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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola a todas!!!

Llegamos a los 100 RWs por lo cual les estoy inmensamente agradecida!!!! Sin el apoyo de todas ustedes esto no hubiese sido posible. Muchísimas gracias!!!!

Se ve q la historia en verdad gusta mucho. Ahora vamos para los 200!!!…jajajajaja, aunque sería fantástico, lo admito. Esperemos q más y más lectoras se sumen a plasmar sus ideas en cada capítulo.

Es jueves, y les traigo el nuevo capítulo de hoy, espero les guste mucho, está más larguito q el anterior. En él sabremos más acerca del destino incierto de nuestro pobre doncel en manos de su cruel pero apuesto carcelero. Como se los mencioné anteriormente, hará su aparición la favorita del señor del castillo, o sea Celia. Y también Rowen por primera vez tendrá que hacer un trabajo q en su vida ni siquiera pensó que lo realizaría, espero lo disfruten. Nos vemos en las notas finales.

                                                                                                         

CAPITULO QUINCE

 

 

 

 

 

Rowen estaba furioso por el sentimiento de ansiedad que William le había provocado al haberlo obligado a limpiar el desastre que éste mismo había iniciado; pues cuando finalmente regresó al salón con una nueva bandeja de comida, descubrió que él estaba consumiendo lo que había sobre la mesa, y tan absorto en la discusión con su mayordomo que probablemente ni por un momento pensó en su nuevo criado. De todos modos, William insistió en que Rowen le llenase el plato, limitándose a señalar las comidas que deseaba. Y también insistió que el doncel permaneciese allí para volver a llenar con cerveza su jarro, a pesar de que un joven paje permanecía detrás de la silla con una jarra de bebida, para cumplir precisamente esa función. Y mientras tanto, Rowen tenía que clavarle los ojos.

 

 

 

Rowen también estaba furioso por eso. No le agradaba mirarlo, y ver cada uno de sus matices, saber exactamente cuándo sus pensamientos se volvían hacia su persona, pues sabía que ésa era una forma más de venganza, el hecho de que lo obligase a contemplar su rostro cruel, un castigo idéntico al que estaba implícito en el hecho de servirle en la mesa. Las dos cosas estaban calculadas para inculcarle la idea de que Rowen aún estaba completamente a merced de ese vengativo hombre.

 

 

 

Cuando el doncel casi había concluido con la comida de William, él le ordenó que se adelantase con un gesto de la mano, sin mirar si quiera si Rowen le prestaba atención. El menor se habría visto en dificultades si lo desentendía, y sabía que el hombre estaba poniéndolo a prueba, para comprobar hasta dónde le obedecía, aunque era evidente que esperaba un acatamiento total. Eso también lo enfurecía, porque William tenía una seguridad tan arrogante, en el sentido de que Rowen haría todo lo que se le ordenase. ¿Nadie lo desafiaba jamás? ¿Nadie provocaba intencionalmente su cólera? Un pensamiento estúpido, pues incluso cuando el corpulento rubio fruncía el entrecejo, era temible. Y por mucho que éste lo fastidiase, Rowen no tenía el atrevimiento de provocar un castigo, u otra represalia cualquiera….por lo menos todavía.

 

 

 

--Esta noche quiero un baño- le dijo, cuando sintió la presencia de Rowen a su lado. Pero todavía no lo había mirado siquiera aún- Ocúpate de eso.

 

 

 

Rowen cerró levemente los ojos, lamentando que todavía y después de todo no se le perdonase eso. Oyó la risita de una de las hijas, y después de una severa reprensión por parte de la dama tutora, sintió que él mismo se sonrojaba. Todos los que se encontraban allí habrían debido ser ciegos para no advertir la atención que William le dispensaba durante la comida. Y siempre que un señor se ocupaba especialmente de una de las criadas, era casi seguro que la muchacha en cuestión terminara en su cama- o por lo menos eso era lo que todos pensaban, y Rowen siendo un doncel, pues esa norma se la aplicaba también a él- Pero a pesar de ello, esa norma no era aplicable en el caso de Rowen, pues ya había soportado en carne propia esa desagradable experiencia. Pero ellos no sabían que se castigaba a Rowen, en lugar de favorecerlo.

