Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

[Reviews - 321]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola queridas lectoras, es jueves al fin y acá les dejo el nuevo capítulo de hoy, espero les guste mucho, ya que seguirán pasando cosas muy, pero muy interesantes. Al fin sabremos el destino de Rowen en el castillo de Fulkhurst.


Agradecer como siempre sus comentarios que me alicientan en seguir dándole con ganas a la historia.

 

CAPITULO DIEZ

 

 

    

Rowen se sintió aturdido en lo que restó de un día terrible. Lo habían puesto sobre un caballo, las muñecas atadas, las riendas manejadas por otro, de modo que él no necesitaba concentrar la atención en guiar al animal. Y tampoco supo adónde iba. El castillo de Fulkhurst estaba al norte. El doncel lo sabía, y sabía que lo llevaban allí a toda prisa. Cómo llegase, eso importaba muy poco.

 

Su escolta había sido al principio de cinco hombres, aunque eran todos caballeros, y por lo tanto era menos probable que sufriesen el ataque de bandas de ladrones, si los había en la región. Pero un sexto caballero los alcanzó en el camino con órdenes más concretas de su señor.

 

Rowen alcanzó a escuchar que no debían hablarle, salvo para impartirle órdenes, que no debían dispensarle un trato especial por el mero hecho de que “parecía” el consorte de un noble señor, lo cual originó muchas especulaciones; y que no debían tocarlo, salvo para ayudarlo a montar y desmontar, o para maniatarlo bien cuando no estuviese a caballo. Eso no le importaba. Ni siquiera pensó en el asunto, tan impresionado estaba por lo que había sucedido, que todo lo demás era irrelevante.

 

Al caer la noche acamparon, a la vera del camino, y apenas desensillaron los caballos y encendieron fuego llegaron veinte hombres más enviados por el señor de Fulkhurst. Y a juzgar por el aspecto de los animales, habían cabalgado aprisa para alcanzarlos en la oscuridad.

 

Rowen sintió que finalmente se avivaba su interés, pero sólo porque al principio temió que Fulkhurst fuese quien había llegado con tantos hombres, sobre todo cuando vio a uno de los caballeros que montaba un corcel  de pura sangre. Pero cuando se acercó a la luz del fuego, observó que no era él- a menos que se hubiese quitado la armadura, pues ese hombre de cabellos negros vestía sólo una túnica y calzas de lana- Pero Rowen no tenía modo de saberlo.

 

Aunque no estaba vestido como los restantes caballeros, y en ese nuevo grupo había sólo nueve. Un escudero se llevó su caballo, exactamente como hizo con los demás. Por lo menos, Rowen supuso que los diez hombres restantes eran escuderos, pues todos eran más jóvenes que el propio Rowen, y tenían atuendos demasiados lujosos para ser meros soldados. Pero tampoco esto podía saberlo. Muchos hablaban al mismo tiempo, y el joven doncel no podía entender claramente lo que se decía desde el lugar en que estaba sentado, solo, y apoyado contra el árbol frente al fuego.

 

Ciertamente, lo habían maniatado con más fuerza después que le permitieron satisfacer sus necesidades naturales, y eso con un condenado guardia que estaba a lo sumo a dos metros de distancia. Ahora, tenía una cuerda alrededor de los tobillos, otra cuerda, aún más larga, le ataba la cintura al tronco del árbol. Y le habían atado las manos a la espalda, de modo que no tenía modo de alcanzar las cuerdas que le sujetaban los pies. Que se sintiera muy incómodo no era menester para los guardias, se  paseaban por su lado sin prestarle la más mínima atención. Después de todo, la orden que su señor les había impartido los alentaba a obedecerlo, en el sentido de que no se le concediera al prisionero “un trato especial”

 

Cuando el recién llegado, un hombre de elevada estatura le dirigió apenas una mirada de curiosidad, Rowen sintió un gran alivio. No podía ser Fulkhurst, pues éste le habría otorgado más de su retorcida atención. Y un momento después confirmó sus sospechas, cuando oyó que el primer guardia le hablaba.

 

--¿Él te envió, sir Robert? No creí que fuese un prisionero tan importante.

 

--Cualquier prisionero es importante para él, pues de lo contrario no lo apresaría- replicó sir Robert.

