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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Antes que todo, les debo una inmensa disculpa por mi actitud tan infantil la semana pasada. Sé que actué egoísta y arrogantemente con todas ustedes (Dios me parezco a William jajajajaja). Ya en serio, lo siento en verdad. Pero al descubrir que la historia ya no era tan comentada, pues me deprimí bien gacho. Ustedes saben que para las escritoras, los RWs son como una clase de pago a sus esfuerzos por entregar una nueva actualización cada vez que pueden. Pero eso no justifica mi infantil proceder. Las amenazas nunca son buenas. Si prometí darle un final meritorio a esta historia, pues lo cumpliré, aunque a veces reciba uno que otro comentario. Pero eso no quiere decir que no se animen a comentar eh? Jajajajajaja….Para no alargarme tanto, he decidido continuar con la historia cada jueves como de costumbre. Así que ya saben cuando leer una nueva actualización.


Muchísimas gracias a todas aquellas lectoras que me hicieron llegar un Rw. Gracias a ellos me tienen de vuelta aquí. No pude contestarlos por falta de tiempo y porque en estos días estaré de viaje, pero cuando tenga tiempito lo haré. Ahora sí, disfruten con el capítulo de hoy.

CAPITULO VEINTIDOS

  

 

 

William regresó a su recámara repentinamente y sin previo aviso, pero ahora no estaba solo. La mujer que venía pisándole los talones era una dama alta y lujosamente vestida: el rostro pálido como un pergamino nuevo. Se la veía altivamente atractiva en su calidez, con los cabellos muy oscuros y los ojos verdes. También estaba terriblemente nerviosa acerca de algo, aunque en ella había una mirada resignada y decidida.

 

Rowen observó todo esto con los ojos muy grandes. No podía entender por qué William había llevado allí a su prometida, pues si Rowen hubiese seguido las órdenes del señor, todavía estaría desnudo en el lecho de éste. William no podía haber olvidado eso, ¿verdad? No, pues volvió primero los ojos hacia la cama, y cuando la encontró vacía, de pronto vio a Rowen acurrucado junto a la ventana.

 

El joven doncel percibió inmediatamente que William deseaba algo de su prisionero. Lo adivinó como lo había adivinado antes, cuando el fornido hombre estaba encadenado frente a Rowen, y el menor comprobó que podía leer sus pensamientos. Pero no alcanzaba a comprender qué deseaba esta vez, y entonces oyó que Isabella hablaba.

 

Sí, la mujer temía, y con razón. Lo que estaba confesando a la dura espalda de William era “por qué ella no lo amaba”. Y ahora Rowen comprendió exactamente qué deseaba William de él. Quería demostrar a Isabella que lo que ella estaba diciéndole no le importaba en lo absoluto, pero que el mero hecho de decirlo no bastaba. Rowen no estaba seguro de que su orgullo fuese lo único que ese hombre quería proteger, o si deseaba aliviar los sentimientos de ansiedad de la dama. En cualquiera de ambos casos, era evidente que había abrigado la esperanza de hallar a Rowen en el mismo lugar en que lo había dejado, una posición que habría hablado más claramente que las palabras.

 

Rowen no sabía muy bien por qué deseaba ayudar a William, o incluso cómo podía hacerlo, pero en todo caso se puso de pie para mostrarse ante la mujer. Por desgracia, eso no fue suficiente. Isabella estaba demasiado absorta en su explicación para prestar atención a la presencia de un criado. Hacía un gran esfuerzo para lograr que William la escuchase, pero él ni siquiera se volvía para mirarla, y en cambio continuaba observando a Rowen.

 

Rowen se acercó a los dos, pero se detuvo frente a William diciéndole sin palabras que él podía utilizarlo con su presencia como le agradase. Y lo que William decidió hacer fue enfrenar ahora a Isabella teniendo a Rowen a sus espaldas; llevó hacia atrás su propia mano hasta que el doncel la tomó, y después lo acercó más, hasta que Rowen de hecho se inclinó sobre la espalda de William. Lo que este cuadro debía parecer a los ojos de Isabella, si ella se dignara mirar, era que Rowen se ocultaba tímidamente detrás de su señor, y que éste intentaba tranquilizarlo aunque sin llamar de hecho la atención sobre su persona.