 

 

 

Rowen salió de prisa del salón, simplemente para alejarse de esos ojos de mirada fría. Encontró a Mary en la cocina, cenando con su esposo, y eso le recordó que él aún no había comido nada. Pero, ¿cuándo tendría tiempo para comer, con todas las obligaciones que le habían asignado? Era evidente que no sería hoy- aunque por otra parte, hoy era una excepción, pues había que completar la limpieza con un retraso de tres días, y él había empezado tarde- y era imposible que William quisiera un baño todas las noches.

 

 

 

Mary se limitó a explicar cómo debía realizar Rowen su tarea actual, mientras continuaba engullendo suculentos pedazos de perdiz asada, y el vientre de Rowen emitía rezongos de protesta porque se le concedía sólo el olor de la comida. Se le informó de que no se le exigía trasladar la gran bañera guardada en la pequeña antecámara, frente al dormitorio, donde dormían los escuderos de William, pues durante el verano él se bañaba allí. Tampoco tenía que acarrear los muchos cubos de agua, y se le explicó qué criados se encargaban de esa tarea, con el fin de que Rowen pudiese mandarlos la vez siguiente. Se le dijo dónde encontrar los lienzos y el jabón destinados únicamente al uso del señor del castillo. Se le advirtió que el señor le agradaba el baño algo más que tibio, pero no muy caliente, y que la temperatura era responsabilidad del propio Rowen, y le acarrearía un buen bofetón si se equivocaba. Otra inquietud de la cual podía haber prescindido, pues bien sabía que la mayoría de los caballeros reaccionaban con violencia ante la pequeña incomodidad, y pobre el que estaba cerca de ellos cuando se incomodaban.

 

 

 

Era irritante tener que cruzar todo el largo del corredor sólo para llegar al dormitorio. Pero pareció que esta vez William no le prestaba atención. Y aunque Rowen lo miraba cada tantos pasos, para sujetarse a la orden absurda de mirarlo siempre, no podía pretenderse que lo mirase constantemente y no tropezara con algo, ¿verdad?

 

 

 

Imaginaba que no, pues pronto, en la antecámara, frente al dormitorio….se encontró cara a cara con la favorita del señor del castillo…Celia.

 

 

 

Comprendió exactamente quién era la joven a causa de la extraordinaria belleza y el odio concentrado que chispeaba en sus ojos verdes. Usaba camisola y chaqueta con bastante escote, para mostrar su amplio busto, y la abundante cabellera de rizos cobrizos le conferían una sensualidad salvaje que debía ser sugestiva para cualquier hombre. Los dientes amarillentos eran apenas visibles, pero el aroma abrumador de las rosas parecía casi repulsivo. La mujer tenía sin duda alguna la impresión errónea, como le sucedía a muchos nobles, de que los perfumes intensos debían disimular la suciedad.

 

 

 

Celia no se anduvo con rodeos, y pasó directamente al ataque.

 

 

 

--Te conozco….estabas en la mazmorra. ¿Qué hiciste para salir de ese castigo y verte favorecido? ¿Acaso abriste las piernas ante él? Te arrodillaste y….

 

 

 

--¡Celia, cierra esa boca sucia y sal de aquí!- gritó Rowen, con voz firme y estruendosa.

 

 

 

Los ojos verdes lo miraron incrédulos.

 

 

 

--Tú…¿te atreves a hablarme así, maldito y sucio doncel?  ¿A mí?        