 

--Por supuesto- convino el otro- Aunque me alegro de traspasar la responsabilidad a otra persona, pues lord William dijo que era imperativo que llegase sano y salvo a Fulkhurst. ¿Sabes qué hizo para merecer la mazmorra?

 

--Él no lo dijo, y no es asunto que nos concierna.

 

Pero sentían curiosidad. Rowen podía verlo en los ojos de todos cuando lo miraban, después de haber escuchado la pregunta. Y ellos no sabían por qué se lo trataba con tanta dureza, tampoco él mismo podría saberlo muy pronto. Y la curiosidad de los hombres no podía ser tan intensa como la del mismo Rowen.

 

Pero mezcladas con la curiosidad, Rowen también advirtió expresiones lujuriosas en algunos, y eso le provocó inquietud. Quizá después de todo era mejor que les hubiesen ordenado abstenerse de tocarlo, en vista de lo que, como Rowen bien lo sabía, podían hacerle a los donceles de baja cuna, y más, siendo éstos prisioneros. Uno de ellos había sido enviado a las mazmorras por sólo un día el año anterior, en la fortaleza de Alexander; la intención había sido aplicarle a lo sumo un castigo superficial. Pero el carcelero había aprovechado plenamente la ocasión mientras el muchacho estaba allí.

 

--Realmente, Conrad, ¿estás seguro de que él no puede huir?- cuestionó sir Robert con tanta sequedad en la voz que Conrad se sonrojó.

 

Lo que Robert había visto era una cuerda alrededor de la cintura del doncel. La  que ataba los pies de éste estaba oculta bajo la túnica y una sola manta que habían desplegado sobre su regazo, era la única prenda que lo cobijaba.

 

--No oíste el tono de lord William cuando lo arrojó sobre mí- dijo Conrad en un tono defensivo.

                                         

--No, pero tengo aquí hombres suficientes para garantizar que el prisionero esté vigilado día y noche. William no dijo nada acerca de impedirle que duerma.

 

Sir Robert se acercó para desatar la cuerda que aseguraba la cintura de Rowen. También volvió a atarle las muñecas, pero por delante. Rowen le agradeció el gesto cuando él terminó, pero Robert tan solo se abstuvo por ignorarlo, no lo miró a los ojos. Y después, la mayoría lo olvidó, mientras consumían el alimento que habían traído consigo, y después se acomodaron para pasar la noche ahí.

 

Más tarde, uno de los escuderos le trajo un pedazo de pan y un trozo de queso mohoso, con un jarro de agua. Rowen no tenía apetito para la comida, y era probable que enfermase si intentaba ingerirla, pero se sintió agradecido por el agua. Pero no se molestó en decirlo. Si ellos no le hablaban, ¿por qué él tenía que hablarles?

 

Rowen deseaba no haber podido saber el nombre de la persona que lo había tomado como prisionero tan cruel e injustamente, y todo ello fue gracias a la llegada de sir Robert a ese paraje donde todos ellos se encontraban ahora. Al fin sabía el nombre del individuo que lo enviaba a la mazmorra…¡Dios!!!

 

Rowen había escuchado antes el nombre de William de Chaville, pero no había sabido, hasta ahora, que ese noble y el señor de Fulkhurst eran la misma persona….¿Cómo iba a saber él eso? La mazmorra de ese hombre….Dios todopoderoso…¡una mazmorra! Eso ya no carecía de realidad, sino de una irrealidad espantosa. Una mazmorra. Y al paso que llevaban, él estaría allí por la mañana.

 

Seguramente ese hombre lo conocía, y sabía que Rowen era el legítimo dueño de tres de las propiedades que poco antes se habían dejado tomar por él. Pero ¿cómo podía saberlo? Rowen nunca lo había visto, jamás antes se habían encontrado. Pero quizá sencillamente ese señor había oído decir que Rowen tenía que casarse con Rupert Lyons, y en efecto, el mismo Rowen le había facilitado su nuevo apellido cuando él le exigió que se lo dijera. Si no era así, ¿acaso existía otra razón para arrojarlo a una mazmorra? La gente moría en esas horribles mazmorras, a causa del abandono, los alimentos contaminados, o por cualquier otra razón. Si él moría, no podría reclamar sus propiedades….y tampoco lo haría Alexander.

 

Ah, Dios mío, entonces su encarcelamiento no sería provisional. Fulkhurst deseaba que él muriese, no deseaba sólo asesinarlo con sus propias manos. Rowen no veía la diferencia, pero al parecer, para ese noble sí lo era.

