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Excusas en tinta por Ilusion-Gris

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Notas del fanfic:

Nos encontramos con un Loki que va desarrollando odio hacia Asgard, un Loki que también descubre la atracción a su hermano y la realidad de sus orígenes. Por eso no lo considero incesto, pero no se ignorarán aquellos sentimientos de culpabilidad que provienen de siempre creer que sí lo fueron.

 

También está un Thor arrogante, ya que todo sucede antes de su exilio de Asgard.

 

El inicio puede confundir un poco, pero es una muestra de que el futuro es igual al de las películas de Thor (MCU). Sin embargo, el camino es uno muy distinto, muy diferente al de los cómics y las mismas películas por razones que justifiquen y den coherencia a la historia de amor que intento crear.

 

Tomo lo más fiel posible hechos que Marvel estableció (también me baso en la mitología nórdica), al no ser un AU (Universo Alternativo) hago mi mayor esfuerzo por respetar lo más básico, pero llega un punto donde ya no tengo la más remota idea de cómo continuar, entonces hace acto de presencia mi imaginación y doy rienda suelta a las cabras locas en mi cabeza y puede que quede algo extraño.

 

Si tienen alguna idea, consejo o un jalón de orejas por inventar algo que sí existía, les agradecería mucho que me lo hicieran saber en el transcurso del fanfic.

 

Los personajes no me pertenecen, son total y completamente propiedad de Marvel, yo solo utilizo sus nombres y personalidades para crear esta historia sacada de un rincón excéntrico de mi cabeza.

Su destino era el fracaso. Desde el momento en que Odín le tomó en brazos una puerta se abrió para él. Ser la sombra de Thor. Y en consiguiente, un camino se extendió bajo sus pies. Ser el antagonista de una historia donde él desearía ser el héroe.

Estar ahí, en una celda, conversando con la tinta impregnada en los libros, le recordaba cruelmente que no había remedio, que cualquier elección le habría llevado al mismo lugar. La prisión de Asgard.

Alguna vez creyó pertenecer ahí, alguna vez sintió que podía cerrar los ojos sin temor alguno. Pero era estúpido voltear al pasado, cuando él quería destruirlo y protegerlo al mismo tiempo, con un amor tan sucio como su propia naturaleza.

Todo estaba sumido en silencio, hasta el viento apenas y era un susurro lejano. Su madre estaba muerta.

Loki se dejó arrastrar por aquel hilo de pensamientos funestos, como un manto que caía sin mucho tacto en sus hombros. No importaba nada, incluso, si tenía que partir con ella lo haría con gusto. Pero antes solo pedía una última cosa, quizá no tenía el derecho, aunque nunca le importó si se lo concedían. Quería venganza, quería matar al ser que había asesinado lo único que valía en su patética vida.

Tantas noches donde su mente era libre y las ideas sin control derivaban a tormentas, tantas veces que se enfrentó a sí mismo en medio del caos. Tanto que ahora sabía no poseía ni una clase de luz. El orgullo era su más grande escudo, él no necesitaba un objeto como Mjolnir, pero eso no evitaba que lo deseara. Podía cerrar los ojos y oler perfectamente los celos que agrietaban su razón y la ira que a su paso dejaba todo hecho añicos, y ante todo, el siempre presente miedo a la soledad. Era inevitable, creció junto a Thor, y él era como una estrella.

Si alguien en el universo se interesara en conocer el trasfondo, y no solo la etapa donde se convirtió en el villano que traicionó Asgard e intentó sumir Midgard en destrucción, entonces se vislumbrarían pasajes llenos de conflicto, donde las emociones contrarias chocan y él queda vulnerable, expuesto y terriblemente incomprendido.

Unos pasos resonaron interrumpiendo el perfecto y fúnebre ambiente.

De entre todos, era él el último con quién quería hablar. Pero le estaba esperando, lo supo cuando su cuerpo entero se relajó. Loki siempre creería que Thor era la encarnación de su miseria personal, ambos nacidos para ser opuestos y no dejar al contrario alcanzar la plenitud. Sin embargo, sin él su existencia no tendría sentido.