 

Quizá todo eso era demasiado sutil para Isabella, pues ella aún no había terminado con su extensa explicación acerca del modo en que ella misma y alguien llamado Rupert Fergant se habían amado desde la niñez. Rowen hubiera podido ser invisible, a juzgar por la atención que se le prestaba. Era mejor que volviese descaradamente a la cama de William, quizás incluso que se desnudase otra vez. Sonrió para sus adentros ante esta absurda idea, y después casi rió en voz alta cuando pensó que Isabella tal vez no lo habría advertido siquiera, pero era seguro que William sabría a qué atenerse.

 

Ese momento de capricho provocó en el joven una actitud burlona que no había vivido en muchos años. Contempló la posibilidad de aferrar desde atrás la cintura de William. No, eso era demasiado audaz. En cambio, desprendió su mano de la mano del caballero, vio la espalda tensa del hombre, pero él se aflojó cuando sintió que las manos de Rowen se posaban en sus costados exactamente encima de las duras y fuertes caderas. Los dedos de Rowen no eran muy visibles, pero él ya no pensaba siquiera en la posibilidad de que Isabella viese algo más. Ahora deseaba burlarse de William, y fue lo que hizo, deslizando lentamente las manos por los costados del hombre, sintiendo que éste endureciera el cuerpo, y que después trataba de detener los movimientos de Rowen apretando sus brazos contra los costados. El doncel se limitó a soltar los dedos y bajarlos a lo largo de las caderas.

 

Rowen casi rompe a reír cuando oyó que William contenía la respiración. Pero cuando el menor retiró la mano para palmear la nalga del hombre, éste lo sobresaltó girando en redondo y clavándole una mirada que por una vez el doncel no supo cómo interpretar. Rowen le dirigió a su vez una mirada de cándida inocencia, que provocó un leve movimiento en la curva de los labios de William, antes de que éste reaccionara y le dirigiese una mirada de advertencia. Se suponía que su prisionero estaba ayudándole a afrontar la confesión de Isabella, y no distrayéndolo en el momento de oírla.

 

Y entonces ambos advirtieron el súbito silencio detrás, un momento antes de que Isabella preguntase impaciente:

 

--William, ¿quién es esta mujer?

 

William se volvió. Rowen asomó la cabeza a un costado de la ancha espalda.

 

--No es una mujer, Isabella. Aparenta serlo, pero es un doncel. Y es mi prisionero- dijo William con voz indiferente.

 

--Lord Rowen de Ginza- agregó Rowen casi en el mismo instante, muy consciente de que el otro no aceptaría ni vería con buenos ojos lo que él había dicho.

 

Estaba en lo cierto. Llegó la réplica, y Rowen se estremeció.

 

--Lord antes de ser mi prisionero. Ahora es el doncel que concebirá mi próximo bastardo.

 

Rowen hundió los dientes en el dorso del brazo de William- con fuerza- para agradecerle esa revelación innecesaria. El mayor no hizo el más mínimo gesto que demostrase que había recibido la mordida.

 

--Comprendo- dijo fríamente Isabella- Aunque me sorprende que hayas elegido a uno de estos…- su mirada despectiva se dirigió inmediatamente hacia Rowen-…seres especiales para que lleve en su vientre a tu bastardo. Puesto que siempre de jactaste de ser un hombre fiel y leal a las féminas.

 

--Y lo sigo siendo, Isabella. Pero él es la única excepción a esa norma. Por lo tanto, si es o no la persona más indicada que lleve a mi “bastardo” en su vientre, eso no es problema que a ti te competa- ante esas palabras, la mujer tensó el cuerpo, y una palidez notoria surcó su rostro- Por otro lado…¿Al fin entiendes la situación en la que nos hallamos? Bien, tal vez me expliques por qué creíste necesario seguirme hasta aquí con esa historia de enamorados de la infancia cuando te dije explícitamente en el salón que yo no estaba interesado en escucharla. ¿Crees que tu amor era una condición de nuestro matrimonio?