 

Deseaba no haber sido un heredero. Deseaba haber sido un siervo inferior, sin ninguna posesión que los hombres pudieran codiciar. Tures y todo lo que esa fortaleza representaba no le habían aportado más que sufrimiento desde que los D´Ambray habían decidido matar al padre de Rowen para apoderarse de la propiedad.

 

Esa noche el doncel durmió poco, pero al día siguiente Rowen no sintió fatiga. Su ansiedad no daba paz a su mente. Y el día pasó de prisa, lo mismo que los kilómetros del trayecto.

 

Llegaron a Fulkhurst cuando ya se ponía el sol. El fulgor rojo de los muros del castillo recordaron tanto a Rowen su primera visión de Ginza que el cuerpo casi le tembló. ¿No había sido sólo cuatro días antes que él creyera que estaba ingresando en el mismísimo infierno? Pero él sabía que esto sería mucho, muchísimo peor, ya que ahora ingresaba a la guarida del dragón flamígero del norte.

 

Era una fortaleza inexpugnable, un baluarte similar al castillo de Tures. Pero mientras Tures a lo sumo se elevaba hacia el cielo con una torre de cinco pisos de altura, Fulkhurst se extendía sobre la mismísima tierra. Se había construido un patio exterior en los últimos diez años, y por eso el patio interior era más grande que lo usual. Las paredes a ambos costados eran muy gruesas, y estaban protegidas por profundos fosos.

 

El patio externo era casi como un pueblo. Contenía tantos edificios, incluso un nuevo salón en construcción, cuya altura alcanzaría a los dos pisos. Sin embargo, todavía había muchos soldados ejercitando con armas en el patio interior, pues disponían de considerable espacio.

 

La torre de piedra se elevaba sólo cuatro pisos, aunque era más grande que lo usual. Pero Rowen pronto comprobó que había otro nivel que habían excavado por debajo. Después de parar por una puerta trampa que comunicaba con el subsuelo, la mazmorra era otro agregado que lord William le había dado a su castillo. La escalera descendía hasta la pequeña sala de guardia de paredes de piedra y piso de madera, que ahora estaba vacía. La única puerta era de hierro con una barra también de hierro que la reforzaba. Llevaba a un corredor que tenía a lo sumo un metro cincuenta de longitud, con otra puerta de hierro al fondo, y dos a cada lado. La celda que estaba más al fondo era la más espaciosa, aunque Rowen no lo habría sabido, pues era a lo sumo un cuadrado bastante reducido. El suelo era de tierra apisonada, las paredes de piedra, el techo una grilla de hierro similar a un rastrillo, con el piso de madera del subsuelo encima.

 

Y justamente, esa celda del fondo estaba completamente vacía, y en ella no había ni siquiera una tela vieja para acostarse. No hacía precisamente frío, pues era verano, pero había corriente de aire a través de las tablas del piso superior. Rowen miró fijamente la celda pequeña y vacía a la luz de la antorcha, y ahí hizo un esfuerzo para evitar el llanto. 

 

El propio sir Robert lo llevó allí. No dijo una palabra mientras le quitaba las cuerdas de las muñecas, pero fruncía el entrecejo. Cuando sus ojos encontraron los de Rowen, al terminar de desatarlo, el doncel tuvo la certeza de que él quería hablarle. Pero la orden de su señor le frenaba la lengua, pues era un hombre que cumplía las órdenes hasta el más mínimo detalle.

 

Pero cuando se volvió para salir, rezongó al hombre que sostenía la antorcha.

 

--Deja eso y dile al carcelero que traiga una manta y todo lo que sea necesario.

                                                                                   

Hasta que se cerró la puerta, Rowen no había advertido que en ese terrible lugar se encontraría  completamente a oscuras. De todos modos, guardó silencio. Aguzó el oído para escuchar los pasos que se alejaban, pero ese sonido no duró mucho. Después, oyó el movimiento de las ratas que cruzaban el piso sobre su cabeza, y fue entonces que empezó a llorar.

