Prólogo.
P.O.V Yuuri
“Alguien podría recordarme… de preferencia golpeándome con un ladrillo ¿Por qué se supone que estoy en clase de cálculo, a las siete de la mañana un sábado? Oh si… ya recordé, porque decidí estudiar finanzas…”
Mi batalla mental fue interrumpida, cuando la molesta voz de mi maestro, acompañado de su asqueroso perfume barato me golpearon al mismo tiempo. Levanté mi vista de los garabatos que estaba haciendo en la hoja de mi cuaderno, para darle una mirada de desinterés total al pervertido de mi profesor, cuando de repente algo o específicamente alguien, llamo poderosamente mi atención.
Delante de todo el salón, se encontraban tres chicos. Dos de ellos de claros cabellos y un moreno. Enseguida noté que los tres eran muy atractivos “demasiado en mi opinión” sin embargo fue uno de ellos, el más alto, quien me cautivó.
El chico era guapo, eso era corto. Era sin duda el hombre más bello que había visto en toda mi vida. Fue el primero en presentarse y puedo jurar que el mundo se disolvió, cuando lo vi reír con una hermosa sonrisa en forma de corazón que podía eclipsar al mismo sol.
Viktor Nikiforov… ese es el nombre de ese hermoso dios ruso.
Me obligué a prestar atención a los dos chicos restantes y supe que el rubio cara de estreñido, se llamaba Yuri Plisetsky y que al igual que Viktor era ruso. El moreno hermoso sin expresión, era Otabek Altin; de Kazajistán y eran estudiantes de Negocios Internacionales los tres, por lo que tendríamos muchas clases juntos… eso me hizo feliz.
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Si bien no presté atención a esa clase “ni a ninguna de las siguientes”
Al final del día tenía unas cuantas cosas claras…
- Me había gustado el ruso de cabellos plateados.
- Necesitaba encontrar la manera de acercarme a él.
- Conquistaría a Viktor Nikiforov o me dejo de llamar Yuuri Katsuki.
¿Pero cómo se supone que me acercare a él, cuando no puedo siquiera hablar cuando lo veo? Esa era mi gran interrogante interna.
Había pasado toda la semana y la siguiente a esa, sumido en mi gran dilema. Admito que me había vuelto algo acosador con Viktor, es decir, seguirlo a todas partes y mirarlo desde la distancia cuenta como acoso ¿cierto?
— Estoy oficialmente jodido — suspiré para mí mismo.
— Pues yo diría que bastante…— respondió una voz detrás de mí — oi, cerdo. Me gustaría saber la razón por la que acosas al idiota de mi primo… no intentes mentirme — me dijo en un tono que haría a cualquiera mearse en los pantalones. Lo que yo casi hice.
Me gire y me encontré con la mirada furiosa del ruso menor, a su lado estaba el moreno kazajo, con un deje de diversión en su cara. Probablemente le hacía gracia mi cara de terror.
— Yura…— lo escuché decirle a su compañero — vas a hacer que se muera del corazón, deja de mirarlo de esa manera.
— Beka…Solo quiero saber qué es lo que quiere con el canoso estúpido — le contestó aun con el ceño fruncido, aunque noté que el tono de voz al hablar con el moreno se había suavizado.
— Creo… creo que me gusta tu primo — solté e inmediatamente me arrepentí al ver su cara.
— ¿Te gusta ese idiota? — su cara era un poema — debes de ser aun más estúpido que él… tsk!!! Ya que — gruñó.
— Sí, me gusta muchísimo.
— Y ¿por qué no se lo dices? Sería mejor que estarlo acechando por los rincones — dijo como si fuera lo más obvio del mundo.
— Porque no sé como acercarme a él sin idiotizarme. Por favor, solo mírame, tengo el encanto de una patata hervida — respondí desanimado.
Se golpeó la frente y apretó el puente de su nariz en señal clara de frustración, me hizo algo de gracia, parecía un gatito enojado.
— Escucha, cerdo idiota… yo soy Yuri Plisetsky y él, es Otabek Altin, mi novio y nosotros… te ayudaremos a conquistar al vejestorio!!! — exclamó muy satisfecho con su resolución.
El moreno solo nos miraba sin decir nada, hasta que decidió interrumpir a su novio.
— Yura no quiero romper tu burbuja… pero ¿cómo se supone que ayudaremos a este chico? digo, no es como si tuviéramos una guía para seducir rusos estúpidos e infantiles, de todos modos — dijo Otabek, bajándome de mi nube de felicidad de una sola patada.
Los ojos de Yuri se iluminaron, lo que si he de ser sincero, me produjo escalofríos.
— Beka, eres un maldito genio — dijo de repente. Yuri asustándonos a ambos…— eso es exactamente lo que necesitamos… una guía para enamorar rusos estúpidos…
Y ese señores, fue el inicio de toda la locura…