 

 

 

Exactamente lo que Rowen necesitaba, una riña por un hombre que despreciaba. Era como para reírse. ¿Y que creyese que se lo favorecía? ¿Que se envidiasen sus odiosas obligaciones? Dios todopoderoso, ¿qué sucedería enseguida? Pero la actitud arrogante de la mujer era irritante, y recordaba a Rowen lo que había dicho de ella Mary Blanz. Era evidente que Celia había permitido que su posición como favorita del señor se le subiese a la cabeza y que ahora manifestara una altiva superioridad que era inadecuada en una simple criada. Y esa mujer era nada más que una criada, por mucho que tratase de superar su lenguaje, para no parecer tal cosa. “Pero lo mismo eres tú….por ahora”, recordó Rowen. Por lo tanto, ¿qué derecho tenía él de enojarse por la audacia de otra criada?

 

 

 

Esta idea por desgracia no impidió que en su tono se manifestase el sarcasmo al contestar:

 

 

 

--Creo que puedo hablarte como me place, Celia. ¿Acaso no soy ahora, el maldito y sucio doncel, el favorecido del señor del castillo?

 

 

 

Esta respuesta le mereció a Rowen una bofetada que resultó totalmente imprevista, así como una perversa réplica.

 

 

 

--No por mucho tiempo, sucio prostituto. Recuerda que cuando se canse de tu cuerpo pálido y flacucho, todo lo contrario a lo que es el cuerpo de una verdadera mujer, yo conseguiré que lamentes haber tenido la intención de ocupar mi lugar.

 

                                                                      

 

Rowen estaba demasiado aturdido para decir una palabra mientras Celia se dirigía a la puerta. Jamás en su vida lo habían abofeteado, y realmente no era agradable. Pero él suponía que se trataba de otra experiencia a la cual tendría que acostumbrarse, pues ¿a quién podía apelar, sobre todo si la ofensa provenía de la señora Blanz, a quien debía obediencia, o del propio William? Pero ¿de otro criado? No, no estaba obligado a aceptar eso….aunque frenara a esta insolente criada él no tenía la más mínima protección. Podía imaginar la reacción de William si Rowen intentaba abofetear a su “favorita”…se pondría furioso. Y Celia lo sabía. Por eso podía incurrir en ese comportamiento desconcertante y no sufrir las consecuencias.

 

 

 

Los criados comenzaron a llegar con el agua. Rowen fue a retirar los lienzos y el jabón del lugar en que se los guardaba en el dormitorio. Pero trajo otro lienzo para hundirlo en el agua fría y aplicarlo a su mejilla. Le calmó parte del calor, y la marca roja se había disipado un tanto cuando William entró en la habitación.

 

 

 

Miró primero la bañera con el vapor que se elevaba lentamente. Se habría necesitado toda el agua caliente disponible para entibiar el agua fría vertida allí mientras Rowen lo miraba; de modo que ahora le restaba sólo agua fría para enjuagar a William. Había estado a un paso de ordenar más agua caliente cuando Fulkhurst llegó, pero la presencia de William lo distrajo, en especial cuando la mirada del hombre lo examinó y se centró en la mejilla de Rowen.

 

 

 

William se acercó al joven doncel, y lo obligó a levantar el mentón.

 

 

 

--¿Quién te pegó?- cuestionó.

 

 

 

--Nadie.

 

 

 

--Mientes, doncel. ¿Qué hiciste para provocar el desagrado de la señora Blanz?

 

 

 

¿Por qué ese hombre suponía que Rowen tenía la culpa? Rowen debía decirle la verdad, excepto que la bofetada era simplemente lo que merecía por haber descendido al nivel de Celia. Pues sabía muy bien que William no haría nada si se enteraba de que la agresora era su preciosa Celia, y quién sabe el por qué eso lo lastimó más que la bofetada misma.

 

 

 

De modo que mintió, y le pareció satisfactorio hacerlo en este caso especial.

 

 

 

--Tropecé, pues no pude ver por dónde caminaba en el corredor a causa de la orden de mirarte.