 

 

****

 

 

Rowen comprendió que estaba en aprietos cuando el carcelero apareció con sólo dos mantas delgadas y un oxidado recipiente de agua. El carcelero era un hombre corpulento, de mediana edad, con los cabellos castaños en desorden y los ojos acuosos, y un hedor en su persona que casi provocó el vómito del doncel. Cuando ese desagradable hombre vio al prisionero por primera vez se había sentido sorprendido, pero eso duró apenas un momento, y después el carcelero ni siquiera intentó ocultar su placer al ver a Rowen. Se sentía tan complacido, que estaba a un paso de echarse a reír mientras explicaba la rutina que el  mismo seguía, y a la que Rowen tendría que ajustarse.

 

Le traería comida una sola vez por día, pero el prisionero ya había perdido el alimento de ese día, de modo que tendría que esperar al siguiente, y si quería algo mejor que pan mohoso y agua, tendría que pensar en un modo de pagarlo. La fina túnica que Rowen vestía podía permitirle obtener un poco de mantequilla y queso durante una quincena, pero después….Tendría que hacer sus necesidades en una esquina del calabozo, y podía conseguir o no que uno de los peones del establo limpiase el lugar una vez por semana. No dispondría de agua para bañarse. Él no era su lacayo y se negaba a traer cubos de agua desde el pozo, a pesar de que estaba muy cerca. Rowen no debía darle motivos de queja, porque si lo hacía él quizá se olvidaría de alimentarlo. Si deseaba algo mejor, incluso otra antorcha, tenía que pagarlo.

 

Rowen consiguió que durante este recitado, el horror no se expresara en su rostro ceniciento. Sabía “qué” clase de pago deseaba ese hombre desagradable. Se manifestaba en sus ojos lujuriosos, que se posan insistentes en su silueta desprotegida. Rowen podía afirmar ahora que jamás se atrevería a tocar siquiera el cuerpo de ese cerdo maloliente, pero ¿cómo se sentiría un mes más tarde? ¿Incluso una semana? Él no había comido la noche anterior, ni durante ese día. Ya sentía cierta debilidad al mismo tiempo que los retorcijones del hambre. ¿Y la antorcha? ¿Tendría que estar sepultado permanentemente en la oscuridad de esa tumba, deseando ansioso las visitas de ese hombre, sólo porque él podía traer consigo una antorcha?

 

Rowen no podría haber hablado, aunque lo hubiese intentado, pero al carcelero no le desagradó el silencio del doncel. Incluso sonrió un momento antes de retirarse. Pero apenas se cerró la puerta, Rowen se sentó sobre las mantas y lloró desconsoladamente. Su antorcha duraría apenas unas horas, y después….A él en realidad no le importaba la oscuridad, pero nunca la había soportado sin disponer de los medios para obtener luz, y nunca en un lugar como ése, con la proximidad de las ratas.

 

Él se sentía tan dolorido, que al principio no alcanzó a escuchar la agria discusión que dos hombres mantenían en la sala de guardia. Pero fue una discusión breve, y él alcanzó a escuchar claramente la última frase:

 

--¡Márchate!- Unos momentos después él se estremeció, cuando alguien abrió de nuevo la puerta de la mazmorra. Pero no era el carcelero, sino un hombre que llegó con un conjunto de velas, y las depositó en el centro de la celda. Este hombre era un poco mayor, y la sorpresa que manifestó al ver por primera vez al doncel duró mucho más. Pero después, examinó lo que el prisionero tenía en el calabozo, y maldijo en alta voz.

 

--Ese canalla, apuesto a que tampoco te trajo alimento, ¿eh?

 

Rowen parpadeó, y después negó lentamente con la cabeza.

 

--Sí, es lo que yo creía. Y ahora el canalla dice que quiere continuar en este puesto. ¡Lo desea! Antes lo odia, y con mucha razón, pero ahora comprendo por qué cambió de idea. Eres un doncel pequeño y muy bonito. Sin duda lord William te cree culpable de un crimen muy perverso puesto que te ha encerrado aquí, pero estoy seguro de que las cosas se aclararán cuando él regrese.

 

Rowen lo miró fijamente. No sabía qué pensar acerca de este hombre y sus palabras. Ciertamente, estaba indignado por algo, pero Rowen no sabía muy bien el por qué.

 

Pero el hombre no lo atemorizaba como el otro. Había mucha bondad en sus ojos celestes, y el doncel sintió deseos de llorar otra vez.

 

El hombre tal vez lo advirtió, pues dijo con voz apacible:

 

--Vamos, vamos, nada de eso. Seguramente el tiempo que estés con nosotros no será tan desagradable. Este lugar es deplorable para encerrar a un ser como tú, pero pese a todo es bastante íntimo, y yo me ocuparé de alegrarlo para ti.

