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Camelias por Alei sama

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Notas del fanfic:

Primero que nada quiero aclarar unos puntos con este escrito.

1.- No me perfenece la historia, pero le pedí permiso a mi mejor amiga para subirlo ya que me gustó mucho

2.- Si, nos gustan los finales tristes 

3.- Les invito a lean una historia AoKaga muy linda y triste

 

 

- ¡Es imposible!

 

- Kagami-kun estas exagerando.

 

- No puedo regalarle un auto nuevo a Aomine ¡No soy rico!

 

Kuroko enarco una ceja al tiempo que cruzaba los brazos.

 

- Kagami-kun primero que nada, yo no dije que le regalaras un auto si no una motocicleta...

 

-¡Eso es aún peor! 

 

Kuroko suspiró con cansancio, empezaba a agotarse un poco de la actitud pesimista de su nueva "Luz”, después de todo, llevaban caminando toda la mañana sin encontrar nada "adecuado" para el gusto de Kagami.

 

- Segundo- continuó Kuroko- No creo que puedas conseguir nada 5 horas antes de ver a Aomine-kun.

 

- Kuroko... ¡No tienes que recordármelo!- volvió a interrumpirlo Kagami con un grito - ¡Maldición! ¡Creí que me ayudarías!

 

- Eso hago - Sentenció la pequeña sombra- Kagami-kun es el único al que no parece agradarle ninguna idea.

 

- No es eso, simplemente...

 

Nunca he sido bueno para estas cosas. - Kagami murmuró ligeramente apenado pues odiaba admitirlo - 

 

- Kagami-kun, no deberías preocuparte tanto. - Kuroko soltó al aire restándole importancia - 

 

El pelirrojo entró en pánico, se le acaba el tiempo y no tenía la más mínima idea de que regalarle a su novio, esa mañana se dirigido desde temprano a la casa de Kuroko para invitarlo -más bien obligarlo- a que le ayudará a buscar un regalo digno, entrando de esta forma en varias tiendas pero saliendo con las manos vacías o con toda clase de compras menos lo que buscaban,  y lo peor ...

¡Ninguno de los dos había comido! Lo cual era un especial problema para Kagami quien empezaba a sentirse malhumorado.

 

- Tendré que resignarme y retomar tu idea de regalarle un par de tenis, aunque apenas le compré unos el 14 de Febrero. -Kagami confesó cansado y totalmente resignado - 

 

- Lo que importa en un regalo es la intención Kagami-kun.

 

- Si, supongo.

 

Kagami lo sabía, sabía que a Aomine no le importaba los regalos, quizá no se fijaría en el precio o la marca, quizá para Aomine no tenía un significado especial, quizá ni siquiera le importaría si le llevaba unos cupones para comida rápida o una revista erótica, sin embargo Taiga quería que fuera especial, quería encontrar el regalo perfecto o mínimamente algo que demostrara interés, rechazando la primera oferta de Kuroko que consistía en un traje erótico y un botella de lubricante.

Después de todo, un regalo siempre es bien recibido y era la primera vez que él celebraba el cumpleaños de Aomine como algo más que amigos o rivales.

 

Ambos chicos hablaban mientras miraban los aparadores, deteniéndose delante de un local de flores mientras Kuroko ataba las cintas de sus zapatos.

 

Kagami comenzó a mirar las flores que se exhibían por fuera, había arreglos de todas las formas imaginables, unos eran realmente grandes y glamorosos, con flores de distintos colores y adornos muy llamativos, mientras otros por su parte eran más pequeños y básicos con una o dos especies de flores. 

 

Sin darse cuenta Kagami había terminado dentro del local, aquello era una bomba de olor y no solo de color.

 

El As de Seirin comenzó a recorrer los pasillos de lo que parecía el jardín más cuidado y costoso que había visto en su vida, Kuroko no tardó en llegar a su lado mirando también las flores cuando una chica se les acerco.

 

- ¡Bienvenidos! ¿Buscaban flores en particular? - pregunto amablemente la chica que despachaba en aquel local.

 

- ¡No! ¡No! Solo estábamos mirando - Se apresuró a decir Kagami

 

La chica caminó para abandonar su puesto detrás del mostrador y quedar a  la altura de ambos chicos, Kuroko la miró con detenimiento, una chica de estatura baja con el cabello castaño atado en una coleta alta y un delantal largo color verde con unas botas cafés de jardinería.

