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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola, les traigo el nuevo capítulo de hoy, espero les guste. Nos leemos en las notas finales.

CAPITULO VEINTIUNO

  

 

 

William continuaba allí cuando Rowen despertó, por la mañana, y permanecía tendido al lado del joven, en el gran lecho; pero aún no dormía. El doncel tuvo la sensación de que él lo había estado observando un rato sin que Rowen lo advirtiese, y la idea lo turbó, porque el rubio tenía una expresión excesivamente seria esa mañana.

 

--Mi señor, debiste despertarme, y ordenarme que fuese a cumplir mis obligaciones.

 

--¿De veras? ¿Por qué, puesto que una de tus obligaciones, de acuerdo con tu propio ruego, está precisamente aquí?

 

El sonrojo se extendió sobre las mejillas de Rowen, y lo hizo con rapidez excepcional.

 

--¿Eso significa que debo desentenderme de mis restantes obligaciones?

 

--Ah- dijo él, como si de pronto comprendiese- Ahora ya tenemos un motivo que explica por qué buscaste mi lecho.

 

--Yo no…los trabajos que ahora ocupan mi día no son excesivos…todavía.

 

--¿Cómo todavía?- William frunció el entrecejo hasta que su mirada recayó en el vientre de Rowen, y sus ojos se convirtieron en agujas de hielo. Pero su voz continuó diciendo suavemente, con una engañosa suavidad- Entiendo. De nuevo demuestras que eres increíblemente estúpido al recordarme el niño que me robaste. Pero por otra parte, éste no es más que otro motivo que puede atribuirse a tu súbita pasión por mí, ¿verdad? ¿O quieres decirme ahora que no pensaste llegar a un trato conmigo por el niño?

 

--Quiero tenerlo conmigo. No lo puedo negar.

 

--¿Lo deseas tanto que estás dispuesto a abrir las piernas ante mí siempre que yo te lo ordene?

 

¿Cómo podía haber olvidado su crueldad, o cuánto lo odiaba, cuando eso era precisamente lo que Rowen trataba de rechazar? Sin duda, lo que había sucedido entre ellos durante la noche no lo había cambiado en lo más mínimo, y eso era una comprobación inquietante, pero Rowen estaba olvidando que William no creía que él lo deseara realmente, y que por eso ahora se burlaba. Y Rowen no podía pensar en otro modo de convencerlo, fuese o no verdad lo que el joven sostenía.

 

De pronto, se irritó profundamente al haber fracasado de modo tan absoluto. ¿Por qué ese maldito hombre no podía aceptar sencillamente lo que él proponía? ¿Por qué intentaba descubrir motivos ocultos? Y esa condenada pregunta. Bien, Rowen estaba tan irritado que se sentía dispuesto a abrir las piernas bajo la manta, a abrirlas tanto que el otro lo advirtiese, y estaba dispuesto también a retribuir a la burla.

 

--Vamos, señor dragón, ve a escupir tu fuego sobre mí.

 

El entrecejo fruncido pareció tan sombrío como la muerte.

 

--Doncel, quiero una razón, y la quiero ahora mismo.

 

Rowen comenzó a hablar acaloradamente, y a mirarlo también con hostilidad.

 

--Eres cruel en todas tus exigencias, vengativo en todos tus motivos, pero cuando me tocas, te muestras muy gentil.- Lo asombraba que después de todo las palabras brotaran de sus labios, y por eso modificó deprisa su tono, y trató de demostrar cierta incertidumbre, y también algún sonrojo- No quise reconocerlo ante mí mismo, y menos todavía ante ti, pero compruebo que…anhelo tu contacto.

 

Santo Dios, estaba adquiriendo eficacia para mentir, y la expresión de William cambió drásticamente. Rowen adivinó que el otro deseaba creerlo, y eso….lo inquietó mucho, originó en Rowen una sensación muy desagradable.

 

--Si sentías tanto deseo de mi cuerpo, no habrías esperado demasiado para tentarlo y lograr que te complaciera de nuevo. ¿Acaso necesito enseñarte los ardides de un prostituto?

 

El insulto esta vez no lo afectó, pues reconoció lo que era en realidad, un intento de combatir la tentación de creer en Rowen. ¿William pensaba que ninguna persona podía desearlo sin un motivo ulterior? Recordó las palabras de Emma en el sentido de que las mujeres estaban impresionadas porque Rowen no le temía. Y Ágata había dicho que durante la mitad de su vida el señor del castillo de Fulkhurst había sido el hombre cruel y vengativo que era ahora. ¿De modo que el miedo era todo lo que el propio William esperaba? ¿Y qué persona podía desearlo realmente si le temía?

 

Rowen dedicó un momento a preguntarse por qué ya no le temía, antes de llevar la mano al centro del pecho de William, para obligarlo a abandonar su posición medio inclinada.