[...]

—Thor —se acercó con los brazos tras su espalda—, después de tanto tiempo, vienes a visitarme. ¿Por qué? —Se inclinó hasta que sus ojos quedaron a la misma altura—. ¿Viniste a regodearte? ¿A burlarte de mí?

—Loki, es suficiente —vio a través del hechizo—. Basta de ilusiones.

Desapareció, y la realidad fue expuesta ante él. Las mesas y las sillas volcadas, las hojas que antes formaban un útil texto con respuestas, ahora inconexas yacían dispersas en el suelo. La pared blanca manchada de la tinta que ya no tenía más por decir, y Loki estaba recargado en ella, como ausente, desaliñado y muy contrario a la imagen que siempre pulcramente ofrecía. Sus pies manchados de rojo, por haber pisado los frutos que también terminaron derrumbados.

—Ahora ya me ves, hermano —contestó, la pálida piel recordaba que estaba condenado a no salir jamás de ahí.

Thor se acercó con pasos cautelosos. Y el otro abrió sus labios:

—¿Sufrió? —No pudo evitar preguntar.

—No vine a compartir nuestro dolor. —Se detuvo, con toda la incomodidad que trató de ocultar al evitar mirarlo, pero al final su atención recayó en las esmeraldas que ahora parecían haber perdido su brillo—. Vine a ofrecerte la oportunidad de un sacramento mucho más rico.

—Continúa —dijo olvidando su melancolía, ya nada importaba, pero por un instante sintió que una nueva esperanza florecía.

—Sé que quieres vengarte tanto como yo. Si me ayudas a escapar de Asgard, te la concederé. Venganza... y después esta celda.

Loki giró su rostro y después volvió a encararlo con una sonrisa burlona, aunque cansada a comparación de otras.

—Debes estar realmente desesperado para pedir mi ayuda. —Thor se alejó un poco y antes de que se marchara le preguntó—: ¿Por qué crees que puedes confiar en mí?

—No lo creo —respondió en seguida, como si eso lo tuviera en claro—. Madre sí. —No dejaría que la compasión le embargara al verlo en ese estado—. Pero deberías saber que cuando peleamos en el pasado, lo hice con el atisbo de esperanza de que mi hermano aún estuviera ahí. Esa esperanza ya no está para protegerte. —No mentía, su semblante había cambiado, no era el mismo con el que le suplicó: «¡Mira esto! ¡Mira alrededor! ¿Crees que esta locura acabará cuando gobiernes?... No». De aquello no quedaba ni un fantasma—. Si me traicionas, te mataré.

Una sonrisa lenta se fue colando en su rostro, no esperaba clemencia de nadie, y aunque estuviera al borde de la muerte no se permitiría esperar nada.

—¿Cuándo empezamos?

• •

Nueve décadas atrás

• •

—¿El amor es tonto, hermano? —Su voz se alzó y Thor que estaba bebiendo le miró con curiosidad.

—No entiendo a qué viene eso —dijo sonriendo en medio del estupor que el alcohol ocasiona.

—Vamos —inclinó su cabeza y le alentó—, siempre creí que en este estado tus respuestas son más ingeniosas. Inténtalo. —Si algo sabía Loki, era que su hermano adoraba las alabanzas, y en ocasiones como aquella, no le importaba inflar su ego.

Como recordando que no estaban solos alguien soltó una carcajada y la música pareció subir un poco de volumen, Volstagg se llevó otro pedazo de carne a la boca.

—No es tonto. —Aseguró, confiando en esas tres palabras al pensar que eran más que obvias.

Después de una batalla, un combate donde apenas recibió un par de rasguños, él y todos los demás guerreros de Asgard celebraban la victoria. La recompensa era la paz de los habitantes de los nueve mundos.

Loki le miró con ironía.

—Algunos dioses se han enamorado de simples mortales, acaso eso... ¿No es lo más estúpido?

No recibió respuesta, lo meditó en silencio, pero no pronunció palabra, era un tema que desconocía y no quería hablar sin un fundamento sólido.