 

Kuroko miró de reojo a su amigo y tanto él como la chica se percataron que había interés por parte del pelirrojo en todas aquellas flores. Ella animadamente comenzó a mostrarles las tendencias dentro de la tienda.

 

- Si les interesa acabamos de recibir un cargamento de lirios y tulipanes que están a mitad de precio, o quizá... si es una fecha importante podría ser algo más sofisticado como un arreglo de Crisantemos o un ramo de Alcatraces y Rosas sería magnífico. ¿No creen?

 

Kagami no tenía idea de lo que estaba hablando la chica, no sabía nada de flores y aquello definitivamente le estaba dando un dolor de cabeza. Girando casi por instinto su mirada cayó en unas grandes flores de color rojo, de hojas anchas y ovaladas terminadas en punta, con un brillo artificial en su centro.

 

Eran realmente bonitas en medio de todo aquel edén.

 

- Disculpe ¿Cómo se llama esta flor? - Kagami toco uno de los pétalos de la flor con la yema de los dedos y se percató de que eran ligeramente aterciopelados.

 

La chica se giró para mirar las flores que señalaba el chico y sonrió ampliamente.

 

- ¡Ha! ¿Esas? Son Camelias.

 

- Camelias - Repitió Kagami para sí mismo.

 

- Sabe, estas son muy populares, son conocidas como 'La Rosa de Japón' y podría hacerle una oferta especial ya que no es temporada.

 

Kagami miró a Kuroko quien simplemente le asintió con la cabeza. El tigre miró de nuevo las flores y con una sonrisa en el rostro le asintió con la cabeza a la chica.

****************************************************************

 

Los chicos salieron de la tienda, mientras Kagami iba cargado de un gran ramo de Camelias perfectamente adornado con una linda tarjeta amarrada a una de las flores. 

 

Kuroko estaba muy atento a las expresiones de Kagami desde que compró las flores, sin quitar la atención del camino claro, ya que ahora él era los ojos del pelirrojo.

 

- Kagami-kun ¿Tienes un plan?

 

- Ahora lo tengo. Nee...Kuroko -Kagami se detuvo - gracias por acompañarme, te debo una - sonrió.

 

El peli celeste le sonrió de vuelta.

 

- Llévame a comer y estamos a mano.

 

- Hecho.

 

Kagami llegó apenas a tiempo a su departamento, se despidió de Kuroko en la estación y regresó caminado lo más rápido que pudo para preparar su idea. 

 

Entró, dejo las llaves en la mesa y metió las flores en una bandeja llena de agua con cuidado, se vistió con un mandil y comenzó a sacar todas las verduras, especias y pan que había comprado a su regreso, cortándolas ágilmente al tiempo que remojaba la carne en una especie de salsa de soya con unas cuantas especies para sazonar y adobar; metió el pequeño pastel que había comprado al refrigerador y tomó una ducha rápida, vistiendo un pantalón negro al igual que sus zapatos y una camisa roja con tirantes, peinó lo más decente que pudo su rebelde cabello y se perfumo.

 

Dio una última mirada al apartamento antes de tomar su chaqueta y las flores para salir.

 

Habían quedado de verse con Aomine en el parque a unas calles de su casa, a medida que avanzaba el pelirrojo comenzó a ponerse nervioso, su pulso se aceleraba y sentía que el corazón se le saldría del pecho por tan fuertes que eran los latidos.

 

Cruzó la calle para llegar a las canchas donde vería al moreno, divisando apenas una silueta -gracias a las estorbosas flores- que jugaba básquet con dos niños pequeños que lo perseguían y miraban asombrados como tiraba a la canasta.

 

- Presumido - Taiga respiró una última vez para acercarse hasta donde estaban.

 

- Con esos son 20 puntos.

- Ehhh... ¡Onii-chan eso no es justo! - se quejó uno de los niños con el ceño fruncido -

 

- ¡¿Ha?! ¡Claro que lo es! Aprendan a perder mocosos. - Aomine les reprendió del mal humor y fulminó con la mirada a los niños - 

 

Kagami rio detrás de Aomine.

 

- Nadie pierde contra ti ¿cierto? Aomine se dio la vuelta topándose con un gran ramo de flores en su cara y un Kagami completamente sonrojado.

