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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Por fin es jueves, y les traigo el nuevo capítulo de hoy. Espero les guste como quedó. Muchas cosas interesantes saldrán a la luz y una sorpresiva llegada hará tambalear la situación. Disfrútenlo.


Muchísimas gracias por sus comentarios. ¡Ya sobrepasamos los 200 RWs, estoy feliz y dichosa!!!. Ya los contesté todos. Espero que más lectoras se sumen a la causa.

CAPITULO VEINTICUATRO

 

 

 

William de Chaville se había ido, pero Rowen no fue devuelto a la mazmorra como había temido. Ni siquiera lo habían obligado a abandonar la cama para cumplir sus obligaciones matutinas; en cambio se le había permitido despertar solo….en el dormitorio vacío.

 

De todos modos, William se había despedido de él al amanecer. Rowen lo recordaba apenas, recordaba que el hombre lo había abrazado, apretándolo con fuerza contra su pecho revestido por la cota de mallas, y lo había besado tiernamente. ¿Tiernamente? Sí, en eso no se equivocaba, pues tenía los labios doloridos todavía, y sin embargo ese beso no había sido doloroso. Pero Rowen había retornado al sueño casi de inmediato después de que William lo había dejado en la cama, pues el agotamiento de la noche que había pasado con él había sido excesivo, y por eso no demostró interés en la partida del caballero, o en otra cosa.

 

Ahora que estaba despierto, pensó en ese beso, tan diferente a todos los que él había aceptado y dado durante la larga noche. Los labios hinchados podían demostrar que no había existido mucha ternura en los restantes besos. Lo cual no le importaba. Los placeres que el doncel había recibido superaban de lejos las pequeñas incomodidades que eran su secuela. Y ahora que lo pensaba también le extrañaba que William se hubiese mostrado tan insaciable. Seguramente no era porque Rowen hubiera manifestado descaradamente en voz alta lo que haría con el cuerpo masculino. Y sin embargo Fulkhurst lo  había encontrado no mucho después de que se separaran en el salón, la tarde de la víspera, y lo había arrastrado a su recámara, donde le había demostrado las consecuencias de provocarlo de ese modo.

 

El dragón del norte había mostrado un deseo tan ardoroso de poseerlo que eso sucedió apenas unos momentos después que llegaron a la cama. Había existido cierta molestia cuando William se zambulló en el doncel, pero a Rowen le pareció tan excitante la pasión desatada del hombre que su cuerpo se humedeció en el segundo embate, y sintió un deseo desenfrenado en el tercero. Después, Willliam le hizo el amor serenamente, pero con no menos ardor. Y fue realmente hacer el amor, pues el hombre dio más de sí mismo que lo que tomó, sin mencionar una sola vez lo que se interponía entre ellos.

 

En determinado momento ambos comprendieron que ansiaban algo diferente del otro, y William fue a despertar al cocinero. Pero era innecesario, pues alguien había dejado una bandeja de comida en la antecámara para ellos, además de un baño con todos los elementos necesarios. Aprovecharon ambas cosas, aunque a esa altura de la situación el alimento estaba tan frío como el agua. Los dos habían perdido la noción del tiempo…

 

Pero la noche aún no había concluido, y Rowen no olvidaba lo que había iniciado esa odisea de complacencia sensual. Tampoco lo había olvidado William. Pero sólo después de que el fornido rubio tuvo la certeza de que se necesitaría un milagro para infundir renovada vida a su virilidad, William accedió al pedido original de Rowen. Pero el hombre estaba equivocado en el juicio acerca de sus propias posibilidades, pues no pudo permanecer quieto mucho tiempo para beneficio de Rowen.

 

Dos veces lo intentó, y en cada caso, cuando finalmente perdió el control, lo poseyó como un salvaje. El doncel había comenzado con el cuello con sus labios carnosos, trabajando lentamente y descendiendo hacia los hombros, y después por los brazos musculosos, atravesando el pecho. Rowen habría querido lamer cada centímetro del cuerpo masculino, pero no había llegado mucho más allá del vientre cuando William lo arrojó sobre la cama y lo penetró profundamente. Sólo cuando Fulkhurst estuvo casi agotado, el doncel al fin consiguió salirse con la suya, e incluso ahora se sonrojó al recordar su propia audacia y los sonidos de placer que había arrancado al señor del castillo.

