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El genio más estúpido del mundo por Aomame

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El genio más estúpido del mundo

Parte I

Deje de respirar cuando te vi. Lo sé. Pedir perdón no solucionará nada, pero no digas que te irás. Oye, ¿no lo ves? ¿No ves a través de mí? Está bien, no quiero justificarme y decirte cosas que no quiero decir; no quiero culparte; este es mi error. Pero mírame, de verdad, de verdad lo siento. Me estoy muriendo por dentro, te lo juro. Sí, me estoy muriendo lentamente mientras de veo empacar. Lo siento, caray. Dime qué puedo hacer para convencerte de quedarte. Sólo una oportunidad más. No te decepcionaré.

No me mires así, no me mires de esa manera tan fría, tan lejana; no me mires como si no me reconocieras; este siempre he sido yo; sé que no lo soportarás más. Lo sé. Si tú fueras así, tampoco lo soportaría. Pero mírame, mírame sin enojo, sin tristeza. Mírame, mírame una vez más. Aunque yo no pueda sostenerte la mirada. Te amo.

No quise hacerlo, o bueno, tal vez sí, pero no dimensioné el impacto. Soy un genio, no un santo. Está bien, de nuevo, no quise decir eso. No estoy en posición de justificarme y salir airoso. Es mi culpa por entero. No has hecho nada que me haya hecho quererte menos, mucho menos que merezcas ser  lastimado. Lo siento. No me mires así. No te enfades así. Al menos, al menos dime algo. Tu silencio es más mortal que tu puño. Caray, preferiría que me molieras a golpes. Eso merezco, pero no me lo darás, porque ahora no merezco nada de ti. ¿Es eso, verdad? He caído. Nunca más me dejarás estar entre tus primeros. ¿Verdad?

—Steve…

Cada palabra dicha en mi mente se queda ahí, no puedo decir nada, como no puedo detenerte. Sería insano interponerme entre tú y la puerta. Perdóname. Te lo suplico de corazón. Mírame, háblame, ¡deja de empacar! ¿Ya no me quieres? ¿Ya no me amas? Hasta el día de ayer lo hacías. Sí, yo también hacia cosas ayer que no hago hoy, pero fue un error. Un error del que no quiero arrepentirme cada día del resto de mi vida. Soy egoísta, lo sé. Deja eso ahí, deja tu maleta, deja tu escudo, deja tu presencia; no quiero extrañarte, no quiero vivir sin ti. No quiero perder el perfume de tu almohada, ni el roce de tu piel por las noches, no quiero perder tu voz o el sudor de tu playera de correr. No quiero olvidar el aroma del café que preparas por la mañana o el sonido de tus llaves cuando llegas a casa. No quiero dejar atrás las risas ni las lágrimas. No quiero abandonar tus labios y mucho menos tus brazos.

No quiero.

Pero no lo digo, no puedo. Sólo me quedo aquí de pie, recargado en el marco de la puerta con el rostro rígido. Sólo me quedo aquí, quieto, como un hombre sin esperanza. No digo nada, ni siquiera me acerco. Sé lo que estás pensado, pero te equivocas. Sí, si me importa. Sí, me importas. Sí, te amo. Sí, sí… Sí, daría todo lo que tengo para que te quedes. No digas, no pienses que no. Dios, no te vayas.

—Steve…

Y es todo, no puedo decir más. ¿Por qué? ¿Por qué? Necesito detenerte, pero en lugar de ello sólo me hago a un lado. Sólo te dejo tomar tu cepillo de dietes del lavabo, tu toalla del armario del baño, tu loción del tocador. Sólo dejo que vacíes tus cajones, que dejes sobre la cama los objetos que te di, que abandones las fotografías, que te quites el anillo. Te dejo, y sigo paralizado. Sé que esperas que te diga algo más, sé que quieres un motivo. Tengo tantos, pero no puedo decirte nada.

No quise besarla. No quise llevarla a nuestro dormitorio. No quise romperte le corazón. No quise destruirnos. Pero si te vas, no quedara nada, ni siquiera un poco de cenizas. Ya no podré fundir un diamante con ellas. No te vayas. No lo hagas. No me dejes.

Te veo; por fin me miras diferente, pero no es mejor. Nunca había visto lo triste que el mar de tus ojos puede ser, jamás vi la inmensidad y soledad que en ellos existe. Perdóname. Sé que puedo ser muy malvado cuando me lo propongo. Sé que nunca te digo cuanto te quiero ni lo jodidamente importante que eres para mí. Si te vas, me moriré.  Y ahora, ahora que despegas los labios, ya  no quiero que hables. ¡Cállate! Cerraré mis oídos, no quiero oírlo. No quiero. No…

—Adiós, Tony.

Es todo. Te vas, pasas a mi lado sin que yo haga algo. Pasas y dejas sólo la estela de tu aroma, de tu cuerpo, de tu amor. Pasas y no soy capaz de detenerte. No soy capaz de humillarme. No soy capaz de pedir perdón. No soy perfecto, pero ojalá no fuera tan orgulloso; ojalá no fuera tan egocéntrico; ojalá no temiera; ojalá supiera amarte mejor.

La puerta se cierra y me derrumbo. Porque no hay futuro. Porque no estarás más. Porque te perdí de la manera más estúpida.

—No me dejes… Steve.

Pero el murmullo no te alcanza. Jamás lo sabrás. Jamás sabrás cuanto lamento esto. Jamás sabrás cuanto te voy extrañar y a necesitar.

Sé que cuando el tiempo pase, dejarás de pensar en mí; dejarás de amarme. Y entonces, también, dejaré de existir.

Miren al genio más estúpido del mundo. Ese que pudo tenerlo todo y lo dejo escapar. Mírenlo y lloren por él; compadézcanse y, sí, ríanse de él.

Yo lo hago.

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. Ok, tal vez, no jeje

Qué les digo? me han deprimido (?) traigo ánimo de tragedia.

;;

Nos leemos en otra ocasión! 

 

¿Y no sé, quieren que le busqué solución a tal separación? Me siento en CW... Ya, suficiente. Me largo a llorar 

XD

 


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