 

- ¿Y bien? ¿Piensas tomarlo Ahomine? Se me acalambran los brazos.

 

Aomine tomó el ramo, mirando la cara de su chico completamente avergonzado, provocando una sonrisa ladina en el moreno.

 

- ¿Y esto? - preguntó Aomine para molestar al pelirrojo - 

 

- Es...  Un ramo ¡obviamente! - Kagami le respondió evitando el contacto visual- 

 

- Eso ya lo veo, ¿No tenían uno más grande? - Aomine sonrió aún más esperando a que novio explotará en furia y vergüenza - 

 

- ¡Si no lo quieres tíralo! Joder, y yo que pensaba que era...- 

 

Aomine tomó de la barbilla a Kagami, dejándolo sin tiempo para reaccionar, clavándole así un beso rápido y forzado, yendo a cada segundo más profundo y lento, hasta la falta inminente de aire en los pulmones de Kagami, quien terminó rompiendo el beso, llevándose consigo un delgado hilo de saliva que aún conectaba sus bocas.

 

- !I-Idiota! ¡Nos están viendo los niños! - Kagami cubrió su boca con el dorso de su mano y dio un par de pasos hacia atrás para separarse del moreno - 

 

- ¿Y? Pensé que en mi cumpleaños podía hacer lo que quisiera- Dijo acercándose de nuevo para estrellar su cuerpo contra el de Kagami chocando su espalda contra un árbol, con los ojos puestos en esos orbes azul eléctrico que le hacían imposible apartar la mirada.

 

- ¡Idiota! ¡Las flores! ¡Las vas a aplastar!

 

- ¿Las flores? – Aomine aparto el ramo y acercó al oído de Kagami - terminaremos esto en tú casa ¿Verdad? - susurró a su oreja con voz seductora para después lamerla.

Kagami instintivamente y con reflejos de gato dio un brinco hacia atrás al sentir un escalofrió recorrer su espina dorsal, golpeándose fuertemente la cabeza con el tronco del árbol que seguía ahí. El As de Tôô no pudo evitar soltar una carcajada.

 

- Serás.... - dijo llevándose una mano a la cabeza.

 

El moreno observó las flores con más detenimiento al mismo tiempo que le daba más espacio al pelirrojo.

 

- ¿De verdad son para mí? - preguntó totalmente incrédulo el piel canela - 

 

- Aomine ¿Para quién más podrían ser?  No haría algo tan vergonzoso por cualquiera, así que... - Kagami desvió la mirada de nuevo.

 

- ¿Así que…? - Aomine preguntó curioso por el corte tan seco en la oración de Kagami - 

 

- Así que sólo... quería decir... - Kagami armándose de valor lleno de aire sus pulmones para conectar su mirada con la de su novio - Feliz Cumpleaños

 

Aomine abrió los ojos como platos, realmente no esperaba que Kagami pudiera decir eso tan fácil como lo había escuchado, aunque por dentro él sabía que el otro era un manojo de nervios al cual le temblaba todo su cuerpo traicionando su confianza, algo en el interior del moreno se movió poniendo ligeramente rosadas sus mejillas.

 

- Gracias. - Aomine le respondió con una sonrisa sincera - 

 

El moreno se acercó para depositar un beso en la cabeza de Kagami al momento que entrelazaba su mano libre con la de Kagami, provocando que el rostro del tigre se pintara del color de su cabello.

 

Dieron un paseo alrededor del parque tomados de la mano hasta que la tarde cayó encima de ellos, el clima empezaba a refrescar y las nubes comenzaron a tornarse negras anunciando una tormenta.

 

- Deberíamos volver - dijo Kagami mirando hacia el cielo- Parece que esas nubes explotaran en cualquier momento.

 

- De acuerdo, de todas formas muero por probar tu comida - contestó Aomine feliz ya que pocas veces Kagami cocinaba sólo para él

 

Se pusieron en marcha hacia el departamento del pelirrojo y caminaron lentamente por las transitadas calles de la ciudad. Mientras caminaban continuaban con su pelea absurda.

 

- ¡Solo fue algo muy básico! No esperes mucho.

 

- Aun así, lo  hiciste por mi ¿no? - Kagami en serio odiaba a Aomine cuando lo ponía en esa redada.