 

Ahora parecía un sueño, el modo en que habían compartido el acto, tan distinto de lo que el temible dragón del norte era generalmente. Ahora ni una sola vez él mostró su faceta cruel. Y Rowen se sorprendió, porque recordó con cuánta frecuencia había conseguido que la diera. Había sido una noche que probablemente Rowen Belleme nunca olvidaría jamás.

 

Lo que el joven doncel no sabía, y no podía definir ahora que William se había marchado, era si su nuevo comportamiento y el modo en que lo trataba era una ansiada consecuencia de la seducción que el mismo ejercía sobre el propio William, o se trataba de una actitud a lo sumo provisional. Fulkhurst le había dicho que estaría ausente menos de una semana, pero en ese momento ese lapso parecía un período infinitamente prolongado, porque Rowen deseaba saber si el plan de Ágata realmente había sido exitoso. Por supuesto, incluso si había sido eficaz, esa separación podía frustrar todos los esfuerzos, de modo que él tuviese que recomenzar otra vez.

 

Rowen suspiró mientras se levantaba y vestía. Sabía que estaba impacientándose precisamente en el momento en que no era realista suponer que él había domado tan pronto al dragón. Una noche no cambiaba a un hombre. Y un menudo recordatorio de la causa por la cual había querido vengarse del doncel reavivaría el antiguo fuego. Pero Rowen había realizado cierto avance. Eso era innegable. Y tampoco podía negar que seducir a William de Chaville no era tan difícil como el menor había creído. No, se podía decir que era placentero.

 

Rowen no advirtió qué tarde era hasta que ingresó al salón y percibió que por los altos ventanales no entraba ninguno de los rayos del sol matutino que eran una presencia usual. La espaciosa habitación estaba casi desierta, excepto para interceptar al doncel que se dirigía a la cocina.

 

Rowen se sorprendió y preguntó:

 

--Ahora que no está, ¿no es peligroso que nos vean conversando?

 

--Al demonio con él- replicó Ágata- Lo que he sabido no puede esperar la oportunidad de que hablemos a solas. Pero, ¿por qué no te angustia su partida?

 

Rowen sonrió.

 

--Mira, ésta no es la mazmorra.

 

--No, no me refiero a eso, sino al lugar que lord William se propone visitar. ¿Es posible que no lo sepas?

 

--¿Que no sepa qué, Ágata? William me dijo únicamente que se ausentaría por poco tiempo, y no la razón por la cual debía marcharse- Rowen comenzó a fruncir el entrecejo- No puede ser para emprender una guerra, en tan breve tiempo.

 

--No, no es la guerra, pero de todos modos se trata de un combate. Alexander lo ha desafiado, y William va a buscarlo. Será un encuentro cara a cara.

 

Rowen palideció.

 

--Por Dios, uno de ellos morirá.

 

Ágata parpadeó, sobresaltada porque eso podía ser motivo de preocupación.

 

--Ciertamente- dijo con acento de impaciencia- Pero primero tendrán que verse.

 

Rowen apenas la escuchó, pues no podía apartar de la mente la imagen del corpulento Alexander, de su habilidad con la espada y del hecho de que William pelearía con limpieza, pero era probable que Alexander no hiciera tal cosa. Sintió náuseas en el vientre al imaginar a William….tendido en el suelo….ensangrentado….

 

Se acercó con dificultad a la silla que estaba junto al fuego, sin saber que había caminado hacia allí. La mano fría de Ágata se posó sobre la mejilla calidad de éste.

 

--¿Qué te sucede, precioso?- preguntó ansiosa la mujer mayor- ¿Es el niño?

 

Rowen miró a la mujer con una expresión desesperada en los ojos.

 

--No quiero que él muera.

 

--Ah- dijo Ágata. Se sentó en el taburete que estaba al lado de Rowen, y continuó con voz áspera- ¿Y por qué tiene que morir? Salió de aquí preparado para afrontar una trampa. Ni siquiera es probable que haya combate…por lo menos entre esos dos. Pero pensé que te preocuparía más que William sepa quién eres realmente. Cuando mire con atención a Alexander, reconocerá en él a uno de sus aprehensores en Ginza, y establecerá la relación entre las dos cosas. ¿Eso ya no te preocupa?

 

--No por la misma razón. Ahora sé que no me matará, por lo menos no lo hará por mis propiedades- agregó Rowen con una sonrisa que era más enfermiza que otra cosa- Temo su cólera si cree que lo engañé con mi silencio, que es precisamente lo que hice. Por eso podría enviarme de regreso a la mazmorra.

