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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola personitas amantes del yaoi

 

Acá les dejo un nuevo capítulo de la historia. Disfrútenlo mucho. Muchas cosas pasarán.

 

Gracias como siempre por sus alentadores rewies. Espero sigan comentando la historia hasta el final.

CAPITULO DIECINUEVE

 

 

 

Apenas Rowen regresó a la sala de costura, apareció Celia. En el rostro una sonrisa de superioridad y un gesto un poco tenso, que advirtió a Rowen  que no le agradaría escuchar lo que la muchacha tenía que decir. Y en efecto, así fue.

 

--Hey tú, vete a la torre del este. Enviaron un baño para sir Sheldon, y tú tendrás que ayudarle.

 

Rowen observó que la dicción de Celia mejoraba mucho cuando no estaba nerviosa. Y ahora se la veía regocijada y satisfecha, y en cambio Rowen sentía que le faltaba el suelo bajo los pies.

 

--¿Mary te ordenó que me trajeses esa orden?

                       

--No, fue William- sonrió Celia- Y date prisa. Sir Sheldon ya está en el dormitorio. Y recuérdalo, doncel de pacotilla, él no es sólo un invitado, sino un buen amigo de tu señor. A William no le agradaría que su amigo no se sintiese complacido con tu servicio.

 

Al oír esto, varias mujeres rieron. Rowen se limitó a ponerse de pie y abandonar la habitación. Estaba enojado con William a causa de esta nueva humillación que él imponía, pero incluso más enojado consigo mismo porque comenzaba a pensar seriamente en las sugerencias formuladas antes por Ágata. Un hombre que podía enviarlo a la cama de otro hombre- y Rowen no dudaba del sentido de la advertencia de Celia, como no dudaban las demás mujeres- no merecía que lo sedujeran, incluso si él mismo de ese modo conseguía mejorar su propia suerte.

 

También se sentía sorprendido. Cuando la joven Emma lo había convocado para que se dirijiese ante la presencia de su señor, Rowen había esperado recibir lo que había faltado de esa mañana: el sentimiento de vergüenza a causa de su propio comportamiento de la víspera en la cama del señor del Castillo. Pero cuando estuvo frente a él, William ni siquiera mencionó el episodio, aunque algo había en sus ojos mientras lo miraba fijamente, como si estuviese buscando el recuerdo de todas las escenas vividas de esa noche. En lugar de eso, de hecho lo había entregado a otro hombre, exactamente a su amigo, y con su autorización.

 

Realmente, podía entenderse que eso era otro castigo más hacia su persona, y sin embargo, Rowen no atinaba a comprender qué había hecho para merecerlo. Ni siquiera había vacilado al momento de abordarlo llamándolo “mi señor”. No se había demorado cuando él lo convocó ante su presencia. De modo que William había llegado al punto en que no necesitaba motivo para castigarlo, en que la buena conducta de nada podía servir a Rowen ahora. En caso afirmativo, ¿por qué él debía molestarse en hacer lo que le mandaban? “Porque hay castigos peores que ayudar a un extraño a bañarse”, pensó. Sin embargo, era inconcebible que le pidiesen ayudar a ese extraño en su cama, y poco importaba que ése fuera el deseo de William, y tampoco importaba lo que él podía hacerle si se negaba. El extraño tendría que violarlo, y no era probable que siguiera ese curso. Un caballero podía poseer a cualquier muchacha o muchacho encontrado en el campo, y hacerlo sin pensarlo dos veces, pero no abusaría de ese modo del criado de su anfitrión; por lo menos, sin la autorización de su anfitrión. Pero ahí estaba el eje de la cuestión. ¿William había dicho a este sir Sheldon que podía acostarse con su nuevo siervo?

 

Con la cólera envuelta en su fuero interno se mezclaba también un dolor que no debía estar allí, pero el temor se imponía a ambos sentimientos cuanto más se acercaba al dormitorio del visitante, hasta que al fin sintió casi náuseas. Pero había en su carácter una veta de obstinación que no le permitía huir y ocultarse como un cobarde.

