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Necesito verte. por Diario de un chico Bisexual

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Notas del fanfic:

Historia que se me ocurrió intentando escribir un nuevo capítulo de otras 3 que ya tengo abiertas.

-Si han visto Dr. House, imagínense el departamento de Derek (el protagonista) exactamente igual, sólo que sin el piano...-

*ADVERTENCIAS*
*Fanfic: Original
*Duración: Three-Shot (3 capítulos).
*Omegaverse: No. Jamás.
*Lemon: No.
*Vida diaria, demasiado diálogos, muerte de un personaje, drama, referencia a asesinatos, violencia/acoso escolar, entre otros temas delicados.
*Un nuevo capítulo cada Domingo (si se puede)

 

Notas del capitulo:

Pues una nueva historia aún cuando ya estoy saturado de ellas, creo que  terminaré dejando esto de escribir... :v

Bueno, en realidad no, me gusta escribir pero incluso cuando estoy en un hiatus para darme tiempo de escribir nuevos capítulos resulta que nacen nuevas historias que me dan ganas de escribir y publicar, cómo es el caso de esta historia.

Debería estar escribiendo de alguna de mis otras series, debería estar haciendo tarea/un proyecto que vale la mitad de la calificación del parcial, o quizás estudiando por que la próxima semana es semana de exámenes, o corrigiendo borradores que ya tengo escritos, pero mírenme aquí empezando una nueva serie, ¿cómo no? Soy alguien que se le da mal cerrar ciclos.

 

Por suerte planeo que tenga únicamente 3 episodios.
Para aquellos que sigan alguna de mis otras historias, volveré a publicar en Diciembre.

No tengo demasiado más que decir, así que comencemos...

Era Diciembre, y hacía demasiado frío. 

Derek llevaba estudiando 1 año en Nueva York por el simple motivo que era la ciudad más cercana con la facultad para profesión que él quería estudiar. Originalmente vivía en Pennsylvania.

Vestía una gabardina verde oscuro, unos pantalones azules y botas marrones. Su cabello estaba humedecido por culpa de la nieve, dando el presagio a la llegada de la Navidad; que prácticamente sería en menos de 2 semanas.

Respiraba por la boca, dejando escapar un pequeño vaho gélido. Sin contar los exámenes previos a las vacaciones, su vida era tranquila y sin molestias.

No era perfecto, pero se esforzaba lo más que podía para mantener sus notas en lo aceptable. Debía estudiar y debía seguir esforzándose lo más que pudiera para mantener la buena vida que llevaba.

Era un chico alegre de sonrisa linda, si no consideraban el hecho de tener un diente roto, producto de un abusador que tuvo en la secundaria. Tenía le cabello castaño, un poco largo y ondulado; y los ojos de una tonalidad ámbar, casi marrones.

No era demasiado alto con su 1.72 de estatura, o por lo menos en comparación a la mayoría de sus compañeros, pero se encontraba satisfecho con él mismo. Se podía decir que tenía una buena autoestima.

Todo auguraba a que sería una excelente Navidad: había ahorrado mucho para comprarle a su hermano menor ese avión a escala que tanto le gustó aquella vez que su familia lo visitó, ya en el lejano mes de Agosto. Ahora mismo, ya llevaba el objeto en cuestión, envuelto para regalo.

Derek tenía un empleo de medio tiempo, pero ése fue su último día, ya que había renunciado esa misma mañana. Ya no necesitaba trabajar más ya que tenía el regalo para su hermano menor y un poco más, para dejar bajo el árbol de navidad una nueva laptop que tanto necesitaba para la escuela.

No pudo evitar sonreír al imaginarse a su hermano abriendo sus regalos en la mañana del día 25 de diciembre.

Su familia, es decir su madre y su hermano, pasarían Navidad en la casa de Derek. Se trataba de un pequeño departamento en un edificio departamental, de esos que caracterizaban a los suburbios de Nueva York.

Tenía 19 años, y se sentía solo en esa relativamente enorme casa que le había prestado un tío, que ahora vivía en California, la ciudad del Sol eterno.

Al llegar a su hogar, se quitó su abrigo, dejando ver un sweater negro que parecía ser demasiado cálido.

Dejó el paquete en el sofá y encendió la chimenea, mientras veía la tormenta blanca caer con violencia por la ventana.

Su vida mejoró después de que dejara aquella secundaria, en el primer grado.

Era acosado por un grupo de chicos por su aparente ascendencia latina, o eso creía él ya que ninguno de ellos le dió razones por la cual le tenían tanto odio.

Ellos se encargaron de hacerle la vida imposible los cinco meses que estudió ahí. Le lanzaban piedras, le escondían o destruían sus cosas, no le dirigían la palabra y cuando lo hacían era sólo para insultarlo; sin mencionar que en épocas de exámenes no le pasaban las hojas, impidiendo que contestara al mismo tiempo que los demás; escupían en su almuerzo, entre otras cosas que ningún chico debería vivir en su primer año de secundaria.