 

--Quizá tengas que enseñarme, mi señor William- dijo el doncel con suavidad, inclinándose ahora sobre él- Sé algunas cosas, pero estoy seguro de que puedo beneficiarme si me enseñan otras.

 

La mano de Rowen se deslizó bajo la manta, y comprobó asombrado que William no había permanecido indiferente a la estrecha proximidad. Tampoco Rowen. Y no podía decirse que fuese inmune al contacto con el hombre. Habría debido ser difícil. Rowen hubiese tenido que imponerse ese contacto. Pero fue fácil, demasiado fácil….le agradó hacerlo. Lo mismo que al propio William. El señor del castillo cerró los ojos. Se le aceleró la respiración. Y no pasó mucho rato antes que Rowen se acostase de nuevo, su boca unida a la de William, y las manos del hombre retribuyéndole en especie el tierno tormento que el doncel acababa de infligirle.

 

Pero antes de que William decidiese a dar a Rowen lo que éste ahora ansiaba desesperadamente, Bernard entró sin anunciarse en el dormitorio, según era su costumbre. El pobre muchacho enrojeció de vergüenza cuando vio que William no apreciaría que lo molestasen; y para hacerle justicia en efecto intentó salir sin molestar a los atareados ocupantes de la cama. Pero William era guerrero, y tenía reacciones rápidas, sobre todo después de que advirtió la intromisión.

 

Levantó la cabeza y rezongó:

 

--¿Qué?

 

Y Bernard sólo pudo balbucear:

 

--El padre…aquí…con la novia.

 

Rowen escuchó confundido el mensaje. Como suponía que el padre de William estaba muerto, ese escudero podía aludir a su propio padre, o a uno de los dos suegros de William. Pero la palabra “novia” medio consiguió calmar los sentidos excitados de Rowen.

 

Pero William no se desconcertó al escuchar el misterioso mensaje.

 

--¿Están acercándose a Fulkhurst, o ya llegaron?

 

La serenidad con que formuló la pregunta determinó que el jovencito recobrase su propia compostura.

 

--Mi señor, están en el salón, y desean tu presencia. ¿Les digo que…?

 

--No les digas nada. Estaré allí en un momento para darles la bienvenida.

 

Rowen dedujo de esa respuesta que William no pensaba terminar lo que había empezado, y su propio cuerpo elevó una protesta irritada. Pero su rostro carecía completamente de expresión cuando el otro volvió a mirarlo. William no tenía la misma actitud. Parecía frustrado, irritado, y después que lo examinó un momento, resignado, habló:

 

--El sentido de la oportunidad de lord Reinard deja mucho que desear.

 

William suspiró y se apartó de Rowen.

 

El doncel descubrió que deseaba obligarlo a volver. La palabra “novia” ahora le producía un efecto peculiar. Pero no hizo nada que permitiese que William adivinase que se sentía muy perturbado.

 

De todos modos, podía formular la pregunta:

 

--¿Lord Reinard es uno de tus suegros?

 

--Pronto lo será.

 

De modo que se confirmaban los peores temores de Rowen. Ahora había desaparecido la oportunidad de suavizar a ese tozudo hombre. Como había llegado su prometida, ya no se entretendría más con Rowen. Y pronto una esposa compartiría el lecho con él. ¿Y qué haría el hombre entonces con su prisionero? ¿Lo enviaría de nuevo a la mazmorra? ¿Ordenaría que él lo sirviese y atendiese también a su nueva esposa?

 

--De modo que hallaron a tu prometida- dijo el doncel con voz inexpresiva, mientras lo veía revisar un arcón en busca de ropa, sin duda algo espléndido, para su preciosa lady Isabella- Por lo menos eso significa que ya no se me perseguirá por mi delito.

 

William le dirigió una mirada dura.

 

--Doncel, no creas que estarás libre de culpa hasta que yo sepa qué determinó que durante muchas semanas esa mujer desapareciera.

 

Rowen no formuló comentarios. No le importaba cuál era la excusa de la dama, sabía solamente que deseaba que no hubiesen encontrado a Isabella. Y ésa era una comprobación inquietante, pues al joven doncel no hubiera debido importarle que la hallasen o no.

 

William de nuevo se desentendió de Rowen, y su mente se concentró en los visitantes que esperaba. Rowen no podía ignorarlo con igual facilidad, aunque también el joven pensaba en los visitantes. Pero incluso mientras su inquietud se agravaba en vista de la nueva situación y del modo en que a Rowen lo afectaría, sus ojos no podían apartarse de la espléndida desnudez de William, de los flancos alargados y desnudos, y musculosos, de la tensa curva de sus nalgas, de los músculos que se movían sobre la ancha espalda. Había fuerza y poder en cada línea y…sí, belleza, había belleza en esa áspera masculinidad. Rowen no podía negarlo, y tampoco negaba la necesidad de sentir fuertemente apretado contra el suyo ese cuerpo tan espléndido y majestuoso.