 

La puerta del dormitorio estaba abierta. Un joven escudero salía en ese momento con la pesada armadura de sir Sheldon. El vapor se elevaba de la bañera depositada en el centro de la habitación. Había cerca algunos cubos de agua fría para moderar la temperatura del agua caliente. Y sir Sheldon estaba de pie junto a la bañera, frotándose la nuca, como si le doliese. Necesitó un momento para ver al doncel de pie, a pocos pasos de la puerta. Cuando lo vio, su sorpresa se manifestó muy pronto.

 

--Joven señor, ¿vienes a ayudarme?

                                  

¿Joven señor? De modo que él sabía. William le había hablado de él. Y después lo enviaba allí, de modo que todo empeoraba para Rowen. Maldito monstruo y sus diabólicos métodos de venganza.

 

Rowen bajó la cabeza y masculló:

 

--Lord William me envió aquí.

                                                

--Yo habría dicho que…- comenzó sir Sheldon, pero terminó con un leve sonrojo- Lo agradezco.

 

Esa sola palabra vertió una nueva luz sobre lo que Rowen tenía que hacer y disipó la vergüenza que al principio lo acompañaba. Si Rowen fuese el consorte del señor del castillo, no vacilaría en ayudar a un huésped apreciado. Su madre lo había hecho con frecuencia, y si el visitante necesitaba más que un baño, se le enviaba una muchacha ligera de cascos, de las cuales en todos los castillos había un grupo. Sin duda, no se esperaba que las damas virginales ayudasen a bañar al visitante, pero Rowen ya no era exactamente un joven virginal y mucho menos una dama. Sería mejor ocuparse de todo lo necesario, y comprobar primero si sir Sheldon realizaba intentos impropios antes de condenarlo abiertamente.

 

Una vez resuelto ese aspecto, Rowen se adelantó para ayudar al hombre a despojarse de su túnica, que ya estaba medio desatada. El joven doncel aún se sentía un poco nervioso, de modo que intentó mantener una conversación intrascendente para distraerse.

 

--¿Viajó mucho, sir Sheldon?

 

--No, en realidad no.

 

--Me dijeron que usted es buen amigo de lord William. Entonces, ¿hace mucho que lo conoce?

 

--Sí, fue mi escudero.

 

--¿Vuestro escudero?

 

El hombre le dirigió una sonrisa.

 

--¿Por qué eso te sorprende? ¿Pensaste que él llegó a ser caballero sin haberse entrenado?

 

Rowen sonrió ante la suave censura. Apenas había prestado atención a ese hombre en el salón, pues tenía la atención fija en William, pero después de una inspección más atenta le pareció que Sheldon no era tan viejo como había creído a primera vista. En realidad, no parecía mucho mayor que William.

 

--¿De modo que lo conoció antes de que él llegase a ser tan….- como se trataba de un amigo de ese hombre, debía elegir con cuidado las palabras. En definitiva, utilizó el término “duro”. Pero esa palabra provocó la risa de Sheldon.

 

--No lo conoces muy bien, sí sólo dices que es duro. La mayoría de las mujeres lo consideran terrible.      

 

Rowen se sonrojó.

 

--No afirmo conocerlo, pero no me atemoriza…mucho.        

 

Sheldon volvió a reír, con risa profunda y sonora. Rowen dio un tirón a las calzas de sir Sheldon, para demostrarle que no apreciaba su regocijo ni su burla.

 

--¿Qué haces aquí, doncel?

 

Rowen se sobresaltó al escuchar esa potente voz, y miró hacia la puerta, de donde provenía. William llenó la abertura que el mismo Rowen no había pensado cerrar, y refutó lo que él acababa de decir, pues se lo veía realmente terrorífico en su cólera actual, cuya causa Rowen no había comenzado a adivinar.

