pero Okia Akimichi estaba a obscuras y la sombrilla que había dejado abandonada en la entrada ya no estaba, tenía que regresar a la casa Senju. 




No me costó mucho llegar, me di cuenta que Karin no cerro correctamente la reja exterior, por lo tanto, no tuve que hacer ruido al entrar, pensé que lo mejor seria entrar por la puerta trasera, de esa manera no tenía que entrar por la puerta principal con el riesgo de toparme con Shizune o peor aun, con Tsunade. 




Logre colarme al patio trasero, pase por la bodega de almacenamiento y justo antes de poder cubrirme de la lluvia, escuche ruidos viniendo de la bodega, eran insistentes y constantes, me acerque por curiosidad, al hacerlo los ruidos comenzaron a tomar forma de gemidos, la puerta de la bodega entre abierta me permitió ver de qué se trataba. 




Eran unas figuras tenuemente iluminadas por las luces exteriores. —Suigetsu~—. Pude distinguir claramente la voz de Karin, e inmediatamente supe de qué se trataba, Karin estaba teniendo sexo con un hombre, di un par de pasos alejándome, pero mis zapatillas hicieron ruido al chocar con el piso de roca del patio, el hombre giro su rostro y paro todo movimiento. 




—¿Quien es él?—. Pregunto con abanicada voz.  




—¿Quien?—. Karin aún estaba ida. 




—¡Él nos ha visto!—. Suigetsu se alejó de la pelirroja la cual jadeo asustada, abrió totalmente la puerta de la bodega revelando al hombre que estaba con ella. 




—¡Naruto! —. Dijo con molestia y pánico. —¿Qué demonios haces aquí? ¡Era el momento perfecto para escapar! —. Grito, una verdadera estupidez, pues sus gritos alertaron a Lady Tsunade dentro de la Okia. —Maldición, ¡Entra! —. Karin me jalo hacia la bodega en un intento estúpido de ocultarme, volteo y vio al hombre comenzando a vestirse de manera apurada. —Suigetsu, por favor—. Suplico, yo jamás la había visto suplicar, el hombre la vio con lastima. 




—Maldición Karin, no podemos seguir así—. Dijo para salir de la bodega, con Karin detrás. —Escondiéndonos como fugitivos, es una tontería. Un día de estos nos descubrirá Lady Tsunade ¿Y entonces qué?—. 




—Suigetsu, te amo—. Karin se abrazó al peliplata besándolo con verdadera pasión, el hombre la tomo de la cintura y la acerco a él correspondiendo el beso. 




—¿Quién anda ahí?—.Las luces del patio fueron encendidas. Karin pudo ver la silueta de Tsunade acercarse a la puerta —Muéstrate—. Karin se apartó con verdadero pesar del peliplata, empujándolo. 




—¡Vete! —. El hombre simplemente corrió, dejando a Karin liderar con Tsunade, la pelirroja se llevó la mano a los labios, como si con ese gesto pudiera retener el sabor de los labios de Suigetsu. Bufo molesta, vio a Tsunade y a Shizune aparecer por la puerta y entonces Karin me tomo del hombro de mi yukata, arrastrándome fuera de la bodega. —Mi Lady—. Me arrojo a los pies de Tsunade. —Encontré a esta pequeña rata tratando de escapar—. Ante esto Karin arrojo unos cuantos billetes ante mí para reafirmar su acusación. 




La mirada miel de Tsunade se endureció mirándome. —¿Es verdad eso? ¿Ah?—. Estaba a punto de golpearme cuando decidí reaccionar, al diablo los favores, ya había recibido suficientes golpes por un día. 




—¡No! ¡No! ¡Miente!—. Grite, tratando de alejarme de la fusta de Tsunade. 




—Es verdad, yo misma lo vi tratando de abrir la reja principal—. Siguió Karin en mi contra, no se lo permitiría. 




—¡Ella esta mintiendo!—. Acuse. —Ella estaba justo aquí, en la bodega, con un hombre, su nombre es Suigetsu—. Pude ver a Karin palidecer ante mis palabras, los golpes de Tsunade pararon en seco. 




—¡Callate!—. Dijo. —Deberíamos aventarlo a la calle—. El silencio fue absoluto por unos momentos. 




—Agárrala—. Ordeno la rubia. Karin solo sintió ser tomada por sus ante brazos por Shizune y ante mí, Tsunade levanto el kimono de Karin encontrando lo que buscaba. La semilla de Suigetsu, Tsunade furiosa abofeteo a Karin. —Nunca lo volverás a ver—. Sentencio la rubia y pude ver los ojos de Karin llenarse de agua. —¿Que te crees? ¿Crees que una Geisha es libre de amar?—. La rubia rio con burla. —Nunca. Cierra las puertas, Shizune, nadie dejara esta Okia—. Dijo para terminar mirándome. —Mañana lidiare contigo, Naruto—. Yo me deje caer al suelo, había perdido la oportunidad de escapar, no tenía por qué haber vuelto. también llore. 