Todo llegó a su límite cuando lo molestaron en el baño, obligándolo a meter la cabeza a un bater que contenía la orina de todos sus acosadores, ocasionándole una infección en el oído que le terminó reduciendo su capacidad auditiva en un 40%

Desde ese momento, comenzó a utilizar un aparato para la sordera en su oído izquierdo.

Tuvo un forcejeo en contra de sus matones pero lo golpearon, rompiéndole el diente.

Decidió que nunca se repararía ese diente, hasta que pudiera perdonarlos. Tenía 13 años en aquel entonces y ya habían pasado seis, casi 7 años.

Respiró, para intentar tranquilizarse pero se sintió molesto por aquel recuerdo.

Cambió de escuela y nunca volvió a ver a esos sujetos. Se entró que habían expulsado al “líder” de ese grupo. Nunca olvidaría su nombre: Steven; pero después de esa noticia, prefirió no volver a hablar de ninguno de ellos.

Era habitual para él recordar los malos tiempos en los días que nevaba con tanta intensidad. Envidiaba a su tío por vivir en una ciudad que, en ese preciso momento del año, estaban a casi treinta grados centígrados.

-“Necesito un poco de café…”-pensó, mientras se dirigía a su pequeña cocina para poner a hervir un poco de agua.

El timbre de su puerta sonó. Era demasiado insistente.

Abrió la puerta, dejando ver a su vecina.

-Hola.-Saludó con timidez.

-Me dejaron ésta carta en mi buzón, pero está dirigida a ti. Eres Derek García, ¿verdad?

-Sí, señora, soy yo. Gracias.-La mujer se retiró, y Derek cerró la puerta.

Era una carta extraña. Sólo tenía su nombre escrito a mano, y no tenía nada más escrito. Era imposible que la dejara un cartero, quizás la habían dejado manualmente pero pocas personas conocían su apellido y su dirección.

¿Quizás algún compañero de escuela? Pero era sábado, y a penas el día anterior los había visto. Sus pocos amigos conocían su número telefónico, por lo que la carta no había sido dejada por ninguno de ellos; sería inconveniente salir con la tormenta que estaba cayendo.

No le dio más importancia y dejó la carta tirada en un escritorio cercano. Si era de algún compañero de la facultad, podría esperar hasta que él descansara un par de horas y bebiera tranquilamente su café. Se dirigió a su habitación, con la taza de café en mano y comenzó a leer sus apuntes, en un intento por comenzar a estudiar, pero ese clima le impedía concentrarse.

Se recostó en su silla reclinable, mientras veía el techo. Odiaba estudiar pero su capacidad de memoria era limitada y necesitaba reafirmar los conocimientos adquiridos en las últimas semanas.

Cerró sus ojos por un momento, fue sólo por un instante pero cuando los volvió a abrir ya era de noche.

Sin darse cuenta se había quedado dormido.

Bostezó y pensó que era una buena idea prepar algo para cenar. Quizás comer algo ligero que le permitiera dormir tranquilamente por la noche, pero tenía tantas ganas de comer un poco de carne que la idea de comer poco fue desechada.
Pasta con un poco de carne de molida estaría bien.

Se dirigió a la cocina y sacó del refrigerador todos los ingredientes que utilizaría. Había dejado de nevar y eso le alegró.

No era el mejor cocinero del mundo, pero por lo menos todo aquello que preparaba era medianamente comestible.

Puso a hervir la pasta, pero en eso el timbre de su casa sonó nuevamente. No era su vecina ya que ella siempre tocaba con desesperación y esta vez era un toquido más calmado.

El reloj en la pared de la cocina marcaban las 10: 17 p.m. ¿quién podría ser? No era demasiado tarde, pero era improbable que alguien lo visitara a esa hora de la noche en un día tan frío.

Abrió la puerta. Se trataba de un chico de cabello oscuro y hermosos ojos azules. Su piel era caucásica y tenía labios carnosos. También estaba en forma, y era considerablemente más alto que él. Debía medir 1. 89 metros. Vestía una chamarra negra y unas orejeras azules; vaqueros desgastados marrones y converses negros. Se podría describir como alguien atractivo.

Derek no dejó de verlo con confusión, ya que su visitante no dejaba de sonreírle, como si lo conociera y estuviera feliz de verlo.

-¿En qué te puedo ayudar?-Preguntó después de un par de segundos de intercambiar miradas.

-Hola. ¿Cómo estás, Derek...?

-¿Quién eres? ¿Acaso eres alguien de la universidad?-Estaba confuso, después de todo, ese extraño sabía su nombre.

El joven rio, como si esperara esa respuesta.

-No me sorpende que no me recuerdes, es mejor así... supongo...-Sonrió, dejando ver una linda dentadura blanca.- Soy Steven, el chico de la secundaria...-Derek enmudeció. Su rostro reflejaba un gesto de desesperación y comenzó a sentirse ansioso, además que su rostro palideció.- Quiero hablar contigo, si te parece bien...

Notas finales:

*Próxima actualización: Domingo 10 de Septiembre* (si se puede)

-REDES Y CONTACTO-
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