 

--Señor, tú me ordenaste venir aquí- se atrevió a recordarle, pero sus palabras sólo consiguieron que él se enojara aún más.

 

--No, no lo ordené, ni lo habría hecho. Tus deberes son muy claros. Si aumentan o disminuyen, yo mismo te lo diré. Ahora, vete a mi dormitorio y espérame allí.

 

Rowen estaba rojo de indignación, pero no se atrevió a discutir con él frente a su amigo. Salió sin decir otra palabra a ninguno de los dos hombres, pero apenas había ascendido unos peldaños de la escalera cuando William lo alcanzó y lo sacudió bruscamente, empujándolo contra la pared de piedra. La ranura que daba luz a la escalera estaba bloqueada por la ancha espalda de William, de modo que Rowen no podía ver claramente hasta dónde el hombre estaba enojado, pero su voz se lo indicó.

 

--¿Explícame por qué no debo castigarte después de haberte encontrado donde no debes estar?

                      

--Yo creí que enviarme con sir Sheldon era un castigo. Y ahora, dime ¿por qué se me castiga por hacer lo que me ordenaron? Si te atreves…

 

El corpulento hombre lo sacudió una vez más.

 

--No te ordenaron que vinieses aquí. Si vuelves a decir esa mentira, Dios me perdone, no ordenaré que te golpeen, lo haré yo mismo.

 

Rowen se tragó la réplica que habría impartido. Ese hombre estaba tan irritado que ya comenzaba a asustarlo gravemente. Rowen habló en tono más suave y tranquilizador.

 

--Sólo te digo la verdad. Me ordenaron que viniese a ayudar a bañarse a sir Sheldon. Y me dijeron que era por orden tuya.

 

--¿Quién te lo dijo?

 

--Celia.

 

--No se atrevería.

 

--Si se lo preguntas, la señora Blanz puede decirte a cuánto se atreve Celia. Y las otras mujeres oyeron todas que ella me envió aquí, no sólo para ayudar a tu amigo, sino para complacerlo en todo lo que él deseara- Rowen se estremeció cuando las manos del hombre le apretaron con más fuerza los brazos- No confíes sólo en mi palabra. Las otras mujeres confirmarán lo que digo- Hizo una pausa, y el estómago se le encogió de temor cuando concibió una idea- A menos que Celia les haya pedido que mintieran por ella. La señora Blanz dice que todas le obedecen y….

 

--¿Él te tocó?

 

Rowen parpadeó ante el cambio de tema, que venía a acentuar su amargura, y lo inducía a manifestarla.

 

--No, pero ¿qué importa si lo hizo? Un criado tiene poco que decir en estas cosas. Tú mismo lo aclaraste.

                             

--No tienes nada que decir en lo que yo te hago, doncel, pero nadie más debe tocarte.

 

Como para confirmar sus propias palabras, la mano de William se cerró sobre un manojo de cabellos sueltos para sostener inmóvil la cabeza de Rowen, y su boca se cerró sobre los labios del doncel. Fue un beso irritado, de castigo y reclamo al mismo tiempo. A Rowen no le agradó. Le agradó todavía menos que hubiese una ola de calor en sus entrañas, como preparándose para afrontar una invasión más profunda.

 

Pero William no deseaba poseerlo allí mismo, en la escalera. Terminó el beso, pero Rowen continuaba apretado contra William, y la mano del hombre se cerró nuevamente sobre los cabellos de Rowen cuando éste preguntó.

 

--¿Lo habrías complacido si él te lo pedía?

 

Rowen ni siquiera contempló la posibilidad de encubrir su respuesta con una mentira.

 

--No, me habría negado, y si eso no bastaba, lo habría rechazado con toda mi fuerza- Rowen sintió que la tensión abandonaba el cuerpo de William, y que la mano que le sostenía los cabellos aflojaba el apretón. Entonces, esa extremidad lo acarició- Pero eso de poco me habría servido si no disponía de un arma, lo que no se me permite tener.

