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Eres un Maldito. por contrateMCarey

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Conocer personalmente a alguien que te encontraste en la web siempre dará impresiones bastante más diferentes a las estandarizadas, principalmente porque las fotos nunca serán iguales a ver y tratar a una persona de una manera presencial, pero además de ello, la computadora es una herramienta que da demasiado valor, tienes la comodidad de decir todo lo que opinas bajo el poder del anonimato, incluso si tu perfil tiene tu nombre tu comentario es uno entre miles de otras personas con ideales y vidas diferentes a la tuya, es por eso que tu respuesta seguramente será olvidada por más grotesco o certero que sea lo que pienses, éstas condiciones hacen que internet se vuelva un lugar en el que es más fácil convivir con alguien tras la computadora que personalmente, cuando conoces por fin a alguien de modo presencial debes romper la barrera del miedo e intentar que la conversación sea tan fluida como por medio de la web.

 

Cuando conocí a Miguel en aquella jardinera de la librería me sorprendió porque para empezar era mucho más moreno de lo que se veía en fotos, no soy racista ni eso logró que me gustara menos, pero la impresión fue muy distinta de lo que esperaba, fisicamente fue algo distinto de mis expectativas.

 

—Hola celoso ¿Cómo estás? —preguntó al verme. Me sorprendió que me reconociera rápidamente, pues a mí me costó bastante más trabajo.

— ¡No soy celoso! Sólo algo dramático, y estoy bien, gracias por preguntar.

—Estaba a punto de irme, la cita era hace veinte minutos.

—Lo sé y lo siento, pero creo que eso es algo que deberías saber de mí, nunca soy puntual, cuando lo soy la gente suele cancelarme o no asistir, es una creencia mental pero me funciona.

—Sí, suele pasar, pero dime ¿Te gustaría leer?

—No, vine aquí para estar contigo, no para leer, además ¿Una cita leyendo? Suena a algo que querría alguien con retraso mental, una de esas personas únicas y diferentes.

— ¿Eres único y diferente?

—Nada.

—Entonces ¿Por qué te preocupa? Sólo relájate y vamos a leer el mismo libro, tengo una dinámica.

— ¿Cuál?

—Vamos a leer el mismo libro y al final nos haremos un cuestionario del mismo, el que pierda le invita un café al otro ¿Te parece?

—Es bastante interesante para una cita, claro, acepto.

 

Y eso hicimos durante dos horas, leer el mismo libro cuyo título agradezco haber olvidado ya, para mí fueron horas desesperantes pues yo quería tratarlo, saber más de él pero en cambio, estábamos sólo leyendo callados, sin compartir ni una palabra, nos tomó otra hora decidir quien perdería la apuesta para invitar el café pero, tras una exhaustiva muerte súbita el ganador fui yo, no soy un buen perdedor, así que tras terminar esa curiosa y relativamente silenciosa cita nos dirigimos a la plaza junto a la librería para cobrar mi apuesta, tras tomar asiento en la plaza conversamos antes de retirarnos.

 

—Y dime ¿Alguna vez habías tenido una cita así de aburrida? —le pregunté a Miguel, con quien había hablado prácticamente nada.

— ¿Bromeas? Ésta ha sido de las citas más divertidas que he tenido.

—No puedo creerte, casi no hemos hablado.

—Bueno, estábamos leyendo y quería concentrarme, si hubiésemos hablado me habrías dado la impresión de que tenías la estrategia de distraerme para ganarme.

— ¿Qué ganaría con eso?

—Pues ganaste un café.

—Un café que yo mismo me podría haber pagado, no es un gran premio que digamos.

— ¿Qué sería un gran premio para ti entonces?

— ¿De verdad quieres saberlo? —pregunté apenado.

—Tal vez, aunque supongo que podría ser algo como esto —terminando de decir esto, Miguel tomó mi cara y sin importar que la gente que nos rodeaba nos viera robó un beso de mis labios, un beso el cual intenté pero no pude resistir, en verdad lo anhelaba, fue tan placentero que perdí la noción de lo que pasó por un breve momento hasta que el beso terminó.

— ¡La gente nos mira!

— ¿Te importa?

—Demasiado, no me gustan las muestras de afecto público, ni siquiera de los heterosexuales.

—Entonces planeas estar toda tu vida escondiéndote.

—Para nada, todo el mundo sabe que soy gay, sólo no me gusta demostrarlo.

—Tal vez por eso no consigues pareja entonces, si alguien te quiere te lo va a demostrar cuando le nazca, no en un horario específico.

—No es tan fácil para mí, además ¿Por qué me besaste?

—Me nació hacerlo ¿No te gustó?

—Sí, pero no somos nada, yo quería que esto pasara cuando ya hubiera un compromiso, no en este punto.

— ¿Por qué me comprometería contigo en la primera cita?

—No te pedí que lo hicieras, pero me habría gustado que tampoco me besaras, aquí el único estúpido que se encariña soy yo.

— ¿Y cómo sabes que yo no?

— ¿Ah?

—No asegures nada de mí ya que no nos conocemos bien ¿De acuerdo?

 

La conversación se extendió bastante más tiempo, en el que a cada palabra que decía crecía mi admiración por él, era justo lo que en mi mente pedía y estaba ahí, frente a mí, todos sus defectos eran virtudes ante mis corneas y cada palabra era una canción de increíbles matices la cual resonaba en mis tímpanos, dicen que nadie debería encariñarse rápido, pero es inevitable algunas veces en las que ves a alguien que está bien, y te hace sentir cómodo.

 

Antes de darnos cuenta la noche ya había arribado, Miguel se ofreció a acompañarme hacia la central de trenes para encaminarme a casa, estando a punto de abordar mi tren me dio un último beso robado igualmente, sólo que esta vez me animé a abrazarlo y hacerlo algo más apasionado.

 

A veces cuando crees que has encontrado a la persona indicada es probable que en su lugar sólo te hayas embarcado en un mar de problemas a los cuales te harás adicto y sin los que estabas mucho mejor, básicamente ese es el principio de la mayoría de las relaciones.


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