—Es como un suspiro. Solo eso.

—¿Por qué tanto interés? ¿Encontraste algún nuevo libro?

Thor pretendía continuar con la conversación, ignorando a las hermosas doncellas que clamaban por su atención, que esperaban a que hablara con aquella potencia y humor que les hacía perder la compostura.

—Deberías también algún día pedirle uno a madre, pero estoy seguro que si te entretienes demás perderás aquella masa muscular que tanto te ha costado conseguir —dijo con sarcasmo.

—No te preocupes por mí, me las arreglaré. —Dio un trago y tiró la jarra tras su espalda, provocando un estallido de pequeños cristales que rebotaron en la piel endurecida de sus botas. 

La noche era una sutil promesa de aventura, haciendo olvidar el cansancio del día y de las responsabilidades que, cuando la luz invadiera hasta el último rincón, tendrían que atender.

—Por supuesto —le concedió en palabras, pero no todo es lo que parece, y la mejor interpretación era descubrir que aquello era un reto.

Ellos podrían ser los más grandes cómplices, desde pequeños su meta era la misma y compartían un sueño. Más que una rivalidad impregnada de odio, lo que ellos poseían era admiración por el contrario, admitiendo que aquello de lo que carecían, el otro lo tenía.

Nada es perfecto, nada es justo, no existe fuerza que odie o ame algo en especial. Pero ante los ojos de Loki la balanza se inclinó a favor de su hermano y no entendía la razón. Intentó encontrar su error, algo en él debía estar mal, porque a pesar de tener la misma sangre y crecer en las mismas condiciones, Thor era el amado por el pueblo, e incluso El padre de todos le veía como el futuro a tomar su lugar, un lugar que siempre le dijeron también tenía el derecho a reclamar.

—¿Quieres enseñarme ese libro? Apuesto que encontraré algo que pasaste desapercibido. —Le guiñó un ojo y con aire de suficiencia se levantó para emprender camino.

Loki poseía la más extraña de las sonrisas, un gesto de elegancia y cordialidad que ocultaba un atisbo de burla, no mostró reparo en adornar su rostro con una.

—Eso tengo que verlo. —Pasó de largo junto a Thor, rozando su hombro en el proceso, apenas fue un imperceptible empujón.

El menor de ojos verdes caminó guiando a su hermano entre los pasillos del castillo. Las paredes color oro se alzaban al cielo, tan altas que mirar los detalles que adornaban el techo se volvía una tarea complicada. Cada cinco metros había enormes columnas con complejas figuras talladas que sobresalían formando un delicado relieve. Todo relucía bellamente ante la luz cálida del fuego de candelabros repartidos a lo largo del camino. Antes miraban hipnotizados cada rincón y de pequeños tenían especial cuidado de no tropezar al correr por ahí, mientras se perseguían entre risas y amenazas.

Llegaron a una habitación con la puerta abierta, la luz que se filtraba por una enorme ventana eran tenues destellos pálidos, miles de estrellas iluminaban la oscuridad y colgando del techo había una lámpara con energía astral que emitía un resplandor perfecto para leer bajo su cobijo. Dentro había estanterías construidas con madera gruesa y en ellas tantos libros que no existía ningún hueco para uno más.

Thor cerró tras de sí provocando un suave crujido como protesta del pestillo, mientras el otro se metía entre los estantes palpando con la punta de sus dedos el lomo de los libros hasta detenerse en uno particularmente áspero y rugoso. Lo sacó con soltura y acercándose se lo extendió:

—Adelante, la noche es larga —aseguró en un susurro.

El mayor lo tomó y se fue a sentar en un diván pegado a la pared.

Las hojas eran viejas, y las imágenes se movían con lentitud, la tinta color oro se deslizaba, expandiendo y contrayendo en una danza delicada. Thor leyó con interés.