 

--Y que no se te permitirá, nunca- gruñó él, de nuevo irritado.

 

Rowen no avivó esta vez la cólera de William, porque sentía a su vez más o menos la misma sensación.

 

--Entonces, ¿qué impediría que un hombre cualquiera me viole, cuando me vistes como un siervo y todos consideran que los siervos son presa autorizada? Incluso tus soldados no vacilarían…

 

Se interrumpió cuando vio la mueca en la cara de William.

 

--Mi interés por ti ha sido advertido y comprendido. Nadie se atrevería a tocarte. No, tendrás que compartir la cama únicamente conmigo….pero, por otra parte, no parece que te opongas demasiado. Protestas, pero no durante mucho tiempo.

 

Rowen apartó la mano de William, la que él había levantado para acariciarle la mejilla.

 

--¡La odio, tanto como te odio a ti!

 

Pero eso sólo consiguió que el otro se echase a reír, irritándolo de tal modo que lo apartó de un empujón y descendió de prisa el resto de la escalera. William le permitió alejarse, pero la idea de que él podía haberlo detenido si lo deseaba, a lo sumo, acentuó la furia de Rowen. William ejercía todo el poder. Controlaba el cuerpo de su criado, y sus sentimientos, y todo lo que éste hacia. Rowen ni siquiera podía enojarse sin autorización de William, pues él sabía muy bien cómo asustarlo de modo que su cólera se disipaba.

 

El dominio tan absoluto era intolerable, y Rowen ya no podía soportarlo. Él podía aceptarlo como algo merecido a causa de lo que le había hecho, pero ya se lo había castigado más que suficiente por eso, y aún faltaba el peor de los castigos, que le arrebatasen a su hijo. Bien, ya estaba harto de aceptar sumisamente su destino. Si las sugerencias de Ágata podían modificar la relación entre ambos, dar a Rowen siquiera un pequeño grado de dominio frente a ese hombre insoportable, entonces, Rowen lo intentaría.

 

 

 

****

 

 

William no había advertido antes cuántos de sus hombres observaban a Rowen exactamente como él mismo lo hacía, pero tan pronto el joven entró en el salón, muchos ojos además de los de William se clavaron en él. Eso no le agradó en lo absoluto. De hecho, le desagradó tanto que hizo lo inconcebible, y se las arregló de manera de atraer sobre sí mismo toda la atención, por la única razón de que deseaba demostrar su desagrado.

 

Sus hombres lo conocían bien. No se equivocaron al momento de juzgar lo que lo había irritado. Pero por irónico que pareciera, le molestó todavía más que ellos comprendiesen y no volvieran a mirar a su criado. Su actitud sugería un sentimiento de celos, lo que era absurdo. Por Dios, ese chiquillo era nada más que su prisionero. Sin embargo…sin embargo, lo que él mismo acababa de sentir ahora no era distinto de lo que había sentido antes cuando lo encontró con Sheldon. No, eso había sido más intenso. Una rabia total lo había consumido al verlo arrodillado a los pies de su amigo, en el proceso de desnudarlo.

 

--¿No te agradó la forma de tu jarro?- preguntó Sheldon cuando ocupó el asiento que estaba al lado de William.

 

--¿Por qué lo dices?        

 

Pero William vio el jarro en su mano y advirtió que el metal blando había cedido bajo su apretón. Arrojó irritado la forma aplastada, y pidió otro, que fue traído enseguida por un paje, así como la cerveza destinada a llenarlo. Rowen hubiera debido estar allí para hacer eso, ¿qué diablos lo retenía en la cocina? Y entonces el joven apareció con una ancha bandeja llena de platos de comida, y William trató de dominarse para disimular sus sentimientos.