 

¿Alegrar una mazmorra? Rowen no pudo evitar una sonrisa al concebir un pensamiento tan absurdo.

 

--¿Quién eres?- preguntó, aún así.

 

--Me llaman John Giffard.

 

--Entonces, ¿también eres un carcelero?

 

--Sólo cuando es necesario lo cual no sucede a menudo. Pero me apartaron de mi retiro, junto al fuego, para decirme que debo atenderte. La orden ha llegado un poco tarde, aunque es mejor tarde que nunca. Ese canalla no te lastimó, ¿verdad?

 

--No, no me tocó. Pero entiendo que la orden de tu señor es que nadie me toque, ni para bien ni para mal, y que no se me hable. ¿No te dijeron que no debes hablarme?

 

--No, nadie me dijo tal cosa, y aunque me lo dijesen no me importaría. Hago lo que quiero, y siempre lo haré, aunque tengo unos cuantos latigazos en la espalda cuando intentaron convencerme de lo contrario.

 

Rowen experimentó una reacción de cólera por simpatía hacia el hombre.

 

--¿Quién te castigó?

 

--Eso no importa- El hombre sonrió- No te preocupes. Fue hace mucho tiempo, y la causa estuvo en mi propia obstinación. Ahora, veamos qué puedo traerte a una hora tan tardía. Es probable que la cocina ya esté cerrada, pero seguramente habrá un poco de fruta en el depósito.

 

Y poco después, el amable hombre le trajo cuatro manzanas recién cortadas, y con eso Rowen sació su apetito. Pero eso no fue todo lo que el hombre trajo consigo. También llevó un armazón de madera y un colchón con varias mantas gruesas. Descubrió también una vieja alfombra que cubrió casi todo el espacio del piso. Otro viaje le permitió traer un cajón para fijar las velas, y una caja con más velas, de modo que en definitiva el doncel no necesitó preocuparse por la oscuridad. También trajo un orinal, un cubo de agua con lienzos para lavarse, y agua fría y fresca para beber.

 

John Giffard era un verdadero regalo del cielo. Convirtió la mazmorra en una habitación que era, si no agradable, por lo menos muy cómoda. Le traía dos abundantes comidas diarias, con alimentos que eran apropiados para la mesa de un noble. Le suministraba abundante agua potable, además de agua para lavarse. Le trajo agua y algunos libros viejos para mantener las manos y la mente de Rowen ocupadas. Pasaba una parte bastante considerable del tiempo todos los días, murmurando acerca de esto y de aquello, la mayoría, sobre cosas superficiales y triviales. A él sencillamente le encantaba hablar y hablar, y a Rowen le agradaba escucharlo.

 

El joven doncel sabía que debía agradecer a sir Robert la presencia de John Giffard. Seguramente sir Robert sabía cómo era el otro carcelero, y por eso puso a este otro que tenía un corazón bueno y humano. Después de todo, Robert se había compadecido de él, aunque era improbable que William de Chaville se lo agradeciera. Pero Rowen sí pensaba manifestarle su agradecimiento a sir Robert si se le presentaba la oportunidad.

 

Los días se convirtieron en una semana, después en dos y después en tres. Cuando Rowen al fin advirtió que había llegado el momento de su flujo natural (NA: Secreción blanquecina con un poco de sangre) y que ese día había pasado sin novedades, se sentó sobre su colchón y se echó a reír histéricamente. De hecho, el plan de Alexander había tenido éxito. ¡Estaba embarazado!!! La simiente de ese condenado bruto se había implantado en sólo tres noches de esfuerzo. Pero Ginza había desaparecido. Desde el camino ellos se habían detenido para observar la nube de humo que se elevaba sobre las copas de los árboles, al incendiarse todas las construcciones de madera. No quedaba nada que pudiera entregarse a un niño, un niño concebido precisamente con ese propósito, ahora totalmente inútil.

 

Después de la risa nerviosa llegaron las lágrimas, un verdadero río de lágrimas mezcladas con autocompasión. ¿Qué había hecho él para merecer un destino tan triste e injusto? ¿Qué sucedería cuando William de Chaville regresara a Fulkhurst?