 

La brutal frialdad del tono determinó que Isabella palideciese aún más. Rowen, de nuevo detrás de William, se estremeció y durante un momento compadeció a la mujer.

 

--Yo…había abrigado la esperanza de lograr que entendieses- dijo deprimida Isabella.

 

--En efecto, entiendo. No me amas. No me importa. Sucede que el amor no es lo que reclamo de ti.

 

--No, William, tú no comprendes en lo absoluto. No puedo casarme contigo. Ya….estoy comprometida con Rupert.

 

Siguió un prologando silencio. Rowen se sintió impresionado. Ni siquiera imaginaba lo que debía sentir William.

 

Pero la voz de William tenía un acento de sorprendente moderación cuando al fin preguntó:

 

--Entonces, ¿qué haces aquí, con tu padre, que parece creer que te trajo para celebrar una boda?

 

Rowen avanzó hasta el costado de William, ahora dominado por la curiosidad, de modo que no deseaba perderse una palabra del diálogo entre esos dos. La dama se retorcía las manos, pero Rowen se sintió sorprendido al comprobar que William no parecía inquietarse con las noticias tanto como hubiera debido ser el caso.

 

--Cuando mi padre me encontró en Londres, Rupert fue enviado a York por asuntos del rey de modo que no estaba conmigo. Yo….no pude decir la verdad a mi padre. Me había prohibido ver de nuevo a Rupert después de que él rechazó su pedido de mano. Quería que tú fueses su yerno. Nadie, fuera de ti mismo.

 

--Señora, no me importa la aprobación de tu padre en relación con nuestro matrimonio. Lo que yo pedí fue tu consentimiento, y tú me lo otorgaste.

 

--Me vi obligada a hacerlo. Por la misma razón, no puede decir a mi padre que me había casado con la bendición del rey. Rupert es el hombre de Stephen; he renunciado a muchas cosas para tenerlo, pero él es el hombre a quien amo. Pero mi padre me matará si sabe lo que yo hice.

 

--¿Y crees que debes temer menos de mí?

 

Rowen estaba seguro de que la mujer se desmayaría ahí mismo, tan horrorizado se sintió el mismo al oír esa pregunta, que sintió de pronto lástima por lady Isabella. Rowen hubiera deseado castigar personalmente a William porque asustaba intencionalmente a la que fuera su ex prometida. Y no dudaba de que lo hacía con toda intención. Ahora lo conocía bastante bien, y estaba muy familiarizado con su estilo de pronta represalia. Evidentemente, Isabella no estaba en la misma situación.

 

Ver a otra persona convertida en el destinatario de la hostilidad de William era extraño. Aún más extraño era el deseo de Rowen de desactivar la cólera del señor del Fulkhurst.

 

--Lady Isabella, la mazmorra de William te agradará, créeme- dijo Rowen en el tenso silencio que siguió- De veras, es muy cómoda y…acogedora.

 

William lo miró, como si hubiese enloquecido. Pero Isabella se limitó a mirar al doncel con ojos inexpresivos, pues no comprendía lo que Rowen daba a entender.

 

--Bien, piensas arrojarla a tu mazmorra, ¿verdad, mi señor?- continuó diciendo Rowen- ¿Es allí donde envías a todas las mujeres y a tú “única excepción” mientras esperas a ver si ellos…?

 

--Rowen…- comenzó William, en tono de advertencia.

 

--¿Sí, mi señor?

 

Lo que el hombre de elevada estatura se proponía decir no lo diría mientras el “gracioso” doncel le sonriese así. En cambio, William emitió un sonido de exasperación, pero cuando volvió a mirar a Isabella, su expresión ya no era tan sombría.