Estaba terminando de darme un baño para apartar todo frio causado por la lluvia, estaba a punto de entrar en mi habitación, cuando vi la luna por una de las ventanas, me acerqué a ella y pude ver la gran cantidad de casa en Hanamachi, todas parecían conectadas por los techos, y entonces se me ocurrió que así podía escapar. 




Regrese por la yukata, aun mojada y mis zapatillas de exterior quedaron en el olvido, subí a la azotea y escale hasta el techo, más techos de casa vecinas se mostraban ante mí, no sería difícil escapar, tome aire y después lo solté, los tejados estaban mojados por la reciente lluvia, tenía que tener cuidado o caería al vacío. 




respire de nuevo y avance, no pude dar ni un paso, pues mis pies resbalaron inmediatamente, trate de ponerme en pie nuevamente, pero era inútil, volví a caer apenas sosteniéndome de las tejas, así que opte por arrastrarme al techo más cercano, lo logre, estaba a nada de salir de la Okia Senju, ya podia palpar mi libertad y solo un techo se interponía, sonreí... pero celebre demasiado pronto, porque intentando apoyarme para ponerme en pie, las tejas cayeron y con ellas yo también. 




Desperté en la oficina de Lady Tsunade, un doctor me colocaba algunos vendajes en el cuerpo mientras decía a Shizune los cuidados que tendría por las siguientes dos semanas, escuche a la castaña agradecer al doctor cuando este salía y después la voz molesta de Lafy Tsunade. 




—Este doctor es muy caro—. Renegó y después suspiro. —Primero un kimono destruido, después una Geisha enamorada y ahora tengo que pagarle a un doctor para que venga a tratarte por tu terquedad de no querer estar aquí—. Tsunade se veía más cansada que molesta. —Sin mencionar los gastos de ropa, calzado y comida ¿No crees que es mucho más dinero del que pague por ti? Al menos la Okia Inuzuka recupero la inversión cuando fueron a recoger a la chica de Sapporo—. Dio una calada a su cigarro y después se puso en pie. —Tal vez esta sea la única manera de que entiendas lo que haces aquí—. Pude verla acercarse a un cajón y de ella sacar un pequeño paquete envuelto en telas verdes, se acercó a mí y lo coloco sobre mi pecho. —Nosotros somos tu única familia ahora—. La vi alejarse y regresar detrás de su escritorio, yo por otro lado miré el paquete, mis ojos se abrieron con sorpresa. 




El paquete veía de Okinawa. 




No dude en abrirlo lo más rápido que pude, tal vez era de mi padre para decirme que vendría por mí, que me sacaría de este lugar para regresar con él.  




Lastimosamente, no era así. 




Lo primero que note fue un pedazo de papel perfectamente doblado, pero lo que en verdad me llamo la atención, fueron las dos minilapidas con los nombres de mi madre y... mi padre, escritos en ellas. 




Mis ojos comenzaron a llenarse de agua y el trozo de papel fue tomado por Shizune para saber que era. una carta, del señor Nara. 




"Para Naruto 




tenemos la penosa necesidad de informarle que a solo tres semanas del fallecimiento de tu honorable madre y de tu partida a Hanamachi, el sufrimiento de tu honorable padre llego a su fin. 




Es bueno saber que tanto el señor como la señora Namikaze estén descansando juntos y en total paz al saber que tu estas en un buen lugar..." 




No pude seguir escuchando las palabras de Shizune, solo me dedique a llorar, ahora no tenía razones para tratar de escapar de esa casa, ya no tenía a donde ir, mi padre había muerto, poniendo fin al sufrimiento que mi madre dejo.  




Mire a Tsunade, su mirada no ningún sentimiento para mí, ni lastima, ni pena, solo fría y cruel indiferencia, mi deuda se había elevado para la casa Senju, Tsunade ya no podía costear mi educación como Geisha, pero no así me sacaría de la casa, ella me aseguro que cubriría  mi deuda, año tras año, no como una Geisha que baila y entretiene a los hombres, si no como una sirvienta al servicio de la casa Senju. 




Esa tarde no regrese de inmediato al entregarle los materiales a Sakura, que seguiría con la formación de Geisha para después ser adoptada por Tsunade, esa tarde me perdí en mis pensamientos mirando las cristalinas aguas desde un puente en el centro de la ciudad, no quería seguir llorando en presencia de gente que no sentía la mas mínima preocupación de mi persona, tampoco es como si me importase lo que Shizune, Tsunade o Karin pensaran. 




Simplemente no me apetecía volver. 




