Su cara estaba en peximo estado. Aquellos orbes brillosos se apagaron, su hermosa sonrisa se esfumó junto ha aquella risa.
Tomó el brillante y filoso cuchillo que había robado de la cocina, lo posicionó en su blanca muñeca.
Deslizó el objeto con fuerza, haciendo que cortase todo a su paso. Sintió un dolor horrible. Así que, así se sentía cortarse.
Sus carne se había separado en dos zonas, las dos, sanguinantes.
Abrió el grifo, y se aseguró que la puerta estuviese cierrada con llave. El sonido del agua caer era lo mejor, pero en ese instante, solo lo ayudaría a volver su mundo rojo.
Las gotas rojas se mezclaban con la cristalina agua de la bañera. Cierró los ojos, de los cuales brotaban gruesas gotas saladas.
Se metió, aún con la ropa puesta, dejando que se mojara y apegara a su cuerpo.
Deslizó una vez más aquel brillante cuchillo, abriendo una herida más. Después otra, y otra... Y otra.
Abrió sus jades, viendo el color del agua. Roja, completamente roja, se sentía sin fuerzas, y su vista se estaba volviendo borrosa.
-Ritsu, baja a cenar!- Una conocida voz femenina le llamó, sin ser coscente del horroroso acto de su hijo.
-...Después, m... Me estoy duchando- Dijo, tratando de sonar normál.
-Esta bien, se rapido- Se marchó.
El olor a sangre entraba y salía de sus fosas nasales. Era un olor metalico, como el sabor.
Cierró los ojos, viendo una imagen sumamente atterradora. -S... Senpai!- Estaba su superior, con una gran herida en su garganta, que chorreaba aún, manchando el piso de una habitación. Escuchaba con claridad los maullidos de un gato.
Lo siento...
Se alteró, trató gritar y una gran cantidad de agua y sangre entró en su boca. Quería levantarse, pero se le hacía imposible.
Estaba arrepentido por su irresponsable acto.
Sintió como su cabeza y cuerpo se hundía en la tina. Abrió sus ojos, y lo unico que vió era un rojo que se dejaba atravesar por la blanca luz de la lampara.
Se estaba ahogando lentamente.
"Tengo miedo..."
Trataba no cierrar sus ojos, sabiendo que si lo hacía, ya no los volvería ha abrir.
El agua había tomado el lugar del oxigeno. Las lagrimas se mezclaban con la ensangrentada agua.
Lo unico que quería recordar, eran los delicados petalos que cayán constantemente sobre dos figuras. Rosado y melanconico paisaje que los arboles de cerezo les regalaba sin nada a cambio, como el incondicionál amor del chico de ojos jades. Un sentimiento que no se podía espresar con palabras, un sentimiento dulce. El amor, es como una droga, no puedes vivir sin este, pero te derrumba cada vez más, hundiendote en un mar de esperanza y tristeza. Te hace felíz por momentos, pero cuando estas sin el, toda esa felicidad fluye lejos con el viento. Las dos figuras se tomaban de la mano, bajo aquel imponente arbol de cerezo, que derramaba miles de rosados petalos, impregnados de esos finos recuerdos, que volaran lejos al viento, fluyendo lejos he esfumandose junto al aire.
"Lo siento..."
Varias burbujas se formaban, muchas, miles de miles, hasta que, ya no aparecieron más.
"Si pudiera pedir un deseo... Pediría volver ha abrazar a abrazar a Saga-Senpai... Hasta si es solo una vez, solo quiero sentir esa felicidad que solo el me puede dar, solo un segundo... Que guardaré en mi alma, para siempre..."