 

 

 

Y William no había estado observándolo, de modo que no sabía si eso era cierto o no. Por esta vez, el entrecejo fruncido de William no lo asustó.

 

 

 

--Doncel estúpido. ¿Habrá que enseñarte sentido común además de tus obligaciones?- remetió.

 

 

 

--Si se me permite mirar por dónde camino cuando estás presente, tienes que decírmelo. No deseo desobedecerte.

 

 

 

--¿De veras?- rezongó él, ante la sumisa respuesta del menor, y lo soltó- En ese caso veremos cuánto te agrada obedecerme. Desnúdame.

 

 

 

Rowen había esperado eso, pero el rubor continuó tiñéndole la cara, y así ahora las dos mejillas tenían el mismo color rojizo. Y el hombre continuaba de pie, frente al doncel, las manos colgándole flojamente a los costados. Al parecer, no estaba dispuesto a ayudarlo en lo más mínimo. Rowen detestaba esto, detestaba acercarse a él, pero William lo sabía, y lo trataba lo mismo que aun siervo. No, más bien como a su esclavo personal.

 

 

 

Rowen se dio prisa para desnudarlo, y ni siquiera intentó disimular su resentimiento. Esa sonrisa sin alegría que él mismo tanto odiaba se dibujó en los labios de William, de modo que Rowen evitó mirarlo a la cara. Pero de ese modo sólo le restaba mirarle el cuerpo….que le parecía la excepción a toda crítica.

 

 

 

William ni siquiera se inclinó de modo que Rowen pudiera quitarle la túnica, y así lo obligó a acercarse más, para alcanzar la altura de su pecho y los hombros. El menor contuvo una exclamación cuando sus pezones rozaron accidentalmente el pecho fuerte y duro de William, y hubo otra exclamación cuando sus pezones se endurecieron repentinamente. Rowen se alteró tanto que retrocedió varios pasos cuando la túnica finalmente le quedó en las manos.

 

 

 

William se rió por la expresión irritada del menor. Por lo menos, Rowen abrigaba la esperanza de que ésa fuera la única causa de su regocijo. William no podía haber advertido la reacción del cuerpo de su criado frente al cuerpo del señor del castillo, ¿verdad? ¿Y cómo era posible que eso sucediera si Rowen lo despreciaba tanto? El asunto carecía de sentido para el confundido muchacho.

 

 

 

No deseaba aproximarse de nuevo a ese hombre. Y aún tenía que quitarle las calzas y las botas, pero Rowen no podía hacerlo. Sus pezones comenzaron a estremecerse de nuevo nada más que con la idea misma. ¡Por Dios santo. ¿qué le pasaba?!

 

 

 

William esperó pacientemente, pero como Rowen no intentó acercarse dijo:

 

 

 

--Termina de una vez- Rowen meneó lentamente la cabeza, y vio que él enarcaba el entrecejo- ¿Prefieres que te encadene de nuevo a mi cama?

 

 

 

Rowen se acercó bruscamente, casi chocando con William en su prisa. Lo oyó reír y rechinó los dientes. Ese hombre era realmente despreciable, en verdad podía decirse que…

 

 

 

--Será mejor que te arrodilles.

 

 

 

Rowen se arrodilló sin pensar siquiera en esa nueva orden, y de pronto tuvo frente a los ojos ese gran bulto bajo las calzas. De nuevo se le tiñeron de rojo las mejillas, y los dedos le temblaron mientras trataba de desatar los cordeles para dejar en libertad el arma monstruosa y vengadora que ese hombre tenía entre las piernas.

 

 

 

--Es muy satisfactorio verte en esa posición humilde…como un animalito doméstico a mis pies- continuó el corpulento rubio en un tono casual- Quizás ordenaré que me sirvas a la mesa en esa postura.

 

 

 

--¿Frente a todos?