Sentía a la gente caminar detrás de mí, ignorado totalmente mi presencia, sentí un vacío al pensar que, para este momento, yo ya no tenía a nadie, estaba solo, agache mi cabeza ocultando mi rostro sobre mi brazo no lastimado, tenía unas intensas ganas de llorar, pero no me lo permití, respire sonoramente por la nariz. Unos pasos en particular pararon justo a mis espaldas y una voz profunda se dejó escuchar. 




—Hey—. Gire mi rostro, solo para dar de lleno con un hombre, de cabellos y ojos negros, piel tan blanca como la porcelana y rasgos maduros. —Alguien con cabellos de sol no debería estar llorando de esa manera— desvié mi mirada apenado, lo que causo una risa en el hombre. —¿Como te llamas?—. Me pregunto, pero yo seguí sin contestar y sin mirarlo. —Vamos que no te de pena verme—. Sus palabras me daban extraña confianza, así que decidí mirarlo, él me sonrió ligeramente. —¿Estabas llorando?—. Me pregunta. —¿Te has caído? Ese no es motivo para llorar—. Me sonroje, ese hombre trataba de animarme.  




—No, no me cai—. Dije en un susurro y desvié mi mirada apenado y con el ceño fruncido 




—Oh, no tiene nada de malo admitirlo—. Volvió a decir, posando su mano sobre mi mejilla y volteando su rostro hacia la dama que en ese momento lo acompañaban, dijo —Solo mira aquella dama vestida de verde—. Sonrió. —Ella también llego a caerse alguna vez—. Y la Geisha a la que había señalado se rio apenada, pero asintió confirmando las palabras del hombre. —Y ahora mírala, de pie tan elegante— 




—Disculpe, Uchiha-sama—. Escuche la voz de la mujer atrás del hombre, la Geisha vestida en un kimono verde. —Nos perderemos el primer acto de La Casa de Té —. El hombre le sonrió ligeramente. 




—Ellas han bailado toda su vida, seguramente podemos perdernos el inicio—. El hombre tenía una sonrisa encantadora que las Geishas acompañantes no pusieron peros ante las palabras de él, sin más asintieron en espera de que terminara de hablar conmigo. —Dime ¿Te gustan los dulces?—. Me pregunto. 




—¿Se refiere a si me gusta comerlos?—. El hombre soltó una risa ante mis palabras. 




—Si, a mí me gustan mucho—. Dijo. —Me compañas por uno—. El hombre tomo mi mano y terminamos de cruzar el puente, al pie de este, un hombre se encontraba vendiendo infinidad de golosinas, el hombre me permitió escoger la que más me gustara y opte por una paleta de duro caramelo de fresa, la cual me fue entregada. 




Sin pensarlo la lleve a mi boca, saboreando el sabor a frutilla de esta, desvié mi mirada hacia las Geishas acompañantes del hombre de ojos negros, las mire paradas de manera elegante, maquilladas de manera hermosa en donde sus labios, de un rojo intenso, destacaban de todo lo demás. 




Saque la paleta de mi boca y la quede viendo por un momento solo para pasarla por mis labios para que estos quedaran pintados del mismo color rojo intenso que el de lesas mujeres en kimonos elegantes, voltee de nuevo con el hombre y le sonreí. 




—Ahora también soy una Geisha—. El hombre rio ligeramente. 




—Y uno muy hermoso—. Ante sus palabras me quede en shock, nadie había halagado mi belleza de esa manera, el hombre acaricio mi rostro ligeramente. —¿De dónde sacaste esos cielos tan bellos?—. Me pregunto refiriéndose a mis ojos. 




—Mi padre me los dio cuando nací—. Respondi. —Asi como usted me dio este regalo, ¿Puedo darle algo acambio?—. El de ojos negro sonrio. 




—Quisieras sonreir para mi—. Obedeci y le di una radiante sonrisa, de esas que solo podia mostrarsela a mis padres y que ahora le daba a el. —Si, ese es un lindo regalo. Ya hiciste algo por mi—. Lo vi girarse para tomar el cambio que el vendedor le tendia, este lo envolvio en un pañuelo blanco y regreso su mirada hacia mi, entregandomelo. —Ahora me tengo que ir, pero prometeme algo—. Dijo. 




—Lo que sea—. Sonrio y acaricio una vez mas mi rostro. 




—La proxima vez que tropieces, no llores—. Dijo con una sonrisa para despues alejarse de mi, yo lo segui con la mirada, lo vi alejarse por las calles compañado de esas dos mujeres elegantes. 




Mi mirada perdida en esos ojos negros me hicieron prometerme a mi mismo, que sin importar como, o cuando, yo me convertiria en una de esas mujeres elegantes, me prometi que me convertiria en uns Geisha para poder caminar a su lado. 




—Uchiha-sama—. Termine por suspirar.

Notas finales:

Me podrian decir si la historia no esta siendo muy forzada?
Les gusta?
Continuo?

 

Nos vemos :D


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