 

--Debes esforzarte más si no quieres que él sepa cómo te afecta su presencia- advirtió su amigo, tratando sin éxito de ocultar su diversión- Se te ve tan tenso…

                                                                                   

--Vete al infierno, Sheldon.

 

El hombre mayor se echó a reír, pero no insistió, y se inclinó hacia la izquierda para hablar con Beatrix, con quien se disponía a compartir uno de los manjares. William intentó relajarse, pero era imposible. Cuanto más se acercaba Rowen a la mesa, más tenso se sentía él, como si esperase recibir un golpe. Y en efecto, parecía que lo habían castigado cuando vio la sonrisa en los labios de su prisionero.

 

--¿Qué comerás, mi señor?- preguntó éste con voz agradable, mientras depositaba el plato frente a William- ¿Un poco de cada cosa?

 

William ni siquiera miró los manjares que él le ofrecía.

 

--¿Te he facilitado demasiado las cosas, doncel?

 

--No, mi señor.

 

--Entonces, ¿por qué me sonríes?

 

La sonrisa desapareció instantáneamente.

 

--Es que me olvido de la situación. ¿Qué deseas? ¿Qué frunza el entrecejo? ¿Indiferencia? ¿Quizá miedo? Es suficiente que lo digas y…

                                                             

--¡Cállate!- gruñó William, y con un gesto le ordenó que se apartase. Rowen pudo sentir la mirada de William que le perforaba la espalda mientras él atravesaba de prisa el salón, y casi no pudo impedir la risa antes de desaparecer de la vista de “su señor”.

 

Él…”lord de la Venganza”, sería una presa más fácil que lo que incluso Ágata había creído. Con sólo una sonrisa Rowen lo había malhumorado, sin que nadie lo castigase por eso. Se preguntó si podía decidirse a tocarlo la próxima vez, sin que se lo ordenasen. No era algo que Rowen deseara hacer, pero él había aceptado la decisión, y no quería vacilar con respecto a los medios.

 

--De modo que te enteraste, ¿verdad?

 

Rowen se sobresaltó y miró alrededor, y vio a Mary Blanz. Ignoraba a qué se refería Mary, pero era insensato que Rowen pareciese tan complacido consigo mismo, allí donde otros podían advertirlo.

 

--¿Qué es lo que escuché?

 

--Que la digna y altiva Celia fue enviada a la fortaleza de Dyrwood. No sé cómo lo hiciste, muchacho, pero te lo agradezco.

 

Rowen no pudo hablar durante un momento, tanta era su incredulidad, que sencillamente no podía creerlo.

 

--¿De veras la envió tan lejos?

 

--Sí, y yo diría que buen viaje. Pero ¿por qué pareces tan sorprendido?

 

--Pero no hice nada que…quiero decir, sólo le dije que ella me impartió una orden invocando su nombre. No sabía que ella había mentido, pero él se enojó, y yo…¿de veras la despachó?

 

Mary sonrió.

 

--¿No dije precisamente eso? Y lo que hiciste fue más que lo que otro se hubiera atrevido a hacer. Yo misma hubiera debido advertirle cómo ella aprovechaba las ventajas de su posición, pero un hombre tiene actitudes extrañas en esas cosas. Es muy posible que el mensajero que lleva esas noticias soporte el desagrado del hombre.

 

Rowen atenuó el placer que comenzaba a sentir, pues recordó que lo que Celia había hecho era ofensivo, y merecía cierto castigo. Ciertamente, William no lo había hecho para beneficiar a Rowen. Simplemente había visto que Celia estaba exagerando, y había reaccionado rápido para castigarla. Después de todo, ese hombre se satisfacía mucho distribuyendo castigos. ¿Por qué su amante favorita tenía que verse excluida de todo eso?