 

Sin duda separarían de él a John Giffard, y le quitarían todas las comodidades que el buen hombre le había proporcionado. Volvería el otro carcelero, o alguien parecido a él. ¿Y de Chaville se preocuparía porque su prisionero estaba embarazado? No…¡Claro que no!....ese hombre deseaba que él muriese. Rowen no creía que rogarle al menos por la vida del niño sirviese de nada. De Chaville no había codiciado las tierras de Ginza. Lo había destruido, de modo que no le importaría el destino del niño si Rowen le decía que era el heredero de Lyons. Pero el niño también era hijo de Rowen, y el propósito de Chaville al deshacerse de él se vería frustrado si el joven doncel dejaba un heredero de todo lo que a él mismo le pertenecía.

 

No tendría que preocuparse porque daba a luz en una mazmorra. No se le permitiría vivir tanto….salvo que Fulkhurst no regresara. ¿Y acaso su guerra con Alexander, que aún tenía el ejército de Lyons bajo su poder, no lo mantendría alejado mucho tiempo? Si él podía tener al niño antes de que Fulkhurst se enterase, estaba seguro de que podría convencer a John Giffard de que le buscase un hogar.

 

Rowen no podía definir muy bien cuándo el niño comenzó a convertirse en su principal preocupación. Tal vez había sido concebido con una finalidad perversa, tal vez había perdido su utilidad, pero él no consideró ninguno de estos aspectos. Era su hijo después de todo. No le importaba que el padre fuese un patán corpulento que siempre había odiado a Rowen. Ese padre….

 

Rowen disponía de mucho tiempo para pensar encerrado en esa mazmorra, y con mucha frecuencia sus recuerdos volvían al sustituto de Lyons. Eso no le agradaba a él, pero al parecer no podía controlarlo tampoco. Si cerraba los ojos, aún podía verlo extendido ante él, con ese cuerpo tan memorable e imposible de olvidar. Aún podía recordar lo que había sentido gracias a ese hombre, esa fuerza intensa que provenía de su posibilidad de controlar un cuerpo, por mucho que él luchase contra el dominio que Rowen ejercía.

 

Rowen no había mentido cuando le dijo que se alegraba de que fuese él. No le había agradado poseerlo, pero después del sufrimiento inicial, no había sido ingrato tocarlo o saborearlo. Él no le provocaba repulsión, no le provocaba náuseas con su olor limpio, y era muy atractivo para la mirada, excepto esos ojos que lo odiaban con tanta vehemencia y pasión. Pero antes de la primera vez que Rowen le habló, esos ojos habían sido muy dulces, habían determinado que él pareciese muy apuesto a pesar de la mordaza que le deformaba la boca.

 

No escuchó la aproximación de John hasta que se abrió la puerta con el crujido acostumbrado para arrancarlo de sus pensamientos. Esta vez, el hombre no exhibía su acostumbrada y amable sonrisa, y parecía perturbado por algo. Y de pronto….

 

--Joven Rowen, ¿estás embarazado?

 

El doncel lo miró asombrado. No había sentido náuseas por la mañana, como le sucedía casi siempre, y sus pezones no se habían agrandado aún en lo más mínimo. Entonces…¿cómo lo supo?

 

--¿Cómo lo supiste?

 

--Entonces, ¿es así?

 

--Sí, pero cómo…

 

--Yo no lo había pensado, pero mi señor preguntó si tú habías tenido tus…en fin…tu período natural, y yo comprendí que no me pediste…algún tipo de lienzo especial. ¿Por qué no me lo dijiste?

 

--Sólo ahora yo mismo lo advertí. Pero ¿qué significa que tu señor preguntó? ¿Cuándo preguntó?

 

Rowen perdió el color que había mantenido en esa habitación sin sol.

 

--¿Ha regresado?

 

--Sí, y ahora debo llevarte ante él.

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

OMG!!!!!!

Nuestro hermoso doncel está EMBARAZADO!!!!

Qué pasará ahora???? William al fin llegó a Fulkhurst, qué le hará a su prisionero????

PD: Como lo mencioné en el anterior capítulo, los donceles son similares a las mujeres. Es por eso que en vez de menstruar, ellos tienen un flujo natural especial que les viene cada mes por su miembro viril cuando no hay embarazo de por medio.  A tomar en cuenta.

 

Pregunta...¿Ya no les está gustando la historia???? Al parecer a nadie le interesa ya comentar.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).