 

--¿De modo que huiste a Londres para casarte con tu amado?- dijo a Isabella- Dime, ¿éste era tu plan cuando viniste a verme, o la cosa se precipitó a causa del retraso de nuestro encuentro?

 

Rowen contuvo la respiración y deseó que la respuesta de la mujer no agregase otro pecado a su propia lista de faltas. No tuvo tanta suerte.

 

--Rupert se había reunido con mi escolta ese mediodía. Hacía meses que no lo veía. Ya casi no abrigaba esperanzas. Pero cuando no viniste con tus hombres, en efecto pareció obra de la suerte….quiero decir….Rupert y yo vimos que ésa era nuestra única…- Isabella finalmente calló. Pero después de un momento y furiosamente sonrojada, agregó- Realmente, lo siento mucho, William. No fue mi intención engañarte, pero mi padre ansiaba vivamente mi matrimonio contigo.

 

Era inaudito y ofensivo, pero Rowen sencillamente no pudo resistir el comentario:

 

--Lástima que su señor padre no pudiese casarse personalmente con William.

 

Lamentó de inmediato el comentario impulsivo. La frivolidad estaba fuera de lugar en un tema tan grave. William no podía apreciarlo, y se encolerizaría con él. Isabella seguramente creía que Rowen estaba loco. Y de pronto, William se echó a reír. Su mirada encontró la expresión sorprendida de Rowen, y el caballero rió con más intensidad todavía. Aunque Isabella no apreció esa reacción.

 

--¿Cómo te atreves a tomar a broma este asunto?- preguntó al doncel- Mi padre quizá todavía me mate cuando…

 

--No lo hará si William declara nulo el contrato matrimonial- soltó Rowen.

 

Ante esa idea, William dejó de reír.

 

--Por Dios, eso comenzaría una guerra. Es mejor que ella reciba los golpes que merece cumplidamente, y que yo asegure a lord Reinard que no estoy ofendido por la pérdida de su hija.

 

--Eso no resuelve su situación- le recordó Rowen.

 

--Doncel, ¿te imaginas que esa dificultad es algo que me inquieta?

 

Rowen no le hizo ningún caso.

 

--La alianza te pareció bastante buena, mi señor. ¿No es posible hablar con una de tus hijas, de modo que una de ellas establezca la alianza en tu lugar….si es que esa familia tiene varones solteros?

 

William meneó la cabeza, regocijado.

 

--Rowen, dedícate a tus obligaciones, no sea que también propongas entregar mi castillo. Este asunto no te concierne, excepto por ese papel indirecto que representas en él, y que difícilmente yo olvidaré.

 

--Ah- el menor suspiró, poco impresionado por la advertencia- Veo que me espera otra bocanada de fuego del dragón….

 

--¡Fuera!- lo interrumpió William, pero su expresión no era muy cruel. En realidad, estaba a un paso de sonreír.

 

Rowen le sonrió también, y oyó que Isabella decía antes de cerrar la puerta:

 

--William, la sugerencia que él hizo es excelente.

 

--Señora, no me sorprende que así te lo parezca, pues resuelve muy bien tu dilema. Pero no me dará el hijo que yo deseo.

 

Rowen no esperó a escuchar cómo la dama repetía sus disculpas. Pero se alejó, mientras pensaba en el sexo del niño que llevaba en su vientre. Un hijo varón hubiese estado muy bien, pero eso era lo que William deseaba. El interrogante era:

 

--¿Un varón le depararía una oferta de matrimonio, o le garantizaba la pérdida de su primogénito?- susurró Rowen mientras se dirigía a la sala de costura, con un torbellino de interrogantes en su cabeza.

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado el nuevo capítulo. Isabella no AMA a William… Apuesto a que no se lo esperaban. Y que tal el comportamiento travieso de nuestro doncel???? Jajajajajaja es todo un pilluelo. Y William que no se deja. Bueno, espero encarecidamente me den su opinión al capítulo y nos vemos el siguiente jueves. Cuídense mucho y pasen unos bonitos días. Bye bye.


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