 

Rowen volvió de prisa al salón con otra fuente de comida, y por el momento olvidó su plan destinado a desconcertar y seducir, sutilmente a su torturador. Pero observó que el humor de William había empeorado. Por supuesto, existía el peligro de que en lugar de confundir al hombre e inducirlo a preguntarse qué significaba la actitud de su criado, en cambio lo irritase. El entrecejo fruncido que lo siguió mientras el menor se acercaba a la mesa expresaba enojo acerca de algo.

 

El doncel vaciló ante la perspectiva de acercársele ahora que tenía un aspecto tan severo, pero no podía evitarlo. Su obligación era servirle el alimento, y no sólo depositarlo ante él.

 

--Mi señor, ¿algo de todo esto te tienta?

 

Rowen no advirtió la implicación de esa pregunta inocente hasta que vio el fuego que se encendía en los ojos de William. Se sonrojó. Su intención no había sido adoptar una actitud provocativa, y sin embargo así había parecido. Y comprobó sorprendido que el entrecejo fruncido se convertía en una mueca, no de ese humor cruel que Rowen aborrecía, sino de auténtico regocijo masculino.

 

--Ven aquí, doncel, y veremos si algo me tienta.

                                                                       

Sir Sheldon dejó escapar una risotada, lo mismo que otros caballeros alcanzaron a oír el diálogo. El sonrojo de Rowen se convirtió en una llama ardiente. Pero esta vez él vaciló. Rodeó la mesa y fue a detenerse al lado de la silla de William y se encontró instalado sobre las rodillas del señor.

 

Era la oportunidad perfecta para continuar seduciéndolo, si lograba olvidar que ambos eran el centro de la atención. Pero Rowen no atinaba a olvidar que estaban presentes otros nobles, entre ellos algunas damas, e incluso las jóvenes hijas de William, y lo único que Rowen deseaba era arrastrarse hacia el interior de un agujero, y ocultarse allí durante varios años. Ciertamente, si se le hubiese concedido aunque fuese un poco del respeto que correspondía a su verdadera jerarquía, William jamás lo habría tratado así frente a todos los presentes. Pero se lo clasificaba como un siervo inferior, indigno de la atención de las damas, indefenso frente a las indirectas sensuales así como a los ataques promovidos por la lascivia, por lo menos, las que se originaban en el señor de Fulkhurst.

 

--Doncel…¿qué crees que tentará a mi paladar?- continuó William en actitud de burla- Elige y veremos.

                                                   

¿Era la salvación? ¿Él podía llenar el plato de William y marcharse?

 

Rowen no perdió el tiempo en inclinarse para llegar a la fuente más próxima, y sintió la mano de William que se acercaba a su pierna, y presionaba entre sus muslos. Se enderezó con tal prisa que su cabeza golpeó el mentón del señor. Los dos se estremecieron pero después el hombre sonrió.

 

--Entonces, ¿crees que ninguna de las viandas me tentará?

                                                                   

Rowen gimió íntimamente. No tenía modo de vencer en este juego que ese hombre le había instigado; pero no creía que Fulkhurst  se limitaría a dejarlo ir, apartándose de sus rodillas si lo intentaba. Si Rowen podía soportar unos instantes el contacto, quizá William se cansara del juego y recordara que estaba sentado allí para comer, no para divertirse con su juguete más reciente.

 

Rowen se inclinó hacia adelante para llenar de nuevo el plato del señor. Pero la otra mano de William se deslizó bajo los bordes de la túnica hasta que encontró un muslo desnudo, y el doncel sintió una oleada de calor que nada tuvo que ver con la vergüenza. De pronto, lo horrorizó que su actual dueño pudiera llevarlo al estado en que se había encontrado la noche anterior, allí mismo, con centenares de ojos mirando ávidamente.

 

Al diablo con el orgullo, Rowen se inclinó hacia él y murmuró junto al cuello del hombre:

 

--Por favor.

 

--De veras me agrada esa palabra en tus labios- replicó William, y su tono denotaba enorme satisfacción.