 

Se volvió apenas antes de que William se volviese para calzar las bragas, y entonces vio que la misma necesidad se manifestaba también en él. Aunque William no le hacía caso, del mismo modo que se desentendía del propio Rowen. Por lo menos eso fue lo que el doncel pensó hasta que de nuevo encontró la mirada de William, que la descubrió en ese descarado examen de su persona.

 

Entonces, William volvió a la cama, y sin decir palabra lo aferró por el cuello y lo acercó a él, hasta que su boca presionó duramente la de Rowen. El corazón del joven latió aliviado, pero antes de que Rowen pudiese rodearle el cuello con los brazos para inducirlo a volver a la cama, el otro lo soltó. La cara de William era una terrible mezcla de deseo y cólera; y sin duda sentía cólera porque su bello prisionero lo tentaba para que ignorase a su preciosa Isabella. Sin duda, la tentación, no era bastante intensa.

 

En eso su impresión no era del todo acertada.

 

--Quédate exactamente así, doncel- ordenó duramente William- Regresaré aquí antes de que el fuego se apague en esos ojos de zafiro, y veré si aún puedes satisfacer la promesa que leo en cada uno de ellos.

 

William no vio el sonrojo que tenían las mejillas de Rowen, y se volvió para vestirse de prisa. Se suponía que no era tan fácil interpretar sus reacciones como sucedía con las de William; pero sin duda, esta vez el doncel no había ocultado nada. Se sentía más vulnerable que en otro momento cualquiera de sus encuentros con ese hombre. Una cosa era que Rowen reconociese ante sí mismo que podía desearlo, que lo deseaba, por lo menos en ese momento. Y otra muy distinta permitir que William lo viese con sus propios ojos, cuando su prisionero conseguía controlarse, algunos de sus actos y palabras habían sido mentiras, pero ahora no lo eran.

 

William abandonó la habitación sin volver a mirar a Rowen. Éste advirtió que el otro se había puesto un mínimo de prendas, y nada de todo eso estaba destinado a impresionar a una prometida. De hecho, pensó Rowen, William tenía un aire bastante desaliñado y tosco, y como sus sentimientos todavía estaban conmovidos por el enojo, las arrugas crueles de su cara se destacaban bien. Podía considerarse afortunado si esa prometida suya no le echaba una ojeada y rompía a llorar.

 

Ese pensamiento provocó una sonrisa en Rowen, pero sólo durante un momento. Después, se reafirmó el sentimiento de ansiedad, pero aún más intenso que antes. No importaba cómo reaccionaría Isabella frente a William, lo cierto es que estaba allí para desposarlo. El temor de una prometida era lo que menos probabilidades tenía de evitar la celebración de una boda, y por lo tanto se llegaría a eso, lo cual significaba que la situación de Rowen cambiaría, y por más vueltas que le diese al asunto, el joven no veía que con el cambio mejorase su situación.

 

Era posible que aún inflamase la sensualidad de William, pero ahora tendría una esposa para calmar sus ansias y Rowen recibiría únicamente las sutiles crueldades y las pequeñas venganzas del señor del castillo. Sin el contacto íntimo que la lascivia de William había determinado hasta allí, Rowen no tendría esperanza de modificar el trato que el hombre le dispensaba. En verdad, todo sería peor.

 

Habían ordenado a Rowen que permaneciera en la cama del caballero, pero él no podía obedecer. Se levantó, se vistió de prisa, y después recorrió agitado la habitación, esperando el regreso de William. Pero el caballero no volvió tan pronto como había dicho poco antes de salir. Y los deseos que ese hombre había provocado en Rowen hacía rato que se habían calmado.

 

El doncel por fin se instaló en el duro banco, ante la ventana, para cavilar y esperar. No pasó mucho tiempo sin que llegase a la definida conclusión de que más le valía reconsiderar la posibilidad de la fuga, quizá durante la excitación y el desorden de la boda.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Bueno espero que les haya gustado el nuevo capítulo. La novia de William aparaeció...Qué hará Rowen??? 

Quiero agradecer a aquellas pocas lectoras que me dejaron un RW. Tal parece que la historia ya perdió su popularidad, ¿verdad? Y solo por haberme ausentado más de la cuenta. Perdón pero me siento un poco frustrada. Son lapidarias eh? jajajajajaja....Pero bueno, por ahora estaré de viaje y no creo poder actualizar en un par de semanas. Sorry. Les deseo los mejores éxitos y cuidense mucho.

 


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