 

 

 

--Eso dependerá de ti- las palabras brotaron de sus labios como un gemido.

 

 

 

William apoyó la mano sobre la cabeza de Rowen- exactamente como si el pequeño doncel no hubiera sido más que un perrito que reclamaba la atención de su amo- y lo echó hacia atrás, hasta que Rowen lo miró.

 

 

 

--¿Volverás a vacilar cuando tienes que cumplir con tu deber?

 

 

 

--No, no vacilaré.

 

 

 

William no dijo más nada, dejándolo dominado por la duda, pues no sabía si su respuesta lo había satisfecho. Ahora, Rowen estaba de rodillas, porque se había rehusado a obedecer, un castigo rápido y humillante. ¿Eso no bastaba?

 

 

 

El doncel bajó las bragas y las calzas de su amo, pero evitó mirar lo que avanzaba hacia él mismo, pues se inclinó para mirarle las botas. Cuando terminó, William permaneció inmóvil en el mismo lugar, de modo que Rowen le miró los pies desnudos; fue un desafío, pero no precisamente un acto de desobediencia, pues, ¿acaso los pies no eran parte de él?

 

 

 

--Realmente, pones a prueba mi paciencia, chiquillo- dijo William, cuando Rowen continuó clavando los ojos en sus pies.

 

 

 

Pero esta vez el señor del castillo no insistió, y Rowen vio que los pies se apartaban y después desaparecían en el interior de la bañera. Suspiró aliviado. Pero estaba olvidando que “atenderlo en el baño” significaba algo más. William se lo recordó.

 

 

 

--Doncel, ¿qué esperas ahora? Acércate y lávame los cabellos.

 

 

 

Era parte del servicio. Rowen lo sabía. Y por lo menos ese hombre no insistía en que él le lavase todo el cuerpo. Pero el joven no deseaba acercarse de nuevo al cuerpo desnudo del hombre; nada más que la idea determinaba que Rowen sintiera cierto calor y humedad interior, lo cual a su vez lo irritaba bastante.

 

 

 

Se apoderó del lienzo, lo empapó y enjabonó, pero antes de tocarlo preguntó:

 

 

 

--¿Por qué tu esposa no se ocupa de esto?

 

 

 

--No tengo esposa.

 

 

 

--Pero tienes dos hijas.

 

 

 

--Y tenía dos esposas, y ambas murieron hace mucho tiempo. Y estaba arreglando las cosas para tener otra…- de pronto aferró la blusa de Rowen, lo acercó y gruñó- Debía reunirme con ella, pero me lo impidieron, de modo que se fue y ahora ha desaparecido. ¿Sabes dónde estaba yo, doncel, que no pude reunirme con mi prometida como era mi intención?- Rowen temía contestar. Pero William no esperó que lo hiciera- Estaba encadenado a una cama para tu placer.

 

 

 

¡Santo Dios!, ¿él también le achacaba la culpa de eso?

 

 

 

--No fue mi placer- murmuró el menor.

 

 

 

William lo soltó empujándolo apenas.

 

 

 

--Ruega que encuentren a lady Isabella, y que no haya muerto.

 

 

 

Otra sombría advertencia de consecuencias ignoradas. Rowen se preguntó si la dama no estaba perdida, y en cambio había aprovechado la oportunidad de evitar un matrimonio con ese cruel hombre. Era lo que ciertamente habría hecho Rowen si se le ofrecía por lo menos una mínima oportunidad.

 

 

 

El tema había irritado al hombre. El doncel lo percibió por la tensión de la espalda, mientras lo jaboneaba de prisa. De modo que en realidad no se sorprendió mucho cuando le entregó el lienzo para que su amo terminase, y William no lo aceptó. Rowen se había ganado otro castigo por haberlo enojado.

 

 

 

--Creo que trabajé mucho hoy, de modo que tú me lavarás…en todas partes del cuerpo. Y mejor te quitas las ropas, para que no las mojes.