 

Era un recordatorio directo, un recordatorio del ruego que tanto lo había avergonzado, pero en ese momento Rowen no sentía vergüenza. Estaba demasiado complacido por lo que él le hacía. Pero William aún no había terminado.

 

--¿Quizá ahora me dirás lo que antes te indujo a sonreír?

 

Rowen abrió muy grandes los ojos. ¿Todo eso era porque lo había desconcertado con esa maldita sonrisa? ¿Él necesitaba cobrarse un gesto de Rowen que lo había confundido? La idea lo irritó, y la cólera lo indujo a olvidar su embarazo, a olvidar que otros oídos, además de los oídos de William, podían escuchar la respuesta.

 

Y le contestó, con otra sonrisa, esperando sólo hasta que el otro tomó un trago de su cerveza.

 

--Mi señor, sólo estaba pensando en tu manifestación de celos este mediodía.

 

William se ahogó con la cerveza, y su respuesta llegó con una voz áspera, e incluso silbante.

 

--¡Celos!

 

El doncel se inclino hacia atrás, de modo que William pudiese ver que meditaba atentamente acerca de lo que él mismo había dicho.

 

--Quizá la palabra posesión sea una descripción más adecuada. Ahora entiendo que sientes que soy únicamente tuyo para usar y abusar, y que nadie más debería tener ese privilegio.

                                                                                                                                                                     

William miró con el entrecejo fruncido a Sheldon, cuyos hombros se sacudían a causa del regocijo, sin duda porque había escuchado esas palabras. Después, William volvió a mirar a Rowen, y el jovencito no tuvo más que un momento para desear que no hubiese elegido un lugar tan público para quedar igualado con él.

 

--Me aseguro de que estás disponible para satisfacer mis caprichos, ¿y te parece que eso es espíritu de posesión?- gruñó en voz baja- No me inquietaría entregarte a mis hombres y observar cómo te poseen mientras yo no esté de humor para gozarte yo mismo. ¿Necesito demostrártelo?

 

Era una de esas amenazas que, nada más que por haberla formulado, y que William tendría que ejecutar si Rowen no se corregía inmediatamente, lo llevó al límite. La cólera de Rowen se acentuó, pero eso no le impidió rodear con los brazos el cuello de William, y apretar con fuerza.

 

--Te ruego que no hagas tal cosa- dijo Rowen al oído de William, y después, con más suavidad, rozando con los labios el lóbulo de la oreja continuó- Solamente deseo compartir tu lecho, y conocer sólo el contacto contigo.

 

El doncel sintió que un estremecimiento recorría el cuerpo del hombre poco antes de que él lo obligara a abandonar sus rodillas. Cuando Rowen enderezó el cuerpo vio el sonrojo en la cara del señor; después las miradas de ambos se cruzaron y Rowen sintió que el calor del vientre de William lo penetraba.

 

--Ve a la cocina y toma tu comida. Después, ven a mi dormitorio.

                                                               

--¿Deseas un baño, mi señor?

 

--Doncel, deseo encontrarte en mi cama, donde veremos si has dicho la verdad.

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

 Espero que hayan disfrutado con el capítulo. Como se los dije, muchas cosas interesantes pasaron. Entre ellas, el destierro de Celia a una localidad muy lejana. Maldita mujer…tuvo lo que se merecía. Y…esa interesante interacción entre la pareja. Estuvo graciosa, ¿a qué sí? Tal parece que William está cayendo cada vez más ante la seducción de Rowen. Si será un pillín jajajaja. Pero tal parce que el tiro le salió por la culata…ya que con ello provocó aún más la cólera del Dragón famélico del norte.

 

A dónde irán a parar con todo esto???? La respuesta es sencilla…A un suculento y apasionado…¡LEMON!!!! Sí chicas bellas, al fin estos dos se unirán como Dios manda, o eso espero jejejeje. Así que no se pierdan el siguiente capítulo del jueves. Tengan una bonita semana, y recuerden de leer mucho yaoi shuculento.


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