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Feliz cumpleaños Mickey por Samantha0507

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Notas del fanfic:

Los personajes de YOI no me pertenecen y son solo usados por diversion 

Notas del capitulo:

Por el cumpleaños del personaje que más me gusta de Yuri On Ice, espero les agrade 

Parecía que Michele Crispino tendría el peor de los cumpleaños de su vida, o de alguna manera así se sentía.

Su día no había comenzado como en tanto deseaba, simplemente se había despertado un poco más tarde de lo normal, sabiendo que tenía el libre, pero su sorpresa fue mayor al ver que su hermana, simplemente había desaparecido.

 

—¿Sara? — Buscó por la cabaña en la que se estaban quedando esa noche, logrando que sus ánimos, simplemente se fueran al suelo, llevaba el regalo que había comprado tiempo atrás, ese brazalete que su hermana llevaba tiempo deseando, el que combinaba perfectamente con el suave tono de sus ojos.

 

El moreno se acomodó en la cama y simplemente fue por su móvil, no quería molestarse con su hermana, después de todo, la chica probablemente tendría algo que hacer, por lo que simplemente se concentró en los mensajes, pero para su sorpresa, estos se limitaban a un par de notificaciones de redes sociales, las cuales en su gran mayoría eran de fans o menciones en relación a su cumpleaños, pero todas ellas de desconocidos.

 

Se encontró con un mensaje de su familia, este era bastante genérico, tanto para él, como para su hermana, se acomodó, desconectando el internet del equipo y volviéndolo a conectar, esperando que su teléfono mostrara nuevamente notificaciones, algún mensaje de felicitación o algo por el estilo, pero el aparato se quedó igual, haciendo que un extraño nudo creciera en pecho, miró el móvil una y otra vez, recordando que cierto muchacho le había pedido su número y varias veces lo había llamado, pero al parecer Emil no estaba al tanto de que fecha era.

 

El moreno se recostó y cerró los ojos, recordando cuando era un niño, en como todos rodeaban a su hermana, en como ella era la princesa en ese día, en esas fiestas de cumpleaños, en las cuales nadie buscaba sentarse a su lado, nadie lo felicitaba, esas fiestas de cumpleaños donde algunos olvidaban que el existía, donde lo pasaban por alto.

 

—Pensé que ya no dolía…—Dejó escapar la lágrima que pensaba se había escondido en el fondo de su alma, pero al parecer llorar en su cumpleaños se volvía una tradición.

 

El moreno sintió como lo llamaban y terminó por abrir los ojos, encontrándose con la dulce sonrisa de Sara a su lado.

 

—¿Sara?

 

—Feliz cumpleaños Mickey…—La morena no esperó a que su hermano despabilara, ni siquiera que abriera los ojos completamente, simplemente se lanzó sobre este, rodeándolo en un fuerte abrazo y besando la mejilla del muchacho.

 

—Feliz cumpleaños…— Mickey estaba sorprendido, pero rápidamente correspondió el abrazo, dejándose llevar por la calidez que su hermana le daba, olvidándose rápidamente del sentimiento de soledad que había tenido esa mañana. —¿Dónde estabas?

 

—Fui a desayunar con unos amigos y ahora me arreglaré para salir a comer.

 

—¿Salir a comer? Pero si son…— Mickey miró su celular, sorprendido de ver que ya era pasado del medio día. —Es tarde…

 

—Sí, no pensé que estabas tan cansado, pero ahora lo veo, es mejor que descanses, que aproveches que tenemos el día libre. —Sara se había alejó de su hermano sin decir mucho, pero logrando que Micky se sintiera nuevamente solo. —Me voy Mickey…

 

La voz de Sara nuevamente lo hizo volver a la realidad, haciéndolo estremecer. — Espera, ¿Con quién irás a comer?

 

—Con Mila, está libre hoy y me dijo que había preparado una reserva para las dos, luego puede que vayamos de comprar, si me demoro no me esperes, nos vemos hermano.

 

Michele no tuvo tiempo en decir nada, simplemente se quedó sobre la cama, con la vista en la puerta por la que su gemela había salido minutos antes, no podía negar que sentía envidia de la relación que se había formado entre su hermana y la pelirroja, pero la chica era realmente una buena persona y siempre estaba cuidando a su hermana de los idiotas que se le acercaban, Mickey solo cerró los ojos y la imagen de Emil Nekola se hizo presente, había estado esperando uno de sus mensajes o quizás una llamada, aunque fuera una nota de voz, pero nada, al parecer el checo se había olvidado de su cumpleaños, quizá, ellos no eran realmente tan amigos.

 

El moreno se tomó su tiempo, se ducho y tomó sus cosas, incluyendo el regalo que había preparado para su hermana, saliendo de casa sintiendo como el estómago se le apretaba, no sentía hambre a pesar de la hora que era, solo sentía como la angustia y esa soledad que en la mañana lo había molestado, se quedaba alojada en su pecho, solo podía divagar y volver al mismo pensamiento, a la misma angustia, a esa tristeza que incluía a Emil y a como, una de las pocas personas que realmente consideraba alguien en su vida, lo había pasado por alto.

 

Caminó al centro de la ciudad, encontrándose con muchas personas que lo felicitaron por su cumpleaños y que le dieron sus buenos deseos para las próximas competencias, el cariño de las personas y de todos quienes estaban a su alrededor lograron que ese sentimiento de tristeza se fuera de su pecho, pero la sensación de calidez no duro suficiente, ya que solo con llegar a una calle de Praga, ya bastante conocida para el moreno, era por esas calles en las que siempre llegaba a la pista donde entrenaba con su hermana, justo en la joyería donde había comprado el brazalete para su hermana, Michele pudo distinguir la figura de su hermana, acompañada de un joven bastante alto y con una brillante sonrisa.