 

 

 

Ojalá que se lo tragase el infierno. ¿Por qué tenía que vengarse de las cosas más minúsculas e insignificantes? Era un hijo del demonio, si se mostraba tan cruel con su prisionero.

 

 

 

Pero Rowen hizo lo que se le ordenaba, y se quitó al mismo tiempo la camisa y la chaqueta, rompiendo varios cordones en su prisa. Después, se puso inmediatamente la chaqueta sin mangas antes de que William advirtiese que en realidad Rowen estaba desafiándolo por la posibilidad de mojarse.

 

 

 

Y cuando el menor se acercó para arrodillarse al costado de William y comenzó a enjabonarle el pecho, y William vio lo que él había hecho, la situación lo sorprendió. Rowen contuvo la respiración, preguntándose ahora si recibiría de su amo la primera bofetada. Pero como el hombre no hizo nada, finalmente lo miró en la cara- y descubrió que William tenía una sonrisa sincera en los labios- y que eso le devolvía su belleza natural. La expresión de Rowen también manifestó asombro y eso determinó que William se echase a reír.

 

 

 

Rowen se sentó sobre los talones, enojado. Lo que menos deseaba era “divertir” al monstruo ése. Pero en realidad, al parecer ese día no recibiría nada de lo que deseaba.

 

 

 

Cuando el fornido señor del castillo volvió a sonreír, dijo:

 

 

 

--Vamos, termina antes de que se enfríe el agua.

 

 

 

Rowen obedeció, pero el lavado de ese gran cuerpo masculino era mera tortura, y se lo podía describir de otra forma. El corazón le latía con fuerza, se le aceleraba el pulso, y los pezones puntiagudos llegaron a ser casi dolorosos, presionando contra la lana de su chaqueta. El acto de lavarlo le recordaba muy bien las veces en que Fulkhurst lo había obligado a afrontar la situación con sus  propias caricias. Y la virilidad del hombre le había rozado el brazo un número suficiente de veces, y por eso Rowen sabía que estaba a un paso de adquirir su máximo volumen antes de que él terminase con la operación de lavarlo.

 

 

 

La cara de Rowen estaba enrojecida. La del otro todavía exhibía una notable belleza y galantería, pues William continuaba sonriendo, divertido por la incomodidad del menor. Al doncel eso ya no le importaba, porque su cara no era lo único que desprendía intenso calor. De pronto Rowen tuvo el impulso súbito y enloquecido de meterse con ese hombre en la bañera.

 

 

 

Pero en cambio, Rowen se incorporó bruscamente y comenzó a enjabonarle los cabellos. Pero lo hizo con excesiva fuerza, y formó tanta espuma de jabón que ésta se deslizó en los ojos de William.

 

 

 

--Ya es suficiente, doncel- se quejó él- Ahora enjuágame

 

 

 

Rowen extendió la mano hacia el cubo, liviano porque casi había terminado, entonces recordó que no quedaba agua caliente.

 

 

 

--Habrá que esperar….

 

 

 

--No, ahora.

 

 

 

--Pero…

 

 

 

--¡Ahora, maldita sea!

 

 

 

El doncel apretó los labios. Bien, William lo había pedido, ¿verdad? Con bastante placer, Rowen le arrojó sobre la cabeza agua totalmente fría.

 

 

 

Oyó que el hombre contenía la respiración, mientras el agua le corría por toda la cara, y lo ahogaba y le provocaba una reacción violenta. El momento de placer se convirtió en alarma. Ahora William sin duda lo castigaría, a pesar de que Rowen no tenía la culpa, ¿o sí? Pero William no saltó de la bañera, aunque de todos modos Rowen continuó retrocediendo lentamente, hacia la puerta, mientras él se limpiaba el agua de la cara hasta que al fin bajó las manos y los ojos clavaron en su sitio a Rowen.