Era la historia de un dios muy poderoso que viajó a Midgard en busca de una piedra con poderes mágicos, ahí fue testigo de lo incivilizado y cruel de los habitantes de ese mundo. Él era un ser benévolo y decidió ayudarlos; les enseñó tanto como pudo en el transcurso de su búsqueda. A mitad del camino se encontró con un humano especial, una mujer muy hermosa, tan bella como débil. La curó tantas veces, sanó sus heridas y la protegió con vesania, pero murió en apenas un latido, un pestañeo para él. En un intento de reunirse con ella, se arrojó al vacío con la esperanza de encontrarla en alguna parte del infinito espacio.

Mientras continuaba pasando las hojas, sintió como Loki recargaba su cabeza en el hueco de su cuello, sus finas hebras negras le estremecieron como una tierna caricia. Estaba acostumbrado a sentirlo cerca, estaba acostumbrado a su calor, su olor y a observarlo a una distancia muy corta. Se relajó y continuó leyendo.

—Me despiertas cuando termines —le anunció.

—No te duermas, quédate conmigo —pidió y se removió un poco para atraer su atención.

—De no escucharlo no lo habría creído, el gran hijo de Odín solicita mi compañía —habló con fingido asombro y soltó una ligera risa.

Thor de un movimiento rápido lo empujó y su espalda quedó contra el mullido colchón, y frente a él, unos ojos azules destellaron con vivacidad.

—Vamos, no empieces...

—Me salté algunas partes, pero creo entiendo tu punto —dijo sin dejar de mirarlo, el pelo del menor se había esparcido formando un curioso contraste con la tela blanca debajo de él, no pudo evitar acercar su pulgar y acariciar sus cabellos.

—Pensé que encontrarías algo que yo no, veo que no eres más que un mentiroso. —Trató de empujarlo sin demasiada fuerza, no lo diría, pero no le molestaba en absoluto la posición.

—El único mentiroso aquí eres tú, estoy seguro que no piensas que eso es estúpido.

—Lo es, el amor no es más que un pretexto de los tontos para llenar un vacío que se niegan a llenar ellos mismos. —Su expresión fue neutral.

—Tú no piensas eso, Loki. —La confusión le embargó de pronto, desconfiando de sus palabras al ya estar acostumbrado a sus bromas y a sus frases con doble sentido.

Hubo un tiempo en que no era así, hubo un tiempo en que se entendían sin palabras, pero sin razón aparente ni previo aviso su hermano torció cada parte de sí mismo. Cada vez que hablaba no decía más que verdades a medias, encubría cualquier sentimiento y solo relucía una sonrisa amarga y una felicidad que él no creía genuina. Solo en ocasiones como aquellas, en que se escabullían por algún rincón de Asgard, como cuando eran más jóvenes y compartían secretos, era cuando podía hablar con su verdadero hermano, Loki parecía dejar su máscara a un lado, olvidaban juntos que no eran los únicos y se encerraban en su propio mundo. Pero Thor comenzaba a tener miedo de que incluso aquellos escasos momentos se perdieran y su hermano se negara a demostrarse tal cuál con él. Le aterraba perderle, la sensación que le calaba al sentir su indiferencia, al no poder acercarse sin recibir a cambio un montón de palabras falsas.

—Quizá tengas razón, no es lo más estúpido —habló trayendo de nuevo al otro a la realidad, y fue inconsciente del alivio que le produjo su inocente afirmación.

Con esfuerzos para no aplastarlo contra su peso se inclinó un poco hasta tocar su frente con la de Loki.

—Ese hombre se enamoró a tal grado de olvidarse a sí mismo, pero no todos podrían hacerlo...

—¿Por qué no? —preguntó viendo los párpados fuertemente apretados de Thor y sintiendo su respiración golpear sus labios.

—Porque yo te tengo a ti... Tengo a madre, padre y todo Asgard. No todos podemos permitirnos un amor tan demente.

También cerró los ojos, deseando esas palabras como ciertas. El aire a su alrededor se volvía cada vez más frío, pero por muy ilógico que pareciera, el calor que emanaba el cuerpo de su hermano le llenaba de una sensación muy placentera y cálida, siendo suficiente para cualquier nevada que se atreviera a atacarlo.

Notas finales:

 ¡Gracias por leer, me encantaría leer su opinión! 


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