 

Emil había rodeado a la morena por los hombros, mientras conversaban animadamente, el moreno sintió que las piernas se le congelaban, una sensación helada recorría su cuerpo y el aire, simplemente había dejado sus pulmones

 

Caminó sin percatarse del lugar en el que se encontraba, hasta que las puertas del recinto donde solía entrenar lo recibieron, entró a pasos lentos, quería llorar, sentía que algo estaba mal en él, sentir que su hermana era llevada lejos de él, sentir que alguien pudiese hacerle algo malo a la chica que tanto amaba dolía, pero ver a Emil a su lado, verlos juntos y felices rompía algo más profundo en su pecho, algo quemaba en el interior de su cuerpo, con cada bocana de aire, con cada latir de su corazón, con cada segundo parecía que el dolor en su cuerpo aumentaba.

 

La pista estaba vacía, por lo que el moreno no perdió el tiempo y se fue al centro del hielo, su ropa no era realmente la correcta para estar en la pista, pero no podía sentir más frío del que ya lo molestaba, del que ya, simplemente parecía salir de su alma.

 

Cerró los ojos y se dejó llevar, no había música, pero su mente tampoco estaba concentrada en lo que ahora lo rodeaba, así que, simplemente, como si se tratase de un momento de profunda tristeza, Michele dejó las lágrimas rodar por su mejillas; recordando en como estando junto a su hermana había celebrado sus primeros cumpleaños o por lo menos aquellos que recordaba, en ese lugar, imaginando todas esas fiestas, en la que las personas lo habían olvidado, meditando en todas esas personas que había alejado y finalmente, llegando al recuerdo de quien más los hacía sufrir en ese instante, Emil.

 

Lo imaginó recorriendo la pista a su lado, en cómo clavaría sus saltos y sonreiría, en cómo se acercaría a su lado felicitándolo por su cumpleaños y diciéndole esa frase que tanto deseaba, se imaginó los labios del rubio, cerca de los suyos, a pesar de que su cuerpo, poco a poco se volvía pesado, las fuerzas le fallaron, cuando pudo escuchar un suave “Mickey, felicidades, te amor”

 

El moreno sentía algo cálido y como lo llamaban a la distancia, la cabeza le daba vueltas y el murmullo, poco a poco se hizo más fuerte, abrió los ojos, encontrándose entonces con la preocupada mirada de Emil, bajo su cuerpo el hielo de la pista enfriaba sus ropas.

 

—¿Emil?

 

—No te muevas, ¿sí? Parece que te desmayaste, te llevaré al hospital para que revisen…

 

—No he comido, es solo eso…

 

—Pero si son casi las 3 ¿Cómo no has comido? —Michele sonrió al notar el reproche en el rostro del otro. —¿Mickey?

 

—Sé que está mal, sé que estás con mi hermana, pero no puedo soportarlo Emil, yo te quiero, te quiero demasiado y sé la amas a ella, pero no puedo ocultar, hoy es mi cumpleaños y el único regalo que quiero, es besarte, aunque sea solo una vez…

 

—Mickey…

 

—Perdóname, sé que es malo, sé que suena raro y que debe asquearte, pero realmente te quiero…—Mickey no pudo continuar, cuando los labios de Emil se reunieron con los de él, logrando que todo a su alrededor se calentara, cerró los ojos y se dejó llevar por todo lo que estaba sintiendo en ese instante.

 

Emil se separó, cuando sintió la lengua del moreno sobre sus labios. — Michele, no tengo nada con tú hermana, solo hay una persona en este mundo, por el cual daría mi vida y ese eres tú.

 

—Emil…

 

—Feliz cumpleaños Mickey.

 

El moreno sonrió y con la ayuda del rubio se puso de pie, sentía que las piernas le temblaban y que poco a poco el mareo fue amainando, Sara estaba de pie junto a Mila, frente a la pista, con la duda marcada en el rostro.

 

—Sara…— el moreno quería decir algo, pero su hermana simplemente habló primero.

 

—No vuelvas a asustarnos de esa manera, Emil fue quien pensó que estarías aquí, creí que moriría cuando te vi desmayado en la pista.

 

—Lo lamento…

 

—Bien, vamos que los invitados aguardan. —ambas chicas salieron del lugar, siendo seguidos por los jóvenes.

 

—¿invitados? —Mickey quería preguntar, pero la brillante sonrisa del checo, terminó por obligarlo a guardar silencio. Llegaron a un local donde su hermana entró rápidamente, estaban a unos pasos de casa, pero el moreno solo pudo sorprenderse al ver como todos estaban reunidos en el lugar y como, solo con su entrada, se había convertido en el centro de atención.

 

—¿Qué es esto?

 

—Tú hermana nos contó cómo habían sido tus cumpleaños antes, por lo mismo quería prepararte algo especial, ¿te gusta? — Emil lo miró con gesto de cachorrito desvalido en el rostro, logrando que una sensación de calidez creciera en su pecho.

 

Micky tomó el cuello de la camisa del más alto, pegándolo a su cuerpo, logrando que la distancia entre ambos, simplemente desapareciera.

 

—Me encanta…— agregó antes de besar apasionadamente los labios del otro.

 

—Feliz cumpleaños, Michele Crispino…—fue lo único que pudo agregar, antes de profundizar ese beso que ambos llevaban tanto tiempo deseando.

 

 

Fin 

Notas finales:

Gracias 


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