 

La sonrisa de Ágata fue aún más enfermiza.

 

--Antes de lo que te crees, querido.

 

Rowen frunció el entrecejo.

 

--¿Por qué?

 

Ágata miró primero hacia atrás para estar segura de que se encontraban solos.

 

--Lady Beatrix ha estado protagonizando rabietas desde que se le informó que debía casarse con un miembro de la familia Malduit. Está completamente furiosa con William, y si ese hombre ha enseñado algo a sus hijas, es la satisfacción de la venganza. Se propone lograr que su padre lamente haberla comprometido con un jovencito a quien ella no considera digno de su persona…y se propone llegar a eso utilizándote.

 

Rowen miró con los ojos muy grandes a Ágata.

 

--¿A mí? Pero ¿acaso tiene autoridad, ahora que William se ha marchado?

 

--Algo, no mucha, pero es demasiado astuta para depender de eso. Anoche la oí conspirar con su hermana, y lo que se propone en realidad es inteligente. Ignora cuál fue tu delito contra William y por qué estás prisionero aquí; nadie lo sabe, pero aunque parezca extraño, se propone afirmar que fuiste apresado por robo, y que William se lo dijo.

 

Rowen cerró los ojos, porque no deseaba entender.

 

--Entonces, dirá que le robé algo.

 

--Sí, y su joya más valiosa, un collar de perlas que William le regaló. Melissa confirmará lo que ella diga, dirá que fuiste el último que estuvo cerca de la habitación antes de que comprobarse la desaparición de la joya. Entonces, Beatrix exigirá que revisen la sala de costura, así como el dormitorio de William, y mientras esté allí hallará el collar en el supuesto escondijo, confirmando tu culpabilidad.

 

--Y ni siquiera tendrá que insistir en que me envíen a la mazmorra. Lo harán de todos modos, hasta el regreso de William, y es probable que él crea en lo que le cuenten. Tan a menudo él dijo que yo era un ladronzuelo. Tendrá que castigarme, severamente…quizá con el látigo o…

 

--No tienes que preocuparte por eso, precioso. Tienes que temer lo que haga Beatrix con la esperanza de herir a su padre.

 

Rowen frunció el entrecejo.

 

--Pero John Giffard…

 

--Ese buen hombre no está aquí. Hay otro carcelero, un hombre que no es tan amable, y que según dicen se complace en abusar de los que caen en sus garras.

 

Rowen palideció.

 

--Sí…ya lo he visto.

 

--Pero eso no es todo. Beatrix se propone sugerir que te interroguen para descubrir si robaste otras cosas más. ¿Sabes cómo interroga este hombre a los detenidos?

 

--¿Mediante la tortura?

 

--Sí. Esa perra espera que tú quedes tan lastimado…y usado que William no quiera verte de nuevo en su cama. Pero lo que es peor, desea que pierdas al niño que llevas en tu vientre. De ese modo piensa lastimarlo, porque sabe, como todos, cuánto desea un hijo, aunque sea un bastardo.

 

--Quiero enfermarme.

 

--No te critico, mi niño hermoso- dijo Ágata con simpatía.

 

--No, enfermarme realmente- Y Rowen corrió hacia el retrete.

 

Ágata estaba esperando con un lienzo húmedo cuando el doncel reapareció. Rowen lo aceptó agradecido y preguntó:

 

--¿Cuánto tiempo pasará hasta que actúe la trampa?

 

--Hasta que Beatrix se prepare para la cena. Ésa será su excusa para reclamar su collar…y descubrir que falta. Pero a esa hora tú estarás fuera de aquí. Ya te preparé el saco con alimentos y ropas, alguna de tus prendas pero también más piezas del atuendo de un criado; tendrás que usar eso para salir de aquí. Oculté el saco en la bodega, y me disponía a ver qué era lo que te retenía tanto tiempo.

 

--Me dormí…

 

--Ah, ¿quieres decir que nuestro plan funcionó?

 

--Tu plan, pero sí, parce que así fue- Rowen rió sin alegría- No es que ahora eso importe mucho.

 

--No, este asunto se resolverá cuando regrese William. Y no necesitas ir muy lejos. Hay un bosque a una legua al este de aquí, y es tan extenso que allí podría esconderse un ejército completo. Permanece cerca del límite, y yo le diré a lord William que vaya a buscarte una vez que lo obligue a comprender por qué era necesario que te marchases.

 

--Ágata, ¿no puedes acompañarme?

 

--Mi ausencia llamaría la atención demasiado pronto, y eso a su vez daría la alarma en vista de tu propia ausencia; en cambio, si yo permanezco aquí, nadie dirá nada hasta que se formulen las acusaciones. Tendrás más posibilidades si sales solo, y es necesario que yo esté aquí para asegurar que William conozca la verdad antes de que Beatrix presente sus mentiras.

 

--Olvidas que él no escucha excusas, por lo menos, no las que nosotros podamos ofrecer- dijo Rowen con voz tenue- Si debo marcharme, es mejor que no regrese. Tures no está muy lejos de aquí.

 

--¡Son tres o cuatro días largos a pie!- exclamó Ágata.

 

--Pero mi gente me ayudará, o me ocultará hasta que yo pueda imaginar el modo de rescatar a mi madre, que está en el castillo de Ambray.

 

--Rowen, no puedes viajar tan lejos solo y a pie. Confía en William. Si le das tiempo te ayudará. Lo siento así.

 

Rowen meneó la cabeza.

 

--No comparto tu confianza. Y ahora que lo pienso, no quiero a un hombre que engendra hijos tan perversos, y sobre todo no quiero que él tenga nada que ver con la crianza de mi hijo.

 

--Puedes culparlo por su negligencia, pero recuerda que ninguna de esas muchachas tuvo madres que las guiaran, en cabio tú…

 

--Ágata, ahora no hay tiempo para discutir eso- la interrumpió Rowen con impaciencia- Dime únicamente cómo debo salir de este castillo.

 

La expresión irritada de Ágata reveló que le molestaba dejar inconcluso el tema.

 

--Hay un solo guardia por la entrada del fondo. Tú pasarás por allí mientras yo lo distraigo. Pero si estás decidido a marcharte definitivamente, espera en los bosques un día; no, mejor que sean dos días, hasta que se calme la situación. Después, me reuniré contigo.

 

Rowen la abrazó aliviado.

 

--Gracias- dijo.

 

--Agradéceme después de que me escuches durante todo el camino a Tures, y sepas cuán absurda me parce tu actitud- masculló molesta la criada.

 

 

 

****

 

 

Los bosques no eran un refugio propicio para un joven doncel solo, sobre todo cuando el más leve ruido podía anunciar a un ladrón o un asesino dispuesto a arrojarse sobre éste. El cielo se había ensombrecido con la amenaza de la lluvia apenas se puso el sol, de modo que no había luna que señalase el paso del tiempo; pero de todos modos el tiempo trascurrió lentamente para Rowen. Pasaron varias horas durante las cuales él intentó dormir y no pudo; el único consuelo fue que no llovió esa noche.

 

No se sentía reconfortado por su propia fuga. El suelo era demasiado duro y no se sentía cómodo, incluso con las prendas de lana que Ágata le había suministrado y que formaban una especie de lecho; además, Rowen tenía frío. Se había puesto de nuevo sus propias prendas, como un acto de desafío, que se prolongaría a lo sumo hasta la mañana, en que tendría que vestir de nuevo el atuendo de siervo, por la escasa protección que podía aportarle. La chaqueta amarilla y el manto escarlata que él usaba le infundían de nuevo la sensación de que era él mismo, una identidad sacudida por las amenazas del señor de Fulkhurst.

 

Fulkhurst…Rowen deseaba tener el valor necesario para esperar su retorno, pero carecía de la certidumbre de Ágata en lo que a ese hombre se refería. Quizá no era tan cruel como él había creído al principio que sería, pero aún era capaz de brutales represalias y juicios despiadados, y Rowen no dudaba de que si ese hombre creía que él había robado ese condenado collar, el hecho de que compartiese su cama y llevase en el vientre a su hijo no le impediría aplicarle el mismo castigo que habría infligido a cualquier otra persona culpable de ese mismo delito.

 

Existía la posibilidad de que William le creyese si se ofrecía a Rowen la oportunidad de declarar su inocencia. Pero era una pequeña posibilidad en vista de lo que se sabía del doncel- nada muy bueno, gracias a Alexander- y Rowen no estaba dispuesto a arriesgarse a sufrir el látigo o cosa peor sólo para posibilitar que la hija se vengase del padre.

 

Rowen descubrió que también alimentaba algunos pensamientos de venganza en relación con esa joven dama, que lo obligaba a pasar la noche en ese bosque inhospitalario. Tanto las damas como los donceles de buena cuna jamás abandonaban sus residencias sin una escolta armada que los acompañara. A menudo incluso las servidoras recibían un par de acompañantes si se las obligaba a cumplir diligencias fuera del castillo. Pero el menor estaba solo y tenía únicamente la pequeña daga que había encontrado en el saco de Ágata como única protección. Ágata había incluido otra de las chaquetas de buena calidad que Rowen podía vender para comprar una escolta si llegaba a un poblado; pero ésa era una palabra decisiva: “si”; y entre tanto podían sucederle muchas cosas desagradables, sobre todo una vez que abandonara el refugio de los bosques.

 

Cuando pensaba en alguna de esas cosas desagradables, comprobaba que era fácil concebir la esperanza de que Beatrix de Chaville recibiese su justa recompensa por lo que había provocado. Si Rowen moría antes de llegar al final de esa desventura, tal vez conseguiría regresar y torturar a Beatrix…sí, eso sería una justa recompensa, una venganza eterna. A William le encantaría la idea.

 

Ese pensamiento lo indujo a sonreír, y en efecto mantuvo esa expresión cuando al fin consiguió dormirse, un rato después. Pero los ruidos del bosque tampoco ahora le concedieron paz, y lo despertaron repetidas veces en lo poco que quedó de la noche, hasta que el joven abrió los ojos a la tenue luz de un alba color lavanda, y vio a un hombre inclinado sobre él. Rowen se incorporó de prisa, y sintió un dolor en las sienes. Pero no era un sueño. Las piernas continuaban junto a él, y se repitió el sonido de los caballos que lo habían despertado. Se volvió y vio otros hombres desmontando cerca, casi una docena, que estarían en pocos instantes al alcance de la mano.

 

No se detuvo a averiguar quiénes eran. Después de la noche inquietante, Rowen se dejó dominar por el pánico, aferró la daga que ocultaba en la cintura, y descargó un ataque salvaje sobre las piernas que estaban cerca. El hombre pegó un alarido, pero uno de sus compañeros interrumpió el grito porque saltó hacia éste y le cubrió la boca con la mano. Rowen no lo vio; se había incorporado de un salto y corrió internándose en el bosque, de modo que los caballos no pudieran seguirlo fácilmente. Pero los hombres pudieron, y tres de ellos lo persiguieron, riendo divertidos, lo cual lo asustó más que otra cosa cualquiera. Sabía lo que sucedía cuando los hombres perseguían tanto a mujeres como a donceles por los campos o los bosques. Terminaban reclamando una recompensa por su esfuerzo por habérselos encontrado desprotegidos y completamente solos.

 

Estaban acercándose. Rowen alcanzó a oír la violencia de su corazón, las pulsaciones que resonaban en sus oídos. La armadura molestaba los movimientos de los hombres, pero en el caso de Rowen la túnica larga que llevaba lo estorbaba, y él no alcanzaba a sujetarla con una sola mano para acelerar su propia carrera desesperada. Pero continuaba esforzándose, pues lo peor que podía sucederle era que la condenada túnica le estorbase los movimientos. Y entonces fue lo que sucedió, y uno de sus pies se enredó en el ruedo de la falda, y él perdió el equilibrio.

 

La daga se le cayó de la mano, mientras éste manoteaba para atenuar el golpe; pero en definitiva consiguió mantener el equilibrio y reanudar la fuga. Pero era imposible recuperar el arma, y ahora, con las dos manos libres, pudo recoger el borde de la túnica. Pero la ventaja llegó muy tarde, porque un hombre estaba bastante cerca, detrás, y aprovechó la oportunidad para arrojarse sobre Rowen. Si el doncel lo hubiese visto, habría saltado fuera del alcance de su perseguidor, pero no pudo esquivarlo por unos pocos centímetros. El hombre consiguió aferrar sólo el borde de la capa antes de caer de boca sobre el piso; pero eso fue suficiente para obligar a Rowen a detenerse bruscamente, y finalmente para caer de costado. Si hubiese tenido la capa cerrada al cuello en lugar de sostenida por los hombros, quizá se hubiese quebrado el cuello. Pero en las condiciones dadas, durante los primeros segundos el menor tuvo la certeza de que se había fracturado la columna vertebral, tan dolorosa fue la caída. Y antes de que Rowen comprendiese que aún podía moverse, ya era demasiado tarde para hacerlo.

 

Los dos hombres restantes habían llegado, jadeantes, y uno se detuvo ante él, y otro permaneció a un costado. Y el que estaba detrás ahora se ponía de rodillas, y estaba tan irritado por las consecuencias de su propia caída que de nuevo dio un tirón a la capa del doncel que aún sostenía en la mano.

 

Rowen al caer había golpeado la cabeza contra el suelo. Pero no estaba tan aturdido que no pudiera asestar un puntapié al hombre que tenía enfrente, y que se inclinaba sobre éste, y tampoco dejó de gritar. Emitió un alarido agudo, y eso cambió la actitud de los hombres acerca de lo que podían haber hecho con el doncel en un primer momento. Lo que ahora les preocupaba era terminar con el escándalo que éste provocaba, y casi chocaron unos contra otros por la prisa de cubrirle la boca. Rowen mordió una mano, apartó otra, pero después una tercera lo golpeó, y se disponía a castigarlo otra vez cuando el brazo fue detenido por uno de los dos restantes.

 

--Espera, lo conozco.

 

--Qué tonterías, hombre. ¿Cómo puedes…?

 

--Por Dios, es nuestro señor.

 

Lo dijo con mucha certeza el hombre, pero Rowen sintió todavía más asombro. ¿El señor de esos hombres? Pensó en Tures, pero no reconoció los rostros inclinados sobre él…y entonces recordó a uno, y gimió para sus adentros. Incluso lo confirmó un cuarto rostro que se inclinó sobre el joven, y una voz incrédula que Rowen había creído que jamás volvería a escuchar.

 

--¿Rowen?

 

El hombre no esperaba una respuesta a su pregunta. Había llegado al lugar mientras golpeaban a Rowen, y cuando el recuerdo de la escena se combinó con la sorpresa, de un empellón obligó a retroceder a uno de los tres hombres que aún estaban junto a la cabeza del doncel. Y entonces el hermanastro de Rowen, Alexander D´Ambray, lo alzó y lo sostuvo tan fuertemente contra su pecho que éste apenas y pudo respirar.

 

--¿Cómo llegaste aquí?

 

La pregunta se impuso a los pensamientos de Rowen, que eran una mezcla de miedo agregado a la irritación. Si alguien debía hallarlo, ¿por qué debía ser precisamente Alexander? Y Rowen no sabía qué decirle; solamente comprendía que no debía revelarle nada de lo que le había sucedido realmente durante ese mes en que no lo había visto.

 

Pero podía decirle una cosa, y lo hizo.

 

--Me tuvieron prisionero en el castillo de Fulkhurst, pero finalmente pude escapar.

 

--¿Él te apresó? Yo estaba loco de angustia, y durante todo este tiempo, ¿él te retuvo?- Lo había apartado un poco mientras lo interrogaba, pero ahora lo abrazó de nuevo, con un atisbo de pesar sincero que había sentido- Creí que estabas muerto. En Ginza no había nadie que me dijera lo que te había hecho el señor de Fulkhurst.

 

Que la preocupación de Alexander era sincera determinó que Rowen se sintiese extraño al considerar cuánto odiaba a ese infeliz bastardo.

 

--No me sorprende- contestó Rowen con cautela- Él me envió a su mazmorra antes de que los criados de Ginza salieran de su escondrijo y presenciaran la escena.

 

--¡Su mazmorra!- rugió asombrado Alexander. Sus hombres le susurraron que no hablase tan alto, pero él se limitó a mirarlos hostil, y después volvió los ojos hacia Rowen- Ese hombre seguramente está loco. ¿No le dijiste quién eras?

 

El menor a su vez lo miró hostil a causa de la estupidez que estaba demostrando.

 

--¿Piensas que yo debía confesarlo todo, cuando sabes que la intención de ese hombre era destruirte y destruir a toda tu familia? Ya se había apoderado de algunas de mis propiedades porque tú las retenías. ¿Crees que él no me habría asesinado para arrebatarte el resto con facilidad? De modo que le dije sólo lo que él ya suponía, que yo era el consorte del señor de Ginza- Después, Rowen mintió para confirmar el supuesto inicial de que William había llegado a Ginza en busca de Alexander- Me envió a su mazmorra porque estaba tan furioso en vista de que tú no te encontrabas al alcance de su mano de manera que él pudiese matarte.

 

Alexander en verdad tenía una expresión de culpabilidad, y después la confirmó al decir:

 

--Lo siento, Rowen. No pensé que te dañaría, pues en ese caso no te habría dejado allí; pero esos días no pensaba con claridad.

 

¿Cuándo él pensaba claramente, o sin que la codicia se impusiera en su mente? Ahora, el alto hombre lo conducía de regreso por el camino que Rowen había usado para escapar, de modo que éste preguntó en cambio:

 

--¿Qué haces aquí, Alexander? No querrás sitiar un castillo tan fuerte como el de Fulkhurst.

 

--No, no es eso, pero me apoderaré del lugar hacia la noche.

 

--¿Cómo?

 

--Le envié un desafío. Si no es estúpido, seguramente sospechó una trampa, y habrá llevado consigo a la mayoría de sus hombres- Se detuvo y preguntó excitado- ¿Puedes confirmarlo? ¿Sabes cuántos hombres llevó consigo?

 

--No lo vi partir- replicó el menor, contrariado- y tampoco tuve tiempo para contar cuántos quedaron atrás una vez que él se marchó.

 

Alexander se mostró decepcionado, y continuó caminando, y arrastrando a Rowen.

 

--No importa- dijo al fin- Seguramente se llevó a la mayoría de sus hombres. ¿Por qué habría de dejarlos detrás si, como tú señalaste, Fulkhurst es su castillo más fuerte, y puede mantener a raya a un ejército sólo con un puñado de hombres?

 

--Entonces, ¿cómo piensas tomarlo?

 

El hombre volvió la cabeza para sonreír a Rowen.

 

--Con un puñado de hombres.

 

--Ah, por supuesto. Qué estúpido soy.

 

El maligno hermanastro sacudió el brazo de Rowen, para mostrarle que no le agradaba ese tono sarcástico.

 

--Había proyectado acercarme al anochecer, para pedir alojamiento.

 

--Te dirán que vayas hacia una aldea cercana- pronosticó Rowen.

 

--No, puesto que vengo en nombre de Stephen, con un mensaje sellado que lo demuestra.

 

--¿Es así?

 

--¿Qué?

 

--¿Vienes en nombre del rey?

 

--Es claro que no- replicó Alexander impaciente- Pero el mensaje es auténtico. Tuve la buena suerte de encontrarlo, después que mataron al mensajero.

 

--¿Tú lo mataste?

 

El pelinegro se interrumpió de nuevo para decir ásperamente a Rowen:

 

--¿Por qué debes atribuirme los hechos más perversos?

 

--No es así, sólo te atribuyo lo que sé que eres capaz de hacer- replicó éste.

 

--¿Qué importa cómo me apoderé del mensaje? Con él conseguiré entrar en Fulkhurst. O quizá devuelva en cambio un prisionero que se ha fugado- agregó perversamente.

 

El doncel deseaba que Alexander hiciera precisamente eso. Así podría advertir a los que estaban dentro del castillo, y no importaba lo que eso le costara, mientras de ese modo lograra frustrar los planes de Alexander.

 

Alexander sin duda pensó que había conseguido amedrentarlo con su amenaza, pues Rowen no dijo más hasta que llegaron a los restantes hombres que habían quedado a cargo de los caballos. Rowen identificó a varios hombres de Ginza; caballeros de Lyons, hombres que por derecho ahora debían estar sirviendo al hermano de Lyons, no al codicioso de Alexander.

 

Rowen se sintió como paralizado cuando advirtió eso. Por Dios, ¿ellos sabían a qué atenerse? ¿O estaban siguiendo ciegamente a Alexander, en el erróneo supuesto de que él tenía cierto derecho a Ginza a través de Rowen, simplemente porque Lyons les había ordenado que luchasen hasta la muerte por la causa de Alexander? Seguramente sabían que Lyons estaba muerto, pues Alexander decía que él había regresado a Ginza después de la destrucción de la fortaleza. Pero en eso caso, ¿el contrato matrimonial los obligaba? Sin embargo, ese contrato perdía validez si Lyons no llegaba a consumar el matrimonio. Y eso lo sabían únicamente el propio Rowen, Alexander, Ágata y William. Alexander ciertamente no les habría dicho nada. También era probable que hubiese dado a entender que Rowen ya había concebido un hijo de Rupert Lyons.

 

Rowen se preguntó por qué Alexander no lo había interrogado acerca de eso, pero de pronto supo a qué atenerse. Alexander todavía tenía lo que deseaba, lo que había conseguido gracias al matrimonio de Rowen: el ejército de Lyons. Y se disponía a descargar un golpe brutal contra William, la captura de su baluarte, y también de sus hijas. Alexander se preparaba para ganar la guerra. Y Rowen le había aportado los medios necesarios. Como había podido actuar con tal rapidez, Ginza ya no importaba, y tampoco necesitaba un niño para retenerlo.

 

William…se vería destruido. Lo abrumaría la cólera y Alexander podría imponer condiciones para liberar a las hijas de éste, incluso podía exigirle la vida.

 

Rowen tenía que hacer algo. Tal vez no importase la suerte de William, pero ahora recordó su alegría, su pasión, y ese tierno beso al partir; y maldición, eso le importaba….por lo menos no deseaba verlo morir. Tampoco quería que Alexander ganase esa guerra.

 

Deseaba gritar a los hombres de Lyons que no debían estar allí, que el contrato que los había llevado a esa situación ya no era válido. Pero si hacía tal cosa, Alexander lo desmayaría a golpes; no dudaba de eso. Impulsado por la cólera, incluso podía matarlo, y en ese caso Rowen ya no serviría para nada. Pero ¿qué podía hacer? ¿Advertir al castillo, o convencer a los hombres de Lyons, sin que Alexander lo supiera, de que ellos no debían encontrarse allí? Realmente, necesitaba hacer las dos cosas, pues incluso si Alexander se veía reducido sólo a sus propios hombres, aún podía tratar de apoderarse de Fulkhurst mientras su guarnición fuese muy escasa.

 

El hombre a quien Rowen había herido, así como un compañero, habían salido del lugar, probablemente para regresar a su campamento. Rowen esperó mientras Alexander lo observaba y a su vez, el menor contemplaba a los hombres que aún permanecían en el lugar.

 

--Entonces, ¿éste es tu ejército?- preguntó Rowen con aire de inocencia- Creí que mi matrimonio te había permitido acumular fuerzas mucho mayores.

 

A decir verdad, Alexander no podía culparlo por esta observación, pese a que no le agradó.

 

--No seas tonto. Mi ejército está oculto en lo más profundo de estos bosques. Dos horas después de oscurecer avanzarán hacia el castillo en espera de mi señal que les indique que las puertas están abiertas.

 

--Es decir, si puedes entrar. Aún creo que te rechazarán. Se mostrarán cautelosos en ausencia del señor. Es probable que él también les haya advertido que vigilen la posibilidad de un engaño, pues tú lo llamaste con tu ardid del reto, y no confía en ti. El señor de Fulkhurst es un hombre muy astuto.

 

--¿Tratas de molestarme?

 

--En efecto. ¿Crees que olvidé lo que me obligaste a hacer?

 

--¡Calla!- bufó él, arrastrándolo a cierta distancia de los soldados, para decirle de nuevo- Si recuerdas tanto, recuerda también que aún tengo en mi poder a tu querida madre.

 

Era innecesario decir más. Rowen asintió, y en su rostro se dibujó una expresión deprimida. ¿Qué lo había inducido a pensar que podía hacer algo para impedir el desastre que Alexander quería provocar? Con su persona, en definitiva Alexander siempre se imponía, siempre sabía lo que podía decir para desanimarlo, para dejarlo absolutamente derrotado.

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

OMG!!!!

No les dije que muchas cosas interesantes pasarían???? Y que una nueva llegada haría tambalear la vida de nuestro doncel??? Pues ahí lo tienen, con la llegada de Alexander todas las demás cosas que pasaron ya no importan mucho, excepto, claro, los sentimientos de Rowen y William en esa última entrega que tuvieron. Kyaaaa…!!! Sólo faltaba que se dijeran que se gustan demasiado!!!!

Qué pasará ahora con la llegada del bastardo de Alexander??? Será que Rowen se impone o se deje manipular por él??? Pues eso lo sabrán en el siguiente episodio del jueves. Espero comenten muchas y me hagan saber sus expresiones hacia este capítulo. Besos y abrazos.


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