HyukJae se arregló la chaqueta y fue acercándose hacia la casa, arreglando también su cabello. Subió los escalones de la entrada y golpeó la puerta la cual se abrió dejando ver a la mamá de DongHae con una sonrisa.
—Hola, HyukJae ssi.
—Buenos días. —El chico hizo una reverencia y sonrió mostrando las encías.
—Pasa. —La mujer abrió más la puerta, se hizo a un lado permitiendo que el chico entrara—. Hae está en su habitación —anunció la señora. El rubio asintió, se sacó los zapatos, se puso las pantuflas y entró.
Vio a la mujer perderse por el pasillo al lado de la escalera y él subió.
Fue hacia la habitación del fondo y tocó la puerta con sus nudillos.
—Entra —dijeron desde adentro y giró el pomo.
Era sábado. El clima estaba fresco y ambos habían quedado de salir con sus amigos. Así que Hyuk, como el mayor que era, fue a buscar a DongHae. Sin embargo, el chico aún no estaba listo cuando él llegó.
— ¡Yah! —Cerró la puerta tras él, llamando la atención del castaño.
—Hyung… —Hae le mostró una sonrisa de dientes y regresó a ver el escritorio.
Estaba usando un pantalón de pijama, una camisa sin mangas y llevaba el cabello revuelto.
—No digas tan sólo «hyung». —HyukJae hizo una mueca emulando al menor y se sentó en la cama—. ¿Por qué aún no estás listo?
—Estoy en una misión importante, hyung.
— ¿En qué? —Se acercó a él y vio una pequeña torre de cerillas—. ¿Qué es eso? —Señaló con el dedo.
—Una torre de cerillas. —La emoción en su voz casi hizo sonreír a HyukJae.
Casi.
— ¿Así que no te has vestido por estar con esto? —Señaló con la mano la pequeña torre.
—Sí —respondió con tono infantil, apilando más cerillas.
El otro bufó indignado y se sentó en la cama.
— ¿Entonces no piensas ir y me hiciste venir de gana? —El castaño negó con la cabeza.
—Sólo déjame terminarla y me visto. —Colocó unas cuantas cerillas más y sonrió—. ¡Listo! —Miró a HyukJae con una sonrisa de dientes y caminó hacia el armario.
— ¿Para qué es la torre? —Vio a Hae abrir una puerta del armario y sacar un pantalón y una camisa de cuadros.
—Ayer SungMin hyung me dijo que si hacías una torre de cien cerillas y pedías un deseo se cumpliría. —Sonrió en dirección al mayor y se quitó la camisa que llevaba y el pantalón de pijama.
HyukJae desvió la mirada sintiendo la cara caliente. Agradeció que Hae estuviera de espaldas así no podría verlo.
— ¿En serio? —tartamudeó.
DongHae hizo un sonido de aprobación girando a verlo y se vistió. No le importaba desvestirse en frente de HyukJae. Ambos eran amigos desde hacía años y había la confianza como para hacerlo. Pero se sorprendió cuando vio al mayor sonrojado. ¿No habían estado así antes?
Sacudió ligeramente la cabeza tratando de enterrar el pensamiento que su mente estaba creando. Sin embargo, no había hecho la torre sin un propósito y, aunque sabía que probablemente no se cumpliría su deseo, no era malo tener algo de esperanzas.
—Y... ¿qué deseaste? —HyukJae consideró que la almohada de Hae era entretenida así que la tomó entre sus brazos mientras jugaba con una esquina.
—Algo. —Se encogió de hombros dándose la vuelta y abotonándose la camisa.
HyukJae vio el marcado abdomen de Hae y volvió a sonrojarse.
— ¿No se supone que somos amigos? —dijo de la manera más calmada que pudo aún entretenido con la almohada.
—Lo somos, y no entiendo por qué te estás sonrojando, hyung. —HyukJae abrió los ojos sorprendido por lo que el menor había dicho.
—No estoy sonrojado —tartamudeó de nuevo. Dejó la almohada a un lado y miró al castaño.
—Sí lo estás. Eres pálido y se nota. —DongHae caminó hacia el baño de su habitación poniéndose perfume y peinándose.
—No estoy sonrojado. ¿Por qué habría de sonrojarme?
—Eso quiero saber —dijo en dirección a su amigo.
HyukJae se lanzó a la cama con los brazos abiertos. Era perfecto. Se había puesto en evidencia con Hae. Aunque, con lo despistado que el castaño era, probablemente no hubiera notado nada. HyukJae tomó una decisión. Lo haría darse cuenta de lo que sentía.
Se incorporó y esperó a que el menor saliera del baño. Restregaba sus manos mientras esperaba por Hae, pero el chico no salía pronto.
Y cuando HyukJae estaba por renunciar a su idea, DongHae regresaba a la habitación ya peinado y perfumado. El mayor lo miró y pensó en todo lo que podía perder si hacía lo que tenía planeado pero ya era hora de sacar lo que llevaba dentro. Ya era hora de que Hae supiera de sus sentimientos.
Se acercó al menor y se plantó frente a él. DongHae se sorprendió al ver que HyukJae estaba muy cerca. El mayor respiró profundo y llevó una mano hasta la mejilla contraria, acunándola. Vio el rostro de su amigo y sus ojos eran una combinación de sorpresa y duda.
«Es ahora o nunca, HyukJae».
Se elevó un poco sobre sus pies y rozó sus labios con los del castaño. Ligero, efímero.
HyukJae no sabía en qué momento había desarrollado sentimientos por el menor. Y supo de ellos cuando le daba celos verlo hablando con SiWon o cualquier otro chico. DongHae era su amigo. DongHae era suyo.
Se separó del menor, abriendo los ojos, viendo los de Hae muy abiertos. No se había alejado mucho, solo lo suficiente como para que sus alientos aún se mezclaran, para sentir la respiración ajena sobre su rostro.
Al ver que DongHae no hacía nada, ni siquiera lo miraba, estuvo por quitar su mano. Le diría que había sido un impulso, que no sucedería de nuevo, y que lo olvidaran. Al igual que Hyuk olvidaría sus sentimientos hacia él.
Alejó un poco su mano antes de sentir como su muñeca era apresada. Miró al menor. Sus ojos eran cálidos, una calidez que no había visto antes. Entonces supo que arriesgarse había sido una buena idea.
—SungMin hyung tenía razón —murmuró Hae pasando su mano libre por la cintura del mayor y atrayéndolo a él. Colocó la mano de Hyuk en su hombro y bajó la suya a la cintura del rubio—. La torre de cerillas sí funciona. —HyukJae sonrió y volvieron a unirse en un beso.