 

- Cállate- El moreno sonrió satisfecho.

 

Por primera vez Aomine quería congelar este momento en el tiempo, quería congelar ese instante donde solo él y Kagami existían, quería tenerlo para él en todos sus cumpleaños, quería tenerlo, quería sentir su cuerpo cada mañana al despertar y cada noche al acostarse,  quería escuchar su voz cada minuto del día, quería sus besos siempre que lloraba o reía, quería ese olor que impregnaba su chaqueta cuando se quedaba dormido en ella, quería sus caricias, quería su manera distraída y a veces torpe de expresar sentimientos, quería que sonriera para él y solamente a él , quería tener todo de Kagami y por primera vez, quería cumplir años cada día.

 

- Oye - Kagami lo saco de sus pensamientos- ¿Estás bien? ¿Me estas escuchando?

 

- Si, solamente pensaba que te ves extremadamente sexy con esa ropa pegada. 

 

- Deja de pensar cosas obscenas por un minuto ¿puedes?  - Kagami le respondió cansado - 

 

- ¿Prefieres que piense en Mai-chan?- Aomine le preguntó sólo para molestarlo, Kagami lo fulminó con la mirada para después darle un golpe en el brazo - 

 

- Bromeo - Aomine soltó una carcajada por la reacción de Kagami y le miró - ¿Qué decías? 

 

Kagami empezó a sudar de las manos y soltó momentáneamente la mano del moreno.

 

-¿Sabes algo respecto de las flores? 

 

- Que mueren a mi cuidado – Aomine le contestó mirando ligeramente preocupado por las flores que comenzaban a morir por lo brusco de sus movimientos. Kagami entorno los ojos para negar con la cabeza y seguir con su historia -

 

- La chica que me vendió las flores dijo algo bastante gracioso. - Kagami sonrió en manera nerviosa - 

 

- ¿Gracioso? - Aomine le dirigió una mirada extraña y alzó una ceja -

 

- Si. Respecto al significado de las flores.

 

- Kagami continuó caminando sin despegar la mirada del frente -  

 

- Ah... Satsuki alguna vez me habló de eso. ¿Y bien? ¿Qué significan? - Aomine y Kagami se pararon en una esquina para atravesar la calle, el As de Tōō le miró por encima del hombro.

 

Kagami explotó en colores en ese momento. Su corazón latía a mil por hora, entonces él trago en seco y le miró a la cara. 

 

- Bueno... Las camelias significan... - Kagami desvío momentáneamente la mirada para abrir enormemente los ojos - ¡CUIDADO!

 

En ese momento Kagami tiró del brazo al moreno para enviarlo hacia la parte de atrás de la multitud cerrando con fuerza los ojos para salir volando junto a más personas por un camión de pasajeros que había volcado segundos atrás.

 

Todo pasó en segundos, Aomine no pudo ni reaccionar, y así, para cuando escucho el golpe del camión impactar contra el suelo y sus vidrios romperse un camino de sangre se extendía por un costado del camión con flores esparcidas por todo el suelo y el cuerpo del chico tendido en la calle muy lejos de él. En ese momento sin aviso alguno las lágrimas corrieron por sus mejillas y una multitud de gente comenzó a rodear el camión para buscar sobrevivientes. 

 

 

 

Dentro del cementerio se encontraba una figura hincada en el suelo, contemplando la lápida que se encontraba delante de él, mirando fijamente la placa que tenía la inscripción de quien descansaba ahí. Sus orejas estaban rojas al igual que su nariz y sus ojos y el clima sólo mandaba ráfagas de un viento helado.

 

- Sigues aquí – Dijo la figura haciendo que una nube saliera de sus labios pues era el terminó de un deprimente otoño - Joder... claro que sigues aquí, siempre haciéndome venir a mí, sigues siendo bastante egoísta ¿sabes?

 

La figura depositó un ramo de flores delante de la tumba y junto sus manos unos minutos para frotarlas y brindarles calor.

 

- Aquí las traigo.

 

Tibias lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, dejando un camino a su paso por su rostro. Un nudo en su garganta comenzaba a formarse y las manos le temblaban.  Aomine abrió los ojos y  sonrió con amargura.

 

- Las camelias significan...Te querré siempre.

Notas finales:

Muchas gracias por leer <3


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