 

 

 

--Traté…de decirte que no quedaba agua caliente….

 

                           

 

--Sí, eso hiciste. Si los ojos no me hubiesen ardido tanto, podría haberte escuchado.

 

 

 

A Rowen se le endureció el cuerpo.

 

 

 

--Entonces, ¿también de esto me culparás? Si me lo hubieses preguntado, podría haberte dicho que jamás había bañado a nadie de este modo, y que no conocía la forma de….

 

 

 

--¡Canalla!

 

 

 

Sin duda, el hombre estaba demasiado irritado, pero no pareció que deseara incorporarse y castigarlo, de modo que Rowen dijo:

 

 

 

--¿Qué usarás ahora? Iré a buscarlo.

 

 

 

--No es necesario. Deseo acostarme, e iré directamente a la cama.

 

 

 

--Entonces…¿puedo retirarme…,mi señor?

 

 

 

La vacilación que Rowen insistía en mostrar antes de ofrecerle la fórmula de respeto era intencional, y la mirada que William le dirigió decía que el hombre sabía a qué atenerse; posiblemente por eso William contestó:

 

 

 

--No, primero me secarás- pero era más probable que ese fuese el castigo por el agua fría. Aunque al decirlo él se puso de pie, y como estaba a cierta distancia, Rowen no pudo evitar la visión de gran parte del cuerpo masculino.

 

 

 

El menor meneó la cabeza, para negarse de nuevo a obedecerle, pero el hombre preguntó:

 

 

 

--¿Estás complacido con los resultados de tus actos?

 

 

 

--¡No!- gritó enfáticamente Rowen.

 

 

 

--Antes siempre lo estuviste- le recordó él.

 

 

 

La voz de William era demasiado ronca. Dios todopoderoso, ¿ese maldito hombre intentaba seducirlo para que lo deseara? En ese caso, lo más probable era que al lograrlo lo despidiese y mandase llamar a su Celia. Había tenido su ojo por ojo. No podía desearlo otra vez. No, lo único que ese hombre quería era más venganza en contra suya.

 

 

 

--No me agrada la violación más de lo que te agradaba a ti- dijo Rowen con expresión miserable- Ya te dije cuánto lamento lo que te hicieron. ¿Cuánto acabará tu maldita venganza?

 

 

 

--Cuando ya no me irrite mirarte. Cuando se hayan satisfecho todas las ofensas. Cuando haya matado a tu hermano por la muerte de mi escudero. Cuando ya no me intereses, doncel, y no antes….quizá eso no suceda jamás.

 

 

Y entonces Rowen comprendió, que su destino estaba sellado y sentenciado a manos de ese cruel y vengativo hombre....para siempre.

 

 

 

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

Y bien les gustó o no les gustó??? Yo creo que algunas sí, ¿verdad?

 

Soy yo, o en este capítulo se sintió una tensión sexual entre Rowen y William??? Tal parece q a nuestro doncelito no le desagrada “tanto” la cercanía de su guapísimo captor. Aunque no quiera admitirlo, y lo mismo le pasa al corpulento rubio, cada vez y más ansia volver a tener a su hermoso prisionero entre sus brazos. A poco no se rieron cuando Rowen le echó el agua fría en la mera cabeza de William jajajajaja…se lo merecía después de todo.

 

Y q tal Celia, es una verdadera perra verdad? Qué hará ahora q sabe q Rowen es el favorito de William? Mmmmn nada bueno seguro.

 

Espero q hayan disfrutado con el nuevo capítulo y nos vemos el siguiente jueves. Espero con muchas ansias sus comentarios de este capítulo. Antes de despedirme, quiero transmitirles unas cuantas palabras:

 

Que en esta Navidad

 

el mejor regalo que recibas

 

sea estar junto a tus seres más queridos

 

compartiendo paz, esperanza y alegría.

 

¡FELIZ NAVIDAD